martes, 26 de marzo de 2019

CARMELUCHI

Por Federico Arnás   

Federico Arnás, Antonio L. Aguilera, Paco Pérez, José Luis Cuevas y Carmen
 Acosta Carmeluchi sostienen un capote de Manolete. Foto José Luis Cuevas
El 24 de noviembre de 2014 tuve el gusto de acompañar al periodista taurino Federico Arnás por las calles de Córdoba, para buscar por sus íntimos y bellos rincones las huellas del pasado manoletista. Nunca habría podido imaginar lo que nos aguardaba en la taurina Taberna “La Sacristía”, donde su dueño, Paco Pérez, había concertado una cita con una mujer muy especial: Carmen Acosta, conocida por “Carmeluchi” entre la gente del castizo y torero barrio de Santa Marina. Lo que ocurrió aquella inolvidable mañana forma parte de nuestros recuerdos más hermosos, y fue redactado magistral y entrañablemente por el periodista madrileño en este artículo que con su autorización insertamos, el cual fue publicado poco después en la revista taurina “6 Toros 6”.

Tiene ochenta y tres años muy flamencos repartidos en un metro y medio de estatura, si es que llega. Tiene las canas cerca del suelo y el corazón cerca del cielo. Nada sabía de ella pero me bastó un ratito para comprender lo que han visto sus ojos, lo que ha sentido su alma. Todo empezó en un mañana de esas en las que Córdoba parece tener el monopolio de una primavera instalada en la recta final del otoño.
El matrimonio Arnás en un patio cordobés
Los sinceros amigos y mejores aficionados de una peña con solera como es “Tercio de Quites” habían tenido la gentileza de invitarme a compartir una noche de tertulia, ahí donde la palabra cercana permite la intimidad y la sincera expresión de los pensamientos confesables y no tan confesables. Me apetecía volver sobre los pasos de Manolete, entre otras cosas para quitarme el mal sabor de boca de la visita el día anterior a un Museo Taurino que recordaba cargado de historia y leyendas en la casa que fue de Góngora. Tras diez años con las puertas cerradas el Ayuntamiento entregó el proyecto de renovación a una empresa catalana que debe saber tanto de toros como Manuel Benítez de sardanas. Me contaron que han sido tantas las quejas que hay planteada una revisión profunda en unos espacios donde lo superficial genera indiferencia mientras algunos de sus fondos maravillosos no pasan de una fría pantalla táctil. Un museo que podrá ser curioso para los neófitos y güiris pero que decepciona al que busca la profunda historia cordobesa del toreo. Y ambas concepciones podrían convivir de hacer un planteamiento menos hueco y liviano. Allí, en una simple sala se concentra a los cinco califas. Si a “el Guerra” se le ocurriera hablar la que les iba a liar a los promotores de semejante simpleza. Horas después la boca iba a cambiar de sabor porque esa mañana Córdoba era muy Córdoba y a ese sol limpio sólo le faltaban las flores en sus patios para imaginarnos que estábamos en plenas cruces de Mayo. Esos pasos de Manolete nos llevaron hasta su panteón antes de pararnos frente a los de Lagartijo, el de las flores blancas de Guerrita, el de Machaquito, asomarnos a los nombres de la dinastía Camará y del genial “El Pipo”. La figura de  Manolete impone allí donde te asomes a su imagen ya sea en piedra, bronce o mármol. Ese mausoleo, situado en el corazón del cementerio de La Salud cuya espalda guarda el maravilloso poema de Rafael Duyos, es visitado por Morante cada vez que torea en Córdoba. Silencio.
A la izquierda, Carmeluchi, fotografiada con el grupo de amigos que posa 
entre fundones, capotes y muletas de Manolete. Foto José Luis Cuevas.
