Lagartijo. Óleo de Antonio Bujalance. |
APUNTES:
—El
primer Califa del toreo, Rafael Molina Sánchez, nació en el
barrio de la Merced de Córdoba el 27 de noviembre de 1841. Era hijo del
banderillero Manuel Molina Niño Dios y de María Sánchez, hermana del torilero cordobés Poleo. (Recomendamos por
su valor histórico leer el documento “El barrio y la familia de los Poleo”, de Rafael Sánchez
González). PULSAR PARA VER
—Por
la facilidad que de niño tuvo Rafael
para trepar por las tapias del matadero de Córdoba, y esquivar con agilidad de
lagartija al guarda del mismo (que era el padre de Guerrita), fue
inmortalizado con el apodo que pasó a la historia del toreo. Aún así, entre sus
familiares, siempre fue conocido como El Chico.
—Durante
su niñez Lagartijo fue mozo de nave del Matadero de Córdoba, y fue por su
afición a sortear las reses bravas que llegaban para el sacrificio lo que
provocó su expulsión del mismo. La revista La
Lidia de 27/10/1884 publicó el curioso oficio que la alcaldía de Córdoba
dirigió al alcaide del Matadero: «Noticioso
de que el mozo de nave Rafael Molina
se permite saltar las tapias de los corrales del Matadero para lidiar las reses
bravas destinadas al abasto público, infringiendo de este modo los preceptos
reglamentarios y burlando las órdenes dictadas con repetición para impedir este
abuso, he resuelto prevenir a usted que expulse del establecimiento al referido
joven, prohibiéndole su entrada en lo sucesivo y deteniéndolo a disposición de
esta alcaldía, si vuelve a saltar el edificio, para imponerle la corrección
oportuna. Córdoba, 16 de mayo de 1857. - J.
García Lovera».
Antiguo barrio del Matadero en el Campo de la Merced. |
—Rafael Molina se presentó como banderillero en Córdoba el 8 de septiembre de 1852, con tan solo diez años de edad, en la corrida mixta que con motivo de la Feria de la Fuensanta organizó el Ayuntamiento de la ciudad. Se lidiaron seis toros y dos novillos de don Rafael José Barbero, encargándose de la muerte de los toros José Carmona (el Panadero), que toreaba por primera vez en Córdoba, y Antonio Ortega. Ambos llevaban sus cuadrillas. El cartel anunciaba que para la lidia de los dos novillos eran espadas Antonio Luque y José Sánchez, de catorce años de edad; picadores, Juan de Dios Martínez (a) Riñones, y Rafael Álvarez (a) Onofre, de quince años ambos; y banderilleros Mariano Bejarano, Francisco Quesada, Manuel Fuentes (a) Bocanegra, de catorce años, y Rafael Molina (a) Lagartijo, de once años. Todos los lidiadores vecinos de Córdoba. El día 29 del mismo mes se verificó otra función de novillos de muerte lidiados por los mismos toreros, pero en ese cartel Rafael Molina ya ocupaba el primer puesto entre los banderilleros.
—En
1862 Lagartijo
entró a formar parte de las cuadrillas de los hermanos Carmona, Manuel y Antonio. Un año antes ya figuró en la
del infortunado José Dámaso Rodríguez Pepete (tío abuelo del histórico Manuel Rodríguez Manolete).
Rafael Molina Lagartijo |
—Lagartijo echó su primer paseíllo en la plaza de Madrid el 13 de septiembre de 1863, actuando como banderillero de Antonio Carmona el Gordito. De aquella actuación se hico eco J. Pérez de Guzmán: «...apenas tocaron a banderillas en el segundo toro, se adelantó para realizar esta suerte; una parte del público concurrente al tendido 5, en cuya localidad el Gordito contaba con un inmenso partido, gritó “el quiebro” “el quiebro” y, en efecto Lagartijo echose hacia los tercios y alegrando al toro lo aguantó hasta el momento de meterle la cabeza, en cuyo acto se cambió con tal aplomo, arte y serenidad, metiendo los brazos y resultando un par tan perfectamente puesto y en tan buen sitio, que el público no pudo por menos de admirarse de quien aquello hacia hubiera estado alejado del circo de Madrid hasta aquel día».
—Tomó
la alternativa en Úbeda (Jaén), el 29 de septiembre de 1865. Su maestro Antonio Carmona el Gordito le cedió la muerte del toro Carabuco, de la marquesa viuda de Ontiveros. Confirmó en Madrid el 15 de octubre del mismo año. Cayetano Sanz fue el padrino,
completando el cartel el Gordito. El toro de la
ceremonia atendía por Barrigón y
pertenecía al hierro de doña Gala Ortiz, ganadería que
lidió tres reses junto a otras tres del hierro de la viuda de Benjumea. Así rezaba el
cartel, que años más tarde copiaría Guerrita: “Espadas: Cayetano Sanz, Antonio Carmona (el
Gordito) y Rafael Molina (Lagartijo),
que alternará por primera vez en esta plaza, confiando, más bien en la
indulgencia del público que en sus propios merecimientos, y procurará
desempeñar con el mayor lucimiento, desde esta corrida, las obligaciones que le
impone su nueva categoría”.
