martes, 14 de noviembre de 2023

CHICUELO: EL ARTE DE INVENTAR

Por Antonio Luis Aguilera

Portada del libro sobre Manuel Jiménez "Chicuelo"

El pasado día 8 fue presentado el libro cuyo título encabeza este comentario, editado por la Fundación de Estudios Real Maestranza de Caballería de Sevilla —Fundación de Estudios Taurinos— y la Editorial Universidad de Sevilla, ejemplar número 25 de la colección Tauromaquia, que coordinado por Diego Carrasco Fernández está dedicado a la figura de Manuel Jiménez Moreno, el grandioso «Chicuelo», eslabón imprescindible para comprender la evolución del toreo, por haber sido, ni más ni menos, que el creador de la faena moderna, la actual, la estructurada por la ligazón de los pases en series como los versos del poema se encadenan en estrofas. «Chicuelo» fue el autor de la torerísima creación que aceptaron todos los espadas para expresar su acento artístico, a pesar del vergonzoso silencio histórico que ha lastrado la memoria del extraordinario maestro de la Alameda de Hércules, nacido en la trianera calle Betis. 

 Belmonte otorga la alternativa a "Chicuelo" en Sevilla (28-9-1919)

Manuel Jiménez «Chicuelo», hay que decirlo bien alto, ha sido tan importante en la historia del toreo como lo fueron «Gallito» y Belmonte. El menor de los «Gallo» experimentó en su portentosa tauromaquia la ligazón en redondo de los pases naturales, mientras Belmonte acortó las distancias y curvó el pase al final para sujetar más al toro, pero su toreo fue en «ochos», pues al ocupar los terrenos de adentro para ligar con la izquierda el natural con el cambiado por alto —que no con otro natural—, tenía que corregir su posición cruzándose al pitón contrario. Sin embargo, fue «Chicuelo» quien con la belleza natural de su toreo pulió la propuesta experimental de «Joselito» y, sin desdeñar la sujeción curvilínea de Juan, giró los pies para alternar los terrenos del toro y los del torero, resolviendo de esta forma la ligazón de los pases naturales.

"Chicuelo" inmortaliza a "Dentista" de San Mateo.
Plaza de El Toreo de México (26-10-1925) Foto Luis Reynoso

Así fue como Manuel Jiménez «Chicuelo» —con un toro de mayor entrega y nobleza, que los ganaderos venían seleccionando siguiendo los consejos de «Guerrita» y «Gallito»—, puso en valor, refinándolas con la gracia de su expresión artística, las aportaciones de José Gómez —su torero de referencia, en quien desde niño se fijó para modelar su toreo— y las de Juan Belmonte, de quien aprendió que la sujeción curvilínea del toro al final del pase permitía dejarle la muleta colocada para alternar los terrenos y ligar en redondo los pases naturales. De esta manera nacía una nueva concepción del toreo, pues mientras Belmonte y los espadas de su cuerda ligaban el natural con el cambiado por alto avanzando para buscar el pitón contrario y repetir la suerte —toreo de avance—, «Chicuelo» permanecía en línea para dejarlo venir sin desplazarlo y, consumado el pase, girar sobre su eje para alternar los terrenos y ligar series de naturales con la misma mano —toreo de reunión—.

"Chicuelo" y "Corchaíto" de Graciliano Pérez-Tabernero.
Madrid, 24 de mayo de 1928. Foto: Familia "Chicuelo"

La nueva geometría de faena creada por el magistral torero sevillano sería elevada a definitiva en los años cuarenta por su ahijado «Manolete», que aportó una nueva forma de obligar, pues conservando su verticalidad bajaría aún más la mano, y acortaría la distancia con pasos laterales hacia el toro aguantando hasta provocar su arrancada, para una vez vaciado el muletazo girar sobre su eje y ligar los naturales. Por la  perseverancia y regularidad del torero de Córdoba, que impuso ese toreo a la inmensa mayoría de sus toros, la faena de Manuel Jiménez Moreno quedaría elevada al rango de canon por Manuel Rodríguez Sánchez, pero el ahijado siempre dejó bien claro que su toreo era el de «Chicuelo», que era el mejor que él había visto. Así las cosas, desde la revelación de la ligazón, en la década de los años veinte del pasado siglo por el magistral artista sevillano, el planteamiento de su faena ligada sería adoptado por la mayoría de los diestros para expresar el toreo. 

