jueves, 19 de septiembre de 2019

ANDRÉS LUQUE GAGO


Por Antonio Luis Aguilera

Andres Luque Gago se despide del toreo en la Maestranza en la feria de abril de
 1986, en presencia de Curro Romero, Rafael de Paula y Paco Ojeda. Foto Arjona.
El pasado miércoles 18 de septiembre fallecía en Sevilla Andrés Luque Gago, extraordinario torero de plata y entrañable persona, que tuve la suerte de conocer en el mes de mayo de 2004, en una noche mágica de tertulia con los amigos de "Tercio de Quites" celebrada en la antigua Taberna de Paco Acedo, a la sombra de la Torre de la Malmuerta, cerca de la Plaza de la Lagunilla, en el corazón de la Córdoba taurina: el Campo de la Merced. Fue una tertulia tan entrañable y torera, que publiqué este sencillo recuerdo que Andrés me agradeció siempre que nos saludamos en Sevilla. Hoy lo reproduzco como homenaje al gran torero y mejor persona.

Andrés Luque Gago. Foto Arjona
Elegante en los ruedos y en la vida. En la arena, su poderoso capote acarició y enseñó a embestir; en la calle, su palabra seduce hablando de toros con gracia y magisterio. Así es Andrés Luque Gago, torero sevillano que durante tres largas décadas otorgó señorío al traje de plata. Como escribiera en inolvidables versos su paisano Antonio Machado, un hombre bueno, que luce con juncal torería sus setenta y tres años, y regala una sonrisa, franca como su verbo, a quien quiera asomarse a un alma torera dispuesta a abrir sus puertas de par en par.
Fue una noche de mayo, en el barrio de la Merced, cuna de inolvidables toreros cordobeses, donde Andrés Luque Gago se “sintió” recordando su carrera. Junto a la Malmuerta, la torre que vio jugar al toro a Lagartijo, Guerrita y Machaco, desgranó con delicadeza momentos de su vida profesional junto a los más grandes de su tiempo: Curro Girón, Luis Miguel Dominguín, Antonio Bienvenida, Antonio Ordóñez, Paquirri, Rafael de Paula... Dos horas y media sin un reproche, ni una palabra malsonante. En su corazón sólo había admiración para todos los toreros; para los de antes y los de ahora, porque todos fueron y son sus compañeros.
Actuación magistral en el corazón de la Córdoba torera. Faena medida, con sentido de la lidia y ligazón que perfumó de torería la veterana taberna de Paco Acedo, la que albergó a Manolete con sus amigos y hoy reúne a los de “Tercio de Quites”, aficionados que buscan noches mágicas a la luz de las estrellas. ¡Andrés Luque Gago, torero en la plaza y señor en la vida! Qué el Cristo del Gran Poder, la sagrada imagen tallada por un cordobés que venera Sevilla, bendiga a quien cada tarde de corrida, antes de salir del hotel camino de la plaza, le decía confiado: ¡Hasta luego, Señor!

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