Salvador Sánchez Frascuelo |
—Lagartijo mantuvo con Frascuelo una competencia que duró veintidós años. La rivalidad comenzó en la feria del Corpus granadina de 1868 y duró hasta que el torero granadino se retiró en el año 1890. Ambos espadas torearon juntos en Madrid los años 1869, 1871 a 1876, 1878, 1880, 1885, 1887 y 1889. Rafael fue contratado veintiún años en esta plaza, y Salvador diecisiete.
—Tras
actuar en la feria de abril de Sevilla del año 1884, cansado de la hostilidad
del público hispalense, Rafael Molina
decidió no volver a hacerlo en la plaza de la Real Maestranza.
—Lagartijo tuvo el triste honor de rematar al toro Peregrino, de la ganadería de don Vicente Martínez,
causante de la cornada que dejó inútil para el toreo a Antonio Sánchez el Tato.
El hecho ocurrió en la plaza de Madrid el 7 de junio de 1869. Lagartijo y Frascuelo torearon las corridas contratadas por el Tato para aquella
temporada y le entregaron los honorarios íntegros. En agradecimiento, el
infortunado matador regaló al diestro cordobés el estoque de aquella tarde, que está depositado en el Museo Taurino de Córdoba, con la siguiente dedicatoria
grabada en ambas hojas: «Si como dicen
los filósofos, la gratitud es atributo de las almas nobles, acepta, querido Lagartijo, este presente y consérvale
como sagrado depósito, en gracia a que simboliza el recuerdo de mis glorias y
representa a la vez el testigo mudo de mi desgracia. Con él maté el último
toro, llamado Peregrino, de don Vicente
Martínez, cuarto de la corrida verificada en Madrid el 7 de junio de 1869,
en cuyo acto recibí la cogida que me ha producido la amputación de la pierna
derecha. Ante los designios de la Providencia, nada puede la voluntad de los
hombres. Sólo le resta conformarse a tu afectísimo amigo, Antonio Sánchez Tato».
Lagartijo en la plaza de Madrid |
—Rafael Molina toreó su última corrida en la
plaza de Madrid el día el 1 de junio de 1893, festividad del Corpus Christi. Debido a la enorme expectación
del festejo, las autoridades eclesiásticas accedieron a que la procesión del Santísimo se celebrara por la mañana.
—Durante
su vida profesional Lagartijo actuó en 1.632 corridas, de ellas 404 en la plaza de
Madrid, y estoqueó 4.867 toros.
—Rafael Molina Fue proclamado Califa del toreo por el crítico aragonés
don Mariano de Cavia y Lac.
—Lagartijo ostentó el cargo de Hermano Mayor, entre los años 1880 a 1890, de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído, popularmente conocida como la cofradía de los toreros. Rafael regaló al sagrado titular una túnica de terciopelo morado, bordada en oro. De esta Hermandad, anterior y posteriormente, también fueron Hermanos Mayores los espadas José Dámaso Rodríguez Pepete y Manuel Rodríguez Manolete.
Busto de Lagartijo en la calle Osario de Córdoba |
—Lagartijo
falleció en Córdoba el 1 de agosto de 1900, a los 58 años de edad, en su
domicilio de la calle Osario, número 10. El funeral se ofició en la iglesia de
San Miguel. Ocho días después de la muerte del Califa, abandonaba el toreo para siempre su hermano Juan Molina Sánchez, quien está considerado
uno de los mejores peones de brega de todos los tiempos, conocido entre sus
familiares como el Bolé, y de quien
llegó a decirse que un capotazo suyo era una lección de geometría. Después de treinta y dos años de toreo activo,
y con cuarenta y nueve de edad, dejó que su hija Luisa le cortara la coleta. Después de la retirada de su hermano, tan
excepcional banderillero había bregado a las órdenes de Mazzantini, Guerrita
y Conejito.
ANÉCDOTAS:
—A
nivel personal Rafael Molina destacó
por su sencillez y humildad. En cierta ocasión, cuando Frascuelo echaba sapos y
culebras contra sus detractores, el cordobés le susurró: «A ti te va a perder la boca»
—Otra
vez, a un banderillero que blasfemaba en la puerta de cuadrillas, le dijo,
mirándole a los ojos: «Compadre, si nos
engancha un toro dentro de media hora ¿sería usted capaz de repetir eso mismo a
ese Señor del que ahora está diciendo tantas cosas malas?».
—En otra ocasión, camino de la plaza, Lagartijo comprobó que no llevaba el escapulario de San Rafael. El torero ordenó a los miembros de su cuadrilla que fueran a buscarlo: «Yo no puedo torear si no me acompaña mi paisano».