Seguir las huellas de Manolete por Córdoba suponen asomarse a las páginas amarillentas de una guía que nos transporta a un tiempo que sigue impregnando la esencia de una ciudad escrita en verso. No sé que pasa aquí que siendo tantos los rincones toreros con los que te tropiezas luego, a la hora de los toros, las empresas se las ven y desean para meter gente en los tendidos del coso de Los Califas. La ciudad te dice una cosa y su plaza otra. Manolete en la plaza del Conde de Priego, frente a Santa Marina, y Manuel Rodríguez en la de La Lagunilla. Los amigos Rafael Alonso, Antonio Aguilera, motores de la peña, junto al generoso José Luis Cuevas con su inseparable cámara, me habían anunciado una sorpresa ignorando que a ellos también les aguardaba otra.
 Traje de la penúltima tarde en Santander
en la Hermandad del Señor Resucitado.
En la Casa de la Hermandad del Señor Resucitado, espacio de paredes envueltas en los olores y colores de la Semana Santa, estaba recogido desde hace un mes el vestido que llevó Manolete la última tarde que salió por su propio pie de la plaza después de que Rovira le brindara la faena del sexto. Fue en Santander, el 26 de agosto, antes de ponerse en ruta con dirección a Linares, con destino a “Islero”. Parte del oro lo había matado el tiempo y lo que pudo ser seda blanca se había tornado en un tono vainilla, pero ese vestido traspiraba a su vez frescura, tal vez porque se lo enfundo aún lleno de vida, de una vida que para entonces no le llenaba. ¡Pero ahora veréis! Nos lo dijo Paco Pérez, componente de la Tertulia Santa Marina. Justo enfrente podía leerse “Taberna La Sacristía”. Y allí estaba la mujer con las canas cerca del suelo y el corazón pegado al cielo. Carmen, aunque todos la conocen como “Carmeluchi”. Su abuela sirvió en casa de Manolete padre, su madre vio nacer a Manuel y Manuel la vio nacer a ella. Durante dieciséis años le conoció y le sirvió como luego haría con Doña Angustias. Una dinastía al servicio de los Manolete. Alguien la había dicho que el señor de la tele, el de Tendido Cero, ese programa que nunca se pierde, iba a estar en Córdoba. Entonces cogió las llaves de una casa de Manuel y le pidió al amigo Paco que la ayudara a sacar unas “cosillas” que quería mostrarme. Las cosillas eran el fundón con las
Fundones de las espadas de Manolete, padre e hijo, así como
capotes -uno de seda sin estrenar- y muletas del Monstruo. 
espadas de Manolete padre, “Sagañón”, y el fundón con los estoques y descabello de Manolete. Pero había más: un capote usado y mordido por “el monstruo”, otro, de seda ligera, que nunca llegó a estrenar, y una muleta con rastros de sangre. Posiblemente teníamos en nuestras manos el capote, la muleta y el estoque con el que Manolete toreo y entró a matar al Miura que le cerró los ojos. Me temblaba el pulso; no era el único, la emoción envolvía al reducido grupo que estábamos en el coqueto rincón de “La Sacristía”. Y en medio de tantas sensaciones “Carmeluchi” empezó a contar historias de uno de los pilares de la tauromaquia. De ese niño tímido que escondidas se llevaba trapos y palos con los que montaba trebejos de juguete para ponerse a torear cuando nadie le veía. Hasta que un día la madre de “Carmeluchi” miró por una cerradura al cuarto de los secretos. Allí daba unos pases con la muletilla improvisada, “muuu planssa”, ese niño con perfiles de esqueleto y piernas alargadas. Entonces se dirigió a doña Angustias y le dijo: “señora, su hijo va a ser un torero muy grande”. Por vivir momentos de tan compleja descripción como estos que ahora quiero compartir con el lector vale la pena seguir luchando por el toreo como esencia de vida. Porque sólo en este mundo se pueden encontrar personas tan generosas, tan apasionadas, tan auténticas. “Carmeluchi” es una simple aficionada que no una aficionada simple. Te cuenta el toreo con las manos para que tú lo escribas con las tuyas. Sin decírmelo capte el mensaje y eso es lo que he hecho porque la mujer que estaba cerca del suelo nos acercó al cielo, nos permitió tocar a Manolete.

