domingo, 1 de noviembre de 2020

"EL CORDOBÉS": UN GENIO DEL TOREO

Por Antonio Luis Aguilera

Manuel Benítez el Cordobés durante la entrevista. Foto M. Pérez Polo

Hace treinta y dos años tuvimos el honor de realizar una entrevista a un genio del toreo: Manuel Benítez El Cordobés. Fue publicada el 1 de marzo de 1988 en la revista Toros 92, hermana mayor de la tristemente desaparecida 6Toros6. El carismático espada nos la concedió cuando había decidido reaparecer para encerrarse con seis toros en la plaza de toros de Los Califas de Córdoba, a beneficio de Cruz Roja Española. Sin embargo, una intervención de apendicitis se cruzó en el camino desbaratando el proyecto.

Hoy rescatamos para PLAZA DE LA LAGUNILLA este valioso documento, con las declaraciones del torero que llenó las plazas hasta la bandera como ningún otro en la historia. Al reclamo de El Cordobés, durante nueve años consecutivos y cualquier día de la semana, sin necesidad de recurrir al fin de semana o la fiesta del santo local, anunciado con cualquier espada de un fabuloso elenco de matadores, o simplemente "con dos más", como muchas veces adelantaban las empresas su contratación, el Benitez era garantía de lleno a rebosar. Casi nada.

Salvo las referencias a la corrida de la frustrada reaparición, las declaraciones del torero de Palma del Río no han perdido actualidad y calan por su autenticidad. Aquí tienen, contados en primera persona, los recuerdos y reflexiones de Manuel Benítez el Cordobés, un torero histórico, único, irrepetible, con una capacidad de triunfo increíble y un atractivo personal que lo llevaron a conquistar a la afición de todo el mundo taurino. Ninguna plaza se resistió a la fuerza arrolladora del Huracán Benítez

El Cordobés protagonista de la portada del semanario Toros´ 92

Ya no hay quien lo pare, Manuel Benítez, el último mito internacional que ha dado la Fiesta, vuelve a los toros. Y vuelve por sus fueros. Para arrasar, como él dice: en plan locomotora. Nunca fue vagón de enganche. Porque el Cordobés, que fue el primero en llamar kilo a un millón de pesetas y cobrarlo cada tarde que se vestía de luces, mientras elevaba la cotización de sus compañeros, mandó en el toreo con la fuerza arrolladora de su singular poder de convocatoria.

La niñez de este figurón del toreo no fue como la de un chiquillo cualquiera. Abrió los ojos a la vida cuando España quedó dividida por una absurda y cruel guerra fratricida. Malos tiempos. Peores aún si faltan unos padres y no existe un jefe abastecedor. Manuel Benítez Pérez no pudo jugar, no tuvo juguetes ni tiempo. Él estaba condenado a luchar contra el hambre. Y el hambre sería su fiel aliada para conseguir la anhelada meta: ser figura del toreo.

Después de tantos años, todavía se habla y se escribe de El Cordobés sin reconocer su verdadero papel en la Fiesta. Levantaron un mito -dicen algunos-. Pero ese mito mandó, impuso su ley y no dio tregua a nada ni a nadie, siendo la locomotora que remolcó la Fiesta mientras vistió el traje de luces. El Cordobés nos recibió para hablar de Manuel Benítez y cómo se abrió paso hasta ser el eje de esa Fiesta donde todo y todos gravitaron a su alrededor.

El pase natural de Manuel Benítez el Cordobés

La noticia surgió en las postrimerías de 1987 y fue difundida de inmediato por todos los medios. Manuel Benítez se encerraría con seis toros de Núñez en la plaza de Córdoba el día 30 de abril. Y lo haría gratis, a favor de Cruz Roja. La duda surgió entre los taurinos. No asimilaban que El Cordobés, a sus 52 años de edad, quisiera enfundarse de nuevo el traje luces.   

