martes, 27 de julio de 2021

LAS VERGÜENZAS DEL TOREO

Por Antonio Luis Aguilera

Plaza de toros de Valencia. Foto J. Diez Arnal

Las familias que controlan el toreo hace tiempo que dejaron de engañar a la afición, que no se traga ni una de las mentiras que pregonan, pretendiendo colar con inaguantables verborreas una imagen falsa del panorama taurino, donde rigen de manera absolutista y opaca todos los estamentos que conforman este mundo singular, en el que lamentablemente cada cual hace su propia guerra, sin importarle mucho ni poco la unión por el futuro de la Tauromaquia.  

Al hacerse públicas las condiciones para regentar la plaza de Valencia, Simón Casas, el mismo empresario que la lleva y seguirá llevando, con su habitual incontinencia verbal se quejaba amargamente de la falta de interés por el toreo de la propietaria del coso, la Diputación de Valencia, cuando esta requería un canon inferior al que viene satisfaciendo por el alquiler de la plaza.

Tras la cortina de humo intentando despistar a la opinión pública, la empresa con la que concursa, la misma que regenta el coso de Las Ventas en Madrid, con objeto de asegurar que el inmueble no fuera a otras manos ofreció 450.000 euros, cantidad que supera holgadamente los 150.000 euros que establecía la Diputación, y que habrán de salir, no quepa la menor duda, del incremento de precios de las localidades y reducción de honorarios a toreros y ganaderos.

Ahora, con el poder en la mano, toca callar, mientras el aficionado se pregunta para qué querrá tantas plazas quien no da toros en las que debe y puede hacerlo, como ocurre en la misma Valencia, donde llevan dos años sin ver un pitón, o Madrid, plaza de temporada donde con un par de festejos y la promesa de un otoño taurino han callado bocas.

Parece mentira que este señor, presidente de la Asociación de Empresarios Taurinos, fuera el mismo que el pasado año cargara toda la artillería pesada contra José María Garzón, un empresario joven, buen aficionado, que goza de excelente crédito entre los amantes del toreo, por el hecho de organizar brillantemente una corrida de toros en la plaza de El Puerto de Santa María, cuando las familias permanecían escondidas y no eran capaces de dar un pitón.

Y como el delito fue que «les levantó los pies del suelo» pretendieron hundirlo, lo que no consiguieron gracias al testimonio de la Policía Autonómica de la Junta de Andalucía, que desarmó el conjunto de falsedades de las que fue acusado por la cúpula del club de empresarios, y algún ridículo espontáneo con ganas de notoriedad, sin que después ninguno de los que quedaron con sus vergüenzas al aire ante el informe de la Policia Nacional, por un mínimo de decencia o vergüenza torera entonara su disculpa.

Del buen hacer de Garzón se van a acordar este año en la bonita plaza gaditana, pues el Ayuntamiento del Puerto ha subastado al mejor postor la explotación, para que la regente el que más dinero ingrese en las arcas municipales. Gracias a tan brillante idea política, el tendido de sombra que en 2020 costaba 65 euros este año costará 99 euros con Carlos Zuñiga, que para cuadrar sus cuentas deberá hacer lo que hemos apuntado hablando de Valencia, plaza donde por cierto también pujaron en subasta los miembros de las otras familias que controlan el toreo, como Bailleres-Chopera, que no ofrecen un pitón desde hace dos años en las plazas del norte que regentan —San Sebastián y Bilbao—, mientras Garzón, también en el norte, ha sido capaz de ofrecer en el precioso coso de Santander una brillante feria taurina. ¿A las familias les importan las plazas o el poder absoluto para controlar y manejar el toreo a su antojo?

