martes, 21 de febrero de 2023

UNOS REGRESAN, OTROS VUELVEN

Por Antonio Luis Aguilera               

Oliva Soto, que cortó una oreja la pasada feria de abril, se queda
fuera este año por rechazar lo que le ofrecían: un puesto en la
corrida de seis toros para seis toreros sevillanos. Foto Arjona

A la afición no suele agradar el regreso de los toreros retirados. Sobre todo, de los que nadie echó de menos en su ausencia, que es lo general —José Tomás es punto y aparte—, y de forma especial si a las despedidas solo le faltaron los mariachis, o lo que es igual: si se anunciaron a bombo y platillo y tuvieron finales llorones. Salvo puntuales regresos que están en el recuerdo de los aficionados, como aquellos de los años ochenta de AntoñeteManolo Vázquez José Luis Parada, la mayoría de los diestros, al volver a plazas donde su presencia era recibida con agrado, observan como esa afición los saluda con una frialdad alpina, como interpelándoles: ¿Y tú a qué vuelves?

Las madrugadoras combinaciones de Madrid y Sevilla incluyen en sus carteles regresos de toreros que se marcharon como vulgarmente se dice “hace un cuarto de hora”. Sin embargo, a pesar de la dura competencia para figurar anunciados, no han tenido problemas para ser incluidos por una poderosa razón: la influencia en el clan familiar del toreo de sus comisionistas, que cuelan como imprescindibles a diestros que nadie ha llamado, porque a los que pagan la entrada, en otro tiempo “el respetable”, hace tiempo que se les perdió el respeto y no se les pide opinión antes de anunciar tan gélidos como desangelados retornos.

Al “respetable” solo le asiste el derecho a expresar su cabreo en peñas y tertulias, lugares que habitualmente no pisan los que hacen los carteles en los despachos taurinos, para no escuchar a los que despotrican de sus planificaciones, ni aguantar críticas sobre los abusos del sistema o las ausencias de toreros con más méritos para estar, cuyos representantes no comen en la mesa de los comisionistas que controlan el toreo. Así que poco importa si la afición quiere ver en los carteles a los triunfadores del pasado año, toreros emergentes con posibilidades, que necesitan madurar pero que son una seria apuesta para otorgar un imprescindible relevo al escalafón de matadores, bien cargado de espadas con demasiados años de alternativa, que por su rutinario hacer parecen tener todo dicho en el toreo.

Ángel Téllez, triunfador en Madrid, fuera de Sevilla. Foto Arjona

En Madrid se organizó una gala de presentación de los carteles, que sustituyó a las antiguas ruedas de prensa, evitando así a periodistas independientes, que son los menos pero molestan como "moscas cojoneras", porque no enjabonan ni dan masajes añadiendo unas gotitas de colonia. Quedaron, pues, fuera del guion de la noche, las preguntas molestas, para que los políticos y la gente guapa disfrutaran del éxito de la ceremonia, sin que a nadie se le atragantaran los canapés. En Sevilla, sin canapés, de forma austera, más de lo mismo. El circunspecto empresario se ufanó en presentar “la feria con mayúsculas”. Solo faltó el incensario humeante perfumando el regio salón maestrante. Tampoco hubo ninguna explicación del por qué se repiten más que un sofrito malo espadas caducados y amortizados, ni los méritos para estar dos tardes en el abono de quienes regresan sin ser llamados, y nada menos que tres los que, sin haberse retirado, por lo que fueron hace temporadas, vuelven como las golondrinas al estar representados por comisionistas de la gran familia.

Así las cosas, entre los que regresan y los que vuelven sin haberse ido, en Madrid y en Sevilla, como le gustaba decir a mi abuela: “ni son todos los que están, ni están todos los que son”. Y entre algunos buenos carteles, por aquello de “vamos a llevarnos bien”, la programación de ambas plazas empacha con tanto torero de tono gris, sin mayor mérito que estar impuesto por los comisionistas de las familias del toreo. Las declaraciones que afirman que “la de este año es la feria con mayúsculas”, cobrarían sentido si no existiera el intercambio de cromos en perjuicio de toreros que se han ganado el puesto en el ruedo. Las galas nocturnas y los placenteros soliloquios de los empresarios de ambas plazas no pueden ocultar las miserias que tanto daño están haciendo al toreo.

miércoles, 15 de febrero de 2023

¿UN CABALLO DE TROYA?