Manolo, tras dar a conocer la noticia a los medios, con gesto tranquilo y serio se ausentaba dando las gracias. Era su punto de partida. No podía defraudar a una multitud de seguidores y había que empezar cuidando lo que nunca abandonó: su preparación física, que no es la propia de su edad y muchos jóvenes no alcanzan. Él lo sabe y se siente orgulloso, por eso cada día cuida su elasticidad jugando al tenis, judo, fútbol sala, o encerrándose en su gimnasio para esforzarse al máximo con un preparador. 

Al finalizar una sesión de preparación física, Manuel Benítez nos recibió gentilmente. En un despacho contiguo al gimnasio, relajado y sonriente, nos estrechaba la mano…

—Un saludo para toda España con mucho cariño -de verdad-. Y para todos ustedes que sois unos fenómenos. 

Se ha contado varias veces la historia de Manuel Benítez Pérez. En ocasiones buscando el matiz que más interesaba para buscar captación entre la gente. Ahora es el propio  torero quien nos recuerda su infancia. 

—Pues era un niño que en la vida lo tenía todo en contra. (Con las pupilas dilatadas y la mirada fija parece regresar a ese tiempo). No tenía padre ni madre y me estaba criando con mi hermana Angelita. Faltaba de todo… Mi Saquillo de naranjas,  de patatas… Lo que podía y ya está… Comiendo cuando podía, comía “tascardanchas cocías” (tagarninas).  Esas batallas... Ley de vida, no había más…

Entonces, pues ese chiquillo, que ahora ya tiene 52 años -ríe con fuerza-, un día, aburrido, se dijo: “Ea, pues yo ya me voy... Me voy de España“. Entonces me fui a Madrid en un tren mercancía, como siempre, y estuve por Salamanca, por las tientas, por todos lados… Pero nada.

Manuel Benítez detenido en la plaza de Madrid.
Aburrido, me tiro de espontáneo… La cárcel… ¡Esta vida dura!  Entonces, cuando ya me iba para Francia a trabajar, que era un crío, me apunté en una cola que se cortó cuando faltaban veinte o treinta. Me quedé en Madrid maldiciendo mi suerte. Allí, como pude, me acoplé en los albañiles de peoncillo. Más tarde me tiré de espontáneo otra vez en Madrid. Total, que seguí con el toro y arranqué ya.

Me vio don Rafael Sánchez Ortiz en una foto, toreando una vaca en un pueblo, y le gusté. Me echó una mano y me trajo a Córdoba. Alquiló la plaza a don José Escriche -que en gloria esté - y con los hermanos Lozano dio una novillada de la que me dieron 80.000 pesetas.

Entonces yo le vi a aquello otro color y me dije: ¡Ah, yo sigo con esto! Y seguí con la vida. Total, he sido torero por una mijilla, ya aburrido. ¿Qué quieres que te cuente más…? Mucha fatiga, mucha necesidad hasta llegar donde creí que nunca podría. Fue el hambre... ¡Yo no tenía afición al toro ni ná, estaba esmayao…!

El  Cordobés y su descubridor, don Rafael Sánchez Ortiz El Pipo

Manuel ha recordado una de las tardes que se tiró de espontáneo en Madrid. Fue en una corrida de toros de Escudero Calvo en la que actuaban Pablo Lozano, Antonio del Olivar y Juan Antonio Romero. La prensa publicó: “En el quinto toro se tiró al ruedo un chalado. Después de arrojarse al suelo, cuando huía de la persecución de un guardia, cayó sobre la misma cara del toro”.

Como consecuencia, Manolo conoce la cárcel. Ser torero, admirado, respetado, tener dinero, y acabar con la miseria era un sueño casi inalcanzable. Pero había que intentarlo. Daba más miedo sentir el estómago vacío. Un día decide visitar al Pipo, y don Rafael -como Manuel  le llamó toda la vida- se decide a apoderarlo. 

—¿Por qué quieres ser torero?, le pregunta el Pipo.

Porque quiero comer rápidamente y no pasar miseria.