Hacen falta empresarios independientes, que vayan por derecho y se preocupen por la afición y por organizar festejos con categoría, como se ha hecho en El Puerto, Córdoba, Jaén, Santander y ahora se anuncia en la bella Málaga, empresarios valientes como Alberto García y José María Garzón, capaces de dar la cara en los dramáticos momentos Covid del pasado año, y sobran los que buscando el control absoluto del negocio, pretenden sin disimulos cortar el paso a esa gente joven que ha demostrado que se pueden dar toros con ilusión, afición, precios aceptables y pensando en el futuro de la Fiesta. 

sábado, 17 de julio de 2021

BELMONTE ACORTÓ DISTANCIAS Y SUJETÓ AL TORO

Por Antonio Luis Aguilera

El natural de Belmonte con el toro por los terrenos de afuera,
donde se observa como el animal se curva al finalizar el pase.

Guerrita influyó determinantemente en la selección del toro. El cordobés consideraba que el toreo de mayor reunión y sosiego que anhelaba el público necesitaba otro animal de mejores hechuras y mayor fijeza. Por esta razón ordenaba a sus picadores que dejaran a los toros llegar al caballo para que engancharan y romanearan. Bien sabía el maestro que con este desgaste los animales llegarían al último tercio con mayor fijeza y probabilidad de lucimiento, que aquellos otros que lo hacían descompuestos, sin descolgar y tirando derrotes. 

Por su enorme influencia en el toreo de su época, el que fuera gran especialista en el encaste Saltillo, pidió a los ganaderos que afinaran en el tipo y el comportamiento de las reses, que seleccionaran animales que posibilitaran el toreo, con mejores e igualadas hechuras y cornamentas proporcionadas, indicaciones cuyos frutos no se lidiarían en el reinado del II Califa, pero que poco a poco acabaron siendo una realidad en los ruedos, donde fueron apareciendo en la llamada edad de oro del toreo.

Así comenzaba un capítulo trascendente y apasionante de la historia, con un nuevo toro que iba a permitir un nuevo toreo, un animal seleccionado que permitiría que le disputaran su terreno, para que fuera posible otra lidia de mayor sosiego y superior rango artístico, un toreo moderno que se iría desarrollando hasta alcanzar su madurez con la ligazón de los pases de muleta en redondo. En el punto de partida de este momento histórico se encontraron los dos protagonistas de aquella época: Joselito y Belmonte.

Dos genios del toreo: Belmonte otorga la alternativa a Chicuelo.

Del primero sabemos de su aportación a la ligazón de los pases de muleta; del segundo no han faltado aficionados que ante la afirmación de que Joselito, Chicuelo y Manolete forman la columna vertebral del toreo ligado en redondo, muestran sus reservas por lo mucho que han leído sobre el papel de Belmonte en el toreo actual, que sin duda lo tuvo, pero no de esa forma exclusiva que le atribuyen sus panegiristas, donde la mayoría se pierde magnificándolo sin explicar lo que hizo. No obstante, lo que debe quedar suficientemente claro es que la evolución del nuevo toreo no habría sido posible sin el ceñimiento de las suertes que trajo Belmonte, que al acortar las distancias y curvar el final del muletazo sujetó al toro.

Pero Belmonte no cambió el planteamiento del antiguo toreo de muleta. Sus faenas se desarrollaban siguiendo las normas clásicas, con el diestro situado en los terrenos de adentro y el toro en los de afuera, la misma preceptiva anterior, y consistían en pases por alto, el natural ligado con el de pecho —no con otro natural o naturales—, molinetes, faroles y desplantes. La diferencia estuvo en que al ceñirse más con el animal, al torear más cerca y empaparlo de muleta, conseguía sujetarlo al terminar el pase, pues el toro no abandonaba la suerte en línea recta, sino que al ir toreado comenzaba a describir una línea curva, y como el torero permanecía en los terrenos de adentro, para no quedarse fuera de cacho entre pase y pase no tenía más remedio que cruzarse en busca del pitón contrario, mientras el toro en su trayectoria entre pases por las afueras iba describiendo ochos en la arena.

El natural de Chicuelo con el toro por los terrenos de adentro. El torero
gira y alterna los espacios, para aprovechar la curvatura y ligar los pases. 

