domingo, 20 de enero de 2019

EL TOREO EN LOS AÑOS CUARENTA Y CINCUENTA (y II)

Por Antonio Luis Aguilera
Reencuentro en Córdoba de José María Martorell,
Agustín Parra y Manolo Vázquez. Foto Marogo
2ª parte de la Tertulia taurina celebrada el 26 de abril de 1991 en el Hotel Meliá Córdoba con los matadores de toros Agustín Parra Dueñas, José María Martorell Navas y Manuel Vázquez Garcés. Fue emitida por Onda Cero-Radio Córdoba, y figura incluida en el libro del autor de este blog "Tertulias Taurinas en Córdoba 1991-1992", editado por la Diputación Provincial de Córdoba.

Antonio L. Aguilera: ¿Y qué opinan de las corridas que hoy se califican de gestas por considerarse duras?
Manolete otorga la alternativa a Agustín Parra Parrita 
en Valencia, el 9 de mayo de 1945. Foto Finezas
Agustín Parra Parrita: Siempre ha habido corridas de toros duras, algunas que nos ha costado más trabajo ponernos delante, por ejemplo Miura ha sido menos agradable, pero las figuras del toreo siempre hemos toreado ganaderías de toda índole. Yo he toreado de todas. Hacer un gesto de esos ahora creo que importa más a la gente que al torero. A este, por regla general, le importa muy poco torear una ganadería u otra.
Uno siempre intenta comer lo mejor posible, pero eso no tiene importancia, es normal, además es necesario demostrar a la gente que no son tan terroríficos ni muchísimo menos. Recuerdo que hace pocos años torear una corrida de Victorino era como ir a la guerra. Y no es tan fiero el león, porque el toro de Victorino, gracias a Dios, ha cogido a muy pocos toreros. Sin embargo, este año en la feria de Sevilla tres o cuatro hombres han ido para la enfermería con las de los grandes ganaderos, pero claro, la gente piensa que es una heroicidad. No, es lo que tienen que hacer, lo normal para que a la gente se le quite ese morbo de que la corrida va a coger a los toreros. No, a esa le van a cortar las orejas igual que a las otras.

Manolo Vázquez en la tertulia. Foto Marogo
Manolo Vázquez: Lo que ha dicho Agustín es una verdad como un templo. Se habla de la corrida de Victorino y resulta que esa ganadería, los que estamos aquí, la hemos matado en nuestra época, era lo de Escudero Calvo. Recuerdo haberlas matado en Bilbao. José María y Agustín, lo mismo, o sea, que es una ganadería en la que solo se habla de Victorino, porque este, por lo que sea, es muy inteligente, muy listo. Lo suyo creo que lo conocemos desde hace muchos años los tres matadores que estamos aquí. Victorino es lo de Escudero Calvo. Agustín se ha ido aún más atrás, a lo de Albaserrada. Y se mataban…
Miura ha sido una ganadería que nosotros matábamos las corridas y no llegaba la sangre al río. Era una corrida no digo blanda ni dura sino normal, de las que se toreaba en las ferias, y no en Córdoba ni Sevilla sino en el norte, en Bilbao…
José María Martorell: Manolo, lo que ocurre es que las corridas de toros duras, como dice Agustín, eran todas.
Manolo Vázquez: Recuerdo una corrida de toros en Sevilla que… ¡Bueno, cómo estaba todo el mundo con la corrida! El cartel era Martorell, Antonio Ordóñez, y yo. Una corrida de Salvador Guardiola en el año 1954.
José María Martorell: ¡Fue durísima...!
Manolo Vázquez: Me acuerdo que la vi en la venta de Antequera. Fui, cuando se exponían allí las corridas. ¡Y la corrida era una señora corrida de toros…! Aquel día maté un toro, el sexto, tras salir de la enfermería...
Había un toro en la Venta de Antequera berrendo en negro, muy bonito de cara, pero gordo como… Y todo el mundo estaba enamorado del toro. Le tocó a Ordóñez, y de salida lo cogió con el capote y le pegó una cornada. Ese toro lo mató José María. A mí me cogió el tercero, el primero mío, y fui a la enfermería. 
Hubo un momento en que se quedó solo en la plaza José María.
Pase natural de Martorell. Foto Mateo
José María Martorell: Pero solo para irme (entre risas), no para quedarme. ¡Me quedé solo…!
