domingo, 25 de junio de 2023

EL TORO NO PONE A CADA UNO EN SU SITIO

Por Antonio Luis Aguilera

Manuel Escribano. Foto Diario de Sevilla

Dicen que el toro pone a cada uno en su sitio, pero no siempre se cumple este aserto. Los que de verdad ponen y quitan son los gestores de las empresas taurinas, y no todos han mamado el respeto a la tradición, es decir, a los toreros y sus éxitos en los ruedos. Sirvan de ejemplo los casos de Manuel Escribano, a quien injustamente dejaron fuera de Madrid, o el de Paco Ureña, al que inmoralmente excluyeron de la corrida de la Beneficencia, programada este año para el domingo 18 de junio con dos puestos libres, para incluir a los triunfadores de san Isidro, a la que se cambió la fecha un día, al sábado 17, para favorecer la contratación de Sebastián Castella, legítimo triunfador pero anunciado previamente en la plaza de Istres para el día señalado, que se cambió por estar apoderado por Matilla, uno de los taurinos más poderosos del complejo entramado del toreo.

Rotundamente, no. En esta época el toro no pone a cada uno en su sitio, como cuando hace años un torero triunfaba en Madrid o Sevilla, pues los empresarios actuales, a diferencia de los de otras calendas, no solo son empresarios, sino apoderados —¿o simplemente comisionistas, si hablamos claro?— de uno o varios toreros, algunos son ganaderos —algo otrora reservado a las grandes figuras del toreo, que  hoy no está al alcance de la mayoría de los diestros destacados—, acaparadores de corridas, que compran para revender cuando escasean las de otras ferias, y miembros de un excluido grupo, donde cobra primacía el intercambio de toreros entre los que controlan las ferias de la temporada, aunque ello vaya en detrimento de los intereses de otros toreros, de la afición y, en definitiva, de la propia Fiesta. 

Juan Ortega. Foto Diario "El Mundo"

El incontestable triunfo de Manuel Escribano en la feria de Sevilla, que no fue sino otro más en el eslabón de la gloriosa trayectoria del  admirado torero de Gerena, denunciaba su vergonzosa exclusión en los carteles que confeccionaron para Madrid el señor García Garrido, gestor de viajes aterrizado en el negocio taurino, y el señor Casas, indómito charlatán que ante cualquier micrófono proclama odas exaltando la grandeza y verdad del toreo, aunque después, por ejemplo, no tenga reparos en dejar fuera de san Isidro a Juan Ortega, un espada del gusto de Madrid, porque el sevillano, que posiblemente es quien más despacio y reunido torea de todo el escalafón, decidió poner en otras manos el rumbo de su carrera, esa que el taurino francés tuvo aparcada varios años sin prestar ningún interés hasta la grandiosa epifanía de Linares y posterior confirmación en Jaén del torero de Triana. 

Paco Ureña en la corrida de Victorino. Foto Plaza 1

No, el toro no pone a cada uno en su sitio, porque entonces, por encima de intereses entre grupos de poder, Paco Ureña habría toreado la corrida de Beneficencia como legítimo triunfador de la feria de san Isidro. No se puede ofrecer la vida con más verdad para conseguir un triunfo legítimo, ni torear con mayor entrega y pureza, echando la moneda arriba dispuesto a dejarse matar si fuera necesario, como tan real y espeluznantemente hizo el de Cartagena en la seria y brava corrida de Victorino, donde no salió de la plaza a hombros por la puerta grande por la insensibilidad de un horroroso aficionado, el presidente  de la corrida, que ya debería estar cesado, obstinado en no atender una petición a todas luces mayoritaria y negarle el trofeo que le habría permitido salir en volandas, decisión que sirvió en bandeja a la empresa la exclusión del gran torero murciano, para cambiar la fecha y satisfacer compromisos empresariales de mayor calado entre los colegas que mueven los hilos del negocio. «¡Indecente!», así lo calificó el maestro Paco Ojeda en los micrófonos del programa «Clarín» de RNE.