Posteriormente sería Chicuelo quien toreando en la distancia establecida por Belmonte, y sujetando de igual manera al toro, al curvarse el animal al final del muletazo, en lugar de irse al pitón contrario, para seguir toreando por los terrenos de afuera, resolvió el problema girando sobre sus plantas para permutar los espacios y así, al dejar al toro pasar por adentro, ligar el siguiente muletazo. Y como lo hizo con la mano izquierda, resultó que en lugar de la combinación del toreo antiguo del pase natural ligado con el de pecho, ejecutada con la misma mano para conservar los terrenos, el maestro de la Alameda de Hércules enseñaba que con la alternancia de espacios se podían enlazar los pases naturales en series.

Chicuelo versificó el toreo moderno agrupando los pases en series como los versos se agrupan en estrofas. De ahí que pueda afirmarse que él fue el creador de la faena moderna. Una faena que para su evolución requirió el ceñimiento de las distancias de Belmonte, la búsqueda de un toro que la permitiera propiciada por Guerrita, la ligazón revelada por Joselito en su modelo de faena, que tras la fatal tarde de Talavera continuó y resolvió embelleciéndola con su arte Chicuelo, y unos años después Manolete, que por su valor y perseverancia la ejecutó a todos los toros, para consagrarla definitivamente como la arquitectura que acogería cualquier expresión artística.

ENTRADA RELACIONADA: LOS PRECURSORES DEL BELMONTISMO

viernes, 9 de julio de 2021

JOSÉ MARÍA MANZANARES EN CÓRDOBA

Por Antonio Luis Aguilera

Magnífico muletazo de José María Manzanares en Sevilla. Foto Arjona

El 24 de junio se cumplió medio siglo de la alternativa del matador de toros José María Dols Abellán, fallecido el 28 de octubre de 2014. José María Manzanares, espada que por el concepto, clase y calidad de su toreo ha sido considerado un «espejo de toreros», pues raro resultaría el caso de alguna de las figuras actuales que no lo haya tenido como modelo de referencia para expresar su arte. La ceremonia tuvo lugar el día grande de la feria de Hogueras de su Alicante natal, oficiada por Luis Miguel Dominguín y actuando de testigo Santiago Martín El Viti, perteneciendo la ganadería al hierro de Atanasio Fernández; el toro del doctorado, al que cortó las orejas y el rabo, se llamaba Rayito.

José María Dols Abellán: Manzanares

El inolvidable torero alicantino permaneció en activo hasta el 2 de mayo de 2006, cuando en la plaza de Sevilla no hubo suerte y tras la lidia del sexto, sin previo aviso, decidió dejar el toreo activo, diciéndole a su hijo José María, matador de toros del mismo nombre y apodo, que cogiera unas tijeras y saliera al tercio para quitarle el añadido que simula la coleta. Reaccionaron ante el imprevisto varios matadores y subalternos que estaban en la corrida, que saltaron al ruedo para cogerlo a hombros y sacarlo así por la anhelada Puerta del Príncipe de la Maestranza, mérito que a punto estuvo de lograr varias tardes en la que era una de sus plazas favoritas, pero que nunca alcanzó durante su carrera. Así pues, por encima del preceptivo éxito artístico y de los trofeos exigidos para abrirla, sus compañeros quisieron reconocer la categoría del maestro, al que se disputaron por llevar de costaleros

Un emocionado Manzanares 
a hombros de Enrique Ponce.

Hablar del maestro de Alicante es hacerlo de quien desde sus inicios fue un referente para los aficionados del toreo clásico, uno de los pocos espadas al que se marcan los carteles de las ferias grandes para seguirlo, porque gusta lo qué hace y cómo lo hace: el toreo con elegancia y maestría, sin estridencias, con suave dominio y un marcado acento personal que cautiva por su belleza y señorío.

Vamos a recordar la huella del alicantino en la plaza de Los Califas, donde José María hizo diecinueve paseíllos para actuar en dieciséis corridas de toros y tres festivales benéficos.

