Por Antonio Luis Aguilera
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Cartel de Sevilla 2019. Obra de María Gómez |
Los buenos aficionados, los que aman
y respetan la historia del toreo, confiaban que este año la Real Maestranza de
Caballería de Sevilla, al cumplirse el centenario de la alternativa de Manuel Jiménez Chicuelo, hubiera
tenido el buen gusto de homenajear al espada con una obra pictórica acorde a su categoría, que ensalzara su figura y su toreo, en el cartel de festejos de la temporada 2019 de la ciudad hispalense. Pero los responsables de la encopetada
institución no tienen la sensibilidad de los buenos aficionados, y eligieron la obra de la pintora María Gómez para reproducir un lienzo que representa a un monigote de torero, demostrando así la afinidad que existe entre la entidad que representan y el sentir de la
afición, o quizá la atrofia al interpretar una fiesta popular como es el
toreo desde la altura de su linaje. ¡Qué sarcasmo pretender que la obra, por llevar escrito en una miniatura ilegible el
apodo del diestro, sea considerada un homenaje a un torero tan grande e histórico! Porque no debe olvidarse que Chicuelo fue el genial
artista que creó la faena moderna, mientras el monigote no deja de ser otra mamarrachada de las que desde hace varios años, tras ser objeto de burla por la guasa
sevillana, se incorpora al museo de dudoso gusto taurino donde exponen sus carteles modernistas los dueños de la plaza. ¡Qué nostalgia de los pinceles toreros de Pedro Escacena!
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Pase de costadillo de Chicuelo. Cartel de la
temporada 1987. Obra de Pedro Escacena
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A pocos toreros de la repercusión de Manuel Jiménez Chicuelo han puesto tantas piedras en el camino tratando de impedir su acceso a lo más alto de la historia. Lo hicieron
en vida del genial torero y, de soslayo, en la conmemoración de una
efeméride tan redonda como el centenario de su alternativa. Es triste e injusto, porque antes y ahora se ha desplegado una conspiración de silencio contra uno de los faros que ha guiado el arte
del toreo, proyectando a los navegantes la luminosa señal de una de las
inteligencias más lúcidas, artísticas y creadoras de la Tauromaquia, cuyo resplandor ha sido imposible ocultar, porque refulge cada tarde en cualquier ruedo cuando se liga el toreo en redondo aplicando el canon chicuelista, que permite la expresión libre de cada espada según su acento personal, como las cuerdas de la guitarra permiten expresar cualquier palo del cante flamenco, ya sea por bulerías, soleares, martinetes o tarantas.
La huella de Manuel Jiménez Chicuelo en el toreo moderno es tan profunda como la de José Gómez Gallito –que
esbozó la ligazón del pase natural-, la de Juan
Belmonte –que acortó distancias para ceñir el toreo y expresar con su temple portentoso un pase nuevo, sujetando las embestidas, en la faena vieja; porque, salvo excepciones, no ligó los pases en redondo-, y la de Manuel Rodríguez Manolete –que reduciendo aún más las distancias, para obligar a arrancarse a la mayoría de los toros, impuso definitivamente la faena de Chicuelo-. Golpe a golpe, verso a verso, como los Cantares del poeta Antonio Machado, todas hicieron camino al andar y quedaron para siempre incorporadas con letras de oro en la Tauromaquia, aunque previamente fue necesario que Rafael Guerra Guerrita, el último rey del toreo del siglo XIX, resultara determinante en la evolución del toro moderno, al influir en los
ganaderos para que perfeccionaran la selección afinando estilo, tipo y encornaduras, y de esta forma fuera posible otra lidia distinta a la de su época, más brillante, reunida y artística.
