miércoles, 2 de septiembre de 2020

RECORDANDO A JAIME DE PABLO ROMERO

Por Antonio Luis Aguilera
Jaime de Pablo Romero y Cámara con el autor de este blog, Foto Marogo
Ha fallecido en Sevilla el ganadero don Jaime de Pablo Romero y Cámara, último representante de una familia que con este apellido dio muchas tardes de gloria al toreo. Conocí a Jaime en marzo de 1992, cuando atendiendo a mi petición se desplazó hasta Córdoba, para protagonizar una tertulia radiofónica sobre la historia de su vacada en Onda Cero Radio, que tuvo lugar en el Hotel Melía –el hotel de los toreros–, en la que también participaron el veterinario Antonio Paniagua y el aficionado Santiago Carrasco. Entonces había comprado a sus hermanos la totalidad del hierro de los toros más bonitos del toreo, cuando atravesaban un momento delicado, y luchaba con todas sus fuerzas para recuperar la casta que los caracterizó entre los más importantes en las ferias de categoría.
Me sorprendió su sencillez y agradable cordialidad, sus profundos conocimientos del toro -que tan bien supo explicar a la audiencia en aquella inolvidable tertulia-, y su amor por la divisa celeste y blanca, la que pretendía colocar de nuevo entre las más reconocidas del campo bravo. Sin embargo, tras una fuerte apuesta económica con unos resultados que no respondieron al esfuerzo, Jaime de Pablo Romero hubo de vender la ganadería que hoy lidia a nombre de Partido de Resina, el de la finca donde pastan las reses.
En homenaje a este ganadero romántico, reproducimos sus comentarios sobre el toro que buscaba, tanto en trapío como en su comportamiento en el ruedo. 
Sobre el trapío Jaime manifestó:
Precioso Pabloromero. Foto Aplausos
—El toro de Pablo Romero es fundamentalmente armónico. No excesivamente grande, perfectamente conjuntado, con gran volumen, corto de manos, cuesta abajo -como dicen los hombres del toro: que cuando el torero está delante de la cara, antes que los pitones ve la penca del rabo-. Tiene un gran desarrollo de los pechos, es muy fuerte. Muchas veces los toreros me comentan que se empeñan en juntarles las manos para entrarle a matar, y no se dan cuenta que con esa anchura de pecho es imposible.
Creo que lo más característico de este toro es la cabeza. La cara la tiene de forma triangular, es más ancho de lo normal de testuz que los toros de otras ganaderías. Además es un toro muy corto de cara y chato, el hocico muy pequeño y normalmente levantado hacia arriba. La posición de los ojos es algo especial, los tiene quizás más hacia atrás que otros toros, probablemente por la anchura que tiene de sienes o testuz, los tiene rajados -hay señoras a las que han llamado la atención los ojos de los Pablo Romero-, pues, en el cárdeno concretamente, suelen estar orlados de un tinte más oscuro, lo que hace parecer que se han dado una pinturilla, el rímel clásico que se dan las chavalas.
Una característica muy destacada es la testuz rizada. Tiene la cara muy seria, aunque no desagradable sino todo lo contrario, porque transmite nobleza seria, de hombre serio, maduro y noble. Sus astas no son excesivamente aparatosas, suele ser un toro astigordo, porque el inicio de la mazorca del pitón es bastante grueso, con lo cual, al no tener los pitones muy largos, no suele salir muy astifino. Otra característica es que suele ser astinegro, es decir, que prácticamente es un pitón donde no se diferencia una parte blanca y otra negra, sino que tiene casi todo su conjunto de color astinegro. Es de pezuña fina, de cabos finos, lo que dentro de una raza pura la define: la fineza de cabos y su conjunto armonioso.

Serio ejemplar de la célebre ganadería
Al ser preguntado sobre su consideración de un toro bravo, Jaime respondió:

—Hoy se dice que el toro debe ir a más como bravo. Creo que eso se ha dicho siempre. Pero yo distingo. Para mí el toro bravo es el que va a más en todos los tercios: el que toma el primer puyazo, el segundo yendo a más, el tercero a más, y después, si es capaz, toma el cuarto yendo a más. Es un toro al que le ponen los pares de banderillas yendo a más, y que acaba en la muleta yendo a más.
Creo que hoy eso es dificilísimo. Un toro que sea capaz de tomar cuatro puyazos, que soporte lógicamente en el tercio de varas los tres quites de cada uno de los toreros, que después fuera pronto, largo, rápido y con fijeza en banderillas, y que finalmente rompiera en lo que hoy tiene que hacer un torero, que es como mínimo dar del orden de cincuenta a sesenta pases, pues eso sería el ideal del toro.
Pero para mí lo que tiene que hacer es dar sensación de toro desde que sale hasta que muere. Y con eso digo bastante. Creo que tiene que ofrecer expectación en su salida; que en el caballo cumpla sobradamente; que haga un tercio de banderillas importante, con fijeza, velocidad, recorrido; y que después, en la muleta -yo no soy tanto de los cuarenta o cincuenta pases- que tenga los quince o veinte pases primeros y el torero sea capaz de aprovecharlos.
No cabe duda que todas las personas pueden tener cinco o diez minutos brillantes, lo que es difícil es que tengan seis u ocho horas. En los toros ocurre igual. Tienen diez, quince o veinte muletazos, y después, lógicamente, vienen a menos. Y si delante no tienen a un torero de calidad, que sea capaz de superar ese menos que hace el toro, la faena cae. Los aficionados y los públicos están hartos de verlo. Hay toreros para los que existe un momento que incluso el que no entiende les dice que lo mate, porque tiene las orejas, y sin embargo el hombre insiste, el toro acaba parándose, el torero enfriándose, y el público también. Al final al toro se le da una gran ovación y sin embargo el torero no da ni la vuelta al ruedo.
Creo que el toro tiene que ser importante desde su salida hasta su muerte. Si tiene tres puyazos, un tercio de banderillas completo, y cuarenta pases pues es lo ideal. Lo que pasa es que creo que no se da.
Lo fácil: hoy se está hablando de un toro que va a más, pero normalmente el primer tercio se ha eliminado, el segundo se hace rápidamente, y se acude únicamente a la muleta. Lógicamente, un toro que no se ha empleado en los tercios anteriores y que no se ha visto, porque no ha dado tiempo a hacerle las cosas mal o bien, pues si tiene calidad aguanta cuarenta, cincuenta o sesenta pases. Creo que el toro es mucho más completo que eso.
De izquierda a derecha; Antonio Paniagua, Rafael Baena (Realizador de Onda Cero),
Antonio L. Aguilera, Jaime de Pablo Romero, Alfonso Navalón -que no intervino en la tertulia-,
Andrés Rodríguez Ortigosa (Director del Hotel Meliá-Córdoba), y Santiago Carrasco.
Este es el testimonio de un ganadero romántico, de un enamorado del toro bravo que le encantaba transmitir su entusiasmo a los aficionados, que llenó de contenido una interesante tertulia taurina dedicada a su ganadería. Pocos años después del encuentro de Córdoba, Jaime hubo de venderla.
Con esta entrada manifestamos nuestro respetuoso y cariñoso homenaje a Jaime de Pablo Romero. Descanse en paz.



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