miércoles, 21 de octubre de 2020

MANOLETE EN LA FOTOGRAFÍA DE MANUEL H.

 Por Antonio Luis Aguilera

«Manolete» en la plaza de Santamaría de Bogotá. Foto Manuel H.


En el espacio taurino Tendido Cero de RTVE del sábado 17 de octubre, fue emitido un reportaje sobre el restaurante La Casa de Manolete Bistró de Córdoba, que contó con una entrevista a Fernando García Herrera, pintor del magnífico cuadro de Manuel Rodríguez Sánchez que preside uno de los comedores del distinguido establecimiento. Curiosamente, nos llamó la atención que el autor no hiciera referencia alguna al hermanamiento de su pintura con la instantánea del fotógrafo colombiano Manuel H. Es más, nos pareció entender que la obra es fruto de su propia imaginación: «Yo pinté a Manolete en su última tarde, con el traje que falleció. Y quise hacerlo así. Me pareció más bonito estar apoyado sobre el burladero, y con esa mirada que  todo el mundo que lo ve le fascina, porque le crea ese sentimiento justo que yo pensaba y quería darle».

Manolete en  la obra de  Fernando García Herrera.
Foto La casa de Manolete Bistró

Sin embargo, esta imagen tiene su historia, que vamos a contar sin que ello reste valor alguno a la obra pictórica que enseñorea la que fuera casa del torero. Se trata de la fotografía en blanco y negro captada el 28 de abril de 1946 por Manuel H. en la plaza de toros de Santamaría de Bogotá (Colombia), donde el cordobés actuó tres tardes ese mes, cuando por el contrario ese año solo toreó una corrida en España, la de Beneficencia en Madrid el 19 de septiembre, sin cobrar honorarios, como siempre hizo en las corridas que toreó a favor de los necesitados, lidiando toros de Carlos Núñez, con Álvaro Domecq, que rejoneó un astado, y en lidia ordinaria alternando con Gitanillo de Triana, Antonio Bienvenida y Luis Miguel Dominguín (Manolete cortó las dos orejas de un toro). Así pues, esta imagen no tuvo lugar en la plaza de Linares la tarde del 28 de agosto, aunque al morir el torero dio la vuelta al mundo por su aire premonitorio.

Madrid, 12 de septiembre de 1946. Corrida de Beneficencia.
Gitanillo de Triana, Antonio Bienvenida, Manolete y Luis Miguel

En el callejón del histórico coso colombiano estaba el reportero, tipógrafo y prestigioso fotógrafo taurino Manuel H., que así firmaba sus fotos Manuel Humberto Rodríguez Corredor (Bogotá, 14/7/1920 – 18/9/2009), y fue él quien con su cámara Rolleiflex inmortalizó la pose del torero en la excelente instantánea que motiva este artículo, donde puede observarse a un Manolete abatido, apoyado e inclinado en la contera de la barrera, con la mirada triste y perdida en el infinito. El objetivo del fotógrafo captó admirablemente toda la carga dramática del instante, que refleja el cansancio y el hastío que ya hacían mella en el rostro del torero con mayor personalidad de todos los tiempos. El propio Manuel H. comentó esta foto: «Infortunadamente en la Santamaría le fue muy mal con un toro, por eso se retiró a la barrera dejando descargar en su rostro el inconformismo».

Manuel Humberto Rodríguez Corredor. Manuel H. 

Fernando García Herrera refleja maravillosamente en su pintura la fuerza dramática de la fotografía en blanco y negro de Manuel H., y la tamiza con la belleza de cálidos colores que otorgan una carga melancólica a la perspectiva histórica del torero. En definitiva, esta gran obra, de 2,5 x 2 metros, hermosea la histórica casa que comprara el torero en la avenida de Cervantes, antes llamada Carrera de la Estación, convertida hoy en un magnífico y acogedor restaurante que dirigen Juan José Ruiz y Remedios Romero: La Casa de Manolete Bistró.

Manolete en la Santamaría de Bogotá. Foto Manuel H.