Su debut en Córdoba fue como espada de alternativa el 26 de mayo de 1973, tarde que se lidiaron toros de la recordada divisa cordobesa de don Francisco Martínez Benavides —encaste Santacoloma-Urquijo, que por brava y enclasada gozaba de un excelente momento y que el torero de Alicante mató con frecuencia—, acartelado con el cordobés Antonio José Galán, que cortó cuatro orejas y un rabo, y José Luis Galloso, que cortó una oreja al sexto. José María resolvió su presentación cortando las dos orejas al segundo y una al quinto. Por cierto, esa tarde se dio la vuelta al ruedo a Madrileño, al que Galán había cortado el rabo.

Ese mismo año, en la desaparecida feria de septiembre, Manzanares haría su segundo paseíllo el día 26, alternando con José Fuentes, ovación y palmas; y Ruiz Miguel, vuelta y dos orejas. Se lidiaron cuatro ejemplares de don Juan Gallardo Santos, uno (4º) de don Julio Garrido y otro (6º) de Prieto de la Cal. Su balance fue ovación y silencio.

El 25 de mayo de 1975, José María Manzanares volvía a triunfar con rotundidad en la plaza cordobesa, cortando las dos orejas del segundo y otra al quinto. En su tercera corrida, con toros de don Manuel González Cabello, alternó con Sebastián Palomo Linares, que fue ovacionado en ambos; y Paco Alcalde, que cortó la oreja al tercero y dio la vuelta al ruedo en el sexto. Manzanares fue proclamado el triunfador de la feria con la adjudicación del trofeo Manolete del Ayuntamiento de la ciudad.

La cuarta cita como matador de toros fue el 30 de mayo de 1976, tarde que se jugaron astados de doña María Coronel de Núñez. Manzanares, que encabezaba la terna, fue aplaudido en el primero y cortó las dos orejas del cuarto; Paco Alcalde fue ovacionado y escuchó palmas; y Agustín Parra Parrita cortaba una oreja a cada uno de sus ejemplares.

Córdoba, 29 de mayo de 1977. Curro Romero,
José María Manzanares y Paquirri. Foto Arjona.

El 29 de mayo de 1977 Manzanares toreaba su quinta corrida en el coso califal, cortando las dos orejas al sexto y siendo aplaudido en el tercero. Alternó con Curro Romero, división de opiniones y ovación; y Francisco Rivera Paquirri, que cortó las dos orejas al segundo y fue ovacionado en el quinto. Los toros pertenecieron, cinco a la ganadería de don Francisco Martínez Benavides, y uno (5º) a los Herederos de don Salvador Guardiola.

La sexta comparecencia de José María Manzanares en corrida de toros tuvo dos partes, porque en la tarde del 26 de mayo de 1978 fue tal la tormenta y el fuerte aguacero que descargó durante la lidia del primer astado, que en pocos minutos el ruedo quedó impracticable para el toreo. Empresa, autoridad y toreros acordaron que la corrida se celebrara tres días después, el 29 de mayo, lidiándose los cinco toros restantes. Así pues, en la nueva fecha se pudo llevar a cabo y el balance de este festejo de dos sesiones fue Antonio José Galán, oreja y dos orejas; José María Manzanares, vuelta y palmas; y Niño de la Capea, ovación y oreja. Los toros pertenecieron a don Francisco Martínez Benavides.

La séptima corrida de José María Manzanares en Los Califas fue el 27 de mayo de 1979, tarde que nuevamente se lidiaron cinco toros de don Francisco Martínez Benavides y uno (6º) de doña Mercedes Pérez Tabernero, corrido como sobrero. El albaceteño Dámaso González fue ovacionado en el primero y cortó una oreja al cuarto; Manzanares cortó las dos orejas al segundo y una al quinto; y Niño de la Capea fue silenciado en su lote.

Manzanares al natural en Sevilla. Foto Arjona

Por octava vez como matador de toros haría el paseíllo el 25 de mayo de 1980, para lidiar toros de Torrestrella con Francisco Rivera Paquirri, división de opiniones y dos orejas; Manzanares, ovación y oreja; y Luis Francisco Esplá, vuelta tras aviso y ovación. Al tercer ejemplar, de nombre Rompevientos, se le concedió la vuelta al ruedo.