Por Antonio Luis Aguilera

Logotipo de Canal Toros Televisión 

Los gerentes taurinos de Madrid y Sevilla, las plazas más importantes del mundo, han dado la espalda a Canal Toros, que al quedarse fuera de las grandes ferias ha decidido cerrar antes de desangrarse por falta de abonados. Poco ha importado el buen trabajo realizado durante treinta años por este canal bajo sus distintas denominaciones (Canal+ toros, Vía Digital y últimamente Canal Toros de Movistar), ni la vital ayuda prestada al toreo en los difíciles años de pandemia, cuando los mismos que ahora le dan la puntilla no tuvieron cojones de organizar un solo festejo en sus distinguidas plazas, dejando en entredicho su dignidad empresarial en los horribles momentos que vivía la gente del toro.

Este año, sin negociaciones previas con la anterior proveedora televisiva Canal Toros, y por supuesto sin consultar con ninguno de los colectivos de profesionales taurinos que han de ponerse delante y ser televisados, que como siempre reaccionarán tarde, ambas empresas han aceptado la oferta de un nuevo operador para televisar digitalmente todos los festejos de sus plazas, enterrando así, sin funeral ni siquiera un responso de tercera, al anterior medio televisivo que durante tantos años les permitió organizar con holgura las ferias, colando entre col y lechuga, para inflar los ciclos, carteles paupérrimos que, sin ese soporte televisivo, jamás habrian sido posibles. 

Nadie tiene claro qué va a ocurrir. El nuevo medio, al parecer una plataforma digital de fútbol con cápital américano, que aún no ha hecho acto de presentación oficial y dicen que se denominará One Toros, ha llegado con enorme sigilo, no tiene aún sede ni infraestructuras, pero ha logrado la inmediata y apasionada reacción empresarial porque ha pagado por adelantado el primer año de contrato, aumentando la oferta. Y como los gestores en cuestión no entienden de romanticismo, pues lo dicho: pronto y en la mano. 

Sin embargo, los mosqueados son los aficionados y consumidores del producto. Ha sido todo demasiado rápido y bonito, para los empresarios, claro está: negociaciones fluidas, dinero adelantado del primer año de contrato, capital extranjero, difusión de la maravilla del toreo por todo el mundo mundial… Curiosas las pegatinas de colores para vender el producto, sobre todo cuando lo normal fuera de nuestras fronteras es que nos llamen bárbaros a quienes amamos y defendemos las corridas como la fiesta más auténtica y culta de nuestro pueblo. 

¿Y si detrás de esta historia fulgurante y rentable para las empresas de las plazas de Madrid y Sevilla, dentro de un año o dos, con el toreo fuera de la televisión pública y tras el derribo del Canal Toros de Movistar, es decir, sin competencia alguna, la nueva televisión taurina de Internet decidiera cerrar por falta de negocio? ¿No podríamos estar ante un caballo de Troya que llevaría oculto el apagón televisivo del toreo? No lo vemos nada claro.

martes, 7 de febrero de 2023

EL TOREO SE LLAMA JUAN ORTEGA

Por Antonio Luis Aguilera 

Juan Ortega en Valdemorillo. Foto Alfredo Arévalo

El toreo existe de milagro. Sale un torero excepcional como Juan Ortega, que está en boca de los mejores aficionados, y lo dejan fuera de Madrid. El motivo: haber roto con el comisionista que lo representaba, que a su vez tiene una pequeña participación en la empresa de Las Ventas. Y los aficionados que lo quieran ver, que vayan a donde lo anuncien, como Valdemorillo, donde el nuevo «Pasmo de Triana» formó hace dos días un lío grande. Y lo hizo de la forma que él sabe hacerlo: sin levantar la voz, susurrando el toreo, acariciando las embestidas con engaños de seda guiados por las yemas de los dedos, para contagiar a quienes se sientan en los tendidos del sentimiento más místico y auténtico del arte de jugarse la vida. No hay nada más verdadero que el valor de quien relaja todo su cuerpo —observen los dedos de la mano que no torea y las zapatillas en el trance— para crear una obra que estremece por su pureza y maravillosa belleza.

Pues Juan Ortega, este grandioso artista, está fuera de Madrid, porque el señor García, socio mayoritario de Plaza1, no es aficionado ni siente el arte del toreo, y deja que el locuaz y vacuo Casas, el socio minoritario, se tome la venganza con tan gran torero, al que hacía las corridas hasta la pasada temporada, ese al que no acompañaba casi nunca, y con quien no hablaba de las cosas que se deben hablar entre torero y apoderado: de cómo eran los toros de sus corridas, de cuándo fue a verlos al campo, del hierro y de las hechuras de los sobreros dispuestos para las plazas importantes. O lo que es igual: de las letras vocales que debe conocer un apoderado para diferenciarse de un comisionista.

