domingo, 9 de julio de 2023

EL ÚLTIMO PASEO

Por Francisco Bravo Antibón

Manolete tras la cornada de Islero en la plaza de Linares. Foto Cano


La tarde noche del 28 de agosto de 1947, tras ser intervenido en la enfermería de la plaza de Linares, Manolete fue llevado en camilla por las calles de la localidad hasta el hospital de los Marqueses de Linares. 

Paco Bravo evoca con estos versos aquella tarde de feria, donde la alegría se tornó silencio ante la gravísima cornada sufrida por el espada cordobés. Los facultativos que le operaron, ante el temor de que el movimiento de la ambulancia pudiera repercutir en su delicado estado de salud, decidieron, a pesar del bullicio del pueblo en feria, que el torero fuera llevado por camilleros a pie y en parihuelas hasta el hospital donde de madrugada falleció.


EL ÚLTIMO PASEO

El reloj marcaba las diez,

tal vez minutos más… 

¡Y qué importa!,

señalaba inexorable

los primeros momentos 

de la angustiosa noche.

 

La trágica comitiva

iniciaba una siniestra marcha,

broche cruel y negro

de una tarde aciaga.

Manolete postrado

en la camilla, a hombros…

y cerca, muy cerca,

acechaba la parca…

 

El Califa se queja:

¡Qué salga la luna

 y que ilumine el sendero!

Quiero llegar cuanto antes,

no quiero morir hoy,

¡no quiero!...

 

Soliloquio postrero 

al filo ya de la muerte, 

imaginando estremecido, 

que le portan costaleros…,

de una procesión callada, 

la nuestra… ¡La del silencio!  

 

¡No soñamos! No es un sueño, 

acelerad el paso compañeros,

en nuestros hombros va,

el pintor de naturales,

el más grande del toreo. 

 

Manolete ensimismado 

sigue oyendo la cadencia

de zapatos y alpargatas,

rozando a compás el suelo.

 

Tristeza y dolor unidos, 

trance de Fiesta Nacional y oro,

y más tarde albero y sangre…

 

Donde el cadalso fue el coso..., 

convertido en pantalla y lienzo, 

siendo que antes fue silencio,

y ahora bullicio y jolgorio.

Tristeza por alegría, 

desventura y ventura

por momentos, cambia todo.

 

El torero salió en penumbra,

 y llegó de noche 

entre silenciosos quejidos, 

imagen desgarradora, 

con su cuerpo entumecido,

 sediento, desangrado,

roto y de muerte herido.

 

Aún restan minutos negros 

empapados de lágrimas

esperando con tristeza

el final de la tragedia,

cuando el reloj marque

las cinco y siete minutos… 

La madrugada implora

que no llegue la muerte,

¡Qué no llegue, que no llegue,

por Dios esa hora!

 

Pero la muerte se posó cerca, 

y su venganza entristeció al cielo, 

y rompió la rica cruz de caoba,

y llora el mundo entero, 

y sobre todo el mundo ¡Córdoba!

 

Manolete, juncal y torero

su pie derecho desliza

en el virtual albero,

y ante su postrer faena

se cala la montera

y al son de su pasodoble

se persigna e inicia solo

el último paseo…

 


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