lunes, 24 de mayo de 2021

NO PODRÁN DETENER LA PRIMAVERA

Por Antonio Luis Aguilera

Juan Ortega en Las Ventas

Pocas corridas de la madrileña feria de Vista Alegre han tenido buena respuesta de público. A la empresa corresponde averiguar las causas de la fría acogida de su programa, pero el San Isidro que nació con intención de tumbar en la lona a los gestores de la monumental de Las Ventas, se ha dado sin colas ni reventas, y los llenos que podían esperarse con el aforo reducido solo se dieron en alguno de los festejos de figuras.

Afortunadamente las vacunas están dando luz al oscuro túnel del Covid. Pero mientras las plazas abren sus puertas, la primera del mundo permanece cerrada como lo estuvo en abril la de Sevilla, esa preciosa joya que anunció carteles de farol a principios de primavera —pues de farol era imponer aforos a la Junta de Andalucía—, y que de momento solo está para ser fotografiada desde ambas orillas del río. No obstante, además de la pésima gestión de los que cortan el bacalao en el sindicato de empresarios, nos queda la esencia del toreo. El toreo por el que lucha gente de todos los colectivos dispuesta a dar lo mejor de sí misma.

Ahí están empresarios como José María Garzón y Alberto García, navegando en un mar de dificultades controlado por viejos bucaneros, que no solo han puesto en marcha esta temporada, sino que también lo hicieron el año pasado. Ganaderos que han resistido a la tragedia y la ruina de enviar camadas bravas al matadero. Picadores, banderilleros y mozos de espadas, que de la noche a la mañana se veían sin sustento para sus familias, porque el gobierno de la nación denegaba las ayudas económicas por el Covid al toreo. Y por supuesto la televisión, Canal Toros Movistar, que ha estado y sigue estando con el toreo, alimentando la llama con su programación para que llegue a todos los aficionados.

Pablo Aguado en Vistalegre. Foto Cultoro

A pesar de todo, la primavera del toreo ha vuelto a florecer exuberante, gracias a un maravilloso elenco de toreros, capaces de aficionar a la gente joven y llevarla a las plazas, que reciben con alegría a esas nuevas generaciones que se acercan al toreo. Los nombres de Emilio de Justo, Juan Ortega, Pablo Aguado o Ginés Marín, se suman a los de Morante, El Juli, Roca Rey, José María Manzanares, Diego Urdiales, Paco Ureña y otros más, para ofrecer un selecto catálogo de torería que promete emoción por la expresión de un arte singular, con sello propio.

Una nueva primavera con molestas mascarillas y aforos reducidos, donde se está toreando primorosamente de capa, con una despaciosidad desconocida, a toros con más de cinco años cumplidos —a mayor edad, mayor sentido— para que la afición pueda degustar excelsos lances a la verónica, algunos de tan añeja torería que parecen escapados de las viejas fotografías que explican la historia. Una primavera de verónicas en flor interpretadas con ritmo y acento personal, tan magistral como el de los grandes que dejaron su huella en el toreo. Una primavera de aterciopelado manejo de la muleta, conducida por muñecas de seda y clavando las zapatillas en la línea roja de la que habla Paco Ojeda, donde un trozo de tela sujeto a un palo es guiado con las yemas de los dedos para inmortalizar el toreo intemporal de Juan Ortega, cuyo arte versificado en estrofas pide poetas que le canten.

Juan Ortega en Vistalegre. Foto Mundotoro

Sin estar libres de la pandemia empezamos a ver la luz gracias a empresarios como José María Garzón y Alberto García, a quienes han seguido los hermanos García Jiménez. El toreo no puede estar paralizado por el inmovilismo de los miembros del selecto club, incapaces de ponerse a trabajar, necesita poner en marcha la locomotora de su actividad para remolcar a todos los estamentos. Llegará el día que algunos rendirán cuentas de su nefasta gestión. Mientras tanto ha de cundir el ejemplo de los nuevos, de los que han llegado con ganas de atraer a la juventud y llevarla a las plazas, como ha sucedido en la plaza de Córdoba, ofreciéndole abonos baratos y carteles de expectación. En el toreo no deben renovarse solo los escalafones de espadas y ganaderías, sino también el de empresarios que no han sabido estar a la altura en las terribles circunstancias que han tocado vivir.

Por fortuna, cuando la oscura noche parecía impedir la luz del día, la grandeza del toreo ha vuelto a florecer recordando los versos de Pablo Neruda: «Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera».

1 comentario:

Jose Morente dijo...

Grandioso artículo... ¡Como siempre!