El domingo, el torero que mejor torea de todo el escalafón, el castigado a quedarse fuera de San Isidro, la feria que llaman «el mundial del toreo», toreó en Madrid. Lo hizo en la provincia, en la serrana localidad de Valdemorillo, donde iluminó la tarde con la insuperable belleza del toreo más lento que puede verse en los ruedos, ese que no saben ver, porque no son aficionados, los listos que gestionan la plaza de Madrid, esos que, para escarnio de la gran afición de la capital del reino, lo han dejado fuera de los carteles. Observen las imágenes grabadas por Carmelo López, y entenderán de qué estamos hablando y de cómo se preocupan por la afición los gestores de la primera plaza del mundo, esos dos personajes que no tienen sensibilidad ni saben de toros.


miércoles, 1 de febrero de 2023

EN RECUERDO DE RAFAEL SÁNCHEZ GONZÁLEZ

Por Antonio Luis Aguilera 

Rafael Sánchez González

El domingo 22 de enero falleció en su querida Córdoba Rafael Sánchez González, un aficionado excepcional a la Fiesta de los toros, de la que era toda una referencia, una fuente de información cristalina para resolver cualquier duda o consulta histórica sobre los hombres del toro, desde el más humilde hasta el más célebre, ya fuera ganadero, matador, banderillero, picador, mozo de espadas o simple aficionado. Daba igual, Rafael era la persona a la que todos recurríamos para plantear preguntas, por complejas que fueran, que solo él contestaba con solvencia y maestría.

Tuvimos la suerte de contar con su amistad, de compartir interminables conversaciones taurinas, donde daba gusto escucharle por el dominio y la seguridad que transmitía, por la singular familiaridad con que manejaba esa historia del toreo que tanto le apasionaba. Como compañeros de programas taurinos en las emisoras de radio locales, fuimos juntos muchas ocasiones como invitados a tertulias en peñas, asociaciones o entidades públicas y privadas, donde su saber entusiasmaba cada vez que explicaba la importancia de Córdoba en cualquier estamento del toreo; hasta —le gustaba apostillar— en la maravillosa gastronomía de guerra de las mujeres de los más humildes del toreo, de la gente sencilla del «Barrio», que de la necesidad hicieron virtud y, para saciar el hambre de los suyos, cocinaron lo que nadie quería de los despieces con tal maestría y sabor, que terminaron por convertir aquellos platos de batalla en algunos de los que actualmente son más demandados en los mejores restaurantes.

De la importancia de sus conocimientos dan fe los artículos publicados en este blog, donde por nuestra amistad colaboró ilusionado desde su creación, hasta que la enfermedad fue mermando su calidad de vida. El pasado mes de diciembre, próximas las fiestas de Navidad, hablamos con él por última vez. Lo notamos recuperado y así nos lo reconoció, mostrando sus ganas de ponerse al día en las lecturas taurinas atrasadas, y de terminar alguno de los textos que tenía esbozados para editarlos en esta «Plaza de la Lagunilla», que tantas veces honró con magistrales lecciones sobre la historia del toreo.

Rafael Sánchez, un erudito de la historia del toreo

Rafael Sánchez González fue un erudito de la historia del toreo en general y la de Córdoba en particular. Su saber sobrepasaba el de cualquiera, pues desde joven sintió la inclinación de investigar personalmente la historia, visitando a familiares y parientes, por lejanos que fueran, de la gente del toro, a personajes y comerciantes del «Barrio» del Campo de la Merced, por insignificante que pareciera su oficio, a los que preguntaba sobre la vida y obra de sus admirados hombres del toro. Hablaba con nietos, biznietos, tataranietos, vecinos, tenderos, zapateros, taberneros o simple gente de ese barrio que apasionadamente calificaba «el más torero del mundo». Rafael interrogaba, pedía fotos antiguas, fotocopiaba documentos destinados al olvido, que consideraba determinantes para explicar el curso de la historia, esa que como investigador del toreo le gustaba explicar meticulosa y magistralmente. Su curiosidad por conocer a cada personaje hizo de Rafael un aficionado distinto a todos, una verdadera referencia histórica —«aunque luego nadie cita la fuente de la información», nos decía— para conocer cualquier capítulo de la Tauromaquia. 