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Alternativa de Chicuelo. Sevilla 28/9/2019. Foto familia Chicuelo |
Al conmemorarse el siglo de la alternativa de Manuel Jiménez Moreno, que el 28 de
septiembre de 1919, contando diecisiete años de edad, recibió de Juan Belmonte muleta, espada y un apretón de manos deseándole suerte con Vidriero,
del Conde de Santa Coloma, rendimos tributo a la carrera profesional de uno de los espadas más influyentes en la historia, aunque esta influencia fuera silenciada por algunas plumas que le hurtaron su verdadero sitio en el toreo, dedicándole los renglones precisos para atribuirle la invención de la chicuelina -por cierto, también "olvidaron" que con la muleta creó los pases de costadillo y de la firma-,
cuando en realidad fue un artista excepcional y definitivo en el toreo moderno. Como escribe Néstor Luján en su "Historia del Toreo" (Ediciones Destino, 1954): "Chicuelo ha sido, además, creador del ritmo de torear moderno, del encadenamiento suave y fluente de las faenas, con una ensambladura invisible. Todas las faenas -las buenas faenas, se entiende- de Chicuelo, poseían una ligazón impalpable que, unida a la perfección delicada que imprimía a sus pases, dieron lugar a aquella radiante armonía que ha quedado como modélica. Su influencia personal, técnica y estética sobre Manolete, fue enorme y no ha sido todavía estudiada. En los primeros tiempos de Manolete, el consejo de Chicuelo fue constante".
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Chicuelo al natural con Corchaíto. Madrid 24/5/1928. Foto familia Chicuelo |
Más rotundo en su defensa fue Luis Carlos Fernández López-Valdemoro, que firmaba con el
seudónimo de José Alameda, y fue quien explicó y argumentó magistralmente la evolución
del toreo moderno, colocando a Chicuelo en el lugar que históricamente le correspondía. El madrileño José Alameda –José en recuerdo de Gallito
y Alameda por la torera Alameda
de Hércules-, que fue aficionado práctico en su juventud y llegó a compartir tentaderos con Juan Belmonte, enseñoreó la historia del toreo desde el exilio mexicano con obras de excelsa categoría como "Historia verdadera de la evolución del toreo" (Bibliófilos Taurinos, México D.F. 1985), "El hilo del toreo" (Espasa-Calpe, 1989) o "Los arquitectos del toreo moderno" (B. Costa-Amic. Editor. México 1961, reeditado en España por Bellaterra en 2010), para abrir los ojos de par en par a cuantos quisieran conocer a los espadas que fueron los protagonistas de la infancia, adolescencia y madurez del toreo de nuestros días.
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Otro natural de Chicuelo a Corchaíto. Foto Baldomero (Familia Chicuelo) |
Manuel Jiménez Chicuelo fue el creador de la
faena moderna, porque fue el primer torero que alternó los terrenos de adentro –en la tauromaquia antigua exclusivos del torero, siempre con la espalda hacia tablas- y los
de fuera –entonces considerados del toro-, para revelar la ligazón en redondo del pase natural. Y aunque en su larga carrera de torero artista y algo bohemio existieron capítulos desiguales, lo que nadie le puede arrebatar es que fue
el primero en realizar esa faena y enseñarla a los demás toreros, el primer maestro en establecer un canon que sigue vigente en nuestros días. Como sentencia José
Alameda: “Se había escrito la historia escondiendo a Chicuelo cuando todavía estamos bajo la
influencia de su toreo”.
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Manuel Jiménez Chicuelo. Foto familia Chicuelo |
Conviene recordar también la propagación en el planeta de los toros del canon chicuelista, porque si trascendente resultó su inolvidable faena en
Madrid el 24 de mayo de 1928, donde inmortalizó al toro Corchaíto de Graciliano
Pérez Tabernero, al estudiar su obra no deben pasar inadvertidas otras faenas excepcionales, como las realizadas en la plaza de El toreo de la Condesa de México, donde en 1925 inmortalizó a los toros Lapicero y Dentista -así lo llamó el ganadero de la divisa de San
Mateo, don Antonio Llaguno, por un dolor de muelas que sufría Chicuelo-, que dejaron una huella imborrable en la afición hermana e influyeron en el concepto de un diestro tan importante en el país azteca como el maestro de Saltillo Fermín Espinosa Armillita; o la de Maracay (Venezuela) el 11 de enero de 1935, cuando Chicuelo toreó al toro Carpintero, de don Antonio Pérez, de San Fernando, y que cita Curro Girón en su autobiografía como uno de los sucesos más importantes recordados por la afición venezolana. Lo que confirma que el canon de faena revelado por Chicuelo no solo fue implementado en España, México o Venezuela, sino en todo el orbe taurino.
