jueves, 2 de julio de 2020

CHICUELO Y MANOLETE: LA LÍNEA GALLISTA DEL TOREO

Por Antonio Luis Aguilera
Mirador, toro de la alternativa de Manolete. Sevilla, 2/7/1939
Se llamaba Comunista pero le cambiaron el nombre por Mirador, como si presagiara el de tantos críticos influyentes, que escribieron la historia del toreo mirando sin ver. Hoy se cumplen ochenta y un años de su lidia. Fue el toro de la alternativa de Manolete en Sevilla, apadrinado por Manuel Jiménez Chicuelo, y completando cartel Rafael Vega Gitanillo de Triana. La ganadería de Clemente Tassara, antes Parladé, corrida a beneficio de la Asociación de la Prensa. Manolete cruzó el dorado albero maestrante luciendo un traje color heliotropo y oro, y triunfaría cortando las orejas al rebautizado toro, aunque el gran triunfador de la calurosa tarde fue Chicuelo, al lograr las dos y el rabo del cuarto; Gitanillo de Triana no se fue de vacío y cortó las del quinto.
Chicuelo otorga la alternativa a Manolete
En la efeméride de aquella alternativa conviene recordar que Chicuelo no solo fue el padrino de la ceremonia, sino quien, al ceder los trastos a aquel espigado gallo de pelea, también otorgaba continuidad al toreo de línea gallista, que él había refinado con la gracia de su arte, y Manolete habría de elevar a definitivo durante su reinado.
José Alameda tuvo oportunidad de comentarlo con el mismo Manolete y levantó acta en su obra «Los arquitectos del toreo moderno» (Ediciones Bellaterra, 2010), donde escribió:

«… hemos visto que la aportación técnica de Manolete, su forma de obligar, tuvo una significación no sólo porque acortaba una distancia, sino porque lo hacía en rectitud. Esto no hubiera sido posible si Manolete hubiera estado en la línea de Belmonte, ya que, tal y como Belmonte entendía y practicaba el toreo, su cite oblicuo, su provocación en cruce, estaba cargado de razón.
El hecho es que Manolete procedía de la misma línea que Chicuelo. Esta afirmación sin duda parecerá sorprendente a muchos. Pero yo no digo que sea una opinión mía, me pongo categórico y sostengo que es una realidad, por eso he empezado diciendo «el hecho es». Y tan lo es que el primero en saberlo era el propio Manolete.
Corría el mes de febrero de 1946, cuando tuve ocasión de hablar con Manolete sobre este tema. Nos encontrábamos en el Hotel Reforma, de la ciudad de México, charlando mientras él terminaba de vestirse para acudir a una cita. Estaba en mangas de camisa, anudándose la corbata y, al oírme decir que yo encontraba mucha similitud entre su forma de torear y la de Chicuelo, volvió hacia mí sus ojos que revelaban una complacida sorpresa:


 Chicuelo al natural con Corchaíto, de Graciliano Pérez-Tabernero
—Así es —dijo sin titubear—, la gente no suele verlo, porque la gente no se fija en esas cosas, pero ese es mi toreo. Yo creo que el torero debe mantenerse lo más posible en su centro, en la línea. Y, en eso el mejor que yo he visto ha sido Chicuelo.
Todavía, mientras salíamos y tomábamos el elevador para dirigirnos a la calle, siguió con el tema, que parecía agradarle, y me contó que, a raíz de haber recibido de Chicuelo la alternativa, lo ayudó cuanto pudo no sólo porque algún pariente de Dora la Cordobesita (la esposa de Chicuelo), cordobés también y amigo suyo, se lo había pedido, sino porque el siempre había creído que esa era «la línea verdadera del torero».
—Lo que pasa –añadió– es que parecía que el Diablo le escogía los toros. Toro malo que venía en aquellos encierros le tocaba a él. Y como no peleaba mucho…
Manolete al natural con Perfecto, de Miura
Estábamos ya sobre la acera, en la esquina del paseo de la Reforma y la calle de París… Era el anochecer… México se adentraba en las horas en que la luz de sus faroles quietos se deja vencer por los focos movibles de los coches que pasan como en riada… En uno de aquellos coches, se fue Manolete. Pero lo que había dicho se quedó allí, conmigo, para que ahora pueda yo ponerlo en esta evocación.
Se comprende que, para la mayoría, resulte difícil advertir la similitud técnica de Manolete y Chicuelo bajo sus evidentes diferencias de figura, temperamento y conducta, que se traducían en un gran contraste de expresión.
Pero dentro del proceso del toreo moderno, pueden distinguirse claramente dos líneas o rutas que, si bien se influyen a veces mutuamente, conservan en lo profundo muy definido su trazo.
José Alameda
Una es la del toreo en cruce, de los lidiadores que caminan, toreo con traslación: Belmonte, Ortega, Arruza
Otra es la del toreo «en la línea», en que el torero busca ser centro y eje, toreo sin traslación: Chicuelo y Manolete».
El magistral análisis de José Alameda enseña que no debe confundirse la línea o procedencia del toreo, con su expresión artística o acento personal de cada torero. 
Gracias al genial Luis Carlos Fernández López-Valdemoro, hoy recordamos aquella alternativa que cambió el rumbo de la historia, con la confesión del propio Manolete sobre el origen de su toreo.  

1 comentario:

Jose Morente dijo...

Genial. Como siempre. La verdadera historia del toreo que no siempre coincide con la que nos han contado.

Un fuerte abrazo