Preciosa es la huella que deja en este blog, con textos magistrales como «El Barrio y la dinastía de los Poleo»; semblanzas de su admirado «Lagartijo» —por quien decía tener debilidad por su figura, torería, sencillez y desprendida humanidad. «Y porque no tenía familiares como «Guerrita para que contaran su historia»—; la magnífica cronología de la soberbia torería del genial Rafael Guerra Bejaranosin olvidarse nunca de los grandes banderilleros o los picadores, de los que apostillaba: «la caballería es la parte de la tropa más importante en una cuadrilla».

A continuación relacionamos todos los trabajos que vieron la luz en «Plaza de la Lagunilla», el blog que por amistad enriqueció expresando su sabiduría. Siempre serán un lujo para los aficionados que aman la historia del toreo, por esa razón facilitamos su acceso a modo de homenaje al querido compañero, de quien en sucesivas ediciones rescataremos otros textos magistrales. Solo nos queda reiterar nuestro sentido pésame a su esposa Pilar y demás familia, condolencia que extendemos al maestro y entrañable amigo José María Montilla, decano de los matadores de toros cordobeses, pareja inseparable durante décadas de Rafael Sánchez en la información taurina de radio y televisión. 

Descanse en paz nuestro amigo Rafael, un aficionado excepcional. 

Para facilitar la búsqueda de los textos de Rafael Sánchez González, enlazamos el título con el artículo. 


Fecha

Título

8/12/2021

Recordando a Rafael Molina Sánchez “Lagartijo”

8/11/2021

Toreros con gafas en los ruedos

23/9/2021

La plaza de toros de Gijón y Rafael Guerra “Guerrita”

22/8/2021

La gran temporada de “Guerrita” (II)

15/8/2021

La gran temporada de “Guerrita” (I)

16/6/2021

“Lagartijo”: Apuntes y anécdotas. (Coautor)

16/3/2021

“Guerrita”: El torero que pudo y quiso

9/2/2021

El picador “Matacán”, “Bocanegra” y el bandido “Pacheco”

2/1/2021

Pepe-Illo y el Cristo de los Traperos

27/11/2020

Bernabé Álvarez “Catalino”, un picador muy especial (II)

21/11/2020

Bernabé Álvarez “Catalino”, un picador muy especial (I)

8/10/2020

“Frasquito”: La fugaz sombra de “Manolete”

9/9/2020

Un picador de toros con tratamiento de “Señor”

4/8/2020

Relación de la dinastía de los “Gallo” con varios  toreros cordobeses

6/3/2020

Recordando aquellos encierros ya desaparecidos

1/1/2020

La flor de “Manolete”

3/11/2019

“Lagartijo”, el hombre

16/10/2019

“Lagartijo”: El califa y su tropa torera

2/10/2019

La rivalidad “Lagartijo”-“Frascuelo”

23/9/2019

“El Barrio” y la familia de los “Poleo”

20/9/2018

Matadores de toros cordobeses o considerados como tales

14/9/2018

Alternativas concedidas en Córdoba

21/7/2018

Plaza de toros de “Los Tejares”

27/6/2018

Cronología de “Guerrita”

 

sábado, 21 de enero de 2023

ALTERNATIVA DE MANUEL BENÍTEZ «EL CORDOBÉS»

Por Antonio Luis Aguilera               

Alternativa de Manuel Benítez «El Cordobés»

El próximo mes de mayo se cumplirá el 60 aniversario de la alternativa de Manuel Benítez Pérez «El Cordobés», el torero de mayor tirón taquillero de la historia, el único entre los más grandes al que los empresarios anunciaban cualquier día de la semana, laborable o festivo, adelantando en la pizarra «El Cordobés y dos más» antes de colgar el cartel definitivo. No importaba si era el día grande de la feria o fiesta del patrón de la localidad: el éxito en taquilla estaba garantizado. Las plazas más grandes se quedaban pequeñas ante la demanda de boletos de las legiones de seguidores del torero; también, por la de aquellos otros que militando en el bando contrario, los defensores de la ortodoxia del toreo o antis, no estaban dispuestos a perderse sus actuaciones. Lo cierto y verdad es que cualquier día era bueno para que los cosos se llenaran hasta el tejado; la reventa «trincara» la aproximación del «gordo de Navidad», y una pedrea generosa del sorteo de premios que suponía para la ciudad anunciar al torero, quedara muy repartida entre los bares y restaurantes próximos a la plaza, donde era imposible encontrar una mesa o hallar un hueco en las barras tomadas por la bulla. Desde que despertaba el día solo se hablaba del torero de Palma del Río, al que por su melena y largo flequillo algunos llamaban «el Pelos»; puestos a poner etiquetas, en la publicidad de la prensa se recurrió a la hipérbole del «fenómeno», utilizada años atrás con Belmonte, a quien llamaron «Terremoto», y bautizaron al nuevo revolucionario como «Huracán Benítez». En los carteles, sin embargo, figuraba su nombre de pila y el gentilicio que «El Pipo» cambió por el anterior apodo de «El Renco»: Manuel Benítez «El Cordobés».

