Por Antonio Luis Aguilera
Foto González Arjona |
El inmovilismo y la estrategia cainita de las familias imperan en el mundo del toro. Los empresarios de las plazas grandes siguen atrincherados, esperando a que pase la pandemia, sin calibrar que lo que puede pasar a la historia es el propio toreo. Obcecados en mantener cerrados los cosos de no asegurar garantías, aguardan a que se les conceda el cincuenta por ciento de los aforos, porcentaje que de momento no cobra visos de realidad de no producirse un cambio radical en el panorama sanitario, oscuro como una tormenta por la lentitud en la administración de vacunas.
Así las cosas, gestores de plazas importantes como
Valencia, Sevilla y Madrid confían en tiempos mejores para ofrecer programación
en verano y otoño, parapetados en una asociación que los respalda al ocupar los
cargos directivos, y que hace frente injustificada e irracionalmente a quienes pretendan
alterar el orden establecido. El año comenzó hablándose de Sevilla, algunos
medios daban fechas, nombres de espadas y divisas, pero conforme avanzaban las
semanas todo parecía quedarse en un brindis al sol, en un amago de movimiento
en las oficinas de la calle Adriano,
donde no parece sobrar ilusión por programar sin garantías del porcentaje solicitado,
que la Administración no asegura a ninguna otra actividad lúdica o comercial. También
se habla que Valencia concentraría las corridas de Fallas con las de la feria
de Julio; que Madrid podría ofrecer una larga feria de otoño con el paraguas de
la televisión... Todo para más adelante. Ninguno de los gestores de las grandes
parece dispuesto a dar el primer paso y poner en macha la actividad, como hacen desde
que acabó el confinamiento otros sectores de la sociedad: cuándo, cómo y
con lo que pueden.
José María Garzón, Foto Rafael Ruiz |
Por el contrario, empresarios jóvenes de otras plazas importantes no integrados en ninguna familia taurina, como Alberto García, gestor de Jaén y otros cosos, ha prologado la temporada programando en abril toros en Leganés, y si es autorizado por la Comunidad de Madrid –donde se autorizan conciertos, cines, teatro, pero no espectáculos taurinos– ofrecerá dos corridas y una novillada con picadores. También José María Garzón ha manifestado su intención de dar toros en mayo en Córdoba, aunque la feria haya sido suspendida, demostrando ambos que para ser empresarios, además de algo indispensable como es tener afición, es preciso emprender y hacer frente a las circunstancias.
El planteamiento de los jóvenes gestores difiere
del mantenido por los clásicos. Deben tener claro que el objetivo actual no
puede centrarse en ganar dinero, algo que parece imposible de momento; ganar
para guardar en la despensa no será posible, pero jugando bien las cartas tampoco
perderán de lograr un consenso para equilibrar la contabilidad, cálculo posible
de realizar cuando existen voluntad e ilusión por dar toros. Esta intención de
movimientos requiere un plus de trabajo extra para hacer frente no solo a la
adversidad, sino a la hostilidad de los piratas que controlan los mares del toreo,
que procurarían hundir a los atrevidos veleros que surcan en las que consideran sus aguas.
A propósito de lo anterior, resulta increíble que
espadas considerados figuras miren para otro lado, sin querer saber de los atropellos
que se exigen al negociar su nombre, y que por omisión validen los chantajes que
se urden contra empresas, abortando carteles donde exigen incluir a representados
que no interesan, para destrozar la función que se programa y multiplicar esas jugosas
comisiones, que han permitido a algunos comisionistas un patrimonio antes exclusivo
de quienes se jugaban la vida en el ruedo.
Pero igual que hay empresarios dispuestos a
poner en marcha la maquinaria del toreo, también hay toreros y ganaderos
dispuestos porque les duele la Fiesta y saben que es vital para el futuro. Sabemos
que no son tiempos fáciles para nadie, pero el toreo no puede seguir escondido.
