lunes, 14 de enero de 2019

EL TOREO EN LOS AÑOS CUARENTA Y CINCUENTA (I)

Por Antonio Luis Aguilera
Agustín Parra, Manolo Vázquez, Antonio Luis
Aguilera y José María Martorell. Foto Marogo
Tertulia taurina celebrada el 26 de abril de 1991 en el Hotel Meliá Córdoba con los matadores de toros Agustín Parra Dueñas, José María Martorell Navas y Manuel Vázquez Garcés. Fue emitida por Onda Cero-Radio Córdoba, y figura incluida en el libro del autor de este blog "Tertulias Taurinas en Córdoba 1991-1992", editado por la Diputación Provincial de Córdoba.

La suerte estuvo de nuestro lado. No era fácil rematar un cartel de tanta calidad para conversar sobre el toreo de mediados del siglo XX. Pero la buscamos y la encontramos, gracias a la generosidad de Agustín Parra Parrita, José María Martorell y Manolo Vázquez. Tres figuras del toreo para una tertulia radiofónica inolvidable, que rescatamos en PLAZA DE LA LAGUNILLA por resultar inédita para la mayoría de los lectores, y porque estamos seguros que disfrutarán con el entrañable testimonio de estos tres grandes matadores de toros con los que tuvimos la fortuna de compartir un día maravilloso.
Tras un almuerzo salpicado de recuerdos y anécdotas llegaba el momento de la sobremesa, el instante cálido para que una terna de lujo brindara a Córdoba sus recuerdos a través de la radio, dedicándole una hermosa y magistral lección sobre el toreo de su tiempo.