La tarde del 26 de mayo de 1982 el diestro alicantino sumaría su novena actuación compartiendo cartel con Paquirri, oreja y vuelta, y Dámaso González, vuelta y silencio. Manzanares dio la vuelta en el tercero y escuchó palmas en el sexto. Los toros pertenecieron, tres al hierro de don Ramón Sánchez Rodríguez y tres (2º, 3º y 4º) al de su hijo don Ramón Sánchez Recio.

Cuatro años después, la tarde del 25 de mayo de 1986, José María Manzanares sumaba su décima corrida en Córdoba. Se lidiaron toros de los Herederos de don José Luis Osborne para el espada alicantino, que fue pitado en el primero y cortó una oreja al cuarto; Paco Ojeda, oreja y ovación; y Juan Antonio Ruiz Espartaco, silencio y ovación.

En la feria siguiente, la tarde del 26 de mayo de 1987, Manzanares sumaba su corrida número once. Se jugaron cinco toros de don Ramón Sánchez y uno (6º) de don Alonso Moreno. El balance de José María fue pitos y división de opiniones; Paco Ojeda, ovación y silencio; y Emilio Oliva, oreja y palmas.

El inolvidable toreo de Manzanares. Foto Arjona

Para la corrida número doce, celebrada la tarde siguiente, se jugaron cuatro toros de los Herederos de don José Luis Osborne y dos (1º y 5º) de don Ramón Sánchez. Manzanares cortó la oreja al primero y fue ovacionado en el cuarto; Niño de la Capea, palmas y ovación; y Fernando Cepeda, vuelta al ruedo y palmas.

La tarde doce más uno tuvo lugar el 25 de mayo de 1989, corriéndose cinco toros de El Torero y uno (3º) de Hermanos González Sánchez-Dalp. Manzanares fue ovacionado en ambos; Manili, dos vueltas al ruedo y ovación; y Fernando Cepeda, vuelta y silencio.

El 24 de mayo de 1991, para su corrida catorce en Córdoba, se jugaron tres toros de Montalvo y tres (1º, 5º y 6º) de Arauz de Robles. Curro Romero fue abroncado en ambos; Manzanares escuchó ovación y pitos; y Julio Aparicio, fue pitado en su lote, siendo avisado en el sexto. 

Al año siguiente, la tarde del 31 de mayo de 1992, José María se anunció con toros de los Herederos de don José Luis Osborne, siendo ovacionado en el primero y silenciado en el cuarto; Niño de la Capea, fue ovacionado en ambos; y Rafael González Chiquilín escuchó ovación y palmas.

Toreando al natural a un santacoloma de doña Ana
Romero. Última corrida en Córdoba. Foto Arjona

Y así llegamos a su último paseíllo como matador de toros, que fue el 1 de junio de 1996. Aquella tarde el mal uso de la espada impidió un gran éxito al maestro de Alicante, que con los bravos santacoloma de doña Ana Romero, remendados con un sobrero de don Juan José González (2º), ofreció una soberana tarde de toros. José María Manzanares dio la vuelta al ruedo en el primero y fue fuertemente ovacionado en el cuarto; José Miguel Arroyo Joselito cortó una oreja a cada uno de su lote; y Juan Serrano Finito de Córdoba cortó una oreja al tercero y las dos al sexto tras una gran actuación.

En cuanto a los festivales, en tres ocasiones pisó José María Manzanares el ruedo califal para colaborar con su arte en causas benéficas. La primera vez fue el 22 de abril de 1979, cuando el torero de Alicante vistió de corto para colaborar con la Escuela Taurina del Círculo Taurino de Córdoba, despachando utreros de Torrestrella. Le acompañaron los maestros Paco Camino (dos orejas), Gabriel de la Haba Zurito (oreja) y Pedro Gutiérrez Niño de la Capea (dos orejas y rabo), y los novilleros Fernando Vera (oreja), Fermín Vioque (vuelta) y Antonio Tejero (dos orejas). Manzanares cortó una oreja.

