Por Antonio Luis Aguilera
Jovenes en la plaza de Madrid reivindicando menos alcohol |
Cada día es más frecuente ver en las plazas de toros a gente que sale más perjudicada que entra. Acceden «petroleados» y salen borrachos, tras estar doblando el codo desde el paseíllo hasta el arrastre del último toro, fastidiando la corrida con gritos, risas inoportunas, improperios y faltas de respeto a los toreros y espectadores más próximos, esos que, además de pagar la entrada, se sienten indefensos al ver que les ha tocado la «pedrea» con unos impresentables, a los que tendrán que soportar hasta que abandonen el coso buscando tablas para echarse. ¿Por qué no se prohíbe la venta de alcohol en los espectáculos taurinos como en cualquier otro espectáculo público?
Tendido alto de la plaza de Sevilla |
Recordamos una corrida en la Maestranza de Sevilla, tarde sublime de Morante en septiembre de 2022, cuando después de pagar un dineral por lo que siempre fue una grada de sombra —localidad que para hacer más digerible su precio han rebautizado como tendido alto—, tuvimos el infortunio de tener que soportar a un grupo de impresentables, tan enchaquetados y encorbatados como perjudicados alcohólicamente, que llegaron dispuestos a no ver ni dejar ver la corrida. Imaginen, desde los sones del pasodoble «Plaza de la Maestranza», llamándose «compadre» y «miarma», lo que significó ver el concurso por ver quién era el más gracioso, en una chabacana escalada de chorradas y carcajadas compartidas por los colegas del club del gin-tonic —el vendedor ambulante tuvo más idas y venidas que el tronco de mulillas—. En fin, ya saben cuál es la diferencia entre un tío con gracia natural y un imbécil que se hace el gracioso, así que imaginen la maldita gracia que significó ver al mejor Morante, además de moviendo el cuello para esquivar la visión con los bonitos arcos de la plaza, soportando las «gracias» de aquellos borrachos, expresadas en un interminable rosario de burlas a toreros, músicos, autoridad y cualquier persona que les pidiera respeto.
Sin control para acceder a la plaza con botellas |
Al salir de la plaza tuvimos más claro que nunca que la permisividad alcohólica provoca incidentes, que no deben pasar inadvertidos para la autoridad competente en materia de espectáculos taurinos. Son demasiadas las corridas a las que asisten individuos perjudicados por el alcohol, a los que se debe cortar el grifo de la venta ambulante en la plaza. Hay que evitar riesgos y molestias a los espectadores que asisten a la corrida, sin imaginar que unos borrachos le van a fastidiar la tarde. Corresponde a la autoridad legislativa controlar las incidencias molestas para el público, y entre ellas están las alteraciones del orden causadas por los metepatas del vaso largo de plástico, esos que se burlan de todo y de todos con las desafortunadas gracias derivadas de la ingesta de alcohol.
Puestos a comparar, parece mentira el rigor que se extrema con los hombres de luces, a los que se exige minuciosamente cumplir el reglamento cuando se la juegan con un animal imprevisible, mientras se pasa por alto algo que con frecuencia ocurre en los tendidos, esos alborotos y grescas causadas por las permisivas borracheras, porque en las plazas no existe control alguno para acceder con bebidas, envases o neveras. Urge evitar molestias y accidentes ocasionados por personas sin control; urge por la seguridad de los que están en el ruedo o sentados en cualquier asiento. Los que entran a la plaza «calentitos» deben ser puestos inmediatamente de patitas en la calle por la seguridad contratada por las empresas. No hay que esperar a que causen molestias. Lo que está prohibido en un campo de fútbol, pabellón de deportes, teatro o cualquier espectáculo público, no debe estar consentido en las plazas de toros.
Señores políticos, ¿tan complicado resulta modificar los reglamentos y prohibir el alcohol en las plazas de toros?
3 comentarios:
Estoy totalmente de acuerdo contigo, amigo Antonio.
Ojalá llegue pronto esa prohibición a estos espectáculos.
Buenas noches Antonio. Suscribo al 100% todo lo que comentas. Estoy hasta el más allá por no decir otra cosa, de las tropelías que cometen muchos desalmados con el tema de las bebidas en las plazas de toros y concretamente en nuestra Real Maestranza de Sevilla, que además llegan siempre tarde con los vasos de plásticos hasta los topes y con los puros. Lo primero que yo haría es, cerrar las puertas de entrada 10 minutos antes del comienzo del espectáculo y no vender bebidas lo segundo, sobretodo en las ferias.No me quiere extender más, porque me enciendo.Um fuerte abrazo.
Por 4 pijos borrachos no se puede prohibir que cualquier espectador taurino de verdad se tome una copa o lo que le pete para disfrutar la corrida. La misma regla de 3 se debe aplicar al lo que pasa en el Real.
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