Antonio L. Aguilera: Señores, es un lujo estar en su presencia. Como moderador vamos a intervenir lo imprescindible, para que sean libres de intervenir cuando lo consideren conveniente. La primera pregunta es obligada: ¿Qué clase de toreros eran sus compañeros de mesa?
Agustín Parra Parrita
Agustín Parra Parrita: Yo he tenido la suerte de torear mucho más con José María que con Manolo. Manolo, por ser el más joven, ha sido un torero al que todos lo conocemos perfectamente. Ha sido un torero de los grandes de nuestra historia, lleno de arte y de chispa; pero de chispa con una inteligencia extraordinaria y con un valor que la gente no ha sabido ver. Ha sido un torero muy importante.
Y Martorell siempre ha estado hecho un bicho que me ha hecho pasar mucho miedo. Como he dicho, he toreado más con él y me ha hecho pasar muy malos ratos, porque se arrimaba mucho, era muy peligroso, y de vez en cuando lo cogían los toros malamente. Recuerdo una corrida que no se me olvidará en mi vida, fue en Bilbao, toreábamos una de Pablo Romero acompañados por el portugués Manolo Dos Santos. En el primer toro se suspendió por lluvia y la dejaron para el día siguiente a las doce. Y este muchacho empezó a hacer un quite y se fue para las nubes, le pegó una voltereta el toro. Y al otro, otra voltereta... Yo les decía a los dos: ¡Despacio muchachos, despacio, que hay muchos toros…!
Martorell ha sido de los toreros de Córdoba más recios, de los más honrados, muy entregado, daba todo lo que tenía. Y tenía mucho y bueno.
José María Martorell. Foto Marogo
José María Martorell: En primer lugar Antonio, quiero darte las gracias por haberme invitado a este coloquio tan maravilloso, porque has reunido a dos grandes figuras con las que he alternado de matador de toros. Quiero darte las gracias porque ahora se cumplen cuarenta y dos años que Agustín me dio la alternativa. ¿Te parece poco eso…?
He alternado con Manolo Vázquez varias veces. Y ahora tengo la oportunidad de agradecerle algo importante que hizo en mi vida y no he comentado nunca con él. Fue una corrida de Pablo Romero que toreamos en León. Hubo un toro que salió muy peligroso, no me atrevía a salir porque a los banderilleros los obligó a saltar al callejón. Y yo con mis facultades no era capaz de salir al toro. Entonces, Manolo Vázquez, con la grandeza de un extraordinario torero, se salió con ese toro hacia afuera y me lo sacó. Lo pude lidiar gracias a esa maravillosa intervención.
Parrita para mí ha sido un torero recio, hondo, que ha llevado una trayectoria prácticamente del toreo de Córdoba aunque haya nacido en Madrid.
Manolo Vázquez: Quiero agradecer esta invitación que nos ofrece Onda Cero para estar reunidos en Córdoba con Parrita, con Martorell, y con estos buenos aficionados que hay aquí para hablar de toros, que es lo que  nos gusta a todos.
Como profesional, tanto a Parrita como a Martorell les tengo mi mayor y ferviente admiración como toreros. Con Parrita, -no he tenido ocasión de consultarlo porque ya hace muchos años-, quiero recordar que toreamos una corrida en San Sebastián en la Semana Grande de 1952. Y en mi época de juventud lo he visto torear en varias ferias de Sevilla. Hace rato le pude recordar una que tuve la satisfacción de ver. Él me ha dicho que fue una feria muy agradable en la que cortó cuatro orejas. Cortar cuatro orejas en Sevilla es importante ayer, hoy y mañana, igual que cortarlas en cualquier otra plaza y feria importante. Tengo un gran recuerdo de Agustín como profesional y como torero. Como persona ha sido siempre entrañable conmigo y con mi familia. Nos conocemos desde que yo era un chiquillo, un poco más joven que él, no mucho, porque ya vamos teniendo una edad que no somos muy jóvenes.
Manolo Vázquez. Foto Marogo
Con José María ocurre prácticamente lo mismo. Ha rememorado ahora un hecho que no recordaba y sucedía en aquella época. Hoy quizás desgraciadamente no ocurra. José María ha sido un torero formidable, un grandioso torero, que tuvo la mala suerte de aparecer en el toreo después de la desgraciada muerte de ese monstruo que fue Manuel Rodríguez Manolete. Y como hemos recordado, las comparaciones en el toreo siempre han sido odiosas. No se pueden comparar a toreros que comienzan en la profesión con quienes han sido verdaderos monstruos en el toreo. José María ha tenido siempre toda mi admiración, afecto y cariño. Nos conocemos desde que éramos unos chiquillos, desde la primera novillada que toreamos en Ceuta, que siempre la recordamos cuando nos vemos. Tomó la alternativa algo antes que yo, pero tenemos edades similares.
En un aspecto quiero hacer hincapié. Tanto Parrita como Martorell estuvieron muy poco tiempo en el toreo. Creo que debieron estar más tiempo, porque hubieran dado lugar a enseñar más a todos los toreros que hemos venido detrás y a los que después nos han sucedido. Quiero preguntarles cuál fue el motivo de que estuvieran tan poco tiempo, porque considero que los toreros que pueden decir y hacer algo importante deben estar más tiempo. Parrita estuvo como matador siete u ocho años; Martorell, ocho. Yo he tenido la suerte de ser torero de tres generaciones, porque empecé a torear en los años cincuenta y me vieron los antiguos, es decir, nuestros padres y nuestros abuelos, las personas de principio de siglo que ya contaban sesenta años. Seguí toreando y me vieron los de mi generación. Después hay un lapsus de tiempo, vuelvo en 1981 y me ven los hijos de nuestros compañeros y amigos. Quizás lleve sobre ellos eso, que me han visto torear nuestros hijos, pero creo que ellos podían haber hecho lo mismo.
