viernes, 26 de octubre de 2018

RABOS CORTADOS EN "LOS CALIFAS" POR MATADORES DE TOROS

Por Antonio Luis Aguilera

Morante con el último rabo otorgado en Córdoba. Foto Fidel Arroyo.

El 1 de junio de 2013 fue otorgado el último rabo en la plaza de toros de Córdoba al espada sevillano Morante de la Puebla, que con el número doce mas uno se incorpora al distinguido club de los matadores de toros que, hasta la temporada de 2018, han cortado los máximos trofeos en el coso califal, selecto escalafón que lidera en solitario Manuel Benítez El Cordobés

En la década de los años sesenta del pasado siglo se otorgaron 13 de los 22 rabos que en total han paseado triunfalmente matadores de toros, dato que puede ofrecer varias lecturas, como la calidad de los espadas que protagonizaron aquella época, la competencia que existía, el carácter festivo de un público que premiaba lo que le gustaba, o la ligereza en sacar el pañuelo de los presidentes para agradar al respetable. Sea lo que sea, muy distintos son los datos de décadas posteriores: en los años setenta se cortaron 2 rabos, en los ochenta 3, y en los noventa 2. En la primera decena del nuevo milenio 1, y en la segunda 1. 

Otra lectura que revela este estudio es la importancia que tuvo de la ganadería de los Herederos de don Carlos Núñez, una de las preferidas por las figuras en los años sesenta, pues a sus toros le cortaron 5 de los rabos concedidos en la plaza cordobesa. La divisa gaditana, formada con vacas y sementales de don Manuel Rincón, Mora Figueroa y Marqués de Villamarta, representa sin duda a uno de los encastes más importantes del toro de lidia, y fue la elegida durante décadas por las máximas figuras para anunciarse en los carteles más significativos. 

El Cordobés, ocho rabos en Córdoba
Pero vayamos con los protagonistas. Manuel Benítez El Cordobés con 8 rabos cortados lidera con autoridad este escalafón. El Huracán de Palma del Río cortó el primero el 9 de mayo de 1965, tarde de la inauguración de la plaza, al toro Catavinos de los Herederos de don Carlos Núñez, idéntico hierro al que cortaría otros tres más, dos en 1967, las tardes del 27 de mayo y 25 de septiembre, y uno en 1968, el 29 de septiembre. También obtuvo los máximos trofeos el 25 de mayo de 1965, tarde de la alternativa de Agustín Castellano El Puri, a un ejemplar de don Manuel Arranz; el 25 de mayo de 1966 a otro de doña Francisca García Villalón, procedencia Curro Chica; el 25 de mayo de 1970 a uno de Juan María Pérez Tabernero; y por último, el 1 de junio de 2002, tras oficiar la alternativa de Enrique Reyes Mendoza, al burraco Potrero, de doña María José Barral. Manuel Benítez El Cordobés no solo fue la locomotora que remolcó el toreo de su tiempo, sino el diestro con mayor poder de convocatoria de la historia del toreo. Triunfó clamorosamente en todas las plazas del mundo y su estadística en el coso califal resulta mareante: 13 corridas, 27 toros lidiados, 23 orejas y 8 rabos

Manuel Cano El Pireo. Revista El Ruedo
Al carismático torero de Palma del Río le siguen en este selecto escalafón Manuel Cano El Pireo y Juan Serrano Finito de Córdoba, con dos rabos cada uno. El torero del barrio de Las Margaritas cortó los máximos trofeos a un ejemplar de la ganadería de don Manuel Arranz la tarde del 25 de mayo de 1965, repitiendo balance la del 26 de mayo de 1967 con un toro de doña María Teresa de Oliveira. El Pireo despertó enorme pasión en la afición cordobesa por el arte y la gracia de su toreo. Actuó en la nueva plaza 9 tardes, lidiando 22 toros y cortando 20 orejas y 2 rabos.

Con idéntico número de rabos -uno simbólico-, figura otro espada no menos artista y elegante, Juan Serrano Finito de Córdoba, ambos obtenidos en 1994. El primero, el 27 de marzo a Chupador, de Guadalest, tras un trasteo que contó con diecinueve muletazos y una gran estocada, lo que indica la calidad y emoción de la faena. El segundo, dos meses después, el 28 de mayo, fecha que se concedió el primer indulto en el coso cordobés, a Tabernero de don Gabriel Rojas, tras una larga faena que encendió la pasión del público por su fina elegancia y excelente trazo. Hasta la temporada de 2018, Finito ostenta un récord de actuaciones en Córdoba, que será muy difícil de superar por ningún otro espada: 59 corridas, en las que lidió 135 toros, cortando 55 orejas y 2 rabos.

 Finito de Córdoba, de novillero, corta un rabo en Barcelona 
Otros diez matadores consiguieron pasear un rabo en la plaza de la antigua Huerta de la Marquesa. Ordenados por orden cronológico son: Gabriel de la Haba Zurito, Francisco Rivera Paquirri, Antonio Ordóñez, Diego Puerta, Florencio Casado El Hencho, Antonio José Galán, Paco Ojeda, Vicente Ruiz El Soro, Tomás Campuzano, y Morante de la Puebla.