No queda otra que dar un paso adelante y arrimar el hombro adaptándose a los
tiempos que corren. Otro año sin toros sería insostenible para las ganaderías
que no sacrificaron la pasada temporada, y que de sucumbir ante la necesidad estarían arrojando por
el sumidero del matadero un caudal genético único, irrepetible e imposible de
recuperar, para el que han sido necesarios muchos años de selección.
La pasada temporada José María Garzón fue el único empresario que organizó una corrida
en plaza de primera, colocando con su gesto a Córdoba en el mapa taurino. Ahora,
de persistir en su loable acción, puede que Córdoba impulse a Garzón a los primeros puestos de los
empresarios más deseados para llevar cualquier plaza importante española, pues
de ofrecer varias corridas en mayo demostrará saber manejar esa situación que orilla un
sector viciado, inmovilista e injusto por las descalificaciones vertidas contra este gestor, que resultaron ser falsas.
Según informa el diario EL MUNDO, la asociación ANOET
ha recibido una carta firmada por nueve empresarios taurinos, dirigida al
presidente Simón Casas, en la que se
exige una asamblea general para elegir lo antes posible nueva junta directiva.
En la misiva expresan su preocupación por la situación del sector, y entre los
firmantes figuran José María Garzón,
Alberto García, Óscar Polo o Maximino Pérez.
Algo parece moverse en el toreo cuando varios empresarios quieren renovar la
junta directiva que los representa.
Son momentos preocupantes donde es
imprescindible la unidad. El toreo está siendo acosado por una jauría de políticos
incompetentes, incultos e injustos, que, en su irrespetuosa e ilegal carrera
por hundirlo, discriminan a los toreros denegándoles las ayudas
extraordinarias aprobadas por el Covid
para los artistas en espectáculos públicos, ayudas que los hombres de luces tienen
que lograr mediante sentencias judiciales. El toreo no puede esperar nada de
quien lo ignora y desprecia tan miserablemente, como los ridículos cargos
ministeriales que hasta hace poco ocupaban los callejones en corridas
televisadas y ahora desaparecen cuando se les necesita. Ni nada puede esperar de
los medios de comunicación que miran hacia otro lado negando la información
taurina. El toreo está más solo que nunca y necesita más unidad que nunca.
Córdoba, 12 de octubre de 2020. Corrida con aforo reducido. |
Una unidad que parece imposible cuando el
silencio ha sido la única respuesta al llamamiento de la Unión de Criadores de Toros de Lidia a todas las asociaciones
ganaderas para cerrar filas. O ante la
insostenible situación de las novilladas, cuando los sindicatos de banderilleros
y picadores se cierran a buscar soluciones que las hagan viables. El diálogo es
más necesario que nunca para entender lo que está en juego. Nadie programa espectáculos
ruinosos. Un novillero no deja de ser un aprendiz, y no puede llevar en la
cuadrilla el mismo número de subalternos que un maestro de alternativa. Ni las
empresas que ofrecen oportunidades de formación pueden sufragar gastos desorbitados
de sueldos y cotizaciones a la Seguridad Social. Si las plazas de primera y
segunda no pueden asumir los costes y marginan las novilladas ¿cómo van a
hacerlo las de los pueblos? ¿Y si las novilladas
siguen desapareciendo cuál es el futuro del toreo?
Un torero inactivo amigo nos enjuicia así la situación: «El toreo en el
ruedo se caracteriza por la unión. Si hay que cortar un toro o torear un
festival, ahí no hay problema. Pero fuera de la plaza, para mojarse por la
profesión, no se hace nada ni se ha hecho a lo largo de la historia, salvo algunos
toreros y hechos puntuales. Lo que pasa ahora, en la situación que se vive en
España, es que se nos ven las vergüenzas a todos, porque el enemigo tiene el
poder y las ideas claras, sabe a lo que va y lo que quiere. Y en frente no tiene un ejército... Ni siquiera una
pandilla. El lío es chico, porque estamos vendidos, completamente vendidos».
La pandemia está ahí y es una amenaza de la que no escapa la Fiesta. Pero el inmovilismo y la falta de unidad conducen al ostracismo y el olvido. No está en juego el futuro, sino el presente del toreo.
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