Carmen Acosta lee "Carmeluchi"


En esta foto obtenida por Paco Pérez se contempla a Carmeluchi con un ejemplar de la revista "6 Toros 6", leyendo el emocionante texto que le dedicó Federico Arnás. 
El 24 de septiembre de 2015, contando ochenta y cuatro años de edad, tras presenciar el desfile procesional por las calles del barrio de las imágenes de Nuestro Padre Jesús Caído y Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad -la hermandad de los toreros a la que pertenecía-, fallecía para llenar el cielo de gracia y alegría. 

domingo, 17 de marzo de 2019

HACER AFICIÓN

Por Luis Miguel López Rojas
Juan Ortega. Foto José Luis Cuevas
Quisiera agradecer públicamente a Juan Ortega, Antonio Luis Aguilera y al Círculo Taurino Juan Ortega,  haberme invitado para ser partícipe de un día tan bonito como el que vivimos el pasado sábado 9 de marzo, en La Carlota (Córdoba).
Es muy importante que los toreros acerquen el toreo a los aficionados o a gentes que puedan llegar a serlo en el futuro. Eso es lo que hizo Juan Ortega. Ese es el mejor resumen de esta jornada. Aderezado con una serie de ingredientes que hicieron del día, una experiencia inolvidable.
Disfrutar del sabor del toreo bueno en la lidia de un utrero y un cuatreño en la intimidad de una coqueta plaza de tientas. Paladear cada detalle, cada gesto de torería…, ese silencio respetuoso y expectante, solamente roto por esos olés que brotan de lo más profundo del corazón de los aficionados…
Antonio L. Aguilera, Luis M. López y Manolo Chicuelo
Solo por vivir esos momentos ya había merecido la pena el viaje desde Toledo. Pero además, la posterior comida donde el torero se entremezcló con los allí presentes. Un grupo de personas donde no importa su procedencia, edad, sexo, condición.  Sólo la pasión que compartimos,  el toreo. Magnífica oportunidad para conocer a grandes aficionados. Tertulia que enriquece nuestra cultura taurina y de la que surgen amistades para toda la vida. Así conocí a José Morente, al propio Antonio Luis Aguilera. ¡Qué grande es el toreo!
Y como guinda final, el doble acto de homenaje a Chicuelo. Y digo doble, por la magnífica exposición fotográfica sobre el gran Manuel Jiménez Chicuelo, injustamente tratado por los que han escrito y nos han contado la historia del toreo. Apenas existen filmaciones y las fotos, salvo contadas excepciones como las del toro Corchaíto, desconocidas. Lo mejor, es que había sido el propio torero Juan Ortega, el artífice. Eso denota que antes que torero, es AFICIONADO. Esa naturalidad, ese empaque que refleja el papel fotográfico es simplemente la base del toreo actual. Es el toreo actual. Espero que Sevilla, su ciudad,  tome nota como decía Juncal y le rinda el homenaje que merece en fecha tan señalada.
Exposición fotográfica de Manuel Jiménez Chicuelo. Foto Cuevas
Grandiosa la conferencia posterior conducida por Antonio Luis Aguilera sobre la figura del torero de la Alameda, en el centenario de su alternativa. Magistral su introducción para desgranar la verdadera importancia que ha tenido Chicuelo como arquitecto del toreo moderno.  Esa línea Lagartijo, Guerrita, Gallito, el gran Joselito El Gallo, por siempre Rey de los toreros y fuente de la que bebe directamente Chicuelo. Y Chicuelo, como referente de Manuel Rodríguez Sánchez Manolete. De alternativa y lo más importante, de concepto. El toreo cristaliza y desde ese momento ya nada será igual. Se impone la faena moderna. Se impone la línea del toreo natural, la del toreo ligado en redondo. Pases enlazados como en la poesía  los versos en estrofas, para dar forma al poema de la faena. Esa línea que nos explica el gran Pepe Alameda, que así firmaba Carlos Fernández y López-Valdemoro (Pepe por Joselito y Alameda, por la Alameda de Hércules, como nos descubrió Antonio Luis). Esa línea que ningunean, muchos de los que se consideran grandes críticos de la historia de la tauromaquia, Corrochano, Vidal, Navalón… Esa línea sin la que no se entiende el toreo de nuestro tiempo, y que motiva en muchas ocasiones la incomprensión de lo que acontece en el ruedo. 