Su segundo paseíllo con el marsellés tuvo lugar el 19 de diciembre de 1998, festejo a favor de la Hermandad de Jesús Caído de Córdoba (la de los toreros). Aquella tarde se jugaron dos novillos de Miguel Báez Litri (1º y 3º), dos de Los Guateles (5º y 7º) y tres de Enrique Ponce (2º, 4º y 6º). Abrió plaza el rejoneador Martín González Porras, que cortó una oreja; en lidia ordinaria, José María Manzanares fue ovacionado; Litri cortó una oreja; Enrique Ponce, dos orejas; Chiquilín, oreja; José Luis Moreno, oreja; y el novillero Rafael Sánchez Pulido, dos orejas.

Su último paseíllo en el albero califal fue vestido de corto el 25 de marzo de 2006, actuando a beneficio de la Asociación contra el Cáncer en Córdoba. Se lidió un toro de Castilblanco para rejones, y seis utreros de Manuel y Antonio Tornay. El rejoneador Leonardo Hernández hijo fue ovacionado; José María Manzanares, silenciado; Enrique Ponce, oreja; Jesulín de Ubrique, oreja; Rivera Ordóñez, oreja; Salvador Cortés, dos orejas; y el novillero Julio Benítez El Cordobés, oreja.

Pepe Manzanares (padre de José María), Fernando Carrasco (crítico de ABC)
 y el autor del blog. Antiguo hotel Meliá Córdoba, 31-5-1992 . Foto Marogo.

Este es el historial de José María Dols Abellán en Córdoba, el hijo del banderillero Pepe Manzanares, al que su padre transmitió la afición y de quien recibió, además del apodo y las nociones básicas del oficio, el permanente consejo de que el toreo es clasicismo y pureza para acariciar las embestidas y expresar artísticamente un sentimiento. La gran referencia del maestro de Alicante, como la de tantos otros, fue Antonio Ordóñez, pero también bebió de las cristalinas fuentes de Antonio BienvenidaPaco Camino, Santiago Martín El Viti, José Fuentes y otros toreros hasta pulir un estilo con sello propio, inconfundible por la bella expresión de las suertes, su cadencia en la forma de acompañarlas con la cintura, y la maestría con que las ejecutaba desde que se colocaba para enganchar hasta que las soltaba para ligar la serie, dibujando inolvidables y templados trazos que engrandecía con su empaque de clásica torería.

Al cumplirse cincuenta años de la alternativa de José María Manzanares, rendimos honor a uno de los maestros del toreo, de los que dejaron su huella imborrable en el corazón de los aficionados, que lo recuerdan con la admiración y emoción que merece la elegante belleza de su arte. 

viernes, 2 de julio de 2021

EL NOBLE TESTIMONIO DE LUIS FRANCISCO ESPLÁ

Por Antonio Luis Aguilera 

Despedida de Luis Francisco Esplá en Madrid. Foto Diario El Mundo

El domingo 27 de junio, al terminar la transmisión televisiva ofrecida por Movistar Toros de la última corrida de la feria de Hogueras de Alicante, ciclo que este año ha estado dedicado al maestro José María Manzanares con motivo de conmemorarse el cincuenta aniversario de su alternativa, en el espacio titulado «El último tercio», donde entre otros tertulianos interviene el maestro alicantino Luis Francisco Esplá, este desgranó con amenidad y gracejo recuerdos de sus vivencias de infancia, juventud y madurez profesional con el espada homenajeado.

Luis Francisco habló de su relación nada cordial con Manzanares, siempre marcada por los celos de los dos bandos locales que se crearon en Alicante cuando eran unos chavales: «Yo era el torero del sol y José Mari el de la sombra», y que se mantuvieron durante las carreras de ambos espadas.

Las palabras cariñosas de Luis Francisco borboteaban con frescura hilando un discurso agradable, donde en todo momento prevalecía la admiración profunda que sentía por el compañero fallecido, y donde resplandeció con luz propia la nobleza del maestro, que abriendo las puertas a sus sentimientos reconoció con una sincera franqueza que lo engrandece como torero: «¡Manzanares ha sido siempre un torero de toreros... Admirado por todos... Y el que no lo haya hecho peor para él!».

