Por Agustín de Foxá
Manolete por Pepe Sala |
Viene el juego de Grecia por el
Mediterráneo,
¡oh toros entre redes de los vasos
de Creta!
Pasifae en la playa contempla
enamorada
al blanco toro entre la espuma
fresca.
¿Fue en la vieja Tartesos que
exportaba la plata
la primera verónica? ¿En que
arcilla alfarera
que hoy es arqueología citó el
primer torero
con púrpura fenicia a la mortal
cabeza?
Muchos siglos prensados cual
dorado racimos,
¡oh, MANOLETE!, hasta llegar a tu
muleta.
¡Cuánta herida y mugido hasta tu
pase de oro!
¡Qué pedestal de sangre te
sustenta!
Bisontes de Altamira, abultados en
ocre,
¿soñaron tu verónica que da alas a
la seda?
Negros toros ibéricos incendiadas
las astas
murieron sin la gloria de tu
arena.
De la primera línea de las Plazas
lejanas
a nuestra retaguardia
sencillamente llegas.
Noventa y tres ciudades del toro
has conquistado.
Noventa y tres redondas Alhambras
se te entregan.
Ya están bajo la noche de las
ganaderías
fraguando los feroces combates de
la tierra.
Ríos de sangra brava se encrespan
en los prados
e instintos milenarios, para que
tú los venzas.
La puerta de la Gloria ya está
abierta; has entrado
al Teatro terrible de la muerte de
veras.
¡Qué perfume de dehesas en el toro
cegado
del toril con su noche a una plaza
sin velas!
La cornada en la seca armazón del
caballo
ha abierto la sorpresa de unas
entrañas frescas.
Y en el quite te llevas prendidas
las heridas
y en la leña del asta cuaja un
abril de seda.
Manolete con un miura en Valencia |
Ya está el toro en el centro; paso
a paso despacio,
te acercas al asombro de una
embestida ciega
y deshojan su empuje dieciséis
naturales
como pétalos rojos que en el aire
se quedan.
El terreno del toro ya es tuyo. ¡Y
qué terrible
esa arena arrancada a su mar de
violencia!
¡Qué tierra movediza donde pones
tu estatua
con un seto de Muerte que erizado
te aprieta!
ya es intangible el toro; ya es
inútil la malva.
La fina flor del campo y el Betis
que la riega
solo la Muerte puede eternizar su
giro
cuando, cuadrado, el rayo
fulminador le acecha.
¡Qué tempestad de plata en su
jardín de entrañas!
¡Qué vidrio en su mirada cuando
inmóvil se queda!
Destruido por dentro, y por fin se
derrumba
humillando a tus plantas su
almenada cabeza.
Luego, amaranto y oro, o de
manzana y plata,
das el giro al anillo, el trofeo
en tu diestra,
como brasa de sangre, y parece la
Plaza
un velero arbolado de pañuelos que
vuelan.
Dos mil años de lidia sobre esta
piel de España
(¡oh cráteres de luna de su
redonda tierra!)
hasta ti, MANOLETE, que das ritmo
y medida
al anárquico empuje del instinto y
la fuerza.
Yo saludo al torero más valiente
en el ruedo.
Saludo el abanico difícil de tu
izquierda,
que hace al toro satélite, luna de
tu oro antiguo
surtidor de odaliscas, hoy
cubierto con tierra,
que te dio esa elegancia de califa
sin trono,
de Almanzor que no vuelve, que es
desdén y nobleza.
MEZQUITA por Vicente Amigo
MEZQUITA por Vicente Amigo
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