Sin entender a Manolete (culmen de esa línea), no se puede entender el  toreo de hoy. Y es que cada tarde, en cada faena, resucita Manolete, y con él,  Chicuelo. Y Gallito, Guerrita y Lagartijo...
Alternativa de Manuel Jiménez Chicuelo. Sevilla, 28-9-1919
De esta forma y una vez aclarada la importancia de Chicuelo en la historia, Antonio Luis puso en suerte la conferencia para que su nieto, Manuel Jiménez Amador, nos contara de primera mano, la vida de su abuelo a través del contacto directo y del de su padre, Rafaelito Chicuelo. ¡Qué maravilla, qué privilegio poder escucharlo! Ser testigos de su historia. Es tocar el mito con las manos. Gracias, Manuel.
Antonio L. Aguilera, Manolo Chicuelo y Pepe Luis Vargas. Foto Cuevas
Preciosa la intervención de Pepe Luis Vargas, como nos contó sus vivencias con los grandes del toreo, lo que le contaron de Chicuelo. Como le enseñó a coger la muleta el gran Pepín Martín Vázquez, Antonio Gallardo el capote con un mantón de Manila… Las fuentes donde bebió, Los Vázquez, Pepe Luis y Manolo, Rafael Torres, Antonio Ordóñez, Manolo Cortés… y que como apoderado de Juan Ortega, su gran objetivo es servir de mero transmisor de ese grandioso legado. ¡Qué bonito y qué importante es recuperar la figura de apoderado independiente! ¡Fundamental para el torero el crecimiento en lo espiritual, beber de esos manantiales tan puros! El resto, si se tienen condiciones como las que atesora Juan, más pronto que tarde, llegará. Todo llegará.
Juan Ortega recibe de Juan Arrazola y Macarena Ortega el traje de luces. Foto Cuevas
Finalizó el acto con la entrega por parte del Círculo Taurino Juan Ortega de un torero traje, verde y azabache, de corte muy gallista y la presentación de la temporada, a cargo del  propio matador, que remató con un “Vivir sin torear, no es vivir” de tintes tomasistas.
Madrid, 21-4-2019
Todos deseamos que tenga mucha suerte el domingo de Resurrección en Madrid, y que ese toreo tan bueno, cristalice en un triunfo que pueda catapultar su carrera a figura del toreo.
Por último y a modo de cierre, Juan Ortega, humildemente solo le pido una cosa. Cuando sea figura, siga  siendo aficionado antes que torero. Siga haciendo actos como estos para fomentar la afición. Esos que brillan por su ausencia por parte de las grandes figuras actuales. Que ayuden a conocer a los más grandes como Chicuelo.  Que transmita ese legado que ahora recibe de Pepe Luis Vargas. Esa semilla que siembra hoy, puede servir para que en un futuro, un loco como yo, se decida ir un 15 de agosto a un Madrid desierto, con más de cuarenta grados a la sombra, para sentarse en una piedra del coliseo venteño con la esperanza de encontrar un torero tan puro como usted. Y tener sensaciones para recordar en otoño, invierno, primavera, verano…, y toda la vida. https://plazadelalagunilla.blogspot.com/2018/08/carta-abierta-juan-ortega_29.html

Tener muchos aficionados es la única esperanza para que el toreo viva para siempre…
                                                ¡¡¡¡GRACIAS Y SUERTE, TORERO!!!

lunes, 11 de marzo de 2019

ACTIVIDADES DEL CÍRCULO TAURINO "JUAN ORTEGA"

