miércoles, 4 de mayo de 2022

JOSÉ MARÍA MONTILLA

Por Antonio Luis Aguilera    

José María Montilla en la Maestranza de Sevilla

El 26 se mayo se cumple el sesenta aniversario de la alternativa del maestro José María Montilla, decano de los matadores de toros cordobeses. Fue el 26 de mayo de 1962 en el coso de «Los Tejares», cuando Julio Aparicio, en presencia de Jaime Ostos, le cedió la lidia y muerte de “Avefría”, de la ganadería de María Francisca Mora Figueroa, al que cortó las dos orejas, a las que sumaría una más del toro que cerraba plaza. Aquella triunfal actuación le valió obtener el trofeo «Manolete» del Ayuntamiento de Córdoba.

José María Montilla recibe el trofeo «Manolete»

De nuestro archivo rescatamos unas declaraciones realizadas hace años por el maestro y amigo José María —persona muy querida en Córdoba—, de quien hemos sido durante muchos años compañeros como comentaristas taurinos en medios de comunicación, para que sean sus palabras las que evoquen su carrera como matador de toros.

—En los años sesenta Córdoba atravesó un momento histórico, porque se dieron cita muchos matadores de toros. Muy pocas veces el toreo cordobés ha tenido tanta altura. Toreros importantes como Gabriel de la Haba «Zurito», Agustín Castellano «El Puri», Manuel Cano «El Pireo», que ha sido uno de los que mejor ha hecho el toreo… Y tuvimos uno que mandó en la fiesta: Manuel Benítez «El Cordobés»… ¡Fíjate lo que es mandar en el toreo…! Eso solo sucede cada cuarenta o cincuenta años. Y mira por donde también fue Córdoba la que anteriormente mandó en el toreo con «Manolete».

Creo que fue el momento —y los aficionados lo saben— más importante que Córdoba ha tenido en el toreo, pues se dieron cita muchos matadores de toros, varios de ellos punteros, y uno que mandó sin contemplaciones.

Lance a la verónica de José María Montilla

Sobre la vieja plaza de «Los Tejares» José María recuerda:

—Fue nuestra escuela taurina. Allí comencé a ver toros. Precisamente fue donde Luis Miguel Dominguín, máxima figura del toreo, me hizo creer que ser torero era fácil. Aquello ocurría al comienzo de los años cincuenta. Se lidió una corrida de Saltillo para Luis Miguel, Luis Procuna y Manuel Calero «Calerito», que sustituyó a José María Martorell, que estaba herido. Fue una tarde tan apoteósica la del torero de Madrid, que yo pensé que aquello era fácil. Tenía doce o trece años y creí que podía ser torero. ¡Qué equivocado estaba...!  Después intenté aquello que pensé fácil y no lo conseguí, comprendí que era dificilísimo ser torero. A partir de entonces en aquella plaza los vi a todos: Martorell, Calerito… Me fijaba mucho en ellos.

Y vi a un torero que me impresionó gratamente, porque no he visto torear más despacio ni mejor. Fue a Manuel de la Haba, en un festival que toreó a beneficio de la Hermandad de la Virgen de las Angustias. Aquello se me quedó grabado y es de mis mejores recuerdos.

Había otro torero que causó una admiración tremenda, porque toreó fenomenal: Alfonso González «Chiquilín». En él los estatuarios, pases fáciles que no dicen nada, tenían una gran personalidad. Además hacía el toreo diferente.

José María en redondo. Foto Mateo

En «Los Tejares» conseguí ver muchas cosas importantes en el toreo. Vi a una pareja de becerristas que empezaban «Zurito» y «El Puri». ¡Qué difícil es despertar de becerristas tanta expectación! Antes había toreado muy bien Pedrín Castro. También hubo una pareja fenomenal, que hizo historia en la novillería cordobesa: «Zurito» y «El Pireo». He visto muchas cosas. Aquella plaza fue nuestro principio, nuestro sueño, nuestra ilusión. Allí pensé muchas cosas bonitas, pero luego está la historia, es muy difícil ser torero, y no pude desarrollar lo que hubiera querido.

Preguntamos a José María, que encabezó la terna que inauguró la nueva plaza de Córdoba el 9 de mayo de 1965, sus recuerdos de aquel día:

—Lo recuerdo con mucho cariño. Fue un día memorable para dos toreros de Córdoba, Manolo y Gabriel, que fue el triunfador absoluto de aquella corrida. Además, aquel día tuvo por la mañana el prólogo de la coronación de la Virgen de los Dolores, esa imagen tan cordobesa a la que yo tenía costumbre de visitar todos los viernes.