Cartel de la feria de 1963

La alternativa había sido programada para el 12 de octubre de 1962, mas la lluvia caída sobre la ciudad impidió su celebración. Así las cosas, en el escenario previsto, pero en la feria de la «Virgen de la Salud», el sábado 25 de mayo de 1963 se abrieron las puertas del viejo coso de «Los Tejares», cuyo ruedo hoyaron los cuatro «Califas» del toreo de Córdoba, además de un maravilloso elenco de grandiosos toreros históricos, para que en su arena se celebrara el doctorado del novillero que había revolucionado el toreo desde los albores de la prodigiosa década de los sesenta. El cartel no sufrió modificación, con toros de Samuel Flores, el maestro «Antonio Bienvenida» oficiaba la ceremonia sin perder su sonrisa, ante la mirada del elegante José María Montilla, entregando muleta y espada al toricantano, que abandonaría el palenque a hombros de la afición, tras cortar las dos orejas a «Palancar», el toro de la alternativa, y las dos y el rabo a «Lamparilla», el último de la tarde. La entrañable plaza, escaparate de la inolvidable elegancia de «Lagartijo», el inmenso poderío de «Guerrita», las formidables estocadas de «Machaquito», y la elegante majestuosidad de «Manolete», había sido testigo antes de su derribo de la coronación de quien sería otro «Califa», un torero irrepetible, dotado de unas cualidades magníficas para el oficio, que desarrolaría y lo convertirían en la «locomotora» del toreo de su tiempo, donde hubo tantos y tan buenos toreros, que alternarían en los mejores carteles con el espada de Córdoba, nuevamente definitiva en la historia del toreo. 

Antigua plaza de «Los Tejares» de Córdoba

Así lo recordaba el propio torero, en una entrevista que tuvimos el honor de hacerle, veinticinco años después en la revista «Toros 92»:

—«Sabía que tenía mucha responsabilidad y tenía que salir todas las tardes a por todas y a no dejármela ganar. Y de novillero sabía que tenía que llegar a matador... ¡Iba a comérmelos…! La prueba la tienes que cuando salí, cogí mi camino y nadie se puso por delante. Respeté a todos, pero no di paso. Y los toros eran seis y dos para cada uno... Había matadores de toros que decían que cuando yo saliera de matador iban a comerme, porque no iba a andar... Y yo me dije: ¿Ah, sí…? ¡Pues os vais a enterar...! ¡Y los que no andaron fueron ellos! Me mentalicé pá ir a por todas… Ansioso... Lo llevaba dentro… No por hacer daño ni ná… No, ¡pá triunfar…! Fui a por todas... Y si de paso venía el dinero de por medio pues mejor todavía». 

«El Cordobés» y el autor de esta entrada. Foto M.Pérez Polo

Atrás quedaban por fortuna los oscuros años vividos en la década anterior, cuando un muchacho de Palma del Río, con una fe capaz de mover montañas, buscaba abrirse paso en el toreo huyendo del hambre y de la miseria más cruel. Obsesionado con que el toro era su solución, desde que en el cine del pueblo vio escapar de la pobreza a «Currito de la Cruz», jamás perdió la esperanza de cambiar su vida, ser otro protagonista como el de la película, y volver un día a la tierra que lo vio nacer conduciendo un «mercedes», siendo torero famoso. El toro era el único que en la triste época de penuria, hambre y esclavitud laboral que le había tocado vivir podría rescatarle de tan dramática situación. Y decidido emprendió el más duro aprendizaje. En la soledad de la noche, vadeando el río y alumbrándose con la luz de la luna que plateaba los cercados, burlando la vigilancia de vaqueros y «migueletes», comenzó a ejercitarse quedándose quieto y sorteando las acometidas de los cárdenos «saltillos». Temía más al hambre y la miseria que a los porrazos de las vacas y los toros; más al dolor de un estómago vacío, que a las inhumanas palizas del mayoral del terrateniente y las sacudidas de algunos miembros de la Benemérita, como el despiadado «Cara de Tomate», que le hizo sufrir un rosario de vejaciones por robar un saco de patatas o de naranjas, para llevar algo a la boca de los suyos, como desterrarlo de Palma del Río e ingresarlo como un delincuente en la prisión cordobesa.

