lunes, 8 de abril de 2024

EN RECUERDO A JUAN BELMONTE


JUAN BELMONTE GARCÍA
(SEVILLA 14-4-1892/UTRERA 8-4-1962)
Juan Belmonte «El Pasmo de Triana» 
Escultura de Venancio Blanco en el Altozano de Triana,
frente a la plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. 

 

EL ÚLTIMO ENCIERRO

Manuel Benítez Carrasco

 

¡Cómo pudo, cómo pudo

con un torero tan grande

un torillo tan menudo!

 

Los pitones van torcidos,

el plomo marcha derecho;

aquellos te hirieron tanto,

éste, una vez, y estás muerto.

 

¡Cómo pudo, cómo pudo

con un torero tan grande

un torillo tan menudo!

 

En el silencio del cuarto

—soledad de redondel—,

tú, y un torito de plomo

pequeño, que ni se ve;

y una arrancada de pólvora,

una cornada en tu sien,

y tu muerte en la pasmada

soledad del redondel.

Un hilo manso de sangre,

sin posible enfermería, 

poco a poco se cuajaba,

roja escarcha, en tu mejilla.

 

¡Cómo pudo, cómo pudo

con un torero tan grande

un torillo tan menudo!

 

¿O es que, cuando aquel torillo

de lumbre te dejó frío,

ya estabas empitonado 

por el toro del hastío…?

¿Qué corrida de amargura

bajo tu frente abatida;

qué toros de sinsabor

en la plaza de la vida;

qué toros de sin sabor

andaban dando cornadas

dentro de tu corazón…?

 

¿Acaso quisiste huirle

—qué tremenda única vez—

a ese toro, con frecuencia

marrajo, de la vejez…?

 

¿Fue que volviste la espalda

—qué única vez con razón—

al eral, florido, tierno

y astifino del amor…?

 

¿Fue que le tuviste miedo

—qué única vez de agonía–

al toro manso, más manso,

al de la melancolía…?

 

¿O más bien, que no quisiste,

porque no, torear más

al reservón, negro y largo

toro de la soledad…?

 

Si no pudieron contigo

los toros de furia brava

que matan a pitón limpio;

si no pudieron contigo

—si es verdad que no pudieron—

esos toros que te digo,

los del amor, la vejez,

la soledad, el hastío…

 

¿cómo pudo, por qué pudo

con un torero tan grande

un torillo tan menudo?

 

Los pitones van torcidos,

el plomo marcha derecho;

aquellos te hirieron tanto…;

éste, una vez, y estás muerto.

 

Y en el aire, la pregunta

está vestida de negro,

arañándose la duda:

 

¡Cómo pudo, por qué pudo

con un torero tan grande

un torillo tan menudo!


Juan Belmonte García

 

Tomado del libro «Los toros en la poesía de Manuel Benítez Carrasco».

Editorial Castillejo. Sevilla.

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