martes, 24 de mayo de 2022

DESDE EL TENDIDO 3

Por Antonio Luis Aguilera

Andrés Roca Rey, triunfador de la feria de Córdoba.
Foto Arjona (Cortesía de "Lances de Futuro")

Terminada la feria taurina de Córdoba reflexionamos sobre lo visto en la plaza de «Los Califas», que abrió sus puertas con unas temperaturas de cuarenta grados a la sombra para celebrar las dos corridas programadas por José María Garzón, que esta ocasión no acertó a tocar la tecla que llevara al coso al difícil público cordobés, que solo cubrió algo más de un cuarto el aforo para ver a Diego Ventura, Morante y Pablo Aguado con los descastados y flojos toros de Juan Pedro Domecq, menos de media plaza en la tarde de Alejandro Talavante, Andrés Roca Rey y Javier Moreno “Lagartijo”, con el más que interesante y encastado encierro de Álvaro Núñez Benjumea, y algo menos de un cuarto para presenciar la buena novillada de Talavante con Daniel Luque, González Écija y Marcos Linares. Aforos que difieren mucho de los ofrecidos en los medios de información, y que por supuesto habría deseado la empresa “Lances de Futuro”.

Talavante otorga la alternativa a "Lagartijo" en presencia de
Roca Rey. Foto Arjona (Cortesía de "Lances de Futuro")

Tiene mucho mérito ser empresario taurino de la plaza cordobesa, jugarse el dinero y el prestigio, para después tener que andar con malabarismos en los ajustes de cuentas, que difícilmente podrán salir anunciando a las primeras figuras en las combinaciones, y por si fuera poco organizar una novillada con picadores, espectáculo ruinoso por los gastos que genera. Por tanto, vaya por delante nuestro respeto a José María Garzón.

En cuanto a lo ocurrido en el ruedo pasó lo que tenía que pasar con la ganadería de Juan Pedro Domecq, cuatro mulos con andares mortecinos, que vuelven a Córdoba año tras año sin otra justificación que el supuesto interés de los primeros espadas por actuar con un ganado que no molesta y permite sumar festejos sin grandes dificultades. Morante anduvo sobrado y artista con su lote, mientras Aguado mostró ante sus aburridos ejemplares que no está en su mejor momento. Esa tarde se lidiaron dos ejemplares para rejones de María Guiomar Cortés de Moura, resultando bravísimo el jugado en cuarto lugar, al que Diego Ventura desorejó por partida doble en una magistral actuación. Ya está bien de vetar a esta primerísima figura del rejoneo en las ferias importantes. Los toreros deben ajustar sus cuentas en los ruedos y ante el toro.

Diego Ventura, Morante y Pablo Aguado.
Foto Arjona (Cortesía de "Lances" de Futuro")

Los aficionados aguardaban con agrado la presentación en Córdoba como ganadero de Álvaro Núñez Benjumea, que tras distanciarse de la ganadería paterna de Núñez del Cuvillo, que tantos éxitos cosechó cuando la dirigía, decidió emprender en solitario la difícil tarea de formar una ganadería. Trajo un encierro encastado, desigual pero bien presentado, variado de pelaje, donde nadie se aburrió por el juego de las reses. Destacó por su clase el bravo y noble toro del debut, con el que tomó la alternativa y cortó las orejas Javier Moreno, tras una actuación de gran entrega; más tarde mostró las lógicas carencias del oficio con el complicado sexto. Para los estadísticos el toro de la presentación de Álvaro Núñez como ganadero y de la ceremonia de alternativa, se llamaba “Campanito”, marcado con el número 25, colorado, de 500 kilos. Andrés Roca Rey demostró la autenticidad de su valor y torería con el difícil y complicado salinero que hizo de tercero, y toreó a placer al reservón quinto tras corregir defectos. El peruano ha vuelto esta campaña con todo su esplendor. Talavante, con el bravo y exigente cuarto firmó momentos de reencuentro con su toreo, sin que ante el soso y noble segundo pasara de detalles. De los cinco espadas actuantes el triunfador de la feria ha sido con diferencia Andrés Roca Rey, que vino a Córdoba dispuesto a salir a hombros por la puerta grande o la del cuarto del hule.

