domingo, 26 de septiembre de 2021

«EL PEREGRINO» (Sevilla, 24 de septiembre de 2021)

Por Luis Miguel López Rojas

«Juan Ortega cuajó el mejor toreo a la verónica que se ha realizado en la Maestranza en el siglo XXI».
Texto del Diario ABC de Sevilla. Foto Raúl Doblado.

Camino de Sevilla me preguntaba qué motivo razonable pudiera existir para que yo, un toledano, solo y sin compañía, hubiera decidido hacer mil kilómetros en un día para presenciar una corrida de toros. Por más que el mano a mano improvisado entre Morante y Juan Ortega en la Maestranza fuera un gran aliciente. Alguna causa, que convenciera a mi mente de que no era una locura, y de mi propia cordura… La razón, mi razón, no aparecía. Y donde acaba la razón, para aquellos que somos creyentes, empieza la fe. Y me sentí peregrino. Y le dije a mi mente que desde ese mismo instante era un peregrino. No hay más motivos.

Me preguntaba también cómo Juan Ortega, un torero de Sevilla, de Triana, cuyo toreo parece haberse concebido expresamente para pisar el albero maestrante, ha tardado siete años en ser anunciado en los carteles que cuelgan en la Avenida de Colón. Y no encontraba respuesta. 

Juan Ortega meciendo el lance a la verónica.
Foto Plaza de la Maestranza
Me preguntaba si Gallito y Belmonte hubieran nacido en nuestros días, si también habrían tardado siete años en ser anunciados. Y qué habría pasado con la edad de oro a la que tantas páginas y lecturas hemos dedicado. Y no encontraba respuesta. 

Me preguntaba si Juan Ortega hubiera nacido un siglo antes, en los tiempos de Gallito, en el mismo sitio que nació, en Triana, y Belmonte no hubiera ido a la novillada de Valencia, si no seguiríamos hablando hoy de “José y Juan”, pero de otro Juan, de apellido como el segundo de Gallito: Ortega. Y tampoco encontraba respuesta.

Y llegó la hora y el reloj de Dios, ese que mide en fracciones exactas, el que hace que las cosas pasen cuando tienen que pasar, se sincronizó con el que corona el coso del Baratillo. Eran las seis y veinte de la tarde del 24 de septiembre de 2021… Y yo estaba allí para presenciarlo.

El milagro del toreo a la verónica de Juan Ortega, de esa fragua incandescente que surge de lo más profundo de su alma. De ese corazón que late a compás, como guitarra que toca para marcar el ritmo del cante grande. Y sus muñecas se convierten en pincel y cincel. Pincel que pinta con fuego eterno en el lienzo de nuestra memoria. Cincel que hace de aquello una escultura con la que no pueda el tiempo, para que se lo podamos contar a nuestros hijos, a nuestros nietos… 

Lo vi, juro que lo vi. Vi la verónica de Cagancho, de Curro Puya,  la media de Belmonte… La “otra orilla”. Ese toreo que solo vi en fotografía, por tanto que nunca vi, pero que tantas veces imaginé… Y la música de la Maestranza, esta vez sí, tocó para recibirlo, para dar la buena nueva: La VERÓNICA DEL SIGLO XXI está aquí. Y para decirnos que aquello no era un sueño.  

«¡¡¡Juan Ortega!!! Sinfonía pura», Apunte de Humberto Parra sobre el 
toreo a la verónica de Juan Ortega. Publicado en Diario ABC de Sevilla.

Del resto de poco me acuerdo, ni creo que merezca la pena acordarnos. Un  milagro, es un milagro. Y yo «peregrino» tuve la suerte de presenciarlo. Y es que el reloj de Dios mide en fracciones exactas.

En el tren de vuelta a casa ya no había preguntas, sólo respuestas. Pero preferí cerrar los ojos y volver a soñar con ese cuadro que pintó Juan Ortega en mi memoria. 

¡Gracias, torero. Y viva Triana! 



1 comentario:

Antonio Luis Aguilera dijo...

Qué sensibilidad más grande la tuya, amigo Luis Miguel. Qué bonito lo cuentas y qué hondo lo sientes...
Me consta. Hemos visto corridas juntos siguiendo a Juan Ortega, hemos sido testigos de cómo el sistema ignoraba a un torero que no podía permanecer más tiempo escondido, a un torero que ha puesto a cavilar al escalafón y a pensar cómo ha podido estar siste años sin presentarse en Sevilla.
Lo que demuestra lo malos que son los taurinos de hoy día, los que pretendieron aburrirlo y mangarle al toreo un torero tan grande.
Un torero que habiendo toreado tan poco en siete años ha conmocionado al toreo por su temple liquido, ese que somete hasta ralentizar las embestidas y hacer que el aficionado se pregunte cómo se puede expresar yanta belleza y torear tan despacio.
Gracias, Luis Miguel. PLAZA DE LA LAGUNILLA siempre estará a tu disposición.
Un fuerte abrazo
Antonio