Por Antonio Luis Aguilera

Magnífico muletazo del torero de Triana
El sábado 9 de marzo, el matador de toros Juan Ortega lidió a puerta cerrada dos ejemplares de la ganadería de Román Sorando en la plaza de “El Pilar”, en La Carlota, donde se congregaron unos doscientos aficionados, la mayoría desplazados desde Checa (Guadalajara), pero también desde México, Zaragoza, Toledo, Madrid, Jaén, Sevilla, Málaga y Córdoba.
En una mañana primaveral, el espada sevillano mostró el toreo clásico que atesora, especialmente aprovechando las posibilidades del utrero corrido en primer lugar, donde pudo expresar el acento y temple de su toreo de capote, y ligar unas series de naturales de una despaciosidad, belleza y ritmo que hicieron las delicias de los aficionados; a este ejemplar lo mató de una estocada en todo lo alto, haciendo la suerte con pureza, de la que salió rodado sin puntilla.
Por abajo con torería y firmeza
Con el cuatreño corrido en segundo lugar, precioso de hechuras y que mostró gran clase al tomar el capote pero acabó rajándose pronto, el torero nacido en Triana estuvo con torería, mostrando su capacidad lidiadora, y lo despenó de media en lo alto de la que salió muerto.
Juan Ortega con unos amigos  
A continuación fue servido un magnífico almuerzo donde se habló de toros y se disfrutó de un día de convivencia entre los amigos que siguen al torero desde diversos puntos del país.

Exposición fotográfica sobre Chicuelo 
Tras la sobremesa se inauguró una exposición fotográfica homenaje al matador de toros Manuel Jiménez Moreno “Chicuelo”, con motivo de celebrarse este año el 28 de septiembre el centenario de su alternativa en Sevilla. Los concurrentes quedaron sorprendidos por las instantáneas de un toreo actual, lleno de arte y belleza, el expresado por el espada nacido en la calle Betis, verdadero creador de la ligazón de la faena moderna, donde adquiere primacía el eslabonamiento de los pases en redondo.

Juan Arrazola y Macarena Ortega entregan al torero un traje de luces
Juan Arrazola, en representación de los miembros del Círculo Taurino llegados desde Checa (Guadalajara), realizó una emotiva semblanza sobre el traje de luces de los toreros, preámbulo a la entrega del precioso terno verde y azabache que regalaron a Juan Ortega, que emocionado mostró su gratitud a los amigos de su club.
Seguidamente se celebró un coloquio sobre la figura de Manuel Jiménez “Chicuelo”, donde intervinieron el nieto del torero, Manuel Jiménez Amador “Chicuelo”, que fue novillero con picadores, el matador de toros Pepe Luis Vargas, y Antonio Luis Aguilera, comentarista taurino, donde se defendió el lugar histórico que ningunearon al genial orfebre sevillano algunos de los que escribieron la historia, y se reivindicó su excelsa figura como el espejo donde se miraron todos los toreros artistas de la ciudad de la Giralda. 
Manolo Chicuelo, Pepe Luis Vargas y Antonio Aguilera
Finalizó la jornada con el anuncio de Juan Ortega de las corridas que de momento tiene hechas para la temporada, donde actuará, entre otras por confirmar, en plazas como Madrid, Texcoco y Puebla en México, y La Brède en Francia.


Asistentes a la ruta ante el monumento de Manolete
El domingo día 10, organizado por el Club del torero, un grupo de setenta personas realizó una ruta manoletista, que comenzó en la Torre de la Malmuerta, próxima al lugar donde estuvo el antiguo Matadero de Córdoba, para recibir explicaciones de lo que significó el barrio de los toreros. Seguidamente se visitaron la iglesia de san Cayetano -donde estaban expuestas las imágenes de Jesús Caído y Nuestra Señora de la Soledad-, plaza de la Lagunilla, plaza del Conde de Priego, plaza de Capuchinos, calle Torres Cabrera, plaza Vaca de Alfaro, calle Góngora, Ronda de los Tejares, avenida de Cervantes y terminar en el camposanto de Nuestra Señora de la Salud, donde se rindió un homenaje poético a Manolete y se rezó una oración por su eterno descanso. 
Concluyó el domingo con un almuerzo degustando las exquisitas tapas y el rabo de toro de la taurina Taberna “San Cristóbal”, cerca de la plaza de toros, desde donde el grupo emprendió viaje de regreso a sus puntos de origen tras un intenso fin de semana taurino en Córdoba con Juan Ortega, y emplazándose a reencontrarse en Madrid el domingo de resurrección, donde está anunciado el espada en un cartel del agrado de la afición madrileña. 