No, el toro no pone a cada uno en su sitio. Aquí los que ponen y quitan son los insensibles comisionistas del toreo, los que gestionan las plazas para poner y quitar a los suyos, favorecer a otros cobradores de porcentajes como ellos, que con toda seguridad revertirán el favor, mantener a raya a los apoderados independientes, y organizar las ferias excluyendo a quienes demostraron su inmensa torería en el ruedo y ante el toro —que es donde tienen que hablar los toreros tener méritos sobrados para estar anunciados en los mejores carteles. 

jueves, 1 de junio de 2023

MEJORES ÉPOCAS

Por Antonio Luis Aguilera

Plaza de "Los Califas" de Córdoba

Terminada la mini feria taurina de Córdoba, con el amargo sabor de la decepción por la mala presentación de las corridas de toros, lo que ha causado malestar y desconfianza con la empresa y los equipos presidenciales, que han hecho la vista gorda aceptando la lidia de animales impropios de la categoría de la plaza, es de suponer que las puertas del recinto no volverán a abrirse este año para ningún festejo. No será porque económicamente se haya dado mal, que no lo ha parecido, ni porque falten novilleros y becerristas cordobeses que tras los duros meses de calor puedan citarse con la afición, sino porque esta es la política de las empresas que sucesivamente explotan el coso: ninguna quiere saber nada de toros después de feria. Y si el contrato con la propiedad de la plaza no obliga a otra cosa, pues el que quiera más que venga el año que viene.

De esta forma, como la pescadilla que se muerde la cola, el abandono por falta de programación incentiva el deterioro taurino de la ciudad que fue definitiva en el toreo, que mientras aguarda la llegada de otro príncipe azul, que no suele aparecer espontáneamente, seguirá viviendo del recuerdo de su historia, esa que cada vez es menos conocida, porque los aficionados mayores van desapareciendo y los jóvenes, que últimamente acuden en buen número a la plaza, ante la falta de actividad es muy probable que puedan terminar aburriéndose, y dejen de interesarse por formarse de verdad, por conocer a fondo el toreo, su historia y tradición, la liturgia, sus normas, su arraigo cultural y el respeto que merecen los valores de la Tauromaquia como escuela de vida.

Manuel Benítez "El Cordobés". Foto Framar

A partir de este mes de junio, la plaza será otro año la más amplia sala de conciertos de la ciudad en las noches de verano. Nada que ver con los festejos que se programaban en los primeros años de existencia del coso, cuando en el estío se anunciaban novilladas y becerradas nocturnas con rifas de regalos. Ahora, aquellas taquillas de sol y de sombra se han convertido en bares y restaurantes, que aprovechan las amplias terrazas de los aledaños de un recinto ideado en años de vacas gordas, aprovechando el tirón de Manuel Benítez Pérez, un genio del toreo que llenaba las plazas cualquier día de la semana anunciándose con “dos más”. Los socios propietarios debieron suponer que la inercia taquillera de «El Cordobés» continuaría, y no dudaron en levantar la magnífica plaza de «Los Califas», posiblemente la más cómoda y de mejor accesibilidad de España, que habría de notar desde 1971 la retirada de los ruedos del «Huracán de Palma del Río», que la llenó en siete ocasiones de las trece en que hizo el paseíllo como matador de toros, mientras en cuatro rozó el lleno, y en dos el aforo se cubrió en tres cuartos. Su balance: 23 orejas y 8 rabos. 

La plaza en la actualidad, después de la feria taurina

Sin embargo, aunque parezca mentira por el impresionante tirón taquillero de Benítez, el cartel de «no hay billetes» se colgó en las taquillas de «Los Califas» por primera vez el 25 de mayo de 1985, con una corrida de Victorino Martín de Andrés, ganadero que había impactado en Córdoba desde el año anterior que se presentó. Aquella tarde  salieron a hombros José Antonio Campuzano, vestido de lila y oro, que cortó una oreja al primero, dio la vuelta al ruedo en el tercero, y cortó las dos orejas al quinto; y su hermano Tomás, que con un terno tabaco y oro cortó una oreja al segundo, otra al cuarto y las dos al sexto. Les acompañaron en volandas por la puerta grande el propio Victorino Martín y Julio Presumido, mayoral de la ganadería, tras una corrida de las que hace afición, donde en reconocimiento al gran juego del encierro fue premiado con la vuelta al ruedo el sexto: Bailaor, número 121, 538 kilos, negro bragado. 