Gabriel de la Haba Zurito
Gabriel de la Haba Zurito lo consiguió con Corredor, de la ganadería de Herederos de don Carlos Núñez, la tarde del 9 de mayo de 1965, fecha histórica para Córdoba por  inaugurarse la nueva plaza y porque aquella mañana fue coronada canónicamente la venerada imagen de la cordobesa Virgen de los Dolores. El penúltimo representante de la torerísima dinastía de los Zurito, que reaparecía tras sufrir un serio percance en la cabeza en la plaza de Jaén, reencontró el sitio y ese toreo, recio y hondo, de enorme pureza y verdad, que junto con su gallardía manejando la espada le hace ocupar un lugar de privilegio en el recuerdo de la afición. Gabriel de la Haba Vargas sumó 14 corridas de toros en la nueva plaza, estoqueando 28 ejemplares a los que cortó 24 orejas y 1 rabo. 

Un diestro muy querido por la afición cordobesa, Francisco Rivera Paquirri, cuya raza y ambición por mandar en el toreo se adivinaban desde novillero, no permitió que El Pireo, que el 26 de mayo de 1967 había cortado los máximos trofeos, se proclamase triunfador solitario, y tras una faena de poder y torería cortó el segundo rabo de la tarde a un encastado ejemplar de doña María Teresa de Oliveira, origen Parladé. El diestro de Barbate, que años más tarde encontraría la muerte en Pozoblanco, actuó 12 tardes en Los Califas, lidiando 24 toros,  y cortando 17 orejas y 1 rabo

Antonio Ordóñez y Paquirri con Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez en Ronda
Dos días después del triunfo de Paquirri, el  28 de mayo de 1967, Antonio Ordóñez haría lo propio al toro Boticario, del hierro de don Carlos Urquijo, tras una faena plena de majestad, hondura, temple y dominio.  El maestro de Ronda, que años más tarde sería suegro de Francisco Rivera, sumó 3 corridas en la plaza de Ciudad Jardín, lidiando 6 toros con un balance de 3 orejas y 1 rabo.

Diego Puerta pasea un rabo en Sevilla
No sería el último rabo de la temporada de 1967, pues en la desaparecida feria de septiembre, la tarde del 25, Diego Puerta paseó el albero con los máximos trofeos de un astado del Conde de Mayalde, encaste Contreras, tras entusiasmar con la gracia y raza de su toreo. Diego Valor, como fue llamado en su época, actuó 6 tardes en la nueva plaza, enfrentándose a 12 toros a los que cortó 7 orejas y 1 rabo.

El 1 de junio de 1969 se doctoraba Florencio Casado El Hencho, que cuajó una importante actuación, pues tras cortar una oreja a Idiota, el toro de la ceremonia, consiguió las dos y el rabo del último ejemplar, ambos del hierro de Gerardo Ortega. El torero nacido en Santa Marina, actuó en Córdoba 8 tardes, lidiando 16 toros y cortando 13 orejas y 1 rabo.

Antonio José Galán. Foto Chapresto
Otro espada cordobés, Antonio José Galán, natural de Bujalance, cortaría los máximos trofeos a Madrileño, bravo ejemplar de la añorada y encastada ganadería cordobesa de don Francisco Martínez Benavides la tarde del 26 de mayo de 1973. El recordado diestro, célebre por rematar las faenas entrando a matar sin muleta o con un pañuelo, actuó en el nuevo coso 9 tardes, lidiando 19 toros a los que cortó 15 orejas y 1 rabo.

Paco Ojeda era el gran atractivo de la feria de 1983, pues se anunciaba dos tardes tras formar un lío y triunfar clamorosamente en la de abril de Sevilla, donde impresionó con su toreo revolucionario. El diestro de Sanlúcar de Barrameda lo expuso con claridad la tarde del 26 de mayo ante un bravo ejemplar de González Sánchez-Dalp, antes de pasear triunfalmente el ruedo con los máximos trofeos. El último revolucionario del toreo actuó como matador en el coso cordobés –también lo hizo como rejoneador-  en 13 corridas de toros, lidiando 27 toros con un balance de 9 orejas y 1 rabo.

Paco Ojeda. Madrid 1983, año de la revolución ojedista
Un día después, el 27 de mayo de 1983, Vicente Ruiz El Soro también cortaría los máximos trofeos a un ejemplar de la divisa de Puerta Hermanos. El valenciano, que forjó sus comienzos como novillero en la plaza cordobesa, donde gozó de gran predicamento por su espectacular forma de banderillear, actuó 6 tardes como matador, lidiando 12 toros y cortando 10 orejas y 1 rabo.

Tomás Campuzano cortó el penúltimo la tarde del 28 de mayo de 1986 a Balconero, de don Victorino Martín. Si inolvidables resultan los encierros lidiados en la década de los ochenta por el gran ganadero de Galapagar, no es menos memorable la faena del torero ecijano, en la que templó largos y ligados muletazos al encastado y noble albaserrada, al que estoqueó de forma soberana. Tomás actuó en la plaza de Ciudad Jardín 9 tardes, lidiando 19 toros con un balance de 12 orejas y 1 rabo.