Añadir por último que Manolete toreó en abril de 1946
en la plaza de Santamaría de Bogotá el 7 de abril, lidiando toros de Mondoñedo junto a Jesús Solórzano y Alejandro Montani (cortó cuatro orejas, un rabo y una pata); el día 14, frente a toros de Clara Sierra, alternando con Gitanillo de Triana y Carlos Arruza (cortando cuatro orejas); y el 28 del mismo mes, frente a toros de Mondoñedo, en reñido mano a mano con su amigo Carlos Arruza (cortando dos orejas, un rabo y una pata). También Manuel H. captó en la misma plaza otra célebre fotografía del espada, en la que se observa al diestro destocado, tras haber pedido el cambio de tercio después de un quite. Por la elegancia natural del torero de Córdoba, muchos aficionados creen ver en ella la vuelta al ruedo de Manolete, lo que desmiente el peón situado arriba a la derecha, que confirma que está captada en el tercio de banderillas, cuando el matador se dirige al burladero para cambiar el capote por muleta y espada.


viernes, 16 de octubre de 2020

CHICUELINA

Juan Ortega. Foto González Arjona (Revista Aplausos)

Caracol o faralá

a la hombrera o la rodilla

ola de azucena, brilla

en la mar del allá va,

esa espuma o ajajá

con que en la capa germina,

nieto de la serpentina,

ese alegre girasol,

celda torera del sol,

al que llaman chicuelina.


Francisco Montero Galvache 

jueves, 8 de octubre de 2020

"FRASQUITO": LA FUGAZ SOMBRA DE "MANOLETE"

Por Rafael Sánchez González                      

Frasquito: La sombra de Manolete

En los años finales de la década de los cuarenta, a pesar del decaimiento sicológico que para los cordobeses, igual que para los aficionados españoles en general, supuso la trágica muerte de Manolete, se celebraron en la plaza de toros de Los Tejares numerosas novilladas. Guiados por la ilusión que nos hacía poder contar de nuevo con un matador de alternativa de la tierra, y amparados en el tirón que representaba el anuncio de José María Martorell, Manuel Calero Calerito, Rafael Molina Lagartijo (sobrino nieto del desaparecido califa), Luis Rivas, y José Moreno Joselete, desfilaron por nuestro ruedo varios novilleros punteros, entre otros Chaves Flores, Diamante Negro, Niño de la Palma (hijo), Cardeño, Manolo González, Juanito Bienvenida, Manolo Carmona, Manolo Vázquez, Pablo Lozano y Antonio Ordóñez y, cómo no, el que decían era la sombra de Manolete, el toledano Francisco Sánchez Fernández Frasquito, hasta culminar con la pareja Aparicio-Litri, quienes, bajo la sabia dirección de José Flores Camará, lograron sumar en una temporada mayor numero de actuaciones que el matador de toros que encabezaba su escalafón.

Frasquito en la Real Maestranza de Sevilla

El impactante triunfo alcanzado en el festival organizado en Sevilla por el Arma de Aviación, con motivo de sus fiestas patronales, el 9 de diciembre de 1947, seguida de una bien programada publicidad, sirvieron para lanzar a este novillero como el nuevo fenómeno del toreo. Yo creo que se precipitaron quienes dirigían su todavía incipiente carrera, con funciones de apoderado a cargo del impresor y editor Raimundo Blanco, que en su juventud formó parte de la famosa delantera del Sevilla F.C., a quien por su gran efectividad le aplicaron el nombre del bombardero más destacado de la II Guerra Mundial, el avión alemán Stuka. Aquel quinteto estaba integrado por López, Pepillo (a veces le sustituía Torróntegui), Campanal, Raimundo y Berrocal