"Hay que estar enamorado de la ropa de torear..."
Agustín Parra Parrita: ¡Muchas gracias, hombre! Has tenido la suerte de que te vean toreando tres generaciones. Pues lo que me ocurrió fue una cosa muy simple, lo que ocurre a casi todos los hombres: me enamoré. Simplemente. Y para ser torero siempre he visto que hay que estar enamorado de la ropa de torear, mirarla en la silla y pensar lleno de alegría que muy pronto te la vas a poner. Pero entonces se cruzó mi mujer, no se cruzó sino que la busqué. Y me enamoré demasiado. Y aquel amor que tenía al toro automáticamente lo absorbió mi mujer. No es broma, es cierto. Y ya vi la ropa de torear de otra manera, me costaba trabajo vestirme de torero. Estaba pendiente nada más que del teléfono, aunque parezca mentira, no del toro. Le dije a mi padre que me quitaba porque iba a casarme. El me contestó que eso no tenía importancia, que no se iba marchar la muchacha, que me iba casar con ella. Pero que no y no. Eso fue todo.
Automáticamente sentí un vacío grande en la ropa de torear. No era falta de afición, pero no sé lo que pasó. No estaba enamorado de la ropa. Y para torear creo que hay que estar muy enamorado de la profesión y de la ropa de torear. Eso fue todo, querido Manolo. ¡Qué cosa más tonta, verdad...!
Manolo Vázquez: Relativamente, pienso que cuando se está toreando casado también se tiene mucha más ambición.
Madrid, 21-5-1952. Pepín Martín Vázquez, José María Martorell y Jesús Córdoba
José María Martorell: No, Manolo. Lo que ocurre es que son épocas. En la de Lagartijo se estaba toreando hasta los cincuenta años y estaba bien visto. Esa fue la pena nuestra. Nosotros hemos tenido una transición muy difícil, porque no teníamos tiempo. Situarnos ha sido terriblemente duro. Recuerdo que cuando tenía veintidós años iba a San Sebastián hecho casi una figura, con un cartel bastante importante, y me decían que venían detrás otros toreros que nos iban a echar fuera. La gente no admitía los hombres ni diez, ni siete, ni cinco años. Querían novedad. De verdad. En nuestra época, al menos la que considero mía, el público no admitía que un matador estuviera más de siete años. Tú fíjate en el monstruo de Luis Miguel ¿cuánto tiempo hubiera podido durar en el toreo ese tío…? ¡Más que Lagartijo, porque tenía las cualidades fabulosas...! Pero lo admitía el público. A nosotros, no... Me fui del toreo sin realizarme, me exigían, me ahuyentaban… No te permitían como hoy a Curro Romero o Paula, hombres que tienen más de cincuenta años y los admiten.
Es una pena que no hayamos podido realizarnos. Por eso nos fuimos, aunque prácticamente nos echaron, esa es la verdad.
José María Martorell trasteando por bajo
Manolo Vázquez: Pero es una pena para todos los que después pudieron haberos visto.
José María Martorell: ¡Fue una pena…!
Agustín Parra Parrita: Eso sí, por supuesto.
José María Martorell: Hoy, Manolo, es una suerte ver torear a Curro Romero, aunque solo sean dos muletazos. ¿Cuándo iba a yo a ver torear a Curro, cuándo otras generaciones lo iban a ver? ¿Cuánto daría por ver a ese gran fenómeno de México que fue Luis Procuna? Y ahora los ves aguantando tiempo en el toro. ¿No os parece?
Agustín Parra Parrita: Ya os he dicho porque me fui del toro. Simplemente. Tanto que después quise volver y, afortunadamente, le doy gracias a Dios, me partí el talón de Aquiles. Parece como si Dios dijera: Quieto tú ahí, no te muevas. Pero marcharse del toro es muy penoso. Claro, lo mío era compensación, me marché porque estaba compensado con el amor de esa mujer que quería tanto.
José María Martorell: Pero te quiero decir que casado y si la gente te hubiera ayudado también habrías toreado.
Agustín Parra Parrita: No, yo no he compartido nunca eso, y no quiero decir con esto que un hombre casado no rinda. ¡Claro que no! Pero yo era un poco veleta, un poco loco, y mi locura estaba dentro del toreo, o sea, dentro de mi forma de ser. No me veía responsable casado y toreando. Para torear hay que ser totalmente libre, que nada dé problemas.
Antonio L. Aguilera: Con permiso, maestros, ¿para ustedes qué es torear?
Agustín Parra Parrita: Eso es muy difícil de explicar. Torear es unirse con el toro, gozar con la embestida... Es muy difícil definirlo. ¿Cómo te diría? Es estar enamorado. Cuando estás enamorado cogerle la mano a la mujer o besarla es parecido a pegar un lance. ¡Fíjate qué cosa! Es gozar cada vez que el toro se acerca a ti, porque lo bonito es que te acerques al toro, unirte a ese toro. Torear es sublime, no hay comparación, no lo puedo definir. Es cante, flor, aroma… No sé, es todo. Es muy difícil definirlo, es un sentimiento profundo, una locura… ¡Una perfecta locura!
José María Martorell: Después de lo que ha dicho mi amigo y padrino, pocas cosas se pueden decir. Es algo muy importante. Torear es algo sublime que no puedo explicar. Es como el que hace una estatua o pinta un cuadro y no sabe porqué lo hace. Lo plasmas en un momento, te inhibes de todo y nace el artista, la pasión, lo que realmente has sentido toda tu vida: ser torero. Y cuando lo realizas, ese momento, como de verdad es dificilísimo realizarlo, cuando te haces mayor comprendes lo difícil que es torear. Realizar el toreo es algo divino.