Plaza de toros de Córdoba. Foto FIT
La nómina de los trece matadores de toros que han conseguido los máximos trofeos la cierra, de momento, José Antonio Morante Camacho, Morante de la Puebla, que el 1 de junio de 2013 recibió las dos orejas y el rabo de Guasón, de don Juan Pedro Domecq. El torero de La Puebla del Río ha sumado en Córdoba 17 corridas, lidiando 33 toros y cortando 13 orejas y 1 rabo.

jueves, 18 de octubre de 2018

LLENOS EN EL COSO DE "LOS CALIFAS"

Por Antonio Luis Aguilera
Paseíllo en la cordobesa plaza de Los Califas
Desde el 9 de mayo de 1965, fecha de su inauguración, hasta el final de la temporada de 2018, en la cordobesa plaza de Los Califas se han celebrado 802 espectáculos taurinos (247 corridas de toros, 49 de rejones, 187 novilladas con picadores, 71 sin los del castoreño, 156 becerradas, 41 espectáculos cómico-taurinos y 51 festivales benéficos), habiendo registrado el recinto 46 llenos en su aforo, de los que 33 fueron aparentes y 13 absolutos, es decir, con todas las entradas agotadas en taquillas y colocado el cartel que informa al público: “No hay billetes”. 

Clasificados por la categoría de los festejos, 21 se registraron en corridas de toros, de los que 12 fueron aparentes y 9 absolutos; 2 en novilladas con picadores, siendo 1 absoluto; 1 en novilladas sin picadores; 8 en festivales benéficos, con 3 absolutos; y 14 aparentes en la popular y centenaria becerrada homenaje a la mujer cordobesa. Veamos quienes fueron los protagonistas de estos acontecimientos:

Manuel Benítez El Cordobés
Manuel Benítez El Cordobés  lo consiguió en 7 ocasiones durante los años 1965 (9, 25 y 26 de mayo), 1966 (25 de mayo), 1967 (27 de mayo) y 1968 (25 de mayo y 29 de septiembre), pero, aunque resulte extraño por su inmenso poder de convocatoria, en ninguna se colgó el cartel de “no hay billetes”. 

Retirado del toreo el diestro de Palma del Río, el coso de Ciudad Jardín no volvió a llenarse hasta la llegada del prestigioso ganadero don Victorino Martín de Andrés, que con sus albaserradas lo hizo en 2 ocasiones, el 25 de mayo de 1985, con todo el papel agotado por primera vez en una corrida de toros en la nueva plaza, y el 30 de mayo de 1987. 
Juan Serrano Finito de Córdoba
Juan Serrano Finito de Córdoba, que desde sus inicios como novillero sin picadores había despertado a la ciudad y su provincia de un profundo letargo taurino, volvió a llenar el coso levantado en terrenos de la antigua Huerta de la Marquesa. Lo hizo en 7 ocasiones, de las que en 6 agotó el taquillaje. Fue en los años 1991 (23 y 25 de mayo, agotando en ambas el papel), 1992 (29 y 30 de mayo, colgando el cartel en la segunda), 1993 (28 y 29 de mayo, vendiéndose todo el billetaje en las dos) y 1995 (27 de mayo, despachándose en taquillas todas las localidades).

Julián López El Juli en su presentación como matador de toros en Córdoba, 28 de mayo de 1999, agotó todas las entradas. También llenó el 25 de mayo de 2000, pero entonces fue aparente y con la solidaria convocatoria de Enrique Ponce y Finito de Córdoba; y el 25 de mayo de 2001, aparentemente, anunciado con Joselito y José Tomás.

José Tomás
Sería precisamente José Tomás quien tras unos años retirado de los ruedos y reaparecer con enorme tirón taquillero, llenó aparentemente la plaza el 28 de mayo de 2008, actuando con Finito de Córdoba y Daniel Luque, y el 26 de mayo de 2009, que se agotaron todas las localidades, alternando con Finito de Córdoba y José Luis Moreno.

Como anteriormente hemos reseñado, en la categoría de novilladas con picadores el coso se llenó en 2 ocasiones, ambas protagonizadas en apasionantes mano a mano por los novilleros cordobeses Finito de Córdoba y Chiquilín, que lidiaron reses de Torrestrella, acartelados ambas tardes con Luis Domecq, que rejoneó un utrero de la divisa familiar. El primer lleno, con todo el papel vendido, fue el 23 de mayo de 1990, y el segundo el 22 de junio del mismo año, fecha en que el coso volvió a llenarse hasta el tejado, aunque inexplicablemente esa tarde no se colocó  en taquillas el  cartel de “no hay billetes”.