Antigua plaza de Los Tejares de Córdoba

Frasquito llegó a Córdoba en 1948, tras dos intervenciones seguidas, el jueves de Corpus (27/5) en Toledo y el viernes 28 en la novillada de la feria granadina. Con anterioridad, aquel mismo año ya se había presentado oficialmente y con éxito en Sevilla (17/4), desorejando un novillo de Garro y Díaz Guerra, y había sufrido la grave cornada que el día siguiente le infirió un astado de Javier Moreno en la antigua plaza bilbaína de Vista Alegre. Si en cuantas plazas se le anunció hasta entonces había despertado un inusitado interés, no hará falta decir el enorme ambiente que se respiraba en Córdoba desde que se anunció su presentación para el domingo 30 de mayo, novillada que cerraba la Feria de Nuestra Señora de la Salud. Días antes del festejo las taquillas presentaban un aspecto que hacía presagiar el lleno, que efectivamente registró nuestro incómodo e histórico circo taurino. Todo eran comentarios sobre Frasquito, desde los más halagadores hasta los de quienes se decantaban por esa conocida frase de viejo aficionado: “Primero tengo que verlo yo”. Pero vamos a la presentación de Frasquito en Córdoba, después de este preámbulo con el que solo pretendo poner al lector un poco en situación.

Percance de Frasquito en Bilbao (18/4/1948). Foto Claudio Orio

Pese a  la calurosa tarde se colocó el cartel de “no hay billetes” para satisfacción de don José Escriche, pertinaz empresario valenciano afincado durante muchos años en nuestra ciudad, donde todavía le recordamos con cierta nostalgia visto el trato, mejor diría maltrato, que en este aspecto se le viene dando a la sufrida afición cordobesa. Se lidiaron seis novillos de casta veragüeña, pertenecientes a la ganadería jerezana de don Antonio Jiménez, y fueron sus compañeros de cartel Manuel Franco Cardeño, que demostró valentía y ganas de agradar, y Manuel Calero Calerito, quien habiendo nacido en Villaviciosa de Córdoba, residía en Valencia, donde dio sus primeros pasos taurinos hasta que definitivamente se avecindó en nuestra capital. Calerito fue el auténtico triunfador de la tarde tras cortar cuatro orejas, un rabo y hasta una pata (afortunadamente despareció este trofeo) con multitudinaria salida a hombros. Su actuación encandiló al público con un toreo recio pero de un valor auténtico, carente de cuento o falsos alardes.

Respecto a Frasquito, el recuerdo que dejó fue el de una grave cornada en el primero de su lote, según el parte facultativo del doctor don Antonio Ortiz Clot, cirujano-jefe de la plaza, que decía: “Sufre una herida en la cara superointerna del muslo izquierdo, triángulo de scarpa, con una profundidad de 15 centímetros, que interesa, en trayecto hacia arriba y hacia adentro, la piel, tejido celular subcutáneo, con deslaceración de masas musculares, grupo de abductores, abundante hemorragia y shock traumático”. En cuanto a su toreo, le vi como si fuese prisionero de esa propaganda que se lanzó a destiempo sobre su mayestática quietud ante las reses, que el hombre perseguía en todo momento, pero que al carecer de técnica, por no contar con el rodaje habitual y tan necesario en todos los toreros, estaba siempre al límite del percance, que no solo llegó este día, sino que sufrió en distintas ocasiones y debió ser la causa principal de su pronta retirada, desprovisto de aquella aureola de torero llegado para olvidar la figura ya mítica de Manuel Rodríguez Manolete. Casi nada.

Triunfo en Sevilla. 17 de abril de 1948

Dado que mi muy recordado padre -excelente aficionado que, además de llevarme desde muy temprana edad a los toros, supo inculcarme su interés por la historia de la Tauromaquia- tenía posibilidad de asistir a los sorteos del ganado que se lidiaba en la plaza de Córdoba, puedo facilitar los datos de los dos novillos que correspondieron a Frasquito, aunque solo pudiera enfrentarse a uno: 3º, “Rabanito”, núm. 72, de pelo cárdeno oscuro, que daría un peso a la canal (era el que se citaba entonces) de 189 kilos, y  6º, “Tejero”, núm. 71, cárdeno gargantillo, con una canal de 215 kilos.