Alternativa de Finito de Córdoba. Foto Arjona

Tras cuatro años de romance con la afición cordobesa (1984/1987), Victorino rompió lazos el 28 de mayo de 1988, cuando decidió retirar la corrida de la tarde por haber sido rechazados dos ejemplares por falta de trapío, negándose a  completar el encierro con otros toros de su hierro. Por fortuna no iba a tardar la plaza en reverdecer sus tardes de gloria, pues estaba por llegar el torero que más veces la ha llenado colgando el cartel de «no hay billetes»: Juan Serrano Pineda «Finito de Córdoba», que lo consiguió de novillero con picadores, la tarde del 23 de mayo de 1990, en un inolvidable y maravilloso mano a mano con Rafael González «Chiquilín», el espigado torero de la «Piedra Escrita» (Santa Marina). De matador de toros, el espada de «El Arrecife», (La Carlota-Córdoba), colgaría el cartelito en seis ocasiones: el 23 de mayo de 1991, la tarde de su alternativa, otorgada por Paco Ojeda con Fernando Cepeda de testigo y toros de Torrestrella, —por cierto, ese año pasaría a la historia del coso por lograr el récord de venta de abonos con 6.500 títulos—; a las que habría de sumar el 30 de mayo de 1992, alternando con Emilio Muñoz y «Espartaco» con toros de Juan Pedro Domecq; 28 de mayo de 1993, con idéntico cartel y toros de Daniel Ruiz y José Luis Marca; el día siguiente, 29 de mayo, en reñido mano a mano con Rafael González «Chiquilín», con toros de Juan Pedro Domecq y uno de Sancho Dávila; 27 de mayo de 1995, mano a mano con Rivera Ordóñez con toros de Juan Pedro Domecq; y por último el 26 de mayo de 2009, actuando con José Tomás y José Luis Moreno, con toros de Las Ramblas

Mas no queda ahí la cosa, porque además de ostentar el récord colgando el cartel de «no hay billetes» (uno de novillero y seis de matador), Juan Serrano también llenó el coso como novillero el 22 de junio de 1990, en su segundo mano a mano con Rafael González «Chiquilín»; y como matador en otras tres ocasiones: 29 de mayo de 1992, actuando con Paco Ojeda y «Joselito» lidiando toros de Torrestrella y uno de Herederos de Carlos Núñez; 25 de mayo de 2000, con Enrique Ponce y «El Juli», con reses de Torrestrella; y el 28 de mayo de 2008, actuando con José Tomás y Daniel Luque con un encierro de Jandilla y Vegahermosa. A este apabullante palmarés hay que añadir un importante número de corridas donde la plaza registró tres cuartos de entrada. Así pues, «Finito de Córdoba» y Manuel Benítez «El Cordobés», por este orden, han sido los toreros de mayor tirón taquillero en la historia de la plaza cordobesa (1965/2023).

"Finito" y "Chiquilín" de novilleros. Foto A.J. González (D. Córdoba)

Hemos recordado las épocas doradas de «Los Califas», pero además hubo otras donde la plaza registró grandes afluencias de público, para vivir ilusionada el toreo de otros espadas de la tierra, como José María MontillaGabriel de la Haba «Zurito», Manuel Cano «El Pireo», Florencio Casado «El Hencho», Fernando TortosaAgustín Parra «Parrita», José Luis Moreno... Lo importante es la actividad, que se trabaje con los chavales de la cantera que quieren ser toreros buscando el compromiso de instituciones públicas, propietarios de la plaza, peñas y barrios para organizar festejos menores y fomentar la ilusión con los novilleros cordobeses. En definitiva, que además de cuidar la programación de la feria de mayo y no defraudar como este año con la mala presentación del ganado, se trabaje por Córdoba con la misma ilusión que llegó para regentar la plaza José María Garzón, cuando le fue adjudicada por vez primera una de la máxima categoría. Por otra parte, la Delegación de Gobierno de la Junta de Andalucía debe evaluar la actuación de los equipos presidenciales designados, que este año han logrado poner de acuerdo a toda la crítica en los dos días que ha durado la feria.

Plaza de toros en 1965, año de su inauguración. Foto Paco Muñoz

Aprovechando los recuerdos importantes de la plaza cordobesa, insistimos una vez más que su aforo no es de 16.900 localidades, como se reproduce en libros, revistas y portales taurinos. Se trata de un dato erróneo consignado en la enciclopedia «Los Toros» de don José María de Cossío. Esa fue la cifra proyectada por el arquitecto don José Rebollo Dicenta, cuando se contemplaban la mitad de los vomitorios construidos. Finalmente, el aforo quedó en 14.842 localidades, dato que nos facilitó don Antonio Pérez-Barquero Herrera, que lo verificó personalmente siendo empresario con sus cuñados, los hermanos José y Manuel Flores Cubero «Camará»Más tarde, en 2003, el aforo volvió a disminuir hasta 14.621 localidades por las reformas ejecutadas para facilitar el acceso a personas con limitaciones físicas, lo que nos fue confirmado por don Tomás González de Canales, presidente del Consejo de Administración de la Sociedad Propietaria de la plaza.