 Tarde de toros en Los Califas
Por extraño que parezca el coso también se llenó para presenciar una novillada sin picadores, aunque el interés del público no era precisamente el taurino. En los sorteos de regalos efectuados en las novilladas sin picadores y becerradas nocturnas celebradas en los años sesenta para llevar público a la plaza, la estrella no solo era el popular coche Seat-600, que con suficiente antelación era paseado por la ciudad sobre una camioneta con el cartel “¡A los toros. Vaya andando y vuelva en coche!”, sino el de una vivienda, sorteo en el que participaban todas las localidades vendidas en las nocturnas del verano, y que se celebraba en la última de las programadas. Esto explica que el 7 de septiembre de 1968, víspera de la festividad local de la Virgen de la Fuensanta, el coso se llenara a reventar para contemplar las hazañas toreras de Manuel Acevedo, Juan José López Cuevitas, Antonio Álvarez El Hortelano y Modesto Adame El Palmerito, que lidiaron tres erales de don Ángel Sánchez  Rodríguez, y uno de Mencos Armero (3º), pues al final del festejo llegaba el momento de la ilusión para muchas familias necesitadas y no pocas parejas de novios, que anhelaban salir de la plaza con las llaves de un piso de su propiedad. El agraciado resultó don Alonso Morales, vendedor de cupones de la ONCE en la plaza de Las Tendillas, que recibió las llaves de una vivienda en la calle Doña Berenguela, situada en la barriada de la Huerta de la Reina.
Justo es constatar que otros aspirantes a fenómenos consiguieron llenar el coso hasta 14 ocasiones vestidos de corto en la popular becerrada homenaje a la mujer cordobesa (festejo que se celebra en Córdoba desde 1898, con la excepción de 1986). Los llenos se registraron en los años y con los protagonistas que se indican: 1968 (Paco Luna, Pedro Dorado Molina, Francisco Moreno, Pedro Flores); 1969 (José Luis Jurado Jodral, Rafael Pérez Lamarca, Juan Antonio López Pérez, Luis Gavilán Sánchez); 1974 (Eusebio Fernández Serranito, Joaquín Martínez, Juan de Dios de la Rosa, Alfonso Ortiz);  1975 (Joselito Torres, José Manuel El Sagre, Rafael Lamarca, Joaquín Martínez); 1979 (Antonio Tejero, Antonio Romero, Luis Rodríguez, José María Tejero); 1980 (Antonio Romero, Rafael Herrero, Juan Carlos Domingo, Antonio Manuel de la Rosa); 1981 (Rafael Herrero, Juan Carlos Domingo, Antonio Manuel de la Rosa, Rafael Mangas); 1983 (Emilio González, Paco Trujillo, Antonio Pavón, Rafael Naz); 1985 (José María Franco, José Antonio Maldonado, Manuel Rodríguez Palitos, Cayetano de Julia); 1988 (Paco Benítez, Rafael M. López, Manuel Casado, Ángel Quero); 1991 (Nelson Villegas, Paquito Asensio, Beltrán Torres, Javier Castro); 1992 (Medina Núñez, Antonio Pérez, Antonio Sanz, Alejandro Castro); 1993 (Juan de la Rosa, Pepe Guerrero, Raúl Sanz,  Sergio Sanz) y 1997 (Víctor Martínez, Fernando Medina Tello, Rafael Sánchez Pulido, Juan Antonio Cobos Martínez, Miguel A. Ruiz Viana, Manuel Luna Pérula, Francisco Cost Niño del Alamillo).

Festival del Cáncer en Córdoba
Completamos este documento histórico dejando constancia de otros 8 llenos que el coso ha registrado hasta 2018. Se consiguió en estos festivales benéficos:

21 de abril de 1968, a beneficio de los pobres, con la actuación de Manuel Benítez El Cordobés, Gabriel de la Haba Zurito, Fernando Tortosa y Curro Martínez Botines.

18 de marzo de 1978, a beneficio de la Escuela de Tauromaquia del Círculo Taurino de Córdoba, con la actuación del rejoneador Álvaro Domecq Romero y los matadores Manuel Benítez El Cordobés, Gabriel de la Haba Zurito y Manuel Cano El Pireo.

22 de abril de 1979, a beneficio de la Escuela de Tauromaquia del Círculo Taurino de Córdoba, con la actuación de los matadores Paco Camino, Gabriel de la Haba Zurito, José María Manzanares, Niño de la Capea, y los novilleros Fernando Vera, Fermín Vioque y Antonio Tejero.

19 de septiembre de 1985, organizado por la Junta de Andalucía en homenaje a los pensionistas de la Comunidad Autónoma, con la actuación de Manolo Vázquez, Diego Puerta, Paco Ojeda, Espartaco y los novilleros Paco Zurito y Rafael Gago.

25 de marzo de 2006, a beneficio de la Asociación Española contra el cáncer en Córdoba, con la actuación de Leonardo Hernández, hijo, José María Manzanares, Enrique Ponce, Jesulín de Ubrique, Rivera Ordóñez, Salvador Cortés y Julio Benítez El Cordobés, hijo.

10 de marzo de 2007, a beneficio de la Asociación Española contra el cáncer en Córdoba, con el papel agotado y el cartel de “no hay billetes”, con la actuación de Ortega Cano, Enrique Ponce, Finito de Córdoba, Manuel Díaz El Cordobés, El Fandi, Salvador Cortés y el novillero Daniel Luque.

2 de marzo de 2008, a beneficio de la Asociación Española contra el cáncer en Córdoba y con el billetaje agotado, actuaron Finito de Córdoba, Manuel Díaz El Cordobés, Rivera Ordóñez, El Cid, El Fandi, Daniel Luque y el novillero Ignacio González.

26 de marzo de 2011, a beneficio de la Asociación Española contra el cáncer en Córdoba y con el papel agotado, con la actuación de Enrique Ponce, Finito de Córdoba, Manuel Díaz El Cordobés, El Juli, Cayetano Rivera y el novillero Juan Ortega.
Vista aérea de la plaza de Los Califas
Deseamos de corazón que los aficionados cordobeses puedan añadir datos en los próximos años y actualizar este documento. Sería señal inequívoca de que Córdoba habría recobrado el pulso taurino. Mas para ello es indispensable una mayor iniciativa de la empresa. No basta abrir la plaza cuatro días en mayo y echar el cierre hasta el año siguiente. También, que la sociedad propietaria que firma el contrato exija unas condiciones mínimas para una plaza de primera categoría, como celebrar al menos una novillada con picadores en feria, y comprometer al arrendatario a colaborar en la organización del que era hasta hace muy pocos años el tradicional festival a beneficio de la Asociación Cordobesa de Lucha contra el Cáncer, que tanto bien ha hecho y hace por las personas que sufren la enfermedad. Y por supuesto, que peñas, tertulias taurinas y  aficionados acudan a los festejos que se anuncien, pues sin el apoyo de todos los que de verdad aman la Fiesta nunca saldrán nuevos toreros y Córdoba solo será importante en la historia del toreo. El presente hay que trabajarlo sumando voluntades. 