—«Era un niño que en la vida lo tenía todo en contra. No tenía padre ni madre y me estaba criando con mi hermana Angelita. Faltaba de todo… Mi saquillo de naranjas,  de patatas… Lo que podía y ya está… Comiendo cuando podía, comía “tascardanchas cocías” (tagarninas).  Esas batallas, ley de vida, no había más… Entonces, ese chiquillo un día aburrido dijo: “Ea, pues yo ya me voy... Me voy de España”. Entonces me fui a Madrid en un tren mercancía, como siempre, y estuve por Salamanca, por las tientas, por todos lados… Pero nada. Aburrido, me tiro de espontáneo, la cárcel… ¡Esta vida dura!  Entonces, cuando ya me iba para Francia a trabajar, que era un crío, me apunté en una cola que se cortó cuando faltaban veinte o treinta. Me quedé en Madrid maldiciendo mi suerte. Allí, como pude, me acoplé en los albañiles de peoncillo. Más tarde me tiré de espontáneo otra vez en Madrid. Total, que seguí con el toro y arranqué ya».

El espontáneo Benítez detenido en Madrid

Pero ni las más dramáticas condiciones que la vida ofrecía a Manuel Benítez le hicieron dejar de pensar en el toro, sabía que era el único que podría cambiar su suerte y continuó buscándolo de forma obsesiva, seguro de sí mismo, sin perder la confianza a pesar de lo extremadamente difícil que resultaba el camino emprendido, donde en las duras capeas de los pueblos, con reses viejas y resabiadas, llegó a sufrir percances y contemplar terribles cornadas de compañeros de fatigas, que fueron víctimas del toro; como el joven que murió un día que Manolo resultó herido, en una cama junto a la suya de una habitación para pobres del hospital, donde en una larga madrugada de dolor dejó de escuchar los quejidos de aquel maletilla, observando en la penumbra como cubrían su cadáver con una sábana, y lo dejaban a su lado hasta que lo retiraron horas después.     

—«El torero tiene que ser duro, irse a los tentaderos, dormir en los pajares, pasar frío… ¿Qué no me dejan torear aquí…? ¡Pues verás cuando llegue como me van a dejar…!  Todas estas cosas pá uno, pá dentro… Y eso te va a ir dando fuerza pá llegar al punto ese».

«El Cordobés» y «El Pipo»

Cuando tanto esfuerzo por ser alguien en el toro parecía inútil, tras fracasar también en el cambio de rumbo que pretendió dar a su vida marchándose a Francia a trabajar, por fin la suerte iba a cambiar un día en un bar frecuentado por la gente del toro, en la madrileña plaza de Santa Ana. Allí conoció a don Rafael Sánchez Ortiz, un aficionado de Córdoba apodado «El Pipo», que había sido amigo y seguidor de «Manolete». Le enseñó una fotografía y le pidió que le ayudara. Tras no pocas rogativas, aquel hombre de negocios, entonces sin posibilidades, creyó ver algo en el joven, y dejado llevar por la intuición pidió a su familia que le ayudaran económicamente, proponiendo el empeño de las joyas y objetos de valor de tiempos mejores, con la promesa de su inmediata devolución ante el éxito que aseguraba para el muchacho que iba a apoderar. Así se gestaron los primeros festejos de «El Cordobés», que como decía «El Pipo» no sabía torear, pero atesoraba un valor nada común y un atractivo inmediato con el público, cualidades que manejadas inteligentemente en sus primeros éxitos con las lastimosas campañas del apoderado, propagaron un inusitado entusiasmo popular. La gente se puso de parte del muchacho que fue torero huyendo de la pobreza, el que se levantaba encorajinado una y otra vez, sin dolerse de los muchos porrazos de los novillos, y entusiasmada celebraba sus primeros triunfos, agolpándose en interminables colas ante las taquillas de las plazas donde lo anunciaban.  

«Me vio don Rafael Sánchez Ortiz en una foto, toreando una vaca en un pueblo, y le gusté. Me echó una mano y me trajo a Córdoba. Alquiló la plaza a don José Escriche  y con los hermanos Lozano dio una novillada de la que me dieron 80.000 pesetas. Entonces yo le vi a aquello otro color y me dije: ¡Ah, yo sigo con esto! Y seguí con la vida. Total, he sido torero por una miajilla, ya aburrido. ¿Qué quieres que te cuente más…? Mucha fatiga, mucha necesidad hasta llegar donde creí que nunca podría. ¡Fue el hambre…! Yo no tenía afición al toro ni ná… ¡Estaba esmayao…!».

