Por Antonio Luis Aguilera
"Esperando la tarde". Óleo de Walter Zuluaga |
Tan enorme es la demanda para
sacrificar toros bravos, que los ganaderos tienen que pedir cita previa para
enviar sus reses a los mataderos. Lamentablemente, la temporada 2020 se da por
perdida. La flor de la camada, la que había sido destinada a las ferias de
Valencia, Sevilla, Madrid, Pamplona, Bilbao y las mejores plazas francesas, ha
sido o está siendo transportada en camiones a unas corraletas lúgubres, manchadas
de sangre, donde los animales bravos, cuya intuición nada tiene que ver con los
mansos, manifiestan un desatado nerviosismo al presentir la muerte.
Una muerte que vendrá tras un disparo en el testuz, o quizá,
preferimos pensar, de un cachetazo de gracia cuando el tiro no es fulminante, para
que forme parte de una cadena de producción donde los animales, todavía vivos y
aterrorizados, en sus últimos y agónicos derrotes, serán engarzados en los garfios
que llevan a la sala de despiece. Por respeto a la sensibilidad de nuestros lectores y a la dignidad de
cualquier animal, no insertamos las horrorosas imágenes que pueden verse en los
videos de Internet, aunque serían recomendables para que los colectivos animalistas pudieran comparar la muerte de un toro bravo en el ruedo
y su sacrificio en el matadero. Preferimos editar las preciosas pinturas de Walter Zuluaga.
"Los colores del verano". Óleo de Walter Zuluaga. |
Por unos quinientos euros la res, el
negocio de los ganaderos, que no tienen otra opción de dar salida a los
animales, es ruinoso y humillante. Criar un toro bravo cuesta alrededor de los cinco
mil euros, en los cuatro o cinco años que se le mantiene con vida, bien alimentado,
desparasitado, vacunado, curado de las heridas de las peleas, y controlado
sanitariamente en todo momento, para que llegue en plenitud al fin por el que
fue criado por su linaje: lidiarse en la plaza y demostrar su
bravura y nobleza. Cinco años en los que a diferencia del vacuno para abasto
público, que se sacrifica con meses, fueron los amos de la dehesa, los destinatarios
de los mejores pastos y piensos, de forraje en los años de sequía, y de los cuidados de vaqueros y ganaderos. Un lustro que hubiera tenido un rendimiento
cárnico y económico muy diferente para el ganadero de criar ganado manso.
¿Dónde están ahora los compasivos
animalistas, los sufragados por grupos de presión, los lobbys que generan verdaderas fortunas con productos alimenticios para
animales domésticos? ¿Dónde, ante la ruina económica y genética del toro bravo, que
de la noche a la mañana no vale para nada, siendo destinado al matadero porque
no se puede lidiar, y el próximo año tampoco al tener los seis años de edad? ¿Por qué el gobierno, aprovechando la crisis humanitaria
del maldito Covid, deja en el desfiladero a todos los colectivos que viven de ese espectáculo que en 2017 aportó a la
Hacienda Pública 4.500 millones de euros, el 0,36 de PIB, por los 19.882 festejos
celebrados (18.357 populares y el resto reglados), según datos de la Asociación
Nacional de Organización de Espectáculos Taurinos?
¿Dónde esconden ahora su compasión
los animalistas que lloraban ante los camiones de cerdos destinados al
sacrificio, para darles con sus hipócritas lágrimas una despedida cariñosa?
"Castaños". Óleo de Walter Zuluaga |
¿Por qué tanta insolidaridad con nuestra historia, cultura y tradición, y con las miles de familias que viven del
toro bravo: ganaderos, toreros, banderilleros, picadores, mayorales, vaqueros, veterinarios,
transportistas, sastres de toreros, criadores de caballos para picar,
fabricantes de petos, puyas y banderillas…? El toreo no ha sido jamás de derechas ni de izquierdas, sino del pueblo, y el gobierno no debe ignorar la tragedia que vive su gente.
1 comentario:
Antonio, me uno a sus palabras de petición de solidaridad para toda la gente que compone el mundo del toro.