jueves, 11 de octubre de 2018

DE GALLITO A JOSÉ TOMÁS

Por Antonio Luis Aguilera


José Gómez Ortega y Juan Belmonte García




En José estuvo el soplo
y en Juan la brasa:
y en los dos encendida,
la llamarada”.
José Bergamín


Dicen que Juan Belmonte paró el toreo, pero quien de verdad se paró fue el genio de Triana, que conservando la quietud de plantas toreó a la verónica como nadie lo había hecho: cuadrando el capote para encelar, adelantándolo para citar, enganchando al toro antes de que llegara al terreno del torero y, atrayéndolo en un temple portentoso, llevarlo toreado hacia detrás de la cadera, agotando el recorrido del brazo, para inmediatamente volver a presentar la tela e instrumentar otra verónica que parecía continuación de la anterior. Los lances se sucedían ligados mientras el toro repetía hasta ser abrochados con media verónica escultural, liándose el animal a la cintura, que liberaba la emoción contenida por el público y provocaba su jubilosa manifestación ante un toreo nuevo, verdaderamente excepcional, que nacía de la quietud y ligazón del torero en la suerte. 

Medía verónica de Juan Belmonte
Callan que Gallito, con un toro que había evolucionado e iba consintiendo que le disputaran su terreno, reveló la senda del toreo de muleta moderno, colocando la primera piedra de la técnica que permitiría la ligazón de los pases. Una aportación de enorme trascendencia histórica que no halló eco literario, pues mientras Belmonte se rodeó de amigos intelectuales, cuyas glosas magnificadas pretendieron atribuirle en exclusiva la paternidad del toreo moderno, José Gómez Ortega, enamorado profundamente de su profesión y obsesionado por sujetar en solitario el cetro del toreo, frecuentó la vida campera para conocer al detalle todas las ganaderías, reatas y reacciones de los diferentes encastes del toro de lidia. Por este motivo, al carecer de relación social, su toreo no tuvo quien le escribiera. No obstante, la perspectiva de la historia enseña que aquella segunda edad de oro del toreo –el título había rotulado la competencia mantenida por Lagartijo y Frascuelo- no puede entenderse sin la solidaria y determinante influencia de José y Juan

Joselito invita al toro a curvar la trayectoria y seguir la muleta
Silencian que tras la muerte de Gallito en Talavera de la Reina Manuel Jiménez Chicuelo, discípulo suyo por haber bebido de su fuente, otorgaría continuidad al pase natural revelado por el torero de Gelves, pero ejecutado en el sitio y con el aplomo manifestado por Juan. Y como el diestro de la calle Betis estaba bendecido con el don de la gracia, asombró por la belleza artística de su toreo. No lo hizo todas las tardes, pues ni todos los toros aún lo consentían ni su carácter se prestaba a batallas, pero desde luego bastantes más de las que callaron deliberadamente los que escribieron la historia, más pendientes de otro tipo de toreo, que no aceptaron que cuando Chicuelo expresaba su arte “acababa con el cuadro”. Porque su toreo, por sosegado, rítmico y ligado era distinto a todos, y halló la inmediata acogida del público, que maravillado por tanta armonía y reunión comenzó a exigirlo a todos los toreros. Famosas fueron las faenas realizadas por Manuel Jiménez en La Coruña, Barcelona y Figueras, aunque las más importantes tuvieron lugar en México en el año 1925, donde se recuerdan por los nombres de los toros que las permitieron Lapicero y Dentista, de la ganadería de San Mateo. También, por la influencia de Chicuelo en la transmisión de ese toreo ligado a grandiosos toreros aztecas como Fermín Espinosa Armillita, el maestro de Saltillo. No obstante, la que cambiaría el curso de la historia del toreo fue la realizada en Madrid tres años después, el 24 de mayo de 1928, donde deslumbró y cautivó a la afición de la capital del reino ligando el toreo en redondo por ambas manos al toro Corchaíto, bravo ejemplar de la ganadería de Graciliano Pérez Tabernero, al que formó un alboroto descomunal que marcaría un antes y un después en la evolución del toreo. Aunque  no todos se percataron ni lo escribieron, Manuel Jiménez Chicuelo, intercambiando los terrenos del toro y del torero para ligar en redondo, creó la faena moderna.