Última tarde de José María Manzanares en Sevilla.

No obstante, cuando en la tertulia se comentó la dura competencia que en Alicante mantuvieron desde sus inicios, Luis Francisco reconoció la «alta tensión» que se sentía en la plaza cuando llegaban a la puerta de cuadrillas, encuentro donde según el torero no había sonrisas ni palmaditas en el culo, sino una rivalidad de verdad. Tan auténtica, aunque se saludaran protocolaria y respetuosamente, que cuando se apretaban las manos era una verdadera declaración de intenciones, donde ambos se miraban diciendo sin pronunciar palabra: «Ahora te vas a enterar ahí afuera».

Para argumentarlo con alguna de esas vivencias recordó la tarde del 4 de agosto de 1984 en Alicante, donde ante los encendidos partidarios locales se lidiaron toros de la ganadería de Manuel San Román, para José María Manzanares, que abría plaza, él y su hermano Juan Antonio.

—Iba a hacer un quite con mi hermano y a Manzanares le «calentaron los cascos» los Lozano. Se vino y me dijo:

—Si vais a hacer juntos un quite salgo y os corto el toro.

Yo le contesté:

José Mari en mi toro y en mi turno mando yo.

Pero él insistió:

—Pues me voy a cruzar.

Y sin mirarlo le dije:

—¡Como te cruces te pego una hostia que te arranco la cabeza!

Tras desvelar esta cruda pero real vivencia con el compañero y ante el toro, sentenció:

—¡Eso era el toreo... Y el beneficiado de todo era el público... No había historias ni teatro...!

Luis Francisco Esplá

Cuando la tertulia terminaba Germán Estela preguntó a Luis Francisco si de vivir José María creía que habrían cambiado la relación. Este respondió:

—Mira si viviese José Mari seguiríamos divorciados. Yo me he llevado perfectamente con la familia, pero José Mari tenía ese punto de soberbia profesional, y estoy seguro de que nunca hubiésemos llegado a ser amigos. Hemos convivido y hemos sido correctos en el plano profesional, pero nunca hubiésemos tenido tregua. Jamás. Y no por mi parte. Pero la vida nos ha dado muchas opciones para conciliarnos y nunca hubo por su parte un esfuerzo. ¡Qué me parece fenomenal…! ¿Por qué tenía él que dar concesiones a Esplá…?

A continuación, con brillo en los ojos y la sinceridad que delata una mirada emocionada, cuando la noche apagaba los útimos ecos de la corrida, en el mismo escenario donde los dos protagonizaron sus más enconadas disputas, el torero desveló un deseo que guardaba entre sus íntimos sentimientos:

—Que hayamos tenido problemas no quiere decir que acumule ningún rencor. He sido admirador de Manzanares, lo he dicho siempre. Y solo he levantado la voz cuando me han puesto la mano en el pan, pero yo no tengo rencor ni artístico, ni humano, ni nada. Y si hubiese podido darle la mano hubiera sido para mí la satisfacción más grande de mi profesión: terminar abrazados José Mari y yo. Pero ya digo que hubiese sido, si no imposible, casi imposible.

Luis Francisco Esplá en Córdoba con el autor del texto. Foto Jurado

Por su grandeza humana nos emocionó el sincero homenaje del maestro Luis Francisco Esplá al inolvidable José María Manzanares, y quisimos anotarlo en nuestro blog para conocimiento de los aficionados que no lo vieron, porque lejos del pasteleo al uso de los españoles con los muertos, un matador de toros aireó retazos de su vida para mostrar algunas de las cicatrices que los toreros llevan en el alma. Pero lo hizo cuando habían curado, con elegancia, sin rencor, mostrando en todo momento su admiración y respeto por el compañero recordado, para proclamarlo «torero de toreros».

Las vivencias y roces propios de una profesión tan dura no han marchitado los sentimientos más nobles de Luis Francisco Esplá, que con estas declaraciones ha ofrecido un ejemplar y hermoso testimonio de humanidad que le honran como torero y como persona.