Manolo Vázquez torea al natural citando de frente. Foto ABC
Manolo Vázquez: Ha dicho Agustín una palabra muy bonita: sentirse. Para mí el toreo es sentimiento. Pienso que el torero lo primero que tiene que hacer para torear y poder transmitir al público lo que lleva dentro es sentirse. Todo lo que no se haga en el toreo con sentimiento, con amor, con deseos de lograr algo imposible, no dice nada. Quizás se pueda lograr algo importante, pero es algo que con el paso del tiempo se olvida.
Pero cuando se hace con sentimiento llega al público, no se olvida nunca. Todo lo que se haga con sentimiento, con verdadero deseo de lograr lo que uno anhela con un toro, acoplarse con él y transmitir ese sentimiento al público, es lo que queda perenne en el toreo y en la retina de los aficionados. Todo lo demás será pasajero, serán triunfos que se pueden obtener, pero no quedarán en la retina del espectador si el torero no se siente, porque él es el primero que tiene que sentirse, inhibirse de todo lo que le rodea, eso es lo que verdaderamente se transmite al público, el recuerdo que queda perenne.
Antonio L. Aguilera: ¿Qué piensan cuando escuchan que ahora se torea mejor que nunca?
Agustín Parra Parrita: Se torea muy requetebién, muy bien. Casi todos los toreros torean magníficamente, pero les falta el toro, la materia prima, que es el que da emoción cuando repite la embestida. Y eso, ahora desgraciadamente, no existe. Por lo tanto, son faenas muy largas, tediosas a veces, los muchachos exponen muchísimo y les cuesta llegar a la gente. Creo que ahora se torea magníficamente por parte de todos los muchachos, de la mayoría, los hay con más clase, con más arte, con más solera, con más pellizco, con más regusto, los hay más bruscos. Pero eso siempre ha pasado. Se torea magníficamente, lo que falta es el toro, la base primordial, que se ha venido abajo. Los toros no andan, les pegan un puyazo y ahí se acaba todo, y eso no puede ser. Vamos a ver si entre todos arreglan eso un poco, un poco no, un mucho, que es lo que hace falta.
Media verónica de Martorell en Barcelona a un jabonero de Prieto de la Cal.
José María Martorell: No sé si hoy se torea mejor que nunca. Yo he tenido la suerte de coger los años de Parrita, después un poquito los de Manolo Vázquez, y he analizado una cantidad de toreros tan maravillosos que… ¡Qué mejor que esos no se puede torear! ¿Se puede torear mejor que Domingo Ortega? No lo entiendo. ¿Se puede torear mejor que Manolo Vázquez, con esa muleta plancha, sin el pico, con ese arte? ¿Se puede torear mejor que Parrita, con ese capote tan derecho y tan templado? Incluso, ¿se puede descabellar mejor que mi padrino, cuando cogía la mortífera? Creo que no. Se podrá torear igual o muy en similitud, depende como ha dicho Agustín del toro. Y como torear es adaptarse a las circunstancias del toro, para mí el toreo de hoy es nefasto pues se trata de dar a los toros cincuenta o sesenta muletazos. Eso es nefasto para la Fiesta. Lo importante es saber lidiar, dar los pases justos y matar al toro en condiciones. Eso es. Ni época anterior ni posterior, es hacer lo justo en el toreo. Ni antes ni después, sino lo que se debe de hacer.
Manolo Vázquez: Creo que el toreo es importante siempre. Lo fue antes de nuestra época, en la nuestra y lo será en el futuro. Lo que pienso cuando se dice que hoy se torea mejor que antes es que se torea -como ha dicho José María- adaptándose a las circunstancias del toro, a su comportamiento. Hoy el toro se comporta de una forma que los toreros se tienen que acoplar a él. Soy una persona convencida de que los toreros actuales tienen que hacer un gran esfuerzo para cuajar un toro y pegarle veinte pases, no digo ya cuarenta o cincuenta. Pegarle hoy a un toro veinte pases como Dios manda creo que es dificilísimo, porque desgraciadamente los toros se mueven muy poco y llegan al último tercio con muy pocas arrancadas. 
"Antes salían y se movían..."
A la mayoría de los toros que salen por los chiqueros, en el tercer lance los profesionales que se ponen delante tienen que pegar zapatillazos para que se vengan, salen de chiqueros y se paran. Antes salían y se movían, costaba un trabajo ímprobo poderles torear y pegarles pases, porque  repetían y no te dejaban vivir nunca. Allí estaba todo el mundo pendiente, con cuidado, y resulta que los toros salen y se paran. Los hombres tienen que hacer un esfuerzo, muchas veces dice la gente que los toreros no le pegan pases a los toros. ¿pero cómo los van a pegar a un toro parado? Es igual que si pones una montera en medio de la plaza e intentas pegarle pases. Y digo lo de la montera porque es negra y es lo más parecida a los toros.
Verdaderamente los toreros se las ven y se las desean, se la juegan. Yo hablo con ellos, como hablamos todos, y me dicen que en nuestra época los toros se movían. Y ciertamente se movían, tenían más dificultades para estar con ellos y pegarle pases. Hoy las dificultades son no podérselos dar y no estar lucidos con ellos. Eso para la Fiesta es nefasto, tanto para los toreros como para los aficionados.
Ojalá en un futuro próximo salga un toro que se mueva. Y no quiero que salgan por chiqueros los que se puedan comer al apuntador, sino que permita a los hombres poderse bandear, que le den emoción a los toreros y a la propia Fiesta, que cada torero pueda hacer lo que lleva dentro. Hoy no pueden dar de sí lo que llevan. 