 Chicuelo, el creador de la faena moderna, y Corchaíto. Madrid 24 de mayo de 1928. 
La que implantaría definitivamente Manolete, torero por concepto de línea chicuelista y figura indispensable para comprender la historia del toreo. Manuel Rodríguez Sánchez representa el eslabón de la cadena que engarza la sabiduría plasmada por Guerrita en su Tauromaquia, con la portentosa técnica revelada por Joselito y la asombrosa quietud de Belmonte, para consolidar la faena de Chicuelo, el sistema técnico que tras el reinado del cordobés sería aceptado por todos los toreros como la estructura para manifestar cualquier acento artístico. Manolete, centrado con el animal, en el sitio justo, reduce las distancias sin corregir la posición para obligar a arrancarse al toro que no viene, e imponer su modelo de faena a mansos y bravos, otorgando sentido de unidad a su toreo. Con escalofriante quietud y asombrosa regularidad enseña en la arena que a la famosa frase “parar, templar y mandar” le faltaban los verbos “aguantar y ligar”, e impone el sistema donde el espada deja venir al toro por su terreno natural para obligarlo a ir hacia atrás y hacia adentro. Manuel Rodríguez cambia el toreo: de la expulsión a la reunión, del distanciamiento al ajuste, del pase suelto uno aquí y otro allí, a la colocación correcta y el acoplamiento que facilita la ligazón y realza la expresividad artística. 

Barcelona. Manolete y Perfecto, de Miura. Foto Mateo. 
Consolidado el toreo en redondo irrumpe en la Fiesta Manuel Benítez el Cordobés, para dar a la ligazón otro giro de tuerca. El espada de Palma del Río se impone a un maravilloso elenco de figuras, triunfa clamorosamente en todas las plazas del mundo y se convierte en la locomotora que remolca el toreo de su tiempo. También, en el torero que más público ha movilizado en la historia del arte de Cúchares, heterodoxo como Benítez e igualmente cuestionado por los escolásticos de su época. Los que con sus ojos miraron sin ver que el Huracán, excluyendo la heterodoxa por desenfadada puesta en escena, conectaba de inmediato con el público cuando sujetando muleta y espada en los medios y centrado con el toro, lo dejaba venir por su terreno natural y con formidable flexibilidad de cintura e increíble juego de muñecas lo llevaba hacia atrás, hacia el terreno de su espalda, donde una y otra vez lo volvía a enganchar en un carrusel de interminables y ceñidas series que encendían la pasión del público con el toreo más ortodoxo. Así rompió todos los moldes y se proclamó en el amo absoluto del toreo. 

Manuel Benitez torea magníficamente en redondo en la Maestranza de Sevilla
Parecía imposible dar otra vuelta de tuerca a la ligazón. Pero la historia volvió a sorprender con Paco Ojeda, hasta el momento el último revolucionario, que en las distancias más cortas instrumentaba los pases más largos, ligando el toreo de un pitón a otro sin variar su eje. El genio de Sanlúcar de Barrameda cambiaba la muleta de una a otra mano para coser redondos con naturales, mientras el toro dibujaba auténticos “ochos” en sus idas y venidas alrededor del torero, que permanecía clavado en su posición hasta cerrar aquellas espeluznantes series con verdaderos forzados de pecho. Ojeda dominaba primorosamente los toques, no solo para fijar o alargar la embestida del toro, sino para obligarlo a describir una curva de más en el remate de la suerte, donde le exigía volver por el otro pitón sin que él rectificara su sitio en la arena, mientras el público se levantaba conmocionado al ver y no terminar de creer lo que estaba sucediendo en el ruedo. Paco Ojeda desarmó las teorías de los terrenos del toro y del torero para demostrar que solo existe el terreno del toreo.

Ojeda borda el pase natural. Foto Arjona
De todas las fuentes citadas se alimenta la tauromaquia de José Tomás, y a todas ha honrado con un toreo que aportó a la Fiesta la emoción que siempre le tributaron las grandiosas figuras. Desde la primera retirada del diestro, pocas veces se ha registrado en la historia una comparecencia más deseada por el público. La afición lo añora por su imperturbable quietud, por el sitio que pisa y lo cerca que se pasa los toros, por su forma de expresar el toreo, y porque sabe que está ante un torero histórico. De ahí que las localidades de sus actuaciones se agoten con increíble anticipación, la reventa maneje cifras increíbles, y aficionados de todo el mundo peregrinen a las plazas donde decide echar el paseíllo dispuestos a adquirir el abono para asegurar la entrada de su actuación. Todos quieren ser testigos de ese toreo de manos bajas mecido por unas telas cuyo temple y mando otorgan majestuosidad a una reunión que por ajuste, pureza y expresión eriza el vello y atenaza la garganta.

José Tomás toreando al natural. Foto Arjona
Casi cien años de historia han sido necesarios para la evolución, desarrollo y perfeccionamiento del toreo ligado en redondo. Desde el soplo de Gallito en la brasa de Belmonte, a la llamarada de Chicuelo propagada por la perseverancia de Manolete, que marca definitivamente el rumbo de la tauromaquia contemporánea, y consolida el sistema que aceptaron y adoptaron todos los toreros para manifestar su acento artístico. Esta es la perspectiva histórica de cuatro toreros legendarios que, al expresar su toreo, enseñaron a todos los demás la estructura que conducía a la ligazón de los pases en series, el modelo de faena actual, estrechado por Manuel Benítez el Cordobés y Paco Ojeda. De Gallito a José Tomás confluye un apasionante siglo de tauromaquia.  

miércoles, 3 de octubre de 2018

LOS "VICTORINOS" EN CÓRDOBA

Por Antonio Luis Aguilera        
Tercio de varas de un victorino en Córdoba. Foto Fidel Arroyo.
La ganadería que adquiriera en 1965 don Victorino Martín de Andrés  -a la familia Escudero Calvo, la fundada en 1912 por el marqués de Albaserrada con reses del Conde de Santa Coloma, origen Saltillo- reconocido por la afición como uno de los mejores criadores de la historia del toreo, ha lidiado en la plaza de Los Califas de Córdoba un total de siete festejos, que se desglosan en cinco corridas de toros, una de cuatro ejemplares y otra, de diferentes ganaderías, con una sola res. Sin tratarse de un elevado número de festejos, el gran ganadero gozó de enorme prestigio, y de la añoranza de la afición cordobesa cuando dejó de lidiar.