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Chicuelo y Dentista con el ruedo lleno de sombreros. México 25-10-1925 |
Esta es la historia y grandeza de un artista excepcional, de un torero genial, a quien algunos pretendieron esconder en el baúl de los recuerdos mientras repartían los titulares de la historia entre Gallito y Belmonte, siendo más generosos con este último, a quien sus panegiristas no tuvieron reparos incluso en atribuir en exclusiva la paternidad de un toreo que, sin embargo, tuvo otros padres. Porque como asegura José Alameda, que fue testigo de esa época, en el libro "Los arquitectos del toreo moderno": "En cuanto a la creencia de que Juan Belmonte inventó el toreo moderno, es verídica en parte, y en parte no. Cierto que él hizo algo decisivo. Pero no todo. Otros hicieron lo suyo y no se ha dicho. Es cierto que Belmonte redujo las distancias y ciñó el toreo, pero no cambió su planteamiento. Toreó más cerca y templado que sus predecesores, pero, en cuanto a la concepción de la faena, igual que ellos". Así, pues, si en el toreo moderno cobra supremacía la faena de muleta, la que desde Chicuelo a nuestros días liga los pases en redondo agrupándolos en series como los versos de un poema se agrupan en estrofas, en el centenario de la alternativa de Manuel Jiménez Moreno puede concluirse que la columna vertebral de ese toreo la forman Gallito, Chicuelo y Manolete.
2 comentarios:
Una vez más y pierdo la cuenta ya…, D. Antonio Luis, mi más sincera enhorabuena. ¡Qué gran entrada para conmemorar el centenario de la alternativa de Chicuelo! Se debería convertir en lectura de cabecera en este año 2019, de todo el que se precie como buen aficionado.
Coincido plenamente con usted, en que los maestrantes han perdido una oportunidad única para que Sevilla en general, y la Real Maestranza de Caballería en particular, rindieran un homenaje en tan señalada efeméride, con un cartel que estuviera a la altura al menos en cuanto al buen gusto, que caracterizó la vida y obra del gran Manuel Jiménez. Pero no quisiera perder más tiempo, ni palabra de mi comentario en esta crítica, para centrarme en mi verdadero propósito. ¡Qué placer asomarnos nuevamente por Plaza de la Lagunilla para impregnarnos del aroma de Chicuelo! Aroma y fuente de la que bebió directamente Manuel Rodríguez Manolete, para concebir y apuntalar para siempre la faena moderna.
Esta entrada es un compendio del buen gusto. Con un valiosísimo resumen histórico de los autores que supieron leer y descifrar la verdadera importancia que ha tenido Chicuelo, como arquitecto del toreo moderno. No se puede escribir mejor, ni resumir mejor. Si de algo puede servir mi humilde opinión, incluiría este texto en el programa de mano de la corrida que se celebrará justo del día en que se conmemorará el centenario de su alternativa en Sevilla, 28 de septiembre de 2019, en la próxima feria de San Miguel. Se podría considerar el “quite del perdón” de los maestrantes por el “despropósito” pictórico del cartel.
También sería un reconocimiento público a D. Antonio Luis Aguilera en esa cruzada que ha emprendido en su blog para dar la difusión a la vida y obra de D. Manuel Jiménez Chicuelo en fecha tan señalada.
Y si lo acompañan con alguna placa conmemorativa u homenaje que pudieran recibir en el ruedo maestrante y recoger su hijo Rafael Chicuelo, el perdón por mi parte estaría más que concedido.
Como aficionado, sólo puedo cerrar mi comentario con un inmenso ¡Gracias D. Antonio Luis!
Muchas gracias, Luis Miguel.
Chicuelo será grande mientras haya aficionados que revisen la historia y reclamen su lugar. Y quienes nos consideramos discípulos de José Alameda, como tú y yo, seguiremos reivindicando su auténtico sitio en el toreo.
El toreo está lleno de la sabiduría de Guerrita, Gallito, Chicuelo y Manolete. ¡Auténticamente lleno cada tarde de corrida!
Un abrazo, amigo.
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