3 comentarios:

jesus dijo...

Muy bueno. Lo echaba de menos

franmmartin dijo...

Precioso y evocador artículo .Evocador de una época pasada que a los más antiguos nos llena de emoción.No llegué a ver a PARRITA ,sí a MARTORELL cuando reapareció en Barcelona y por supuesto, a MANOLO VAZQUEZ del que era medio vecino en los asientos de la Maestranza.
Enhorabuena por rescatar este cacho de historia y un saludo muy cordial.

PD.Tuvimos ocasión de saludarnos y pasar un dia precioso en Sevilla dedicado al recuerdo de CHICUELO .
¿Hay algo preparado o en preparación para celebrar el aniversario de CHICUELO de este año ?.

Antonio Luis Aguilera dijo...

Muchas gracias a Jesús y franmmartin. Me alegro que sea de vuestro agrado esta primera parte del texto que rememora un día inolvidable para mí como aficionado.
En Sevilla echamos un día maravilloso glosando la figura del genial Manuel Jiménez "Chicuelo". Desde entonces se ha escrito mucho sobre él en diferentes medios y la pelota está en el tejado de los maestrantes, que deben encargar un cartel que represente al genial torero, padre de la faena moderna, para anunciar la temporada sevillana de 2019, como en su día se hizo con José y con Juan. Posiblemente algunos aún no hayan descubierto la grandeza de Chicuelo.
Muchas gracias por seguir PLAZA DE LA LAGUNILLA.