Rodolfo Gaona: "Lo que antes hizo Manolete, no se le podía hacer a aquel toro". |
San
Sebastián, plaza veraniega de lujo, fue escenario de algunos de los mayores
triunfos de Gaona en España. Sin
duda por eso bautizó con el nombre de El Choko (clara evocación donostiarra) al
bar que tiene en su escondida residencia de Azcapotzalco, un torreón a la
izquierda del jardín, donde gusta de aislarse para hablar de toros, cuando lo
visitan sus íntimos.
A El Choko le llevé una tarde un rollo de celuloide, para saber
qué impresión le producía El Monstruo.
Gaona
había conocido personalmente a Manolete en una comida en que los
reunieron los redactores del diario Excélsior. Pero no lo había visto torear.
Cuando le pregunté el motivo, se encogió de hombros: «No tuve ocasión. Y
además, esos toreros larguiruchos nunca me inspiraron confianza». Fue toda su
respuesta. Gaona es así.
El gran Rodolfo Gaona |
Pero
yo monté el proyector y nos encerramos los dos a ver la película de la célebre
corrida de diciembre de 1946 aquella con Garza
y toros de Pastejé, que fue inolvidable para Manolete y lo es para
todos. ¿Quién la vio y no la recuerda?
Al
fondo del bar, junto a una mesita en la que apoyaba el codo izquierdo, se había
sentado Gaona; una copa de ginebra
al alcance de su mano y el sombrero de ala ancha todavía sobre la sien derecha.
Empezó
a transcurrir la película. Muda y fría. Sin color y sin ambiente. Los toreros parecían fantasmas grises flotando
por el ruedo. En lugar de pasodoble el ruido sordo del proyector. Pero era un
documento.
Manolete, en la pantalla toreaba a un toro negro. Su primero de
aquella tarde. Un toro largo y hondo (sobre los quinientos kilos), alto de
agujas y delantero de pitones. Incierto y de sentido. Un toro con pólvora, para
una faena de guerra.
Manolete, erguido, la muleta en la zurda, luchaba con el toro y con
la geometría. Para que el pitón izquierdo, que le pespunteaba el muslo derecho,
no consiguiera alcanzarlo. Manteniéndole la distancia. En corto y sin echarle
la muleta hacia adelante. Porque a los toros inciertos no se les puede
adelantar el engaño. Eso se queda para con los toros claros, cuando el diestro
quiere dar vistosidad y dimensión a la suerte, en alarde de templanza mientras
atrae al toro. Pero a un toro incierto no se le puede avanzar la muleta, como
no sea para torearlo de pitón a pitón. Solo lo intentaría un loco. Y solo puede
aconsejarlo un Corrochano.
Rodolfo Gaona: "Ahora comprendo porque Manolete fue lo que fue...". Foto Mari |
A la mitad de la faena, vi que la silueta de Rodolfo Gaona se desprendía de la
sombra, avanzando. Se había puesto de pie, como el espectador que se levanta en
el tendido por el resorte de la emoción. Ahora, junto al haz blanco del
proyector, estaba con las manos a la espalda, el pecho hacia adelante, el
cuello tenso, bebiéndose aquella faena de El Monstruo al toro negro de
Pastejé.
Así
estuvo hasta que cayó el toro. Y allí se quedó. Pero, después, soltó las manos
y aflojó el cuerpo para ver al toro siguiente. Fue Buen Mozo, aquel toro
ancho y noble, al que Garza le dio
pases imponentes y le cortó las orejas y el rabo.
Rodolfo Gaona: "Cuando se hace eso, se tiene que ser un torero de época" |
De
pronto, Gaona se volvió hacia mí: —«Fíjate
—me dijo— este narizón (así acostumbra llamarle a Garza), está toreando muy bien, pero el toro es bueno. Lo tremendo
fue lo otro, porque, lo que antes hizo Manolete, no se le podía hacer a
aquel toro».
—«Ahora
comprendo porque Manolete fue lo que fue: cuando se hace eso, se tiene que ser
un torero de época».