"Chicuelo" en la plaza de la Real Maestranza de Sevilla.
Foto: Familia "Chicuelo"

Por otra parte, debido a las  oscuras artimañas periodísticas y literarias que silenciaron esta evolución, conviene precisar que la célebre faena ejecutada por «Chicuelo» el 24 de mayo de 1928 en Madrid al toro «Corchaíto», de la ganadería de Graciliano Pérez Tabernero, que fue la que hizo rebosar el vaso y no pudiera silenciarse más la realidad de su toreo, no fue un hecho puntual, sino un eslabón más de su brillante trayectoria, un capítulo más de la obra con que el torero de la Alameda de Hércules había conquistado desde el año 1922 a las aficiones de Perú, México o Venezuela, países donde su éxito e influencia en otros importantes espadas resultó determinante en la evolución histórica de su concepto del toreo. 

Pase natural de "Chicuelo". Foto: Familia "Chicuelo"

Debe quedar muy claro que lo ocurrido con el toro «Corchaíto» no fue la flauta que sonó por casualidad, sino una más de las excelentes faenas de «Chicuelo», con la que pudo expresar su toreo ante la exigente afición de Madrid, que desde entonces lo demandaría a los demás toreros. A pesar del silencio guardado por la crítica española, por su excelente adaptación a los toros del encaste Saltillo, Manuel Jiménez había protagonizado muchas tardes de triunfos memorables en la plaza mexicana de «El Toreo», donde ante sus apasionados aficionados inmortalizó faenas como las realizadas a los toros «Toledano», «Lapicero», «Dentista», «Testaforte», «Cartero», «Melcochero», «Peregrino», «Mezcalero», «Pintor», «Duende», «Serrano», «Pergamino» y «Zacatecano». Tampoco pudieron olvidar los aficionados venezolanos la realizada a «Carpintero» en la plaza Maestranza de Maracay.

Manuel Jiménez Moreno "Chicuelo".
Foto: Familia "Chicuelo"

Este nuevo libro hace justicia a la memoria del magistral torero sevillano, ninguneado por algunos de los influyentes y «respetados» escribanos que redactaron la historia al dictado de bastardos intereses. Por fortuna «José Alameda» —posiblemente el mejor analista del toreo— salió en su rescate para poner de manifiesto la grandeza de su obra, y desde su exilio en México iluminó con sus libros a las generaciones de aficionados que fueron engañadas, abriéndoles los ojos de par en par y colocando la figura de «Chicuelo» en el lugar que le habían birlado en la historia. Bajo la coordinación de Diego Carrasco, los textos que llevan su firma, y los de Manuel Jiménez Amador —nieto del torero—, Andrés Luque TeruelJosé MorenteCarlos AbellaJosé Luis RamónEduardo Gómez IbarraJean Pierre HedoinManuel Escalona Franco y Federico Arnás, hacen justicia a uno de los espadas más grandiosos del toreo. Los testimonios y datos que ofrece este libro dan fe de lo que realmente significó su paso por los ruedos, donde dejó la imborrable huella del toreo ligado en redondo, para que siguiendo su senda todos los toreros pudieran expresar el acento personal de su arte. Manuel Jiménez «Chicuelo», por ser el creador de la faena moderna, recreada con su magisterio, gracia y arte, ha sido tan importante en la historia del toreo como «Gallito», Belmonte y «Manolete». 

2 comentarios:

Andrés Osado dijo...

Amigo Antonio L.: Creo, sin lugar a dudas, que entre esos excelentes personajes que escriben sobre Tauromaquia, estás tú. Tu diestra y generosa forma de enseñar, lo demuestran. Gracias. Un fuerte abrazo

JAragon dijo...

En mi modesta opinión uno de los mejores artículos que se pueden encontrar donde se explique con tanta claridad los fundamentos del toreo actual y en el que se le el debido reconocimiento a quien tuvo la inspiración y valor para torear de manera diferente a como lo hacían las grandes figuras de la época.
Muchas gracias por tu continua ilustración. Un abrazo