viernes, 15 de junio de 2018

EL MOZO DE ESPADAS


Por Antonio Luis Aguilera

Manuel Lara "Larita", mozo de Andrés Roca Rey
El extenso catálogo de funciones del mozo de espadas es desconocido por la mayoría del público aficionado a los toros, que generalmente asocia la figura de este personaje, con el encargado de vestir al torero, y quien le sirve los trastes de torear durante la lidia, tareas significativas, pero no las únicas, como analizaremos seguidamente, de este miembro de la cuadrilla, cuyo ingreso a las órdenes del matador requiere de un perfecto conocimiento del oficio, además de altas dotes de confianza, lealtad, prudencia y psicología. Sus obligaciones comienzan cuando el apoderado le informa de la contratación del torero en una plaza determinada, y finalizan mucho después de que las mulillas hayan arrastrado al último toro de la tarde.    

Una vez que tiene conocimiento de la inclusión del matador en un cartel, el mozo de espadas prepara el modelo de contrato, y envía cumplimentados los ejemplares necesarios a la empresa organizadora del festejo. Del mismo modo, con antelación suficiente, siempre que sea posible y no acudan para sustituir a un compañero herido, reservará habitaciones para el matador, el apoderado y los miembros de la cuadrilla en el hotel de esa ciudad donde tradicionalmente se alojan los profesionales del toreo, negociando las condiciones económicas –generalmente, las cadenas hoteleras, con objeto de alojar en sus establecimientos a los toreros, suelen ofertar ventajas, como alojar gratis al matador y reducir el precio del resto de habitaciones reservadas, así como convertir en menús platos de la carta a precios especiales-.

La silla. Foto WordPress.com
          Llegado el día de la corrida, el mozo de espadas consultará al matador el traje que desea vestir esa tarde, ropa que preparará según el ritual en una silla de la habitación. Cuando el torero delega esta función, el mozo de espadas elegirá, entre los tres o cuatro trajes que ha llevado, el que considera que al matador le agradará ceñirse, y, en caso de duda, preparará otra silla, para que en última instancia sea el diestro quien opte por el terno que quiera lucir. En la silla colocará, según la costumbre, chaquetilla, capote de paseo, camisa, chaleco, taleguillas, leotardos blancos, medias, tirantes, faja, pañoleta o corbatín, castañeta y montera. Junto a ella, en el suelo, las zapatillas y el calzador.

Antes del mediodía acudirá a la plaza con los picadores y los banderilleros, para presenciar el apartado y sorteo de los toros de la tarde, tramitar los boletines de cotización a la Seguridad Social de los miembros de la cuadrilla, y retirar de taquilla una cantidad de dinero, a cuenta de los honorarios del espada, para pagar los sueldos de la cuadrilla, gastos del hotel y otros del viaje. Enchiquerada la corrida regresará al hotel, donde será testigo de la información que los banderilleros darán al matador, sobre las características de los toros de su lote. Después encargará al restaurante que lleven a la habitación el frugal almuerzo del torero, y procurará que desde ese momento nadie lo moleste, para que intente conciliar el sueño o, si los nervios lo impiden, que pueda descansar y estar tranquilo hasta el momento de vestirlo con el traje de luces.

Juan Romero, vistiéndose. Foto Risquillo
Sobre hora y media antes de la corrida, tiempo que varía según la distancia del hotel a la plaza y el tráfico de la ciudad, el matador comienza a asearse. El afeitado y la ducha prologan el ritual de vestirse de torero, casi siempre en presencia del apoderado y, en alguna ocasión, de amigos del espada. Una vez que el chófer informa que el coche de cuadrillas está en la puerta del hotel, el diestro abandona la habitación, tras rezar ante la improvisada capilla de sus devociones, llevando sobre el brazo izquierdo el capote de paseo y la montera en la mano derecha; junto a él, su mozo de espadas porta el fundón de los aceros, una botella de agua y toallas. 