Terminó
la película. Se prendieron de nuevo las luces de El Choko. Y, sobre los
muros, brillaron los colores barnizados de los viejos carteles… 1912… 1914…
Sevilla… Madrid… Rafael Gómez El Gallo, Rodolfo Gaona, José Gómez Gallito y Juan Belmonte… Recuerdos que conserva El Indio Grande de su hora estelar, en la época
estelar del toreo… Al frente de ellos, un cartel del año catorce: Plaza de
toros de San Sebastián. Seis toros de Santa Coloma. Gaona y Gallito. Mano a mano.
Acaso
este cartel explica el nombre de El Choko. Como el historial de Gaona explica porque un hombre puede
comprender a Manolete con un solo trozo de película.
Rodolfo Gaona: El Indio Grande de su hora estelar, en la época estelar del toreo... |
Gaona
sigue viendo y sintiendo el toreo desde el terreno dramático que va del muslo
de oro, al diamante del pitón. Por eso, de golpe y sin más, entendió a Manolete.
Y, por eso, algunos no lo entenderán nunca.
Gregorio
Corrochano ha escrito un libro en el
que le llama a Manolete torero de trucos. Y eso no puede pasarse por alto. Porque
toca no solo un problema de técnica taurina, sino un problema moral. Vale tanto
como decir que el torero, a sabiendas, se dedicaba a engañar al público, que
fue un defraudador y, por ende, que el público todo (no solo el de España, para
el que escribe Corrochano, sino el
del ancho mundo taurino) está formado por bobos y por papanatas. Tales afirmaciones
no pueden soltarse impunemente y menos así, de pasada como, como quien no
quiere la cosa, cual deslizada mercancía de contrabando. Ni Manolete
fue un sinvergüenza, ni los demás somos idiotas. Hay que calibrar el alcance de
lo que se escribe.
La
propensión de algunos a esgrimir el llamado argumento de autoridad, el me dijo Fuentes, o me contó Joselito,
recurso admitido aunque secundario, suele combinarse con la coincidencia de
invocar casi exclusivamente testimonios de toreros ya desaparecidos.
"Algunos no lo entenderán nunca" (Pepe Alameda). Manolete por Enrique Moratalla Barba |
No
es, por fortuna, el caso de Rodolfo
Gaona, que vivo está y sea por muchos años.
Pero,
además, creo que bien valía la pena esta evocación. Junto a los viejos carteles
de El Choko, fue bello aquel mano a mano entre los ojos de Rodolfo Gaona y el espectro de Manolete.
Por
eso no he resistido a la tentación de contarlo.
Por PEPE ALAMEDA, de “El Redondel”
NOTA: El magnífico texto que reproducimos fue editado en Bilbao por el Grupo Amigos de Manolete. Nos lo envía desde México el aficionado manoletista y amigo David Manolo Castilla Bustamante.
MANOLO CARACOL CANTA A MANOLETE
2 comentarios:
¡Qué forma más bonita de entender a Manolete la de Gaona, contada por Pepe Alameda! Y que gracias a Antonio Luis Aguilera y su plaza de la Lagunilla, aquí nos transcribe.
La única fuente “fiable” para entender el toreo de la que deberíamos beber los aficionados que nunca nos hemos puesto “delante”, son los toreros. Bien es cierto, que los toreros han sido reacios a explicar la tauromaquia, y en algunas de las ocasiones la han interpretado para su propio interés (todos sabemos a quién me refiero). Pero cuando se abren y emiten una opinión sincera sobre un compañero, sobre todo si escuchas o lees la que, varios toreros de una misma generación tienen, te puedes hacer una idea bastante fidedigna de la importancia y magnitud del opinado.
Por eso me ha encanta “escuchar” (me refiero realmente a leer) a los toreros, por eso entre otras cosas, me ha encantado esta entrada. Si me permiten, les recomiendo que lean el libro de Filiberto Mira “Manolete, vida y tragedia” que editó la revista “Aplausos”, porque en él se recogen la opinión de muchos toreros sobre Manuel Rodríguez. Impresiona escucharlos.
Muchas gracias Antonio por mantener viva la Plaza de la Lagunilla a través de su blog y la llama de Manolete en nuestros corazones.
Un fuerte abrazo.
Gracias Luis Miguel a vosotros, los lectores, y de forma más concreta a los apasionados de la historia del toreo como tú.
Un fuerte abrazo
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