Despacho de Lagartijo expuesto en el Museo Taurino de Córdoba, antes de ser remodelado. |
—Como
siempre ocurrió con las rivalidades, el público pretendió enemistar a Lagartijo
y Frascuelo, rivales en el ruedo pero entre los que
siempre existió una noble y entrañable amistad. Lo prueba la anécdota
protagonizada por ambos en Madrid el 13 de julio de 1873, cuando Rafael se encontraba convaleciente de
la cornada más grave que sufrió como torero, ocurrida en esta plaza el 22 de
junio del mismo año (al entrar a matar muy en corto y despacio al primer toro
de Bermúdez,
este le suspendió del brazo derecho, ocasionándole en el mismo una penetrante y
gravísima herida, de la que no curó completamente hasta el mes de septiembre).
El cordobés acudió al coso para presenciar la actuación de Salvador, que cosechó un gran triunfo. Frascuelo le brindó la
muerte del toro Cantarillo, al que
realizó una gran faena que el público premió lanzando sombreros, puros y hasta
una petaca. Rafael, puesto en pie,
envolvió su reloj de oro en un pañuelo y se lo arrojó a su compañero.
—En
una ocasión preguntaron a Lagartijo en San Sebastián quiénes eran, a su juicio, los mejores matadores.
El cordobés contestó: «Primero Salvador; luego, Frascuelo».
—No
era menor el afecto de Salvador por Rafael. En otra ocasión un empresario
regateaba al granadino la contratación de tres corridas de toros y Frascuelo
no bajaba un céntimo de lo pedido. “No sea usted tirano -le dijo el empresario-
y tenga en cuenta que Lagartijo me ha rebajado quinientos
reales. Frascuelo le respondió: “¿Pero es que torea conmigo Rafael? ¡Entonces ponga usted lo que
quiera!”.
Frascuelo |
—Tampoco
faltaba el buen humor entre ambos toreros. Los hermanos de Rafael y Salvador, Manuel Molina y Paco Sánchez, gozaron de escasa fortuna en el toreo. Frascuelo
dijo a Lagartijo: «Los mejores matadores, tú y yo. Los peores, tu
hermano y el mío».
—Rafael desplazó a todos los toreros de
su época, excepto a Frascuelo, con quien entabló una rivalidad artística que fue
bautizada como La edad de Oro del Toreo.
Y aunque ciertamente nadie pudo competir con ellos, cuando el señor Fernando el Gallo se sentía inspirado y toreaba como sabía y los duendes
le dictaban, el cordobés decía al de Churriana: «Vamos a sentarnos en el estribo a ver torear».
—Cuando
falleció la esposa de Lagartijo, los familiares de esta
reclamaron al torero los bienes gananciales. Rafael se desplazó a Madrid para consultar al jurista don Manuel Alonso Martínez, amigo y
partidario del torero, quien le dijo: “Sí,
es duro, pero yo lo he hecho y es legal”. A lo que el torero contestó: «¡De
modo y manera, don Manuel, que mi
suegro en el tendido y yo en el redondel,
hemos toreado a medias!».
Panteón de Lagartijo. Cementerio Virgen de la Virgen de la Salud de Córdoba. |
—La
muerte de Rafael Molina se venía
venir en sus últimos meses de vida; ya no caminaba con su habitual garbo, sino
ausente. Guerrita la adivinó en una de sus sentencias: «No le digo a usted más que le andan las
moscas por la cara y no se las quita. Para mí que el pobre no vive un mes».También
el propio torero llegó a intuir su final. Pocos meses antes de su muerte le
visitó su pariente Rafael Bejarano
Carrasco Torerito, que también se
encontraba enfermo de una grave dolencia hepática, y el Califa, presintiendo el inmediato final de ambos, le dijo: «Rafael, prepara las maletas que vamos a
hacer un viaje muy largo».
—Antonio Carmona el Gordito, maestro de Rafael Molina a quien llevó fijo en su cuadrilla y cedió en ocasiones la muerte de algún toro, sobrevivió a su discípulo. En el entierro del inolvidable torero cordobés, el viejo maestro lloró ante los restos de Lagartijo y llegó a decir noblemente entre lágrimas: «Nunca pude vencerte».
BIBLIOGRAFÍA:
-“Lagartijo y Frascuelo y su tiempo”. Antonio Peña y Goñi. Espasa-Calpe 1994.
-“Historia Ilustrada de la Tauromaquia”. Fernando Claramunt. Espasa-Calpe 1992.
-“Los
Toros”. Enciclopedia Taurina.
José María de Cossío. Espasa-Calpe.
-“Toreros Cordobeses”. J. Pérez de Guzmán. Córdoba 1880.
-“Antes y después del Guerra”. F. Bleu. Colección Austral. 1983
-“Paseos por Córdoba”. Teodomiro Ramírez
de Arellano. Librería Luque 1976.
-“Dos siglos de Tauromaquia Cordobesa”
(Siglos XVIII-XIX). Ayuntamiento de Córdoba.
Museo Municipal Taurino. 1990.
-“Tauromaquia Cordobesa”. José Luis de
Córdoba. Everest 1978.
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