lunes, 19 de agosto de 2019

AL HILO DE LA CRÓNICA DE GONZALO BIENVENIDA

Por Luis Miguel López Rojas

Juan Ortega. Foto Plaza1
"La inmensa torería de Juan Ortega". Preciosa crónica la de Gonzalo Bienvenida y sobre todo, en mi opinión, la que mejor expresa los momentos que se vivieron en la plaza. Al menos coincide tal y cómo yo los viví y sentí. Así que mi enhorabuena por esa forma extraordinaria de escribir. También mi enhorabuena al torero, perdón, TORERO (con mayúsculas), que eso es lo que es Juan Ortega. Esa forma de sentir, de expresar, de andar por la plaza, de echar los vuelos, de acariciar… En definitiva, de torear.

Torería, eso que es tan complicado de describir, tan fácil de distinguir y tan difícil de ver. Por eso cuando el sevillano pegó ese trincherazo a un mulo por el que nadie daba un duro, la plaza crujió. Y después vinieron tres naturales que quedaron grabados a fuego en mi memoria, por esa fragua incandescente que tiene en sus muñecas. Y Madrid se hizo un manicomio. No hizo falta más, porque tampoco había para más.

Trincherazo de Juan Ortega. Foto Plaza1
Dicho lo cual, creo que ya va siendo hora de hablar alto y claro para decir a aquél que se autoproclama “productor de arte” y a sus veedores, que no hay derecho a soltar semejante corrida. Que en la confección de los carteles, por una parte está la elección de los toreros (bonito cartel el del día de la Paloma), la ganadería, pero por otra parte el ganado que se escoge en el campo. No me imagino las razones ocultas que pueden existir para elegir seis bueyes, más propios para tirar de las carretas del Rocío que para lidiarse (bueno, sí me las puedo imaginar: limpieza de ganado del año anterior, amiguismo, bajo precio…). Corrida mastodóntica, fea, con un promedio de 635 kilos (estos fueron los pesos: 572, 645, 646, 691, 586 y 669 kilos), cinqueña y algún ejemplar a escasos meses de cumplir los seis años. Eso no ha sido nunca el toro bravo, no lo es y espero que no lo sea. Pero la gota que colmó el vaso y el respeto que se le debe tener a la que se considera primera plaza del mundo, fue el sobrero de Osborne. ¡Ni para las calles de Castellón! No entiendo como un ganadero puede dejar un animal tan feo llegar a toro, como se puede lidiar en una plaza, y mucho menos en Madrid, salvo por su precio de saldo… También pongo en tela de juicio la labor de presidentes y veterinarios de Madrid y su concepto de “trapío”. Esa corrida de Martín Lorca se debería haber rechazado por no tener trapío. El día antes, en Gijón, una de la Quinta con 200 kilos menos, daba mucho más miedo. Luego podrán salir buenos, malos o regulares, como así ocurrió en el Bibio, pero nadie podrá negar que estaba en tipo de embestir y tenía mucho más trapío que la de Madrid.
Juan Ortega citando al tercero, de 646 kilos "en la pizarra". Foto Plaza 1
Sinceramente me sentí estafado. Se hace difícil acudir a los toros en agosto a Madrid, cuando todo el mundo está en la playa o bajo el aire acondicionado. Desplazarte de otros lugares, con los gastos que ello conlleva, para ver semejante esperpento salir por los toriles... ¡Hay que ser muy mal empresario para maltratar así a “sus clientes”, y no imagino esa “visión empresarial” en cualquier otro ámbito! Para “producir arte”, señor Casas, hacen falta herramientas. Pero independientemente de ello, ya apelo a la “sensibilidad” de aficionado que debe tener un empresario taurino. ¡Hay que tener muy poca sensibilidad para estrellar las ilusiones de tres toreros que van a jugarse la vida, que viven por y para el toro, con esta envenenada “oportunidad”! Y las ilusiones de los aficionados que acudimos a verlo. ¡Eso es una falta de respeto!
Inolvidables naturales de Juan Ortega. Foto Plaza1
A Juan Ortega le han caído unas cuantas bolitas de esas que decía Rafael de Paula que repartía Dios. Con diez o doce naturales el año pasado el día de la Paloma, dos verónicas y una media cumbres en Resurrección, y el trincherazo y los tres naturales que relata Gonzalo Bienvenida en su crónica, ha sido capaz de remover los cimientos de la Monumental de Madrid. Ha creado un halo de ilusión en los aficionados porque es un torero distinto. Es una irresponsabilidad dejar perder a un torero de este calibre, como lo fue darle semejante “oportunidad” con ese saldo ganadero. Hacen falta muchos Pablo Aguado y Juan Ortega en la situación en que se encuentra hoy el mundo del toro. Apelo a su responsabilidad señor Casas, como empresario y sobre todo como aficionado. ¡Qué no se vuelva a repetir, porque sería síntoma de que es usted muy mal empresario y “sobre todo” muy mal aficionado!

Juan, ¡qué ganas de volver a verte!


1 comentario:

Andrés Osado dijo...

DESPUES DE LEER ESTE VALIENTE COMENTARIO, ME VIENEN A LA MENTE ECOS DE TUS PALABRAS QUE, MÁS O MENOS PARECIDAS, HAS REPETIDO MUCHAS VECES.