Reportaje fotográfico de José Luis Cuevas


martes, 5 de marzo de 2019

UNA DE PIRATAS

Por Antonio Luis Aguilera

Todos los piratas tienen
un lorito que habla en francés,
al que relatan el glosario
de una historia que no es
la que cuentan del corsario.
Ni tampoco lo contrario.
                           J.M. Serrat


Desde que los aficionados a los toros –espécimen en peligro de extinción- dejaron de exigir a los espadas considerados figuras del toreo, estos relajaron su compromiso con los espectadores, con su dignidad profesional y con su propia vocación. Puede tener su lógica, porque a todo el mundo le gusta ejercer su profesión de la mejor forma posible, resolviendo las dificultades propias y evitando compromisos añadidos que exijan más esfuerzos de los habituales. Y los toreros no iban a ser menos, máxime en una profesión donde cada tarde y en cada plaza, con cualquier tipo de toro, se arriesga no solo la integridad física, sino la propia vida.

Dicho esto, resulta abismal la diferencia entre las figuras del toreo de otros capítulos no muy lejanos de la historia y los de la actualidad. Los de épocas no tan pretéritas se anunciaban en las ferias importantes con las ganaderías duras y con las maduras, con las corridas apetecibles, con las que lo eran menos, y con las que, sin ser agradables, se consideraban indispensables para reivindicar en el ruedo la graduación adquirida de primer espada sin que nadie osara a cuestionarla. Vamos, lo que se dice para poner las cosas en orden, o más claro aún, para poner a cada uno en su sitio. 

Pepe Luis Vázquez con un miura en la feria de Sevilla de 1945. Foto Luis Arenas
Claro que entonces había un público más apasionado y entendido que el actual, que obligaba a las figuras no solo a matar los toros por arriba o de lo contrario se esfumaba el triunfo, sino a realizar una serie de compromisos a modo de “ITV”, para verificar cada temporada su condición –la palabra “gesta” aún no se conocía en la jerga taurina–; también había una crítica que no tenía más remedio que hacerse eco de las exigencias del “respetable” –alguna con sobrecogedores equilibrios; y por supuesto, existían unos empresarios que buscaban ofrecer carteles atractivos para llenar las plazas con los aficionados que fielmente se “retrataban” en las taquillas y mantenían el espectáculo.

Hoy todo es distinto. Nadie exige nada a los espadas considerados figuras del toreo para que, al menos de vez en cuando, tengan el detalle de anunciarse con algún hierro menos apetecible. Nadie les rechista que lleven lustros e incluso decenios  –es curioso el tiempo que ahora permanecen en activo las figurasmatando camadas completas de los mismos hierros, sus divisas favoritas, y que se crean en el derecho de que por su estatus no tienen nada que demostrar, ni necesidad de pasar un mal trago en las ferias o plazas determinantes, lo que puede resultar comprensible humanamente pero nunca profesionalmente. No cabe la menor duda de que esto ocurre porque actualmente no hay una sola figura que por sí misma llene las plazas, que fue el signo que siempre distinguió a los que de verdad mandaron en el toreo, poniendo orden en el escalafón y en los honorarios. Hoy tienen que agruparse para anunciarse juntos en los días grandes de cada feria o del santo local, en fin de semana y con un encierro “de garantía”. ¿Habla alguno de desafíos en Madrid o Sevilla con una divisa de las que se salen del guion previsto?