Manolo Vázquez: Fui a la enfermería. Domingo Dominguín padre estaba allí porque habían cogido a Antonio Ordóñez y lo iban operar. Me estaban mirando también a mí. Estábamos dos toreros en la enfermería y no querían que saliera. Hombre, no es que quiera apuntarme una heroicidad, porque tampoco he sido un héroe. Yo veía que estaba más o menos deshecho pero pensaba que Martorell estaba solo fuera con la corrida de toros. Pero si hubiera querido me habría quedado dentro.
Agustín Parra Parrita: Pero no puede ser eso, no es honrado.
José María Martorell: Hiciste bien porque me ayudaste mucho.
Manolo Vázquez: Yo decía que cómo me iba quedar dentro si podía salir y matar el toro. Y recuerdo que el último toro mío fue de los mayores que he matado en mi vida, pesó a la canal 384 kilos. Fue la época aquella en que todo empezó a cambiar, que se hablaba del afeitado... ¡Nos echaron ese pedazo de corrida de toros... Y ya ves, la matamos!
Agustín Parra Parrita: ¡Bien, hermoso…!
Manolo Vázquez: Y no era una corrida de toros dura, era normal, de Salvador Guardiola, como las que salían entonces.
José María Martorell durante la tertulia. Foto Marogo
José María Martorell: Para nosotros no existían las corridas duras sino las ferias. Había que ir a Sevilla, porque el que no iba no tenía fuerza. Y el que no iba a Pamplona tampoco tenía fuerza. Y a Bilbao, que aquello de verdad era terrorífico… ¡Ir a Bilbao a una feria…!
Ha comentado mi padrino y amigo aquella de Pablo Romero que matamos en Bilbao, recuerdo que ese día se suspendió la corrida en el primer toro. ¡Pero el que me había tocado a mí…! 
Cuando llegó la suspensión dije que la aceptaba y toreaba por la mañana siempre que ese toro no me tocara a mí… Tenía 380 kilos a la canal. Salí beneficiado… (entre risas). Quiero decir que ir a cualquier feria importante era durísimo. Todo era durísimo.
Manolo Vázquez: Y os acordaréis también que comentábamos, Sevilla y Madrid, abril y mayo. Después teníamos unos respiros relativos y cuando estábamos un poco más encajados llegaba Bilbao. Y decíamos: ¡Venga!
José María, ¿recuerdas una corrida de Pablo Romero en la Coruña?
José María Martorell: Sí, la que te pegó el toro una cornada en la nariz, que pesó 420 kilo a la canal y lo maté yo.
Manolo Vázquez: Sí, que me pegó el toro un porrazo en la cara. Bueno, si quieres decir lo de la nariz….
José María Martorell: No es que Manolo sea un gigante pero tampoco es bajo. Y aquél toro, sin humillar, le pegó con el pitón en la nariz. ¡Ya te puedes imaginar cómo sería el toro...!
Manolo Vázquez: Recuerdo que era una corrida impresionante, pero matábamos las corridas de toros y no decíamos que eran duras, sino que era una corrida de Pablo Romero, de Miura, del Conde de la Corte… ¡Y ya está!
José María Martorell: Esa frase de “corrida dura” no existía.
Antonio L. Aguilera: Maestros, ustedes tuvieron que soportar unas taras demasiado duras. A Agustín lo tildaron de torero amanoletado; José María tuvo que abrirse paso con una responsabilidad especial, la que Córdoba le echaba encima tras la muerte de Manolete; y Manolo Vázquez tuvo que demostrar que era mucho más que el hermano de Pepe Luis.
Agustín Parra Parrita: Manolo, en lo tuyo, al principio, como todos los que vienen de familia torera, ayudan un poco los ganaderos, la prensa... Pero luego, cuando ya eres novillero con fuerza, es al revés. La gente exige demasiado a los que tienen un nombre torero.
José María Martorell en Sevilla. Toreo de bragueta y mando. Foto Cano
En el caso de Martorell, comparar el cetro de Manolete y echárselo a la espalda a José María… ¡Esto es dificilísimo...! La gente echa mucha carne encima del asador.
Como en el caso de Manolo, cuando él estaba toreando extraordinariamente la gente decía: “pero su hermano...”. ¡No, señores, su hermano no, este es el torero que hay, que es extraordinario, que se asemeja a su hermano, pero que él es sensacional...! 
A tí, Manolo, sin género de dudas, te perjudico ser hermano de quién eres.