Frasquito volvió a pisar el ruedo cordobés en dos nuevas ocasiones, que fueron: 5 de junio de 1949. Novillada de Feria. Novillos de don Carlos  Núñez, de Sevilla, excelentemente presentados pero con un juego desigual, según las notas de mi padre, para Calerito, que una vez más alcanzó un rotundo triunfo (4 orejas y un rabo con salida a hombros) y Manolo Vázquez, que nada pudo hacer ante dos ejemplares de dificultosa lidia, dejando ramalazos de la calidad de torero que muy pronto desarrollaría. En cuanto a nuestro protagonista nos tuvo con el alma en vilo en su primero, que se colaba peligrosamente por el lado izquierdo, derrochando voluntad en el otro, un bonito ejemplar con evidentes síntomas de estar reparado de la vista. 

Francisco Sánchez Fernández  Frasquito

Su tercera actuación en Córdoba aconteció el 4 de junio de 1950, novillada patrocinada por la Asociación de la Prensa con la que se ponía punto final al ciclo ferial, que con anterioridad a su celebración se anunció con dos combinaciones distintas, componiendo la terna definitiva Octavio Martínez Nacional, que obtuvo una oreja tras entrar a matar  a su primero utilizando un pañuelo a modo de muleta, y dio una vuelta al ruedo al acabar con el 4º; Juan Posada, que recorrió el ruedo entre ovaciones por su brillante labor con capote y muleta, malograda con los aceros, sin llegar a entenderse con el bicho que cerraba la función, por lo que sonaron dos avisos. Y nuevamente se fue de vacío Frasquito, pese a sus manifiestos deseos de agradar a un público que seguía esperándole con cierta expectación, siendo ovacionado en uno y abreviando su labor y resultando volteado en el otro, pasando a la enfermería después de matarlo, de donde no salió, pese a no recibir lesiones de consideración. Se corrió un encierro de don Francisco Natera Rodríguez, de Almodóvar del Río (Córdoba), de los que varios fueron ovacionados por su magnífica lámina nada más aparecer por la puerta de toriles, pero que, sobre todo, dos manifestaron en exceso su sangre pedrajeña.

Presentación de Frasquito en México, Foto El Ruedo

Y esto es todo cuanto puedo decir respecto al paso de Francisco Sánchez Frasquito por la plaza de toros de Córdoba. Un torero, con muy buena planta, que pretendieron fuese una figura mediática y quedó para la historia del toreo en fugaz y accidentada carrera.

Añadir que el domingo 7 de mayo de 1950, con lleno a rebosar en los tendidos, se presentó en Madrid alternando junto con Alfonso Galera y el cordobés Manuel Calero Calerito, que se despedía como novillero y fue el único triunfador del festejo, en el que se lidiaron novillos de Teresa Oliveira, ganadera que también se estrenaba en esta plaza. La actuación de Frasquito, al que ya apoderaba Luis Álvarez, se saldó con más pena que gloria.

Desvanecida la expectación que en un principio despertó en la afición española emigró a México buscando nuevos horizontes taurinos, y consiguió debutar en el Monumental coso de Insurgentes formando terna con los novilleros nacionales Miguel Ángel y Fernando Arroyo, frente a reses de sangre Saltillo pertenecientes a la divisa de Coaxamalucan. Sucedió el 31 de agosto de 1952, año en el que, unos meses antes, el matador de toros cordobés José María Martorell paseaba en tan importante ruedo el rabo de Velero, bravo ejemplar de Torrecilla, al que mató con una de las estocadas más recordadas por la afición capitalina después cuajar una brillante labor con capote y muleta.