 «El Cordobés», manoletinas de rodillas. Foto Framar

El 15 de mayo de 1960 se celebró en la antigua plaza de Córdoba la novillada sin picadores referida por el torero. Se corrieron seis novillos de don Francisco Amián Gómez para Edmundo Juárez –de Argentina–, Ramón Montero –de Venezuela–, y Manuel Benítez «el Cordobés», de Palma del Río. De la actuación de su presentación en «Los Tejares» escribió «José Luis de Córdoba» en su crónica del  periódico «Córdoba»: «Se llevaron a hombros al Cordobés, ese nuevo torero que le ha nacido a Palma del Río. En los tendidos tableteaban los aplausos, mientras el muchacho, con la segunda oreja de la tarde aprisionada sobre el corazón, sonreía, sonreía... Y soñaba. Soñaba con que ya era torero de verdad. Puede serlo. Porque de ahí, de esa misma madera, nacieron muchos que ahora son millonarios. Que Dios proteja, muchacho, tus sueños de gloria». 

Benítez corta un rabo en la plaza de Sevilla

Lo que llegó después resulta conocido. Los sueños del muchacho se hicieron realidad después de tanto sufrimiento. Su valor y las cualidades que mostraba en la cara del toro, rápidamente le hicieron asimilar los conocimientos para triunfar en la profesión, donde encadenaba vertiginosamente los éxitos, que asociados a su extrovertido carisma personal le proclamaron como el dueño absoluto del toreo, el amo de una época realmente maravillosa, repleta de excelentes e inolvidables toreros, donde Manuel Benítez mandó sin contemplaciones hasta 1971, año que decidió retirarse por primera vez del toreo. Durante nueve años consecutivos «El Cordobés» triunfó en todas las plazas, incluidas las consideradas «duras», los «tribunales» que lo «esperaban», como Sevilla y Madrid, donde del mismo modo triunfó a golpe cantado, como lo hizo en todo el «planeta de los toros»: España, Francia, Portugal, México, Venezuela, Perú, Colombia… Por supuesto, además del éxito y de los millones o «kilos» no faltaron las cornadas, algunas muy graves, pero tras los percances el «Huracán» reaparecía volviendo a ser el «Benítez», para no defraudar y continuar entusiasmando al público, pisando el sitio donde los toros se entregan, para someterlos en interminables y ajustadas series del más puro toreo ligado en redondo. 

Grave cornada en su confirmación. Madrid, 20 de mayo de1964 

—«Tengo varias cornadas, y tres muy fuertes, pero eso no es lo importante. He triunfado en todas las plazas. Hasta en México, que con 50.000 personas también “la barrí“... Si tú ganas una batalla debes de ir en el lugar más importante, y si la pierdes debes de ir en la cola. Pero hasta ganar esa batalla hay que luchar. Eso no te lo han regalado. A la plaza van seis toros, van dos para cada uno y en sorteo. ¡Lo que hace falta es estar todos los días en máquina en lugar de vagón! Ser vagón es muy cómodo porque te llevan».

Concluimos este recuerdo del grandioso torero de Córdoba en el sesenta aniversario de su alternativa, con un fragmento del magistral comentario de José Alamedaotro de los grandes en la literarura taurina. Este fue el análisis que hizo de Manuel Benítez en su libro «Los heterodoxos del toreo» (Editorial Espasa Calpe, 2002):

El ortodoxo toreo al natural de Manuel Benítez

«El Cordobés sabía y podía quedarse quieto, pero no andarle al toro. Por eso, cuando tenía que avanzar, o recolocarse, o buscar su sitio, lo hacía descompuesto, a veces casi cojitranco, en unan zapateta chaplinesca, como náufrago en la arena. Pero en cuanto llegaba a la línea de centro con el toro, como si sonara un timbre mental y se prendiera un foco invisible, toda la maquinaria “cordobesista” se ponía a ritmo y el toro, metido por el carrusel de un toreo en redondo que parecía mentira, circulaba en torno a la figura del torero, como si le hubieran dado cuerda. Algo contagioso, contaminante, hiperbólico, trascendía de aquellos dos cuerpos, eje y órbita de un mecanismo cuya vitalidad producía una atracción y una expansión que diríanse de naturaleza planetaria, astral».

