jueves, 13 de noviembre de 2025

«¡CHICUELO! EL HOMBRE QUE CAMBIÓ EL TOREO»

Por Antonio Luis Aguilera


Portada del libro


Con satisfacción saludamos la nueva iniciativa de Editorial El Paseíllo, que ha publicado el primer libro biográfico sobre Manuel Jiménez Moreno, el gran «Chicuelo», maltratado históricamente por los influyentes periodistas de su tiempo, que pretendieron robarle su verdadera influencia en la evolución del toreo moderno. Con el título que encabeza esta entrada, su autor, Manuel Escalona Franco, propone al lector un ameno relato por la historia de este torero de dinastía, desde sus inicios y aprendizaje siendo un niño, hasta llegar a la cima de un arte que logró transformar, puliéndolo con la inmensa belleza de su gracia toreadora, para que todas las generaciones de toreros que le sucedieron acudieran a la fuente de donde brotaron las más limpias aguas del nuevo toreo al natural, ese que el inolvidable espada sevillano hilvanó en redondo, girando sobre sus talones, para ligar los pases y agruparlos en las series que estructurarían la faena moderna, aquella que dejó atrás la vieja ligazón del pase natural con el forzado del pecho, donde el torero ocupaba los terrenos de tablas y el toro los de afuera, y que necesariamente requería un toreo de avance hacia el pitón contrario. Algo que todavía, por culpa de quienes miraron sin ver y dogmatizaron sobre la evolución sin comprenderla, muchos confunden con el toreo de reunión, donde se deja venir al toro por su línea natural para llevarlo hacía atrás y hacía adentro.

 

«Chicuelo», que llegó a la alternativa tras una exitosa campaña como novillero, logró mantenerse en primera línea del toreo desde sus inicios. Se trataba de un torero diferente, que no se parecía a nadie, y que desde su infancia se había granjeado la confianza y simpatía de «Gallito», y  como narra el libro, de matador se ganó el sincero aplauso y la admiración de Juan Belmonte. Sin embargo, sería en América, concretamente en México sin olvidar otros países, donde la clamorosa rotundidad de sus éxitos disparó la popularidad del espada sevillano, que desde sus primeras actuaciones, por acoplarse maravillosamente a las suaves embestidas del predominante encaste de Saltillo, dibujó en los ruedos aztecas faenas históricas y memorables, que fueron recordadas por los nombres de los toros lidiados, como “Lapicero” y “Dentista”, por citar solo dos, y lo convirtieron en el torero preferido o consentido de la afición mexicana. Hasta tal punto llegó «Chicuelo» a ser la primerísima figura del torero mexicano, que la prensa azteca se preguntaba extrañada cuáles eran las causas por las que en España se silenciaba la brillantísima trayectoria americana del fino torero sevillano.

 

Así las cosas, los periodistas mexicanos escribieron que el trato recibido en España por este torero se sustentaba en la negativa de Eduardo Borrego «Zocato», su tío y apoderado, a pagar las cantidades que exigían los cronistas españoles. El 12 de diciembre de 1925 fue reproducido en “La Nación” el texto escrito por «Verduguillo» en el semanario “La Corrida”. Decía así:

«Si los revisteros madrileños que a toda costa tratan de regatear méritos a este torero y de empequeñecer su labor hubieran visto a Manolo esta tarde, tendrían que reconocer que están haciendo el ridículo a sabiendas, o que no tienen ni tanto así (señalo lo negro de una uña) de pudor profesional. Que no vengan ahora con que Chicuelo está aquí más valiente que allá; no. El que se arrima se arrima en todas partes; eso son cuentos. Lo que hay es que el tío Zocato no ha querido resolver el problema, que tiene más de financiero que de artístico, fiado en lo grande que es su sobrino. Afortunadamente para la afición, aquí en México se hila de otra manera: podremos equivocarnos, pero sin el menor dolo. Por eso, todos hemos proclamado a Chicuelo como el mejor, sin importarnos el tío Zocato».  

 

En España tendría que llegar la célebre tarde del 24 de mayo de 1928, cuando Manuel Jiménez llevó a cabo ante la afición madrileña la faena al toro “Corchaíto”, de Graciliano Pérez Tabernero, que pasaría a la historia como “la que cambió el toreo”, en palabras del banderillero Rerre a su matador. Sin embargo, debe quedar claro, como demuestra la biografía escrita por Manuel Escalona, que reproduce las crónicas que constataron el paso por el toreo de «Chicuelo», que aquella histórica faena solo fue una más en el extenso y exitoso repertorio dejado en los ruedos por el excelente torero sevillano desde años atrás. La de “Corchaíto”, como aseguró el escritor José Alameda, el mejor analista de la historia del toreo, “tuvo el don de la oportunidad” por llevarse a cabo en Madrid. 

 

Con esta publicación hemos recordado con enorme cariño y gratitud al matador de toros Rafael Jiménez Castro «Chicuelo», hijo del gran torero, que nos honró con su amistad, simpatía y cercanía, que habría gozado con esta obra en sus manos. Pero también nos alegramos por sus herederos, especialmente por sus hijos y también toreros de la frondosa dinastía Manuel Curro Jiménez Amador, excelentes aficionados que por fin ven como al abuelo Manolo, después de tantos años de oscuro silencio, se le dedica la primera biografía que narra y magníficamente documenta con las crónicas de su tiempo su paso por la historia en el toreo, la que supo engrandecer con su excelso arte, para que las nuevas generaciones de aficionados sepan quien fue de verdad el grandioso espada sevillano, de quien no debe olvidarse que además de conquistar a los más exigentes aficionados de su época con la belleza de su arte, fue el creador de la faena moderna. 

A esta interesante obra, ilustrada con 144 fotografías de la familia «Chicuelo» más 132 de revistas y otros medios, se añade un apéndice estadístico que pormenoriza las plazas donde actuó, ganaderías lidiadas, compañeros con los que alternó y festejos sumados por temporada, así como un segundo apéndice que recoge todas las crónicas de la histórica faena al toro "Corchaíto", aquella que cambió el rumbo del toreo.

Nuestra más cordial enhorabuena al autor Manuel Escalona Franco, a la familia «Chicuelo» y a la andaluza Editorial "El Paseíllo" por su extraordinaria labor a favor de la Fiesta de los Toros.

 

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