La buena novillada de Talavante dio opciones a los tres novilleros. Tuvo mérito la actuación de Daniel de la Fuente, que con la grave cornada sufrida hacía veinte días, aún sin curar, reaparecía con el muslo abierto y visible cojera. Se entendió mejor y le pudo al exigente cuarto. Más verde pero con ganas de agradar estuvo el astigitano Jaime González Écija, que mostró buenas maneras en su actuación, premiada con un apéndice, y con el prestigioso premio "Oreja de oro" del "Club Calerito"; y muy decidido estuvo Marcos Linares, que pronto conectó con el público en su primero, al que cortó una oreja, valiéndole el premio de actuar en la novillada de Santander que organiza la empresa "Lances de Futuro".

miércoles, 4 de mayo de 2022

JOSÉ MARÍA MONTILLA

Por Antonio Luis Aguilera    

José María Montilla en la Maestranza de Sevilla

El 26 se mayo se cumple el sesenta aniversario de la alternativa del maestro José María Montilla, decano de los matadores de toros cordobeses. Fue el 26 de mayo de 1962 en el coso de «Los Tejares», cuando Julio Aparicio, en presencia de Jaime Ostos, le cedió la lidia y muerte de “Avefría”, de la ganadería de María Francisca Mora Figueroa, al que cortó las dos orejas, a las que sumaría una más del toro que cerraba plaza. Aquella triunfal actuación le valió obtener el trofeo «Manolete» del Ayuntamiento de Córdoba.

José María Montilla recibe el trofeo «Manolete»

De nuestro archivo rescatamos unas declaraciones realizadas hace años por el maestro y amigo José María —persona muy querida en Córdoba—, de quien hemos sido durante muchos años compañeros como comentaristas taurinos en medios de comunicación, para que sean sus palabras las que evoquen su carrera como matador de toros.

—En los años sesenta Córdoba atravesó un momento histórico, porque se dieron cita muchos matadores de toros. Muy pocas veces el toreo cordobés ha tenido tanta altura. Toreros importantes como Gabriel de la Haba «Zurito», Agustín Castellano «El Puri», Manuel Cano «El Pireo», que ha sido uno de los que mejor ha hecho el toreo… Y tuvimos uno que mandó en la fiesta: Manuel Benítez «El Cordobés»… ¡Fíjate lo que es mandar en el toreo…! Eso solo sucede cada cuarenta o cincuenta años. Y mira por donde también fue Córdoba la que anteriormente mandó en el toreo con «Manolete».

Creo que fue el momento —y los aficionados lo saben— más importante que Córdoba ha tenido en el toreo, pues se dieron cita muchos matadores de toros, varios de ellos punteros, y uno que mandó sin contemplaciones.

Lance a la verónica de José María Montilla

Sobre la vieja plaza de «Los Tejares» José María recuerda:

—Fue nuestra escuela taurina. Allí comencé a ver toros. Precisamente fue donde Luis Miguel Dominguín, máxima figura del toreo, me hizo creer que ser torero era fácil. Aquello ocurría al comienzo de los años cincuenta. Se lidió una corrida de Saltillo para Luis Miguel, Luis Procuna y Manuel Calero «Calerito», que sustituyó a José María Martorell, que estaba herido. Fue una tarde tan apoteósica la del torero de Madrid, que yo pensé que aquello era fácil. Tenía doce o trece años y creí que podía ser torero. ¡Qué equivocado estaba...!  Después intenté aquello que pensé fácil y no lo conseguí, comprendí que era dificilísimo ser torero. A partir de entonces en aquella plaza los vi a todos: Martorell, Calerito… Me fijaba mucho en ellos.

Y vi a un torero que me impresionó gratamente, porque no he visto torear más despacio ni mejor. Fue a Manuel de la Haba, en un festival que toreó a beneficio de la Hermandad de la Virgen de las Angustias. Aquello se me quedó grabado y es de mis mejores recuerdos.

Había otro torero que causó una admiración tremenda, porque toreó fenomenal: Alfonso González «Chiquilín». En él los estatuarios, pases fáciles que no dicen nada, tenían una gran personalidad. Además hacía el toreo diferente.

José María en redondo. Foto Mateo

En «Los Tejares» conseguí ver muchas cosas importantes en el toreo. Vi a una pareja de becerristas que empezaban «Zurito» y «El Puri». ¡Qué difícil es despertar de becerristas tanta expectación! Antes había toreado muy bien Pedrín Castro. También hubo una pareja fenomenal, que hizo historia en la novillería cordobesa: «Zurito» y «El Pireo». He visto muchas cosas. Aquella plaza fue nuestro principio, nuestro sueño, nuestra ilusión. Allí pensé muchas cosas bonitas, pero luego está la historia, es muy difícil ser torero, y no pude desarrollar lo que hubiera querido.

Preguntamos a José María, que encabezó la terna que inauguró la nueva plaza de Córdoba el 9 de mayo de 1965, sus recuerdos de aquel día:

—Lo recuerdo con mucho cariño. Fue un día memorable para dos toreros de Córdoba, Manolo y Gabriel, que fue el triunfador absoluto de aquella corrida. Además, aquel día tuvo por la mañana el prólogo de la coronación de la Virgen de los Dolores, esa imagen tan cordobesa a la que yo tenía costumbre de visitar todos los viernes.