Excelente pase natural de «El Cordobés»

NOTA: Pueden ver las imágenes a color de la alternativa de Manuel Benítez «El Cordobés», filmadas por Fernando Achúcarro, pinchando el siguiente enlace y registrándose en Vímeo: 

PINCHAR ESTE ENLACE


martes, 17 de enero de 2023

CONCHITA CINTRÓN

Por Francisco Bravo Antibón 

Conchita Cintrón

Tengo la duda de si esta pequeña entrevista se publicó en la revista «El Califa», en la que ya escribía desde muy joven, o no llego a publicarse, porque en mi particular archivo no guardo constancia de ello. De todas formas me apetece volver a recordar a la «Diosa Rubia» desempolvando la reducida entrevista epistolar, datada en el mes de julio de 1961.

Sus respuestas fueron consecuencia de mis juveniles preguntas, a las que contestó con la sabiduría de la más completa torera de todos los tiempos, sin olvidar a otras lidiadoras de campanillas, como por ejemplo Juanita Cruz y Cristina Sánchez, pero hoy nos ocupa el recuerdo a una grande de la historia taurina.

«La Diosa Rubia»

Concepción Cintrón Verrill, nació el 9 de septiembre de 1922 en Antofagasta (Chile), pero desde los dos meses vivió en Perú, ya que su padre, que era de Puerto Rico, fue destinado a Lima (Perú), país del que siempre la rejoneadora se ha considerado natural.

El primer obsequio importante que recibió, fue cuando contaba siete años, porque sus progenitores le regalaron una yegua, germen sin duda de su futura afición profesional por los caballos.

Desde muy joven asistió a la escuela de equitación, donde conoció a su maestro: Ruy da Cámara.

Dos figuras despertaron en Conchita la afición por la Tauromaquia, Diego Mazquiarán «Fortuna» y el mencionado rejoneador Ruy da Cámara. Ellos modelaron en lo taurino, la mujer que después triunfaría en tantísimos ruedos.

Se despertó pronto al mundo de las actuaciones en público y con tan solo 14 años debutó en el coso limeño de Acho. Dos años después (31 de julio de 1938), se presentó como novillera en Tarma (Perú). Más tarde actuó en la plaza de «El Toreo» de México obteniendo un éxito total.

Conchita lidiando

SE CONSOLIDA EN EL MUNDO TAURINO

Según las estadísticas, desde 1939 a la temporada de 1943, sumo 211 corridas, entre la capital y los estados. Estoqueando 401 ejemplares alternando con las máximas figuras mexicanas, y logrando un resultado muy halagüeño. Como suma a su importante carrera americana, toreó ante la gran expectación que despertaba su toreo, en las plazas de Bogotá, Medellín, Quito y Caracas. Y también lo hizo muy cerca de nosotros, en Lisboa.

En España quiso cumplir la ilusión de torear a pie, en una época donde estaba prohibido hacerlo a las mujeres. Lo logró solo en algún festival y en el campo, donde reproducía en silencio todo su saber taurino tanto con el capote como con la muleta.

En España hizo el paseíllo 38 tardes, solo a caballo, pues no logró disfrutar de un especial permiso para el toreo de a pie. Se presentó en la Monumental madrileña como rejoneadora el 13 de mayo de 1945.

Se retiró el 18 de octubre de 1950 en Jaén, toreando por fin a pie, junto a sus compañeros Antonio Ordóñez y Manolo Vázquez.

Alternativa de María Sara

Volvió a reaparecer en Nimes (21 de septiembre de 1991) pero solo para otorgar la alternativa a la rejoneadora francesa María Sara (Marie  Bourseiller).

De la mencionada entrevista epistolar, entresacamos de sus contestaciones lo siguiente:

AÑO 1961

«El toreo actual, a caballo, evoluciona en el sentido de la comodidad del jinete, pues se castigan de sobremanera a los toros, con rejoneo de lanza, antes de banderillearlos».

Manuscrito de Conchita

«Lo verdadero es indispensable en todo. Sin verdad todo es superfluo y todo pierde interés. Momentáneamente el adorno, por ejemplo, entusiasma, pero terminada la corrida no perduran en el recuerdo, nada más que los instantes de verdadera emoción, y la emoción en el toreo (o en el rejoneo es igual) proviene, se quiera o no, del peligro burlado con el arte».

FALLECIMIENTO

Concepción Cintrón Verrill «Conchita Cintrón», falleció a los 87 años, en su domicilio de Altabireche, en la ciudad de Lisboa, el 17 de febrero de 2009. Fue una mujer torera digna de figurar en las páginas brillantes de la historia de la Tauromaquia.