Y como el público tampoco es igual que el de antes, entiende poco y molesta menos, les da lo mismo, porque bajo el paraguas de las empresas de “multiusos taurinos”, que lo mismo administran plazas que toreros y ganaderías, procurando conciliar la vida laboral de sus trabajadores sin molestar a los socios comisionistas, por aquello de hoy por ti y mañana por mi, tienen las temporadas hechas. Además, tampoco los comentaristas taurinos se meten mucho ni poco en el asunto –los críticos de hoy se cuentan con una mano y sobran dedos–, no se les ocurre exigir y procuran hablar de las ferias tirando de optimismo con adjetivos como “auténtico lujo" o "verdadera categoría”, es decir, sin molestar, mirando hacia otro lado para preservar los ingresos de publicidad que generan toreros y empresas en las revistas o portales de internet especializados. O sea, callando.

Manolete con el miura Perfecto. Barcelona 1944. Foto Mateo
Desde los años cincuenta y parte de los sesenta del siglo pasado, contadas han sido las figuras del toreo que han matado las corridas menos agradables en las ferias que marcan el rumbo de la temporada; también, las ocasiones en que lo han hecho. Así que lo que antes era algo habitual entre los primeros espadas, que las mataban sin aspavientos ni sonido de trompetas, por dignidad vocacional y porque les preocupaba el reconocimiento profesional, ahora no solo es historia, sino que produce sonrojo ver como algunos se arrogan el reconocimiento de figuras anunciándose en las ferias solo con aquellas divisas que, sin dejar de entrañar el riesgo que siempre tiene un toro, permiten sumar festejos con más facilidad, esquivando cualquier gesto de mayor compromiso e incluso amenazando con no acudir de no ser anunciado con la corrida pretendida.

Así está el panorama taurino. Y no tiene signos de cambiar mientras los comisionistas que mueven los hilos del negocio impongan sus normas. La situación del toreo produce vértigo, algunos espadas del grueso del escalafón no cubren gastos mientras los que manejan el botín llevan años amasando fortunas con comisiones de toreros, ganaderías e intercambio de favores con otros comisionistas, potenciado un circuito cerrado y controlado de contrataciones que asfixia el toreo. De esta forma, imponiendo en los carteles a sus  administrados tengan méritos o no, gusten al público o no, aburran o desesperen a la afición con actuaciones sin interés, repetitivas y previsibles, las ferias se reproducen cada año con más de lo mismo, cerrándose el paso a toreros emergentes con cualidades para renovar el escalafón, a los que se niega la entrada natural en la programación que siempre tuvieron los espadas nuevos que atesoraban condiciones. 

Negro se atisba el horizonte del toreo bajo el control de los comisionistas, los mismos que sirven de paraguas para varios de los espadas considerados figuras, que prefieren navegar de forma mediocre en aguas estancadas, renunciando a la batalla por la independencia que siempre blandieron las auténticas figuras del toreo, en los ruedos y con cualquier tipo de corridas, para defender gallardamente su condición. Mientras el toreo siga siendo administrado por los comisionistas que imponen el intercambio permanente de toreros, ganaderías y compromisos para otras plazas, la Fiesta barbeará tablas herida de un miserable golletazo, a punto echarse y recibir el cachete de gracia que  ya han administrado a ganaderías históricas, a las que ignoraron y hundieron en este bucle destructivo impuesto por los cobradores de porcentajes, a los que no les importa mucho ni poco la independencia de los estamentos profesionales, ni el futuro del toreo, que está en las novilladas picadas que no se organizan, y en los toreros emergentes que deben refrescar un escalafón obsoleto, repleto de toreros caducos y vistos, cuyos gestos con la profesión se limitan a imponer sus estúpidos caprichos.  

Terminamos con otros versos de la canción “Una de piratas” de Juan Manuel Serrat, y dejándoles el enlace para quienes quieran escucharla completa. 
¡A saber por qué la habremos rememorado al redactar esta opinión! 
Todos los piratas tienen
atropellos que aclarar,
deudas pendientes y asuntos
de los que mejor no hablar.
Se beben la vida de un trago
Y se ríen con descaro.