Manolo Vázquez: Así es, no cabe duda. Siempre digo que los que somos familia de toreros, eso ayuda al principio. Ahora que tanto se habla, y en cierto modo soy partidario, de las escuelas de tauromaquia, los que hemos sido familia de toreros la escuela la hemos tenido en nuestra propia casa, porque se ha oído hablar de toros, se ha estado en el campo, se ha tenido esa oportunidad con más facilidad que otros... 
Pero después cada uno tiene que demostrar quién es. La personalidad hay que demostrarla ante el toro y durante el transcurso del tiempo. Por lo tanto es odioso querer comparar una cosa con otra.
José María Martorell: Sí, Manolo, pero en el fondo quien es grande lleva el toreo dentro, y aunque al principio le perjudique, al final es mejor que quien inició la familia del toreo. Prevalece por encima de los demás. Te hablo de Gallito, de Pepín Martín Vázquez, de Luis Miguel Dominguín.
Verónica de Martorell imponiendo el viaje al toro con las manos muy bajas. Foto Cano
Las comparaciones son odiosas y perjudican, pero mira el caso tuyo, aunque tardases treinta años, tuviste esa grandiosidad, esa plasticidad en el toreo, que ojalá hubiéramos tenido Agustín o yo. ¡Porque fuiste realmente sensacional...! 
¿Te ayudó, te perjudicó…? Pero al final distes lo que llevabas dentro, lo realizaste. Esa es la grandeza del toreo.
Agustín Parra Parrita: Sí, pero cuesta mucho trabajo.
José María Martorell: Eso sí, pero esa es la grandeza del toreo.
Manolo Vázquez: ¡Y no hay comparaciones…! Sobre todo cuando en tu familia te precede una figura del toreo, porque si te precede alguien que no ha sido nadie. Pero cuando te precede alguien como…
Agustín Parra Parrita: El caso tuyo.


 Antonio Bienvenida. Foto Botan. "pero Antonio fue la realización de la familia"
José María Martorell: ¿Y la casa Bienvenida...? ¡Fíjate si hubo...! Quizás Pepe fue el gran torero, o Manolo, pero Antonio fue la realización de la familia.
Agustín Parra Parrita: Era otro corte de torero.
José María Martorell: Pero bueno, fue la realización.
Manolo Vázquez: Pero fíjate en esa familia: Manolo, por lo que oído, pues no le ví torear, creo que era un león, Pepe fue muy completo….
Agustín Parra Parrita: Muy completo con capote, banderillas, muleta y espada.
Manolo Vázquez: A Pepe quizás le hubiera faltado un poquito más de…
Agustín Parra Parrita: De más gracia.
Manolo Vázquez: Y Antonio creo que aunó lo de Manolo, lo de Pepe….
José María Martorell: Tenía simpatía.
Agustín Parra Parrita: Antonio tenía un don especial.
Manolo Vázquez: Antonio llegó a ser Antonio Bienvenida. No fue ni el hermano de Pepe, ni el hijo del Papa Negro. Fue Antonio Bienvenida
Hombre, para mí, personalmente, después de haber tenido por delante a un figurón del toreo como fue Pepe Luis Vázquez, pues llegué a ser Manolo Vázquez.
Agustín Parra Parrita: Manolo Vázquez, un figurón del toreo. Se acabó.
Manolo Vázquez: ¡Es que tiene guasa lo de hermano de, hijo de, sobrino de…!
José María Martorell: Manolo, perdona. ¡Es que Pepe Luis…! Yo he tenido la suerte y la desgracia de alternar muchas veces con él, además de que lo quiero mucho y lo admiro tanto. Es que Pepe Luis ha sido para mí algo que… ¡Yo no sé…!
Parrita: ¡Un  malas ideas hombre...!
José María Martorell: ¡No sé qué puedo decir de Pepe Luis, de verdad...! ¡Ha sido algo que pocas veces la historia podrá repetir!
Parrita otorga la alternativa a Calerito
Manolo Vázquez: Gracias a Dios estamos hablando de toreros que han dicho y hecho cosas importantes en el toreo. 
Y tenemos que descubrirnos ante ellos, igual que yo me descubro ante Parrita y Martorell.
Quiero tener un recuerdo muy grato para un torero de Córdoba con el que actué muchas tardes y que considero fue muy importante: Calerito. Lo recuerdo con muchísimo cariño, era muy amigo mío y toreamos mucho juntos.
Agustín Parra Parrita:  ¡Y toreaba muy requetebién!
Manolo Vázquez: Fue un torero posterior a José María.
José María Martorell: La alternativa se la dio Agustín y yo fui el testigo.