La media verónica de zapatillas clavadas, quietud
 y manos bajas de José María Martorell. Foto Valls

El 5 de octubre de 1955 -se cumplen 65 años de la efeméride- en Autlán de la Grana, estado de Jalisco, Alfredo Leal le concedía la alternativa en mano a mano frente a toros de Chofres. Tras sumar algunas actuaciones decidió retirarse y fijar su residencia en México, donde regentó un negocio de hostelería, por lo que bien podría decirse que puso fin a su vida laboral igual que la empezó, dado que en su juventud, antes de vestir el traje de luces trabajó como barman en Fuyma, conocida cafetería enclavada en la madrileña Plaza de Callao, donde solía reunirse gente del toro. Y en aquel país falleció, víctima de un cáncer de páncreas, el 24 de febrero de 1993.

A Francisco Sánchez Frasquito le bastaron un sonado triunfo en la Real Maestranza sevillana y ser una breve ensoñación con la figura de Manolete, para abarrotar las plazas en las que después fue anunciado, y convertirse en el principal punto de atención de todos los españoles aficionados o entusiastas de la Fiesta de los toros.


viernes, 2 de octubre de 2020

LANCES DE FUTURO: LANCES DE ESPERANZA

 Por Antonio Luis Aguilera 

Cartel del 12 de octubre en Córdoba en las taquillas de la plaza

Cuando en el año del maldito virus parecía imposible organizar festejos en el coso de la antigua Huerta de la Marquesa, la empresa que dirige José María Garzón no solo anuncia el único espectáculo mayor de la temporada española en plaza de primera, sino que con su valiente decisión, al transmitirse el espectáculo por el Canal Toros de MoviStar Televisión —de lo contrario sería imposible con un aforo reducido a 2.300 localidades—, sitúa a Córdoba en el epicentro del orbe taurino con la corrida del 12 de octubre, conmemoración de la Hispanidad.

Tras una sórdida pero real batalla contra tirios y troyanos, aguantando con señorío los reproches de algunos empresarios significativos de ANOET, a los que se adelantó un cantamañanas en calidad de pregonero, todos con intención de desprestigiar su gestión en la plaza de El Puerto de Santa María —y todos desmentidos por el informe emitido por el Cuerpo Nacional de Policía, que asegura que el empresario había cumplido escrupulosamente las medidas impuestas por la Junta de Andalucía—, además de otras chinitas en el camino, como la lesión de Pablo Aguado, que sufrió recaída para el festejo del día 12, y sin embargo se daba por mejorada para poder anunciarse el 31 de octubre en una plaza de tercera —¿Acaso podía dirimirse en Córdoba y con la televisión como testigo el nuevo príncipe del toreo sevillano?—. Lo cierto es que la empresa del señor Garzón Mergelina, con la estrecha colaboración para celebrar esta corrida de Morante de la Puebla, todo hay que decirlo, ha colocado el cartel de no hay billetes en menos de 24 horas de venta. Propuesta superada con nota alta.

Córdoba necesita un empresa así, que le devuelva la esperanza para que la afición retorne a su gran plaza, una empresa capaz de orillar el rancio menú de sota, caballo y rey impuesto por los comisionistas que manejan el orden taurinoy cambiarlo por carteles atractivos, que disten de los del clan que lleva décadas exprimiendo el toreo. Hay que abrir las ventanas de par en par y ventilar el toreo, para que penetre ese aire fresco y puro del concepto clásico de Juan Ortega, y el de esos otros nuevos toreros a los que sistemáticamente se cierra el paso y la afición quiere ver para volver a ilusionarse, como se ilusionó, y de qué forma, con la epifanía del torero de Triana ante el toro Nardito de Parladé en la tarde de la plaza de Linares.

Son momentos de ir por derecho y dar la cara por el toreo. Y Lances de futuro debuta en Córdoba devolviendo la esperanza a muchos aficionados y dejando en evidencia al orden establecido, ese que manejan quienes en el año Covid no han sido capaces de ofrecer ni un solo festejo en plazas de primera. Por supuesto, eso no se lo van a perdonar. Aún así, bienvenido a Córdoba señor Garzón. Y enhorabuena por homenajear a José Gómez Ortega Gallito en el centenario de su muerte en el cartel. No podía ser de otra forma viniendo de un aficionado.