viernes, 2 de julio de 2021

EL NOBLE TESTIMONIO DE LUIS FRANCISCO ESPLÁ

Por Antonio Luis Aguilera 

Despedida de Luis Francisco Esplá en Madrid. Foto Diario El Mundo

El domingo 27 de junio, al terminar la transmisión televisiva ofrecida por Movistar Toros de la última corrida de la feria de Hogueras de Alicante, ciclo que este año ha estado dedicado al maestro José María Manzanares con motivo de conmemorarse el cincuenta aniversario de su alternativa, en el espacio titulado «El último tercio», donde entre otros tertulianos interviene el maestro alicantino Luis Francisco Esplá, este desgranó con amenidad y gracejo recuerdos de sus vivencias de infancia, juventud y madurez profesional con el espada homenajeado.

Luis Francisco habló de su relación nada cordial con Manzanares, siempre marcada por los celos de los dos bandos locales que se crearon en Alicante cuando eran unos chavales: «Yo era el torero del sol y José Mari el de la sombra», y que se mantuvieron durante las carreras de ambos espadas.

Las palabras cariñosas de Luis Francisco borboteaban con frescura hilando un discurso agradable, donde en todo momento prevalecía la admiración profunda que sentía por el compañero fallecido, y donde resplandeció con luz propia la nobleza del maestro, que abriendo las puertas a sus sentimientos reconoció con una sincera franqueza que lo engrandece como torero: «¡Manzanares ha sido siempre un torero de toreros... Admirado por todos... Y el que no lo haya hecho peor para él!».

Última tarde de José María Manzanares en Sevilla.

No obstante, cuando en la tertulia se comentó la dura competencia que en Alicante mantuvieron desde sus inicios, Luis Francisco reconoció la «alta tensión» que se sentía en la plaza cuando llegaban a la puerta de cuadrillas, encuentro donde según el torero no había sonrisas ni palmaditas en el culo, sino una rivalidad de verdad. Tan auténtica, aunque se saludaran protocolaria y respetuosamente, que cuando se apretaban las manos era una verdadera declaración de intenciones, donde ambos se miraban diciendo sin pronunciar palabra: «Ahora te vas a enterar ahí afuera».

Para argumentarlo con alguna de esas vivencias recordó la tarde del 4 de agosto de 1984 en Alicante, donde ante los encendidos partidarios locales se lidiaron toros de la ganadería de Manuel San Román, para José María Manzanares, que abría plaza, él y su hermano Juan Antonio.

—Iba a hacer un quite con mi hermano y a Manzanares le «calentaron los cascos» los Lozano. Se vino y me dijo:

—Si vais a hacer juntos un quite salgo y os corto el toro.

Yo le contesté:

José Mari en mi toro y en mi turno mando yo.

Pero él insistió:

—Pues me voy a cruzar.

Y sin mirarlo le dije:

—¡Como te cruces te pego una hostia que te arranco la cabeza!

Tras desvelar esta cruda pero real vivencia con el compañero y ante el toro, sentenció:

—¡Eso era el toreo... Y el beneficiado de todo era el público... No había historias ni teatro...!

Luis Francisco Esplá

Cuando la tertulia terminaba Germán Estela preguntó a Luis Francisco si de vivir José María creía que habrían cambiado la relación. Este respondió:

—Mira si viviese José Mari seguiríamos divorciados. Yo me he llevado perfectamente con la familia, pero José Mari tenía ese punto de soberbia profesional, y estoy seguro de que nunca hubiésemos llegado a ser amigos. Hemos convivido y hemos sido correctos en el plano profesional, pero nunca hubiésemos tenido tregua. Jamás. Y no por mi parte. Pero la vida nos ha dado muchas opciones para conciliarnos y nunca hubo por su parte un esfuerzo. ¡Qué me parece fenomenal…! ¿Por qué tenía él que dar concesiones a Esplá…?

A continuación, con brillo en los ojos y la sinceridad que delata una mirada emocionada, cuando la noche apagaba los útimos ecos de la corrida, en el mismo escenario donde los dos protagonizaron sus más enconadas disputas, el torero desveló un deseo que guardaba entre sus íntimos sentimientos:

—Que hayamos tenido problemas no quiere decir que acumule ningún rencor. He sido admirador de Manzanares, lo he dicho siempre. Y solo he levantado la voz cuando me han puesto la mano en el pan, pero yo no tengo rencor ni artístico, ni humano, ni nada. Y si hubiese podido darle la mano hubiera sido para mí la satisfacción más grande de mi profesión: terminar abrazados José Mari y yo. Pero ya digo que hubiese sido, si no imposible, casi imposible.

Luis Francisco Esplá en Córdoba con el autor del texto. Foto Jurado

Por su grandeza humana nos emocionó el sincero homenaje del maestro Luis Francisco Esplá al inolvidable José María Manzanares, y quisimos anotarlo en nuestro blog para conocimiento de los aficionados que no lo vieron, porque lejos del pasteleo al uso de los españoles con los muertos, un matador de toros aireó retazos de su vida para mostrar algunas de las cicatrices que los toreros llevan en el alma. Pero lo hizo cuando habían curado, con elegancia, sin rencor, mostrando en todo momento su admiración y respeto por el compañero recordado, para proclamarlo «torero de toreros».

Las vivencias y roces propios de una profesión tan dura no han marchitado los sentimientos más nobles de Luis Francisco Esplá, que con estas declaraciones ha ofrecido un ejemplar y hermoso testimonio de humanidad que le honran como torero y como persona.

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