También es cierto, que me gustaría exponer mi punto de vista sobre sus últimas palabras que cierran esta entrada “el toreo no ha sido jamás de derechas ni de izquierdas, sino del pueblo”. Estoy harto, repito HARTO, de que se tenga que asociar la imagen del toreo a una ideología concreta. Nadie se pregunta cuando ve una cola para entrar a un museo, teatro, cine, concierto…eventos deportivos como pueda ser el fútbol, baloncesto u otras actividades de divertimiento general tipo verbenas, juegos tradicionales, si las personas que acuden son de izquierdas o de derechas, ni tratamos de etiquetarlos, porque todos asumimos que nada tiene que ver. La cultura no es política.
La cuestión es que el toreo está siendo utilizado por los políticos, con la única finalidad de buscar un nicho de votos. Unos excluyéndolo de su ideario de “progreso”, de falso ecologismo, y otros posicionándose en un “falso a favor”, porque cuando han estado en el poder tampoco hicieron nada. El mundo del toro, quizás por la situación de asfixia que sufre, también se ha dejado manipular y prestar su imagen en busca de ese maná que le solucione de forma inmediata sus problemas. Ver toreros acudiendo como tales a mítines políticos, no deja de ser cuestionable, no como ciudadano de a pié, que cada cual es muy libre, sino porque están prestando la imagen de la tauromaquia a una ideología.
Los políticos de hoy en día no actúan ni por ideología, ni por principios, ni por valores… De otra forma no se puede explicar como aquellos que se encargaron de prohibir los toros en Cataluña, blindaran los “Corre Bous”, cuando el supuesto sufrimiento del animal puede ser mayor en estos últimos. Los mismos que propusieron prohibir los toros en San Sebastián, lo protegen en Azpeita… La única motivación: la gente y los votos que serían capaces de captar para conseguir su ascenso al poder.
Esa es la clave, el toreo no se tiene que acercar a los políticos, ni a sus posiciones, el toreo siempre fue de la gente, del pueblo y a él se tienen que volver a acercar. Llevamos mucho tiempo que el toreo vive de espaldas a la sociedad. Es un HECHO. Si conseguimos que el toreo vuelva al pueblo, a la gente, será esta la que acerque el toreo a los políticos. Sin más.
Para intentar solucionar el problema de la tauromaquia, puede que tengamos que alejarnos de su análisis desde dentro. Alejarnos para coger otra perspectiva muy distinta, desde fuera. Estudiar todos los resortes para que el toreo vuelva a entrar en la sociedad. Para ello, me vuelvo a fijar en la primera batalla ganada por los “antis” en Cataluña. Alejaron a la juventud de las plazas y cortaron el nexo de unión para el relevo generacional. Ese fue el principio del fin para las corridas. Algo que no consiguieron con los festejos populares “Corre Bous”, curiosamente en lugares donde se concentraban sus jóvenes cachorros independentistas, a los que no estaban dispuestos a disgustar. No se toca.
Pues empecemos a trabajar por ese punto. El toreo tiene que volver a enganchar a los jóvenes porque en ellos radica el futuro éxito o fracaso. Si el toreo hubiera estado fuerte en la sociedad, ésta se habría encargado de protegernos. Habría sido la clave para hoy no tengamos que estar “mendigando” solidaridad para la gente que vive del toro.
¿Alguien se pregunta si el mundo del fútbol es de izquierdas o derechas? Pues mirad como los políticos se están preocupando de poner todos los medios posibles, incluidos test que ni siquiera tienen los sanitarios que se han jugado la vida por salvarnos y a los que aplaudimos todos los días, para que se reanude la Liga a la mayor brevedad. Y no recuerdo a ningún futbolista famoso en mítines ni posicionándose a favor de ninguna ideología.
Me despido antes de que me den los tres avisos, con el deseo de salud para todos y que pronto nos podamos ver en una plaza de toros.
Muchas gracias Antonio por seguir aportando su granito de arena para que este confinamiento sea más llevadero.
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