Al llegar a la plaza el matador pasará a la capilla, mientras el mozo se dirigirá al callejón, donde armará las muletas, repasará la muerte de las espadas, y tendrá dispuestos los capotes de brega del jefe de filas, al que recogerá el capote de paseo cuando se rompa el paseíllo, para cambiar la seda por el percal. Después, durante la actuación del matador, recorrerá el callejón procurando estar siempre lo más cerca posible de la zona donde se desarrolle la lidia, para poder atenderle ante cualquier imprevisto. Al finalizar la lidia le ayudará a lavarse, permaneciendo a su lado en todo momento para lo que necesite.  

De vuelta al hotel, el mozo desvestirá al matador, recogerá la ropa de torear, que lavará más tarde, la repasará por si hay algún roto, y la tendrá preparada para la siguiente actuación, pues a veces los espadas son caprichosos y desean usar la misma si con ella hubo triunfo. También pagará el sueldo de los miembros de la cuadrilla, y liquidará la factura del hotel. Efectuados los pagos, anotará en un sobre la fecha y corrida que liquida, introduciendo los justificantes y el dinero que pudiera haber sobrado, documentación  que posteriormente entregará en la oficina de la administración del torero. 

Capotes y muletas. Foto Diario "El Mundo"
           El mozo de espadas tiene a sus órdenes un ayudante, conocido en el argot como “el ayuda”, en quien delega trabajos que le resultarían imposible realizar sin desatender al matador. El ayuda se encargará de limpiar todos los capotes de la cuadrilla y las muletas del matador, preparará el esportón, llevará toallas y agua suficientes para banderilleros y picadores, a los que auxiliará, tanto en el hotel como en la plaza, en todo lo que puedan necesitar –de ahí la costumbre que, además de sus honorarios, reciba una propina de cada miembro de la cuadrilla-, repasará los trastos que haya de coser, etc. El ayuda será el primer miembro de la cuadrilla en llegar a la plaza, para colocar los capotes de los banderilleros en la contera de las tablas –no así el capote del matador, que lo “echa” su mozo de espadas, al recoger el de paseo, prenda que colocará en barreras a la persona elegida por el diestro-. 

"Paco Repiso", ayuda de José Mª Manzanares
Durante la corrida el ayuda permanecerá a las órdenes del mozo de espadas, procurando auxiliar a la cuadrilla cuando sea requerido. Por ejemplo, llevará botellas de agua a los picadores, que suelen estar en el lado opuesto del ruedo al que ocupa el matador. En la lidia de los toros de su maestro, el ayuda estará junto al mozo de espadas, portando los trastos que este le indique. En las actuaciones de los otros dos matadores, auxiliará a los ayudas compañeros en el segundo tercio de la lidia, entregando capotes a los banderilleros que terminen de parear, y sustituirá el capote al peón que haya bregado ese toro por otro más viejo, conocido como “capote de sangre”, con el que auxiliará al matador al terminar la faena de muleta.

"Gonzalito", mozo de Curro Romero. Foto Sebastián
He aquí una resumen de las múltiples funciones que el mozo de espadas y su ayudante desempeñan en la cuadrilla del jefe de filas, tareas que abarcan muchas horas de trabajo, desde primeras horas del día de la corrida hasta bien entrada la madrugada, y que habitualmente desconoce la mayoría del público. Pero, además de las citadas, hay otras de tipo psicológico, como son prestar soporte anímico al matador en los malos momentos, cuando flaquea la confianza, o al restablecerse físicamente de una cornada, o arengarle en los terribles momentos en que debe salir a jugársela, para recuperar crédito ante la falta de contratos, o los de abatimiento, miedo y soledad, que preceden a tardes marcadas como determinantes para mantener el prestigio profesional. El mozo de espadas es mayordomo, confidente, gestor... Mucho más que un simple miembro de la cuadrilla. 

1 comentario:

Andrés Osado dijo...

¡Maestro, más que un resumen -como tú dices- es todo un tratado sobre el Mozo de Espadas. Con esta "sencillez grandilocuente", que forma parte de tu gran saber y enseñar, me he dado cuenta de la necesidad de que, personas como tú, se atrevan a enseñarnos más y más, sobre este mundo del toro. Un abrazo y gracias. Me ha encantado