Esa tarde conseguí ver a un chaval muy joven, que venía con ganas de pelea. En esto del toreo al final los que dicen las cosas son los toreros de raza, y Gabriel lo era. En aquella tarde tan importante para todos, junto a Manuel Benítez, que mandaba en la fiesta, Gabriel se arrimó para que no se le fuera por delante y fue el triunfador absoluto. Benítez estuvo muy bien. Yo cumplí mi cometido, estuve simplemente bien.

Ayudado por alto en Madrid. Foto Botán

Pero siempre, cuando hablo de acontecimientos que recuerdo especialmente, no tengo más remedio que acordarme de mi alternativa en «Los Tejares». Fue uno de los días que me sentí torero. También de la alternativa de «El Cordobés» en la misma plaza. Quizás estas me hayan dejado más huella, pero no cabe duda de que históricamente nadie nos puede quitar a Gabriel, Manolo y a mí que inauguramos esa plaza tan importante que es la de Córdoba.

En mi época había bastantes toreros de Córdoba. En mi caso concreto estuve cuatro años de matador de toros y actué en las cuatro ferias de mayo. ¡Y era difícil! Pero los toreros de aquí contaban a la hora de hacer los carteles de la feria. Y fíjate los que había: Antonio Ordóñez, Paco Camino, Diego Puerta, El Viti… Y había sitio para ellos, pero Córdoba tenía un plantel de matadores que contaban, y mientras estuvimos en el toreo actuamos todas las ferias de mayo.

Ceñida manoletina de José María. Foto Arjona

Ante las afirmaciones que aseguran que hoy se torea mejor que nunca, José María Montilla opina:

—Eso no es verdad, cómo se iba a torear peor en nuestra época, que era la de Antonio Ordóñez, el que mejor ha hecho el toreo desde «Manolete» a nuestros días. Lo que tenemos claro los cordobeses y todo el mundo es que el mejor torero de los últimos cincuenta años ha sido «Manolete». Creo que ahí no hay discusión de ninguna clase y está todo el mundo de acuerdo, incluso algunos antimanoletistas, que después de escuchar al «Rubio de San Bernardo» no les queda duda de que «Manolete» ha sido el mejor torero que ha dado la historia en los últimos cincuenta años.

Atracándose de toro en Barcelona. Foto Mateo

Pero en nuestra época hemos visto torear a Antonio Ordóñez, del que pienso que no se puede torear mejor. Ni se puede torear con tanta importancia y sabiduría, con tanto conocimiento y arte como lo ha hecho Paco Camino. No se puede torear con más valor que lo ha hecho «El Cordobés» o Diego Puerta. Todo eso es historia. Había treinta matadores a cual mejor. 

Es cierto que en todas las actividades se progresa cada día. Hoy hay mejores médicos, mejores ingenieros, quizás se torea de salón mejor que nunca, porque ahora un chaval pega pases desde el principio. ¿Pero qué se torea hoy mejor que hace treinta años? ¡No, ni se canta mejor que Manolo Caracol, ni se torea mejor que Ordóñez! Es cierto que hay grandes profesionales, pero ¡cuidado!, el sitio que tenían los toreros de antes… Ni ahora con toda la grandeza que tiene el toreo ha superado el que conocí en mi época. Hoy hay más toros que se dejan torear, por eso se torea con más regularidad, pero también todos los toreros son más parecidos. Se dice que se torea mejor que nunca, pero también es verdad que no destaca uno de los otros, porque sale un toro que tiene muy pocas cosas que decir. Antes, al tener más movilidad, había más inspiración.

Estocada en todo lo alto el día de su alternativa
en la vieja plaza de Córdoba. Foto Framar

Hoy día el mejor de todos sería «Guerrita». Y el mejor de hoy sería el mejor de aquella época, porque el que ha sido figura del toreo lo sería siempre.

Dos toreros importantes en los años sesenta Manolo Vázquez y «Antoñete», acompañaban a Luis Miguel, Ordóñez, «Litri», «Pedrés», Puerta, «El Cordobés», Camino… Y sin embargo después cuando reaparecieron fueron  máximas figuras del toreo.

Finalmente, al preguntarle qué es lo más importante que se lleva del torero, el maestro respondió:

—La gratitud de haber tenido la oportunidad de realizar lo más bonito de mi vida. 

Enhorabuena José María, maestro y amigo, por este sesenta aniversario que celebras con el profundo respeto de una afición que te quiere como la de Córdoba, y el cariño de toda la afición taurina.

1 comentario:

Andrés Osado dijo...

Amigo Antonio, me ha gustado tu impronta, como torero, de José María. Quiero recalcar, también, sus excelentes cualidades como persona y compañero, de las que tuve el gran honor de poder ser partícipe de ellas.
Un abrazo.