Por Antonio Luis Aguilera
Andrés Roca Rey sale a hombros en Córdoba. Foto Manuel Murillo (Diario Córdoba) |
El pasado fin de semana se celebraron las dos corridas de toros de feria programadas en el coso de «Los Califas». La empresa ofreció unos carteles atractivos que, a pesar de la incertidumbre meteorológica, llevaron hasta la plaza a un gran número de espectadores el sábado por la tarde, cuando el aforo se cubrió en más de tres cuartos de la totalidad, y que por la intensa lluvia caída fue aplazado hasta el domingo a las doce del mediodía. Menos tirón tuvo el programado para ese mismo día por la tarde, donde los espectadores solo cubrieron algo más de un cuarto del aforo.
Lo primero a destacar es el considerable aumento de público y la gran respuesta a la oferta y trabajo previo de la empresa, que desde antes de Navidad puso a la venta los abonos con interesantes ventajas para quienes entonces los compraran, con garantía de devolución en caso de no estar de acuerdo con los carteles. Todo un acierto de «Lances de Futuro», que con esta atractiva forma de venta consiguió doblar el número de abonados de la plaza, que este año han rondado los 2.200.
Lo segundo, que ese acierto puede durar poco ante la decepcionante presentación del ganado adquirido para Córdoba, donde se han lidiado toros impropios de una plaza de primera categoría, prevaleciendo en ambos encierros ejemplares sin remate, anovillados, indignos por su falta de trapío de saltar a una plaza de primera categoría, donde ha quedado de manifiesto la nefasta actuación de los equipos presidenciales, que han hecho un flaco favor a la historia taurina de la ciudad permitiendo encierros de plazas no de segunda, sino de tercera categoría.
El domingo por la mañana se lidió la corridita de Domingo Hernández, una escalera presidida por dos zambombos y cuatro novilletes indignos del coso. «Morante de la Puebla» estuvo aseado con bellas reminiscencias gallistas ante el grandullón que abrió plaza, destacando un torerísimo y arriesgado quite a cuerpo limpio que hizo a «Lili» a la salida de un par de banderillas; Juan Ortega, que no tuvo opciones con su lote y solo pudo dibujar alguna pincelada de su gran clase, estuvo francamente mal con la espada, dándose la circunstancia que su segundo, un manso de libro emplazado de salida en los medios, ante la escandalosa protesta del público no aficionado, fue devuelto antirreglamentariamente por eso, por ser manso, lo que manifiesta el escaso criterio del palco; y Andrés Roca Rey fue el gran triunfador del festejo, cortando tres orejas que debieron de ser cuatro, porque la faena y estocada al sexto era de dos y fue premiada con una. El peruano, que anda a gorrazos con los toros, le formó un alboroto a esos ejemplares que debieron recordarle su etapa de novillero, a los que estoqueó con la misma contundencia que toreó, abandonando la plaza a hombros por la puerta grande.
En la plomiza y algo lluviosa tarde del domingo volvieron a lidiarse los toros de Álvaro Núñez Benjumea, corrida muy desigual, suelta y mansa en general, con cuatro ejemplares faltos de remate y anovillados, donde «Finito de Córdoba» dejó pinceladas de su clase en el saludo por verónicas al que abrió plaza, que acabó echándose antes de que el torero entrara a matar; Alejandro Talavante, que cortó una cariñosa oreja, demostrando que, aunque quiere, está lejos de ser el torero que dejó la profesión hace años en Zaragoza; y Pablo Aguado, que hizo el esfuerzo por volver a ser el torero que parece desaparecido y espera el aficionado.
Poca historia la de un ciclo corto donde hubo más sombras que luces, pues la empresa ha comprado un ganado impresentable para una plaza de primera categoría y, lo que es peor, la autoridad gubernativa se lo ha consentido. La ilusión de los aficionados que fueron al coso se tornó en decepción a la salida, esos pocos que, como sentenció «Jesulín de Ubrique», caben en un autobús. Así las cosas, vendiendo humo, como este año ha hecho el señor Garzón, Córdoba volverá a dar la espalda a esa plaza que la propiedad procura rentabilizar con conciertos musicales y bares ubicados en las antiguas taquillas, para aprovechar con veladores las amplias terrazas de los exteriores del inmueble. Una pena.
1 comentario:
Enhorabuena Antonio Luis por la acertada síntesis de lo que dieron de sí los festejos mayores del ciclo Taurino. Muy de acuerdo con el desbarajuste de criterio de la autoridad presidencial, flaco favor se hace a la situación ya lamentable por la que atraviesa la afición de Córdoba como para que encima se permitan ciertas decisiones desde el palco o desde las corraletas de reconocimiento.
Sin ánimo de controversia, sólo un matiz, con el que en un principio también tuve esa opinión que expresas acerca el toro devuelto presuntamente por manso, pero que una vez que saltaron los cabestros a hacer su función pude observar que el toro cojeaba ostensiblemente de la mano izquierda, y tengo mis dudas si la cojera (y por tantos u devolución) se produjo durante la lidia, si fue en banderillas (momento exacto en que se sacó el pañuelo verde) o se produjo una vez los mansos en el ruedo. Pero te puedo asegurar que el toro cojeaba arropado entre los mansos y sin embargo no lo observé durante la lidia. Un abrazo.
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