Juan Ortega. Foto Plaza1 |
"La inmensa torería de Juan Ortega". Preciosa crónica la de Gonzalo
Bienvenida y sobre todo, en mi opinión, la que mejor expresa los momentos
que se vivieron en la plaza. Al menos coincide tal y cómo yo los viví y sentí.
Así que mi enhorabuena por esa forma extraordinaria de escribir. También mi
enhorabuena al torero, perdón, TORERO (con mayúsculas), que eso es lo que es Juan
Ortega. Esa forma de sentir, de expresar, de andar por la plaza, de echar
los vuelos, de acariciar… En definitiva, de torear.
Torería, eso que es tan complicado de
describir, tan fácil de distinguir y tan difícil de ver. Por eso cuando el
sevillano pegó ese trincherazo a un mulo por el que nadie daba un duro, la plaza
crujió. Y después vinieron tres naturales que quedaron grabados a fuego en mi
memoria, por esa fragua incandescente que tiene en sus muñecas. Y Madrid se
hizo un manicomio. No hizo falta más, porque tampoco había para más.
Trincherazo de Juan Ortega. Foto Plaza1 |
Dicho lo cual, creo que ya va siendo
hora de hablar alto y claro para decir a aquél que se autoproclama “productor
de arte” y a sus veedores, que no hay derecho a soltar semejante corrida. Que
en la confección de los carteles, por una parte está la elección de los toreros
(bonito cartel el del día de la Paloma), la ganadería, pero por otra parte el
ganado que se escoge en el campo. No me imagino las razones ocultas que pueden
existir para elegir seis bueyes, más propios para tirar de las carretas del
Rocío que para lidiarse (bueno, sí me las puedo imaginar: limpieza de ganado
del año anterior, amiguismo, bajo precio…). Corrida mastodóntica, fea, con un
promedio de 635 kilos (estos fueron los pesos: 572, 645, 646, 691, 586 y 669
kilos), cinqueña y algún ejemplar a escasos meses de cumplir los seis años. Eso
no ha sido nunca el toro bravo, no lo es y espero que no lo sea. Pero la gota
que colmó el vaso y el respeto que se le debe tener a la que se considera
primera plaza del mundo, fue el sobrero de Osborne. ¡Ni para las calles de Castellón!
No entiendo como un ganadero puede dejar un animal tan feo llegar a toro, como
se puede lidiar en una plaza, y mucho menos en Madrid, salvo por su precio de
saldo… También pongo en tela de juicio la labor de presidentes y veterinarios
de Madrid y su concepto de “trapío”. Esa corrida de Martín Lorca se debería
haber rechazado por no tener trapío. El día antes, en Gijón, una de la Quinta con
200 kilos menos, daba mucho más miedo. Luego podrán salir buenos, malos o
regulares, como así ocurrió en el Bibio, pero nadie podrá negar que estaba en
tipo de embestir y tenía mucho más trapío que la de Madrid.
Juan Ortega citando al tercero, de 646 kilos "en la pizarra". Foto Plaza 1 |
Sinceramente me sentí estafado. Se
hace difícil acudir a los toros en agosto a Madrid, cuando todo el mundo está
en la playa o bajo el aire acondicionado. Desplazarte de otros lugares, con los
gastos que ello conlleva, para ver semejante esperpento salir por los toriles... ¡Hay que ser muy mal empresario para maltratar así a “sus clientes”, y no imagino
esa “visión empresarial” en cualquier otro ámbito! Para “producir arte”, señor Casas, hacen falta herramientas. Pero
independientemente de ello, ya apelo a la “sensibilidad” de aficionado que debe
tener un empresario taurino. ¡Hay que tener muy poca sensibilidad para estrellar
las ilusiones de tres toreros que van a jugarse la vida, que viven por y para
el toro, con esta envenenada “oportunidad”! Y las ilusiones de los aficionados
que acudimos a verlo. ¡Eso es una falta de respeto!
Inolvidables naturales de Juan Ortega. Foto Plaza1 |
A Juan Ortega le han caído unas cuantas bolitas de esas que decía Rafael
de Paula que repartía Dios. Con diez o doce naturales el año pasado el
día de la Paloma, dos verónicas y una media cumbres en Resurrección, y el
trincherazo y los tres naturales que relata Gonzalo Bienvenida en su
crónica, ha sido capaz de remover los cimientos de la Monumental de Madrid. Ha
creado un halo de ilusión en los aficionados porque es un torero distinto. Es
una irresponsabilidad dejar perder a un torero de este calibre, como lo fue
darle semejante “oportunidad” con ese saldo ganadero. Hacen falta muchos Pablo Aguado y Juan Ortega en la situación en que se encuentra hoy el mundo del
toro. Apelo a su responsabilidad señor Casas,
como empresario y sobre todo como aficionado. ¡Qué no se vuelva a repetir,
porque sería síntoma de que es usted muy mal empresario y “sobre todo” muy mal
aficionado!
Juan, ¡qué ganas de volver a verte!
1 comentario:
DESPUES DE LEER ESTE VALIENTE COMENTARIO, ME VIENEN A LA MENTE ECOS DE TUS PALABRAS QUE, MÁS O MENOS PARECIDAS, HAS REPETIDO MUCHAS VECES.
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