Victorino Martín de Andrés debutó en la plaza de Córdoba el sábado 26 de mayo de 1984, siendo empresarios del coso los hermanos José y Manuel Flores Cubero “Camará”. En aquella ocasión el público llenó algo más de tres cuartos del aforo para contemplar la lidia de un encierro bien presentado y de juego desigual, al que se enfrentaron Francisco Ruiz Miguel, que fue ovacionado en el primero y silenciado en el cuarto; José Antonio Campuzano, que recibió una ovación en el segundo y cortó una oreja en el quinto tras un aviso, y Tomás Campuzano, cuyo balance fue silencio y dos orejas. Al sexto toro, de nombre Majetón, se le concedió la vuelta al ruedo.           

Puerta de toriles de Los Califas. Foto Fidel Arroyo.
Repitió el criador de Galapagar el 25 de mayo de 1985, siendo empresarios los hermanos Flores Cubero con su cuñado Antonio Pérez-Barquero Herrera. El cartel anunciaba seis ejemplares que serían lidiados, mano a mano, por los hermanos Campuzano. En las taquillas se colocó el cartel de “no hay billetes” y resultó una corrida triunfal. El balance de José Antonio (lila y oro) fue oreja, vuelta al ruedo y dos orejas, y el de Tomás (tabaco y oro) oreja, oreja y dos orejas. Al sexto ejemplar se le dio la vuelta al ruedo. Atendía por Bailaor, número 121, 538 kilos, negro bragado. Al final del festejo salieron de la plaza a hombros por la puerta grande los hermanos Campuzano, Victorino Martín de Andrés y el mayoral de la ganadería, Julio Presumido.
      
   
Divisa azul y encarnada. Foto F. Arroyo.
Volvió a llenarse el coso de Ciudad Jardín el miércoles 28 de mayo de 1986 para ver el juego de  los “albaserradas” de Victorino, pues escasos fueron los huecos que quedaron sin cubrir en gradas altas e impidieron cerrar las taquillas. Esa tarde hicieron el paseíllo Francisco Ruiz Miguel (grana y oro), que cortó la oreja del que abría plaza y las dos del cuarto; Dámaso González (blanco y oro), que paseó las dos orejas del segundo y fue ovacionado en el quinto; y Tomás Campuzano (grana y oro), que cortó una oreja del tercero y las dos y el rabo del sexto. Al cuarto ejemplar de la tarde, de nombre Molinito, número 166, cárdeno y con 487 kilos, se le dio la vuelta al ruedo por aclamación popular, sin la preceptiva autorización del presidente. Los tres espadas, el ganadero y el mayoral salieron un año más a hombros por la puerta grande del coso califal.   

Victorino Martín era por méritos indiscutibles el ídolo de la afición de Córdoba y su provincia. Como era lógico y de suponer, el anuncio de sus toros volvió a llenar la plaza la tarde del 30 de mayo de 1987. Sin embargo, el viento que soplaba a favor del afamado ganadero iba a cambiar de dirección esa feria, donde no completó corrida en el reconocimiento y solo lidió cuatro toros, al ser rechazados dos ejemplares por los veterinarios. El lote se completó con dos reses de José Luis Ambel Villanueva, encaste Bohórquez, corridos en 1º y 3º lugar. Para despachar el encierro se ciñeron el capote de paseo Francisco Ruiz Miguel (rosa y oro), que fue ovacionado en el primero y cortó las dos orejas al cuarto; José Antonio Campuzano (celeste y oro), que escuchó música de viento en su lote;  y Tomás Campuzano (corinto y oro), que cortó la oreja al tercero y dio la vuelta en el sexto.
        

Toro de Victorino Martín lidiado en Córdoba en 
 mayo de 2008. Foto Fidel Arroyo

Después de cuatro años consecutivos siendo dueño y señor de la feria de Córdoba, Victorino se anuncia la tarde del sábado 28 de mayo de 1988, pero le son rechazados cinco toros en el reconocimiento veterinario, juicio que el criador considera injusto y toma la decisión de no lidiar ese año en la única plaza de primera categoría que entonces había conquistado en Andalucía. Con esta decisión iba terminar su apasionado romance con quien de verdad no tenía culpa alguna: la fiel afición de la ciudad de la Mezquita y su provincia. Aquella tarde los albaserradas fueron sustituidos por dos toros de Guardiola Domínguez (1º y 6º), dos de Guardiola Fantoni (2º y 4º) y dos de Ramón Sánchez Recio (3º y 5º, este último lidiado como sobrero resultó bravísimo). Y aunque en taquillas se devolvieron localidades, el coso registró una gran entrada, cubriéndose tres cuartos del aforo. Actuaron Francisco Ruiz Miguel (azul marino y oro), que fue ovacionado en el primero y cortó las dos orejas del cuarto; Víctor Mendes (azul marino y oro), que dio la vuelta al ruedo en el segundo y cortó una oreja al quinto; y Fermín Vioque (marfil y oro), que fue ovacionado en el tercero tras escuchar un aviso y dio la vuelta en el sexto. Apuntamos de aquella tarde la magnífica lección de brega que impartió en el redondel el banderillero cordobés Pepín Fernández.

