domingo, 14 de febrero de 2021

NO ESTÁ EN JUEGO EL FUTURO, SINO EL PRESENTE

Por Antonio Luis Aguilera

Foto González Arjona

El inmovilismo y la estrategia cainita de las familias imperan en el mundo del toro. Los empresarios de las plazas grandes siguen atrincherados, esperando a que pase la pandemia, sin calibrar que lo que puede pasar a la historia es el propio toreo. Obcecados en mantener cerrados los cosos de no asegurar garantías, aguardan a que se les conceda el cincuenta por ciento de los aforos, porcentaje que de momento no cobra visos de realidad de no producirse un cambio radical en el panorama sanitario, oscuro como una tormenta por la lentitud en la administración de vacunas.

Así las cosas, gestores de plazas importantes como Valencia, Sevilla y Madrid confían en tiempos mejores para ofrecer programación en verano y otoño, parapetados en una asociación que los respalda al ocupar los cargos directivos, y que hace frente injustificada e irracionalmente a quienes pretendan alterar el orden establecido. El año comenzó hablándose de Sevilla, algunos medios daban fechas, nombres de espadas y divisas, pero conforme avanzaban las semanas todo parecía quedarse en un brindis al sol, en un amago de movimiento en las oficinas de la calle Adriano, donde no parece sobrar ilusión por programar sin garantías del porcentaje solicitado, que la Administración no asegura a ninguna otra actividad lúdica o comercial. También se habla que Valencia concentraría las corridas de Fallas con las de la feria de Julio; que Madrid podría ofrecer una larga feria de otoño con el paraguas de la televisión... Todo para más adelante. Ninguno de los gestores de las grandes parece dispuesto a dar el primer paso y poner en macha la actividad, como hacen desde que acabó el confinamiento otros sectores de la sociedad: cuándo, cómo y con lo que pueden.  

José María Garzón, Foto Rafael Ruiz

Por el contrario, empresarios jóvenes de otras plazas importantes no integrados en ninguna familia taurina, como Alberto García, gestor de Jaén y otros cosos, ha prologado la temporada programando en abril toros en Leganés, y si es autorizado por la Comunidad de Madrid –donde se autorizan conciertos, cines, teatro, pero no espectáculos taurinos– ofrecerá dos corridas y una novillada con picadores. También José María Garzón ha manifestado su intención de dar toros en mayo en Córdoba, aunque la feria haya sido suspendida, demostrando ambos que para ser empresarios, además de algo indispensable como es tener afición, es preciso emprender y hacer frente a las circunstancias. 

El planteamiento de los jóvenes gestores difiere del mantenido por los clásicos. Deben tener claro que el objetivo actual no puede centrarse en ganar dinero, algo que parece imposible de momento; ganar para guardar en la despensa no será posible, pero jugando bien las cartas tampoco perderán de lograr un consenso para equilibrar la contabilidad, cálculo posible de realizar cuando existen voluntad e ilusión por dar toros. Esta intención de movimientos requiere un plus de trabajo extra para hacer frente no solo a la adversidad, sino a la hostilidad de los piratas que controlan los mares del toreo, que procurarían hundir a los atrevidos veleros que surcan en las que consideran sus aguas.   

A propósito de lo anterior, resulta increíble que espadas considerados figuras miren para otro lado, sin querer saber de los atropellos que se exigen al negociar su nombre, y que por omisión validen los chantajes que se urden contra empresas, abortando carteles donde exigen incluir a representados que no interesan, para destrozar la función que se programa y multiplicar esas jugosas comisiones, que han permitido a algunos comisionistas un patrimonio antes exclusivo de quienes se jugaban la vida en el ruedo.

Pero igual que hay empresarios dispuestos a poner en marcha la maquinaria del toreo, también hay toreros y ganaderos dispuestos porque les duele la Fiesta y saben que es vital para el futuro. Sabemos que no son tiempos fáciles para nadie, pero el toreo no puede seguir escondido. No queda otra que dar un paso adelante y arrimar el hombro adaptándose a los tiempos que corren. Otro año sin toros sería insostenible para las ganaderías que no sacrificaron la pasada temporada, y que de sucumbir ante la necesidad estarían arrojando por el sumidero del matadero un caudal genético único, irrepetible e imposible de recuperar, para el que han sido necesarios muchos años de selección.