El 15 de mayo de 1960 se celebra en la plaza de Córdoba la novillada a que Manuel ha hecho referencia. José Luis de Córdoba, en el Diario Córdoba escribe la crónica: "Se llevaron a hombros al Cordobés, ese nuevo torero que le ha nacido a Palma del Río. En los tendidos tableteaban los aplausos, mientras el muchacho, con la segunda oreja de la tarde aprisionada sobre el corazón, sonreía, sonreía... Y soñaba. Soñaba con que ya era torero de verdad. Puede serlo. Porque de ahí, de esa misma madera, nacieron muchos que ahora son millonarios. Que Dios proteja, muchacho, tus sueños de gloria". 

—A don Rafael Sánchez Ortiz le debo todo. Si no fuera por él no hubiera sido torero. Puso mucho empeño en mí, pero luego no tuvo confianza, hubo dudas. Habló con Álvaro Domecq, con Camará. En Palma Del Río se montó una novillada y no estuve bien, porque era un toro malo, que me pegó unas pocas de “trechas”. Entonces empezó a dudar. 

Ya digo que si no es por él no soy torero, pero luego las circunstancias de la vida no nos llevaron juntos, pero siempre reconociendo que conmigo se portó muy bien al principio. Luego no congeniamos y le dije: “Mire usted, don Rafael, si yo tengo que ser torero así prefiero irme a los albañiles”. Vi que no tenía una fe fuerte en mí cuando yo siempre le respondí con lo que estaba a mi alcance. Era un crío que me ponía delante, pero no sabía otra cosa. Él estaba más en el mundo del toro, con otros señores de su edad, y sabía más. Don Rafael tuvo un poco de confusión. 

Manoletinas de rodillas de El Cordobés. Foto Framar

Manuel Benítez ya es famoso. España entera habla de un nuevo novillero que viene con una fuerza arrolladora. Se discute sobre su forma de concebir el toreo, de apartarse de los cánones, pero El Cordobés llena las plazas a rebosar. Atrás quedan los tiempos que anduvo solo por caminos polvorientos, las noches de luna en los cerrados de las ganaderías, con el hatillo al hombro y el estómago vacío. 

—Aquella época era distinta. Hoy un chaval Se puede colocar y gana las dos, dos quinientas o tres mil pesetas sin tener que echar todo el día. Antes era muy difícil trabajar y poder ganar pa un cacho de pan.

Ahora hay muchas cosas cómodas. ¿Las escuelas taurinas…? Yo no estoy en contra. Tampoco a favor. Estoy más a favor de que el hombre se tiene que hacer, el torero tiene que ser de más dureza, tiene que pasar alguna necesidad, tiene que ser un hombre que se convierta un poco en fiera, porque va a pelear con una fiera. Si se lo ponen muy cómodo pasa lo que está ocurriendo: Un chaval, ¡Pues venga, para la escuela taurina…! Al carretón… Toma o dame un cigarro… Hoy no entreno, me voy pa mi casa que tengo el plato…

¡Todo esto enfría al torero! El torero tiene que ser duro, irse a los tentaderos, dormir en los pajares, pasar frío… ¿Qué no me dejan torear aquí…? ¡Pues verás cuando llegue como me van a dejar…!  Todas estas cosas pa uno, pa dentro… Y eso te va a ir dando fuerza pa llegar al punto ese. ¡Ahora, si tú lo tienes todo cómodo, y a las dos de la tarde tienes en tu casa el plato lleno de patatas fritas y dos huevos o lo que sea, la ropa limpia y no pasas necesidad…! Amigo, no voy a decir que no salga alguno, pero sí que cada vez es más difícil. 

A principio de la década de los años sesenta se organizan más novilladas que nunca y la Fiesta gravita alrededor del nuevo torero de Palma del Río. Mientras, en el escalafón superior, algún matador sonríe pensando en el ridículo que hará Benítez cuando tome la alternativa. ¿Se le tolerarán esas formas, ese estilo, una vez haga el paseíllo como matador de toros?

El Benítez, El Pelos, Huracán Benítez... El Cordobés, fue
la locomotora del toreo desde 1963 a 1971. Foto Framar

El tiempo siempre responde. Y fue una vez más en Córdoba el punto de partida. El 12 de octubre de 1962 estaba