Nueve años habrían de transcurrir para que la ganadería de Victorino volviera a lidiar en Córdoba. Fue el 26 de septiembre de 1997, corrida organizada por el Ayuntamiento de la ciudad para conmemorar el cuarenta aniversario de la muerte de Manolete. Aquella tarde saltaron al ruedo, por orden de lidia, toros de Samuel Flores, Cebada Gago, Torrestrella, Victorino Martín, Miura, y María Luisa Domínguez Pérez de Vargas. Todos fueron pitados en el arrastre excepto el 2º, que fue ovacionado. Actuaron en el homenaje al Monstruo Enrique Ponce (rosa palo y oro), que fue ovacionado en el primero y cortó una oreja al cuarto; Rafael González “Chiquilín” (blanco y plata), que cortó una oreja al segundo y fue ovacionado en el quinto; y Manuel Díaz “El Cordobés” (tabaco y oro), que fue ovacionado en el tercero y cortó una oreja al sexto. La plaza se cubrió en tres cuartas partes y el festejo fue transmitido en directo por TVE1. Las cabezas de aquellos seis ejemplares fueron embalsamadas y están expuestas en el salón de actos de la plaza. Fueron testigos de aquella corrida homenaje, los matadores de toros contemporáneos de Manolete: Juanito Bienvenida, Jaime Marco El Choni, Manuel Escudero, Rafael Llorente, Manuel Álvarez Andaluz, Rafael Martín Vázquez, Angelete, Manuel Navarro y Julián Marín.          

 Templado natural de José Luis Moreno a un victorino
 que surca el albero con el hocico. Foto Fidel Arroyo

Tres años después, la tarde del domingo 28 de mayo, Victorino retornaba a Córdoba con un encierro  completo para cerrar la feria de mayo de 2000, siendo Paco Dorado empresario de Los Califas. Pero la plaza ya no volvió a llenarse como en la década de los ochenta, solo registró un tercio de aforo para ver la actuación de Luis Francisco Esplá (azul marino y oro), que fue ovacionado en el primero y cortó una oreja al cuarto; Raúl Gracia El Tato (burdeos y oro), que fue pitado en su lote; y José Luis Moreno  (grana y oro), que cortó una oreja al tercero y fue fuertemente ovacionado en el que cerraba plaza. 
Entrega de toro y torero. José L. Moreno hunde las zapatillas y baja
la mano para conducir la humillada embestida. Foto Fidel Arroyo.

La última comparecencia de Victorino en Los Califas tuvo lugar en la feria de mayo de 2008, siendo Taurotoro la empresa arrendataria del coso. La corrida tuvo lugar el domingo 25 de mayo, fue televisada por Canal Sur, y la plaza registró un tercio de aforo. Alternaron Pepín Liria (azul marino y oro), que se despedía de la afición cordobesa, cuyo balance fue oreja en el primero y ovación en el cuarto; José Luis Moreno (tabaco y oro), que cortó una oreja a cada uno de su lote; y Antonio Ferrera (berenjena y oro), que fue ovacionado en ambos.

  Estocada de José Luis Moreno. Foto Fidel Arroyo.

En resumen, la ganadería de Victorino Martín ha sumado siete festejos en la plaza de Córdoba, lidiando cinco corridas completas, una de cuatro ejemplares y otra de uno,  lo que suma un total de 35 toros, de los que tres fueron premiados con la vuelta al ruedo -aunque la de Molinito en 1986 no fuera autorizada por el palco-, a los que les cortaron 26 orejas y 1 rabo, y propiciaron siete salidas a hombros por la puerta grande, de las que tres fueron para Tomás Campuzano (1984, 1985 y 1986), dos para Francisco Ruiz Miguel (1986 y 1987), una de José Antonio Campuzano (1985), y otra para Dámaso González (1986). Un dato importante del añorado ganadero se refiere al enorme tirón taquillero de su primera época: Tres cuartos largos del aforo en la feria de 1984, lleno de “no hay billetes” en 1985;  llenos en 1986 y 1987; y tres cuartos en 1988 sin lidiar, al ser rechazada la corrida pero haber estado anunciado para el festejo.     

Los premios con que la afición cordobesa distinguió a don Victorino Martín de Andrés fueron los siguientes: “Toro de Oro” del Círculo Taurino de Córdoba en 1985, por Ventolero. Premio al toro de mejor juego de la feria de 2000 del Restaurante Mesón “El Toro”. Trofeo “José María Martorell” de la Tertulia Taurina “Tercio de Quites”, correspondiente a la temporada de 2004, en reconocimiento a su ejemplar trayectoria como ganadero. Premio al mejor toro de la feria de 2008 del Ilustre Colegio Oficial de Veterinarios de Córdoba, por Mostrenco. Y finalmente, salvo omisión, premio de la Tertulia “El Castoreño” del Círculo de la Amistad a la mejor corrida y de mejor juego de la feria de 2008. 

Victorino Martín de Andrés recibe en el año 2005 el trofeo "José María 
Martorell"  de la Tertulia Taurina "Tercio de Quites" de Córdoba.
Sirva el presente artículo como recuerdo y homenaje al extraordinario ganadero don Victorino Martín de Andrés, al cumplirse hoy 3 de octubre el primer aniversario de su fallecimiento.