Por Antonio Luis Aguilera
Manuel Escribano. Foto Diario de Sevilla |
Dicen que el toro pone a cada uno en su sitio, pero no siempre se cumple este aserto. Los que de verdad ponen y quitan son los gestores de las empresas taurinas, y no todos han mamado el respeto a la tradición, es decir, a los toreros y sus éxitos en los ruedos. Sirvan de ejemplo los casos de Manuel Escribano, a quien injustamente dejaron fuera de Madrid, o el de Paco Ureña, al que inmoralmente excluyeron de la corrida de la Beneficencia, programada este año para el domingo 18 de junio con dos puestos libres, para incluir a los triunfadores de san Isidro, a la que se cambió la fecha un día, al sábado 17, para favorecer la contratación de Sebastián Castella, legítimo triunfador pero anunciado previamente en la plaza de Istres para el día señalado, que se cambió por estar apoderado por Matilla, uno de los taurinos más poderosos del complejo entramado del toreo.
Rotundamente, no. En esta época el toro no pone a cada uno en su sitio, como cuando hace años un torero triunfaba en Madrid o Sevilla, pues los empresarios actuales, a diferencia de los de otras calendas, no solo son empresarios, sino apoderados —¿o simplemente comisionistas, si hablamos claro?— de uno o varios toreros, algunos son ganaderos —algo otrora reservado a las grandes figuras del toreo, que hoy no está al alcance de la mayoría de los diestros destacados—, acaparadores de corridas, que compran para revender cuando escasean las de otras ferias, y miembros de un excluido grupo, donde cobra primacía el intercambio de toreros entre los que controlan las ferias de la temporada, aunque ello vaya en detrimento de los intereses de otros toreros, de la afición y, en definitiva, de la propia Fiesta.
Juan Ortega. Foto Diario "El Mundo" |
El incontestable triunfo de Manuel Escribano en la feria de Sevilla, que no fue sino otro más en el eslabón de la gloriosa trayectoria del admirado torero de Gerena, denunciaba su vergonzosa exclusión en los carteles que confeccionaron para Madrid el señor García Garrido, gestor de viajes aterrizado en el negocio taurino, y el señor Casas, indómito charlatán que ante cualquier micrófono proclama odas exaltando la grandeza y verdad del toreo, aunque después, por ejemplo, no tenga reparos en dejar fuera de san Isidro a Juan Ortega, un espada del gusto de Madrid, porque el sevillano, que posiblemente es quien más despacio y reunido torea de todo el escalafón, decidió poner en otras manos el rumbo de su carrera, esa que el taurino francés tuvo aparcada varios años sin prestar ningún interés hasta la grandiosa epifanía de Linares y posterior confirmación en Jaén del torero de Triana.
Paco Ureña en la corrida de Victorino. Foto Plaza 1 |
No, el toro no pone a cada uno en su sitio, porque entonces, por encima de intereses entre grupos de poder, Paco Ureña habría toreado la corrida de Beneficencia como legítimo triunfador de la feria de san Isidro. No se puede ofrecer la vida con más verdad para conseguir un triunfo legítimo, ni torear con mayor entrega y pureza, echando la moneda arriba dispuesto a dejarse matar si fuera necesario, como tan real y espeluznantemente hizo el de Cartagena en la seria y brava corrida de Victorino, donde no salió de la plaza a hombros por la puerta grande por la insensibilidad de un horroroso aficionado, el presidente de la corrida, que ya debería estar cesado, obstinado en no atender una petición a todas luces mayoritaria y negarle el trofeo que le habría permitido salir en volandas, decisión que sirvió en bandeja a la empresa la exclusión del gran torero murciano, para cambiar la fecha y satisfacer compromisos empresariales de mayor calado entre los colegas que mueven los hilos del negocio. «¡Indecente!», así lo calificó el maestro Paco Ojeda en los micrófonos del programa «Clarín» de RNE.
No, el toro no pone a cada uno en su sitio. Aquí los que ponen y quitan son los insensibles comisionistas del toreo, los que gestionan las plazas para poner y quitar a los suyos, favorecer a otros cobradores de porcentajes como ellos, que con toda seguridad revertirán el favor, mantener a raya a los apoderados independientes, y organizar las ferias excluyendo a quienes demostraron su inmensa torería en el ruedo y ante el toro —que es donde tienen que hablar los toreros— tener méritos sobrados para estar anunciados en los mejores carteles.
4 comentarios:
Rotundo en la denuncia. Contundente con los argumentos. Duros tiempos para la tauromaquia te están tocando vivir. Ojalá algún organismo de la administración pueda intervenir en tan injusta organización que sólo busca el enriquecimiento de cada uno de sus integrantes.
Ánimo y suerte.
La Diana para Antonio Luis Aguilera es pan comido. Siempre, en sus acertados comentarios, impulsa la flecha derechita al centro de la Diana. Manuel Escribano y Paco Ureña han realizado de lo mejor de la actual temporada, con escaso reconocimiento. Bueno, todo lo cuenta admirablemente Aguilera, para que insistir. Si abundar en que se está poniendo de moda la figura perdonavidas del presidente capullo, mal aficionado, y a la vez cagon, que se deja influenciar por un mínimo sector de la plaza, esos que claman por la pureza de una fiesta que, en manos de estos capullos, lleva muy mal camino. El enemigo está dentro.
Querido amigo Antonio, tengo la esperanza de que, alguna vez, serán tenidas en cuenta tus clamorosas denuncias.
Sigue hacia adelante y mucha suerte "Maestro"
Un abrazo
El entramado comercial alrededor de la Tauromaquia, que al parecer es lo que hay... hace un daño sibilino complicado de eludirlo...
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