Por Antonio Luis Aguilera
Terno pusísima y oro de «Manolete». Foto Sala Ansorena |
Ha sido la noticia de la semana. La sala Ansorena de Madrid sacará a subasta
pública el próximo 26 de enero, varios enseres profesionales que pertenecieron al matador de toros Manuel Rodríguez «Manolete». En concreto, un traje de luces color purísima y oro
(precio de salida fijado en 30.000 euros), dos capotes de brega, uno usado y
otro sin estrenar (precio de salida 8.000 euros), dos muletas (precio de salida
6.000 euros), y el fundón de las espadas que acompañó al inolvidable torero por los
callejones de todas las plazas de toros donde actuó (precio de salida 6.000
euros).
Ante lo que es legal no hay nada que objetar.
Cualquier persona es libre de hacer con su patrimonio lo que considere conveniente,
aunque pueda tratarse, como en este caso, de un tema sensible para los
aficionados, a los que cuesta aceptar el destino de parte de los avíos de quien ha sido una de las más
grandes figuras del toreo de toda la historia. Pero los sentimientos no rentan y figuran en otro
orden de valores.
Capotes de brega de «Manolete». Foto Sala Ansorena |
Hechos como este otorgan mayor valor a quienes han levantado el chalet del
torero en la cordobesa avenida de Cervantes, convertido gracias a la loable iniciativa del chef Juanjo Ruiz y de su directora Reme Romero, en un formidable y precioso
restaurante: «La Casa de Manolete Bistró». Los herederos lo intentaron derribar, pero el inmueble fue protegido por el Plan General
de Ordenación Urbana de Córdoba, tras el fallecimiento en noviembre de 1980 de
la madre del torero, cuando se pretendió su demolición para levantar en su lugar un
edificio de viviendas.
Era el lugar que la afición anhelaba para
convertirse algún día en el gran museo del torero, el lugar donde confluyeran todos
sus enseres, un reclamo de primer orden turístico para los
miles de peregrinos que siguen buscando por Córdoba las huellas de «Manolete». Pero
faltó cariño a su memoria y, por supuesto, iniciativa pública y privada, razón por la que la casa quedó
abandonada a su suerte hasta que fue adquirida por una constructora, que
al quebrar traspasó la propiedad a un banco, y finalmente
fue adquirida por un empresa cordobesa que la arrendó a los propietarios del prestigioso restaurante
que alberga. Gracias a ellos la casa está en pie y da gusto verla de lo bonita que la tienen.
Fundón de los aceros de «Manolete». Foto Sala Ansorena |
Hace años la vida nos deparó la gran sorpresa
de tener en nuestras manos varios de los objetos que salen a subasta el día 26,
concretamente los capotes y muletas (1), junto al esportón del espada y el de
su padre, ambos matadores del mismo nombre, apellidos y apodo profesional: Manuel Rodríguez Sánchez «Manolete». Ingenuamente, aún queríamos
pensar que algún día todos los enseres del matador podrían reagruparse y ser depositados
en el lugar que por derecho propio merece su memoria. Pero la realidad es la que es, no nos engañemos. Desde la
muerte del torero en la tierra donde nació ha faltado sensibilidad y cariño: ni los
herederos, ni el Ayuntamiento, ni ninguna entidad privada decidieron aunar esfuerzos y dar un paso adelante. Ahora salen a subasta algunos de sus enseres profesionales, como antes salieron otros. Los propietarios están en su legítimo derecho, como también lo están quienes recuerdan al torero con sincera admiración por su obra y gran tristeza por
el trato recibido, observando como chirría que unos lotes de sus avios hagan caja el año que se cumple el 75
aniversario de su muerte.
1 comentario:
Estoy de acuerdo con el comentario, pero no me sorprende nada, despues de ver lo que han hecho con el museo taurino. Esto no hubiera pasado en otra capital.Así nos va en Córdoba
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