domingo, 15 de diciembre de 2019

POEMA A MANOLETE


Por Agustín de Foxá
Manolete por Pepe Sala
Viene el juego de Grecia por el Mediterráneo,

¡oh toros entre redes de los vasos de Creta!

Pasifae en la playa contempla enamorada

al blanco toro entre la espuma fresca.

¿Fue en la vieja Tartesos que exportaba la plata

la primera verónica? ¿En que arcilla alfarera

que hoy es arqueología citó el primer torero

con púrpura fenicia a la mortal cabeza?

Muchos siglos prensados cual dorado racimos,

¡oh, MANOLETE!, hasta llegar a tu muleta.

¡Cuánta herida y mugido hasta tu pase de oro!

¡Qué pedestal de sangre te sustenta!

Bisontes de Altamira, abultados en ocre,

¿soñaron tu verónica que da alas a la seda?

Negros toros ibéricos incendiadas las astas

murieron sin la gloria de tu arena.

De la primera línea de las Plazas lejanas

a nuestra retaguardia sencillamente llegas.

Noventa y tres ciudades del toro has conquistado.

Noventa y tres redondas Alhambras se te entregan.

Ya están bajo la noche de las ganaderías

fraguando los feroces combates de la tierra.

Ríos de sangra brava se encrespan en los prados

e instintos milenarios, para que tú los venzas.

La puerta de la Gloria ya está abierta; has entrado

al Teatro terrible de la muerte de veras.

¡Qué perfume de dehesas en el toro cegado

del toril con su noche a una plaza sin velas!

La cornada en la seca armazón del caballo

ha abierto la sorpresa de unas entrañas frescas.

Y en el quite te llevas prendidas las heridas

y en la leña del asta cuaja un abril de seda.
Manolete con un miura en Valencia
Ya está el toro en el centro; paso a paso despacio,

te acercas al asombro de una embestida ciega

y deshojan su empuje dieciséis naturales

como pétalos rojos que en el aire se quedan.

El terreno del toro ya es tuyo. ¡Y qué terrible

esa arena arrancada a su mar de violencia!

¡Qué tierra movediza donde pones tu estatua

con un seto de Muerte que erizado te aprieta!

ya es intangible el toro; ya es inútil la malva.

La fina flor del campo y el Betis que la riega

solo la Muerte puede eternizar su giro

cuando, cuadrado, el rayo fulminador le acecha.

¡Qué tempestad de plata en su jardín de entrañas!

¡Qué vidrio en su mirada cuando inmóvil se queda!

Destruido por dentro, y por fin se derrumba

humillando a tus plantas su almenada cabeza.

Luego, amaranto y oro, o de manzana y plata,

das el giro al anillo, el trofeo en tu diestra,

como brasa de sangre, y parece la Plaza

un velero arbolado de pañuelos que vuelan.

Dos mil años de lidia sobre esta piel de España

(¡oh cráteres de luna de su redonda tierra!)

hasta ti, MANOLETE, que das ritmo y medida

al anárquico empuje del instinto y la fuerza.

Yo saludo al torero más valiente en el ruedo.

Saludo el abanico difícil de tu izquierda,

que hace al toro satélite, luna de tu oro antiguo

con órbita de estrellas.
Mezquita de Córdoba
Yo saludo en ti a Córdoba, olivares y ermitas,

surtidor de odaliscas, hoy cubierto con tierra,

que te dio esa elegancia de califa sin trono,

de Almanzor que no vuelve, que es desdén y nobleza. 

MEZQUITA por Vicente Amigo



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