Manolo Vázquez: Pues si fuisteis vosotros todavía me alegro mucho más de recordar a un torero de Córdoba, que fue un gran amigo.
Antonio L. Aguilera: Maestros, ¿cómo se asimila un pasado glorioso cuando ya no se viste el traje de luces?
Triunfo de Agustín Parra Parrita
Agustín Parra Parrita: Eso es muy difícil. Mira, cuando me quité del toro -creo que a todos nos ha pasado igual-, cada vez que veía un coche de toreros, con ese botijo arriba, y salía a la carretera.... ¡Me salían hasta lagrimones! Es una cosa que no se puede explicar, un amor que se te va, algo que ya no puedes coger. Y piensas: ¡Ahora me cambiaba por ese! 
Yo estuve sin ir a los toros casi un año. No los podía ver, pasaba muy mal rato. Luego, poco a poco, vas entrando, vas a los toros. Pero ya relajado, muy relajado, veía todas las corridas. Ahora solo veo diez o doce, porque paso muy mal rato. Viendo toros siempre veo el peligro, veo que le va a echar mano a un torero, a un compañero mío, veo siempre la tragedia. Además, viendo las corridas como están saliendo, que repito y no me cansaré nunca de repetir, no embisten, pues ves a esas criaturas haciendo lo imposible por pegar dos muletazos, porque eso no anda, no se mueve, y como dice Manolo parece esa montera negra. Pasó muy mal rato.
Parrita torea al natural en Jerez
Pero para retirarse del toreo hace falta tener mucho valor. Yo admiro a Manolo, porque después volvió, consiguió lo que tenía en su pensamiento y ha vivido tres fases del toreo. Eso sí que tiene importancia. Marcharse una vez no la tiene, pero marcharse tres sí que la tiene, sí que tiene tela. Fíjate si este ha pasado pena. Lo mío ha sido un chascarrillo al lado suyo. 
Se pasa muy mal rato, porque esta profesión es muy bonita, la más bella de todas… Es enormemente bonita, como para besar continuamente al toro. Yo veo un toro en la plaza, o en el campo, que es donde más me gusta… ¡Y cuando levanta la cara: esos ojos, ese músculo, esos nervios, ese cuello, esos pitones, esas orejas…! ¡Es divino! Es un animal distinto a todos, el que ha hecho el Señor más perfecto de todos. Por eso lo quiero tanto. 
Admiro a mis compañeros, a los toreros, pero quiero mucho al toro. Es muy difícil retirarse de él.
Antonio L. Aguilera: Recuerdo con mucho cariño la última despedida de Manolo Vázquez, y confieso que el 12 de octubre de 1983 lloré de emoción en la Maestranza de Sevilla. Manolo se sintió y nos hizo sentir un toreo pletórico de arte, garbo, gracia, pureza... Parecía mentira que cuando ya tenía asegurada la salida a hombros por la Puerta del Príncipe, porque había cortado tres orejas a dos toros -la corrida fue un mano a mano con Antoñete-, en el quinto, el último de su carrera, un toro con dificultades, se la jugó de tal forma que parecía no importarle salir por la puerta de la enfermería. Fue increíble.
Sevilla, 12-10-1983. Despedida del toreo de Manolo Vázquez.

Manolo Vázquez: Ese día fue para mi muy importante. En realidad quería ratificar lo que ya Sevilla me había dado. El hecho de mi reaparición en el año 1981 era por lograrlo en Sevilla, cuando gracias a Dios tenía todo resuelto y había dejado en el toreo la huella de lo que más o menos había sido.
Sevilla es muy especial, mucha gente puede pensar que con sus toreros es… Pero no lo es con todos sus toreros, sino con ciertos toreros. La afición de Sevilla se entrega con ciertos toreros, pero después ha habido toreros muy importantes a los que no se lo han reconocido.
Yo quería ratificar en Sevilla, y reaparecí con una edad que daba la sensación… Pero gracias a Dios lo logré. Ese día veía a la gente que estaba a cien por hora, allí todo el mundo estaba pensando en ir a la despedida de Manolo Vázquez como quien va a una fiesta. La corrida estaba anunciada mano a mano con Antoñete, iban a salir tres toros y a ver cómo salían. Hombre, puse de mi parte todo lo que podía dar, pero aquello había que solucionarlo. Gracias a Dios la cosa se cuajó.
Tuve esa inmensa satisfacción, que Agustín y José María desgraciadamente no han podido lograr, lo logré con cincuenta y tres años de edad. Lograr salir por la Puerta del Príncipe a esa edad. No dejo de dar gracias a Dios y a esta profesión del toreo que es tan bonita.
