Por Antonio Luis Aguilera
Andres Luque Gago se despide del toreo en la Maestranza en la feria de abril de
1986, en presencia de Curro Romero, Rafael de Paula y Paco Ojeda. Foto Arjona.
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El pasado miércoles 18 de septiembre fallecía en Sevilla Andrés Luque Gago, extraordinario torero de plata y entrañable persona, que tuve la suerte de conocer en el mes de mayo de 2004, en una noche mágica de tertulia con los amigos de "Tercio de Quites" celebrada en la antigua Taberna de Paco Acedo, a la sombra de la Torre de la Malmuerta, cerca de la Plaza de la Lagunilla, en el corazón de la Córdoba taurina: el Campo de la Merced. Fue una tertulia tan entrañable y torera, que publiqué este sencillo recuerdo que Andrés me agradeció siempre que nos saludamos en Sevilla. Hoy lo reproduzco como homenaje al gran torero y mejor persona.
Andrés Luque Gago. Foto Arjona |
Elegante
en los ruedos y en la vida. En la arena, su poderoso capote acarició y enseñó a
embestir; en la calle, su palabra seduce hablando de toros con gracia y
magisterio. Así es Andrés Luque Gago, torero sevillano que
durante tres largas décadas otorgó señorío al traje de plata. Como escribiera
en inolvidables versos su paisano Antonio Machado, un hombre
bueno, que luce con juncal torería sus setenta y tres años, y regala una
sonrisa, franca como su verbo, a quien quiera asomarse a un alma torera
dispuesta a abrir sus puertas de par en par.
Fue una noche de mayo, en el barrio de la Merced, cuna de
inolvidables toreros cordobeses, donde Andrés Luque Gago se “sintió”
recordando su carrera. Junto a la Malmuerta, la torre que vio jugar al toro a Lagartijo,
Guerrita y Machaco, desgranó con delicadeza momentos de su vida
profesional junto a los más grandes de su tiempo: Curro Girón, Luis
Miguel Dominguín, Antonio Bienvenida, Antonio Ordóñez, Paquirri,
Rafael de Paula... Dos horas y media sin un reproche, ni una palabra
malsonante. En su corazón sólo había admiración para todos los toreros; para
los de antes y los de ahora, porque todos fueron y son sus compañeros.
Actuación magistral en el corazón de la Córdoba torera.
Faena medida, con sentido de la lidia y ligazón que perfumó de torería la
veterana taberna de Paco Acedo, la que albergó a Manolete con sus
amigos y hoy reúne a los de “Tercio de Quites”, aficionados que buscan noches
mágicas a la luz de las estrellas. ¡Andrés Luque Gago, torero en
la plaza y señor en la vida! Qué el Cristo del Gran Poder, la sagrada imagen
tallada por un cordobés que venera Sevilla, bendiga a quien cada tarde de
corrida, antes de salir del hotel camino de la plaza, le decía confiado: ¡Hasta
luego, Señor!
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