Por Antonio Luis Aguilera
![]() |
Juan Ortega |
Siempre hemos pensado que se torea por la necesidad de expresar un sentimiento inexplicable, de mostrar en público las formas de un acento propio que anhela escapar de la intimidad, para manifestarse en el vuelo de unas telas gobernadas por el temple, que reduce la embestida del toro y la somete. Es cierto que la historia está llena de hombres que torearon para escapar de la miseria, pero no olvidemos que tenían valor, porque por mucha hambre y necesidad que se tenga, sin ser capaz de ponerse delante para quedarse quieto, es imposible desafiar con un lienzo a un animal imprevisible, que busca derrotar a todo el que se cruce en su camino. Como aseguraba el maestro Paco Camino: «Las colas del paro estarían vacías si los que las forman fueran capaces de ser toreros».
Nuestro pensamiento contemplaba que el miedo es el compañero inseparable en el viaje profesional del torero, pero no la motivación que lo impulsa a jugarse la vida. Sin embargo, en unas declaraciones realizadas por Juan Ortega para los informativos de Canal Sur Televisión, el torero de Triana explicaba que durante su estancia universitaria en Córdoba, compaginada con su paso por la Escuela del Círculo Taurino, aprendió de un profesor (Rafael Blancas) que se torea por miedo, algo que entonces no lograba entender con claridad, porque estaba convencido que el toreo es un sentimiento. Y cuando se comienza lo único que de verdad se piensa es formarse y asimilar enseñanzas para expresarlo.
![]() |
Juan Ortega, un torero distinto. |
A veces, los que no nos jugamos la vida ante el toro, ni sabemos lo que pasa por la cabeza de los toreros por muy aficionados que seamos, pecamos de irrespetuosos. A propósito de estas declaraciones conversamos con el torero para exponerle nuestro punto de vista. Y su contestación nos hizo recordar a otro genio de Triana, Juan Belmonte, quien afirmaba que «se torea cómo se es».
Porque Juan Ortega, el torero que más despacio hemos visto torear, y puede que el que más despacio lo ha hecho en la historia del toreo, nos razonó, con la elegancia y el temple con que muestra su arte, como el paso del tiempo le ha hecho ver que aquella frase, que en principio no entendía, estaba llena de sentido. Su forma de explicarse merece ser conocida por los aficionados que visitan esta recoleta «Plaza de la Lagunilla». Al fin y al cabo, la frase se pronunció en Córdoba, ciudad silenciosa donde el caminante escucha sus propios pasos, y las palabras adquieren aire de sentencia. De su gente la escuchó el maestro, que nos dijo:
«Así lo creía yo antes, pero con el paso del tiempo he ido descubriendo sensaciones nuevas. El toreo, como bien dices, es la expresión de un sentimiento, y cuando uno empieza torea simplemente por la necesidad de mostrarlo. Cuando las circunstancias cambian, cuando el animal deja de ser un becerro para convertirse en un toro, el instinto de conservación se dispara, y el sentido de la vida quiere imponer su ley. Ese miedo, es decir, superar ese miedo, vencer a ese instinto de conservación, es lo primero que uno necesita para poder luego expresarse. Y ese miedo es un cúmulo de miedos: miedo a perder la vida, miedo físico, miedo a hacer el ridículo, miedo a defraudarte, a defraudar… Todos esos miedos hacen que generes en tu interior una fuerza mayor, que te hace tirar para adelante y expresar, e incluso llegar a disfrutar delante de la cara de un toro».
Ahí queda su lección, que nos hizo recordar al escritor José Alameda, cuando tras una conversación personal con Manolete le aseguró: «Todo lo que se aprende del toreo, se aprende de los toreros».
3 comentarios:
Olé
🤔
Hoy nos has mandado tarea para meditar en casa, querido amigo Antonio. Para que le demos la vuelta al "coco". Contigo, quien no aprende es porque no quiere. Bueno, pues pensemos en la "Psicología del miedo en el mundo taurino" "Casi ná" tema digno de toda una Tesis. Gracias. Un saludo
Publicar un comentario