Por Antonio Luis Aguilera
El 22 de noviembre se presentó en Córdoba el libro «Manuel Calero Cantero “Calerito”.
Merecido Recuerdo», dedicado a la memoria de este gran matador de toros de la década de los años cincuenta, al que una cruel enfermedad segó la vida a los 33 años de edad. El autor es el cordobés Domingo Echevarría Echevarría,
que ya ha escrito varias obras taurinas, y ahora nos presenta esta lujosa publicación, editada por la Excma. Diputación Provincial de Córdoba.
Se trata de un volumen de gran formato (30 x 22 cm), que a través de más de
seiscientas páginas viene a saldar una cuenta con la historia del toreo
cordobés, al romper el silencio que han
hallado las generaciones de aficionados, que por razones de edad no vieron al valiente torero de
Villaviciosa, autor de una carrera que estuvo
jalonada de importantes éxitos en las plazas de España y América. Un trabajo riguroso, excelentemente documentado fotográficamente, que inserta numerosas crónicas y comentarios
de las revistas taurinas de su época. En suma, una magnífica labor de Domingo Echevarría, que no dejará indiferente a ningún aficionado que lea sus páginas para recrearse con esta biografía dedicada a Manuel Calero «Calerito».
«Calerito» toreando al natural. Foto Cuevas |
El autor cuida los detalles al contar la vida del torero de principio a fin, desde la primera inquietud del joven Manuel por «ser gente» en el toreo hasta el triste final del que fuera llamado el «Lobo de Villaviciosa», narrando con armonía sus etapas de becerrista y novillero, en Valencia y Córdoba, hasta llegar a la soñada tarde de la alternativa en la plaza cordobesa de «Los Tejares», con un encierro de Galache, de manos de Agustín Parra «Parrita», en presencia de José María Martorell. A continuación analiza cada uno de los capítulos que el espada escribió en los ruedos, con la verdad de sus triunfos y el tributo de sus cornadas, durante las temporadas de 1948 a 1957. Tras un apéndice estadístico, el libro nos habla de la vida de Manuel fuera de las plazas, de sus últimas actuaciones en festivales benéficos a partir de 1958, y en su ameno discurrir hasta sorprende al lector descubriendo el parentesco de «Calerito» con «Manolete», vía José Dámaso Rodríguez «Pepete». Finalmente, la obra contempla la figura del matador desde las Bellas Artes, hasta llegar al día «del último viaje», en palabras del genial poeta Antonio Machado. Por supuesto, no podía faltar una referencia a la fundación del «Club Calerito», la peña taurina más antigua de Córdoba, que cada feria de mayo, en memoria de su titular, premia con la «oreja de oro» al novillero que más orejas corte en las novilladas con picadores —si las empresas las organizan—, ofreciendo imágenes de todos los espadas que han sido galardonados.
En Sevilla con el miura «Rosalino» al que cortó las dos orejas... (Foto Cano) |
Recreándonos en las fotografías de la obra recordamos un comentario que siendo niños escuchábamos a los aficionados mayores. Hablaban del «toreo cordobés», de ese estilo que tras «Manolete», aceptaron y adoptaron los espadas de la tierra que le sucedieron para expresar su arte. Llama la atención observar como José María Martorell, «Calerito», o con menor fortuna en los ruedos Alfonso González «Chiquilín», manifestaron en las plazas la inmensa verdad del ajuste en el encuentro con el toro, y que con firmeza de plantas citaran con la muleta retrasada, ofreciendo su cuerpo con gallardía, aguantando —¡qué verbo más torero!— a que metiera la cara, para obligarlo con un toreo de manos bajas que eriza el vello y seca las gargantas, con ese arte sin fantasia, austero y seco, que acuñó el sello de «toreros de bragueta» para identificar a los toreros de esta tierra de califas.
... aunque la plaza pidió el rabo para el torero cordobés. Foto Cano |
Aún recuerdo aquel soleado día del 13 de noviembre de 1960, cuando tenía cinco años y como cada día, de la mano de mi abuela Pilar pasaba por el coso de «Los Tejares», donde siempre me asomaba a la puerta grande para mirar el ruedo entre la ranura de sus grandes hojas. Aquella excelente aficionada se detuvo en el pasillo que separan las dos palmeras —por donde sacaban a hombros a los toreros en las tardes de triunfo—, y con lágrimas en los ojos liberó la pena que sentía rezando una oración por «Calerito». Después, como comentarista taurino, pude observar el respeto y la admiración con que todos los compañeros hablaban de aquel torero. Pero «Calerito» no tenía quien le escribiera. Me dolía el silencio que envolvía la figura del gran torero, ese que ahora ha roto magistralmente Domingo Echevarría, para hacer justicia y narrar con verbo fácil, sentida emoción y profunda admiración, la carrera de un torero de Córdoba que debe llenar de orgullo a la afición de su tierra.
El sereno valor de «Calerito» |
SONETO A «CALERITO»,
de Domingo Echevarría.
Habla la historia, Manuel, de tu
tesón,
de tu firme valor y tu templanza;
de Rosalino, el Miura cornalón
de tu gesta triunfal en la Maestranza.
De Madrina, aquella bella canción,
donde Juana cantaba a tu bonanza;
de tu vida torera, de tu pasión,
que se truncó tan llena de esperanza.
Guarda el recuerdo de tu luz
primera:
Villaviciosa, tu tierra serrana.
Valencia, el de tu juventud torera.
Y tu Córdoba: su cariño infinito,
y el de su viejo río que aún emana
con tu esencia torera ¡Calerito!
Manuel Calero «Calerito». Foto Ortiz |
1 comentario:
Gran labor la de Domingo Echevarria dando a conocer la vida de un torero cordobes que fue importante en su epoca activa. Hay muy buenos toreros cordobeses que nunca recordamos por la sombra tan alargada de los 5 califas.enhorabuena por el libro.
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