Antonio L. Aguilera Manolo, ¿qué sintió aquella noche al asomarse al Guadalquivir desde la Puerta del Príncipe, sabiendo que no volvería a vestir mas aquél precioso traje celeste y oro?
Manolo Vázquez: Por encima de todo la inmensa satisfacción de haber logrado lo que me propuse en esa reaparición, aunque anteriormente lo había logrado en el primer año y estuve a punto en el segundo de haber salido también. Lograrlo en esa última corrida creo que no se puede pedir más.
Cuando un torero, un profesional, dice voy preparar mi despedida en Sevilla, y que todo salga así… Porque todo se puede organizar, se puede preparar; pero, amigo mío, en el toreo hay un elemento con el que nunca se puede contar: el toro. Más grande, más chico, como sea, pero el toro después sale y se comporta como se tiene que comportar, nadie sabe cómo va a salir. 
Recuerdo perfectamente que aquel día, de los tres toros que maté, uno fue un gran toro, el de nuestro amigo Manolo González. Fue un gran toro en el último tercio, no en el primero, pues ahí empezó…, pero se vino arriba y fue un gran toro. Después, los otros dos tuvieron muchas dificultades. Y en el último, que lo ha comentado Antonio, cuando había cortado una oreja al primero y dos al segundo, no me importaba que me hubieran cogido y partido los muslos.
José María Martorell: Para mayor gloria tuya.
Manolo Vázquez: Posiblemente me hubiera dado igual salir a hombros por la puerta de la enfermería que por la del Príncipe.
José María Martorell: Eso es ser una gran figura del toreo.
Manolo Vázquez: Y creo que eso es lo que palpaba el público, lo captó y estuvo conmigo cómo estuvo, porque vio que yo me comporté con él de la misma manera.
Antonio L. Aguilera: José María, durante el pasado invierno, en esos ratos maravillosos que nos has hecho pasar en la Tertulia “Tercio de Quites”, comentabas que cuando te fuiste del toro no querías saber nada de él, pero que ahora tienes más afición que nunca.
Martorell en Barcelona con el crítico taurino Antonio Santainés Cirés y Calixto Tovar.
José María Martorell: Primero, quiero decirte que yo vengo de familia de toreros. Mi abuela era prima hermana de los grandes banderilleros que llevó Lagartijo, que eran Cerrajilla y Manene, grandes figuras del toreo.
Después se ha hablado de las diferencias del toreo y quiero decir que ha pasado mucho tiempo. No puede haber comparación del toreo de los años cincuenta al actual. Hay muchos años de diferencia, mucho tiempo.
Lo que sí te quiero decir es que si aquellos triunfos míos fueron grandiosos, ahora, al cabo de mis años, estoy viviendo otros grandes triunfos, porque el torero no solo lo es en la plaza. 
Martorell: valor, quietud, temple y manos bajas para mandar.
Al cabo de mis años veo que serlo en la calle es importantísimo. Ir a las tertulias, como acabas de mencionar, o ir a todos los sitios donde se organice un coloquio sobre el toro ayuda mucho a la Fiesta, a los aficionados. Ahora es cuando quizás vivo más el triunfo mío como torero. ¡Fíjate lo que son las cosas…! ¡Es importantísimo que me reconozcan lo que he sido en el toreo al cabo de los años…! 
Porque si has hecho algo grande y se olvida ¿para qué has querido ser torero…? El dinero y la gloria son importantes, pero lo realmente importante es la trayectoria. Si al final de tu vida tienes una trayectoria taurina, acudes a los tentaderos, toreas festivales y haces ese tipo de cosas, creo que es importante.
Martorell, toreo de entrega. Foto Mateo
Estuve alejado un tiempo porque quería haber alcanzado algo que no pude conseguir. Quise, como todos los toreros, mandar en el toro. Unos tienen más suerte, otros menos, pero creí que podía haber sido algo más en el toro. Hubo un tiempo que lo rechacé, y mi resabio consistió en no ir a los toros. 
Pero como asumí que aquello no lo alcancé, cumplí con mi obligación, que era volver al redil e ir a los toros, a los tentaderos, a mi profesión. Esa fue la causa.
Antonio L. Aguilera: Gracias, maestros, por la maravillosa lección de torería que han ofrecido, por emocionarnos con sus palabras, por hacer posible a través de la radio un magnífico e inolvidable día de toros a la afición de Córdoba. Muchas gracias.


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