La pasada temporada José María Garzón fue el único empresario que organizó una corrida en plaza de primera, colocando con su gesto a Córdoba en el mapa taurino. Ahora, de persistir en su loable acción, puede que Córdoba impulse a Garzón a los primeros puestos de los empresarios más deseados para llevar cualquier plaza importante española, pues de ofrecer varias corridas en mayo demostrará saber manejar esa situación que orilla un sector viciado, inmovilista e injusto por las descalificaciones vertidas contra este gestor, que resultaron ser falsas.   

Según informa el diario EL MUNDO, la asociación ANOET ha recibido una carta firmada por nueve empresarios taurinos, dirigida al presidente Simón Casas, en la que se exige una asamblea general para elegir lo antes posible nueva junta directiva. En la misiva expresan su preocupación por la situación del sector, y entre los firmantes figuran José María Garzón, Alberto García, Óscar Polo o Maximino Pérez. Algo parece moverse en el toreo cuando varios empresarios quieren renovar la junta directiva que los representa.

Son momentos preocupantes donde es imprescindible la unidad. El toreo está siendo acosado por una jauría de políticos incompetentes, incultos e injustos, que, en su irrespetuosa e ilegal carrera por hundirlo, discriminan a los toreros denegándoles las ayudas extraordinarias aprobadas por el Covid para los artistas en espectáculos públicos, ayudas que los hombres de luces tienen que lograr mediante sentencias judiciales. El toreo no puede esperar nada de quien lo ignora y desprecia tan miserablemente, como los ridículos cargos ministeriales que hasta hace poco ocupaban los callejones en corridas televisadas y ahora desaparecen cuando se les necesita. Ni nada puede esperar de los medios de comunicación que miran hacia otro lado negando la información taurina. El toreo está más solo que nunca y necesita más unidad que nunca.

 Córdoba, 12 de octubre de 2020. Corrida con aforo reducido.

Una unidad que parece imposible cuando el silencio ha sido la única respuesta al llamamiento de la Unión de Criadores de Toros de Lidia a todas las asociaciones ganaderas para cerrar filas. O ante la insostenible situación de las novilladas, cuando los sindicatos de banderilleros y picadores se cierran a buscar soluciones que las hagan viables. El diálogo es más necesario que nunca para entender lo que está en juego. Nadie programa espectáculos ruinosos. Un novillero no deja de ser un aprendiz, y no puede llevar en la cuadrilla el mismo número de subalternos que un maestro de alternativa. Ni las empresas que ofrecen oportunidades de formación pueden sufragar gastos desorbitados de sueldos y cotizaciones a la Seguridad Social. Si las plazas de primera y segunda no pueden asumir los costes y marginan las novilladas ¿cómo van a hacerlo las de los pueblos? ¿Y si las novilladas siguen desapareciendo cuál es el futuro del toreo?

Un torero inactivo amigo nos enjuicia así la situación: «El toreo en el ruedo se caracteriza por la unión. Si hay que cortar un toro o torear un festival, ahí no hay problema. Pero fuera de la plaza, para mojarse por la profesión, no se hace nada ni se ha hecho a lo largo de la historia, salvo algunos toreros y hechos puntuales. Lo que pasa ahora, en la situación que se vive en España, es que se nos ven las vergüenzas a todos, porque el enemigo tiene el poder y las ideas claras, sabe a lo que va y lo que quiere. Y  en frente no tiene un ejército... Ni siquiera una pandilla. El lío es chico, porque estamos vendidos, completamente vendidos».

La pandemia está ahí y es una amenaza de la que no escapa la Fiesta. Pero el inmovilismo y la falta de unidad conducen al ostracismo y el olvido. No está en juego el futuro, sino el presente del toreo. 

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