Esa tarde conseguí ver a un chaval muy joven, que venía con ganas de pelea. En esto del toreo al final los que dicen las cosas son los toreros de raza, y Gabriel lo era. En aquella tarde tan importante para todos, junto a Manuel Benítez, que mandaba en la fiesta, Gabriel se arrimó para que no se le fuera por delante y fue el triunfador absoluto. Benítez estuvo muy bien. Yo cumplí mi cometido, estuve simplemente bien.

Ayudado por alto en Madrid. Foto Botán

Pero siempre, cuando hablo de acontecimientos que recuerdo especialmente, no tengo más remedio que acordarme de mi alternativa en «Los Tejares». Fue uno de los días que me sentí torero. También de la alternativa de «El Cordobés» en la misma plaza. Quizás estas me hayan dejado más huella, pero no cabe duda de que históricamente nadie nos puede quitar a Gabriel, Manolo y a mí que inauguramos esa plaza tan importante que es la de Córdoba.

En mi época había bastantes toreros de Córdoba. En mi caso concreto estuve cuatro años de matador de toros y actué en las cuatro ferias de mayo. ¡Y era difícil! Pero los toreros de aquí contaban a la hora de hacer los carteles de la feria. Y fíjate los que había: Antonio Ordóñez, Paco Camino, Diego Puerta, El Viti… Y había sitio para ellos, pero Córdoba tenía un plantel de matadores que contaban, y mientras estuvimos en el toreo actuamos todas las ferias de mayo.

Ceñida manoletina de José María. Foto Arjona

Ante las afirmaciones que aseguran que hoy se torea mejor que nunca, José María Montilla opina:

—Eso no es verdad, cómo se iba a torear peor en nuestra época, que era la de Antonio Ordóñez, el que mejor ha hecho el toreo desde «Manolete» a nuestros días. Lo que tenemos claro los cordobeses y todo el mundo es que el mejor torero de los últimos cincuenta años ha sido «Manolete». Creo que ahí no hay discusión de ninguna clase y está todo el mundo de acuerdo, incluso algunos antimanoletistas, que después de escuchar al «Rubio de San Bernardo» no les queda duda de que «Manolete» ha sido el mejor torero que ha dado la historia en los últimos cincuenta años.

Atracándose de toro en Barcelona. Foto Mateo

Pero en nuestra época hemos visto torear a Antonio Ordóñez, del que pienso que no se puede torear mejor. Ni se puede torear con tanta importancia y sabiduría, con tanto conocimiento y arte como lo ha hecho Paco Camino. No se puede torear con más valor que lo ha hecho «El Cordobés» o Diego Puerta. Todo eso es historia. Había treinta matadores a cual mejor. 

Es cierto que en todas las actividades se progresa cada día. Hoy hay mejores médicos, mejores ingenieros, quizás se torea de salón mejor que nunca, porque ahora un chaval pega pases desde el principio. ¿Pero qué se torea hoy mejor que hace treinta años? ¡No, ni se canta mejor que Manolo Caracol, ni se torea mejor que Ordóñez! Es cierto que hay grandes profesionales, pero ¡cuidado!, el sitio que tenían los toreros de antes… Ni ahora con toda la grandeza que tiene el toreo ha superado el que conocí en mi época. Hoy hay más toros que se dejan torear, por eso se torea con más regularidad, pero también todos los toreros son más parecidos. Se dice que se torea mejor que nunca, pero también es verdad que no destaca uno de los otros, porque sale un toro que tiene muy pocas cosas que decir. Antes, al tener más movilidad, había más inspiración.

Estocada en todo lo alto el día de su alternativa
en la vieja plaza de Córdoba. Foto Framar

Hoy día el mejor de todos sería «Guerrita». Y el mejor de hoy sería el mejor de aquella época, porque el que ha sido figura del toreo lo sería siempre.

Dos toreros importantes en los años sesenta Manolo Vázquez y «Antoñete», acompañaban a Luis Miguel, Ordóñez, «Litri», «Pedrés», Puerta, «El Cordobés», Camino… Y sin embargo después cuando reaparecieron fueron  máximas figuras del toreo.

Finalmente, al preguntarle qué es lo más importante que se lleva del torero, el maestro respondió:

—La gratitud de haber tenido la oportunidad de realizar lo más bonito de mi vida. 

Enhorabuena José María, maestro y amigo, por este sesenta aniversario que celebras con el profundo respeto de una afición que te quiere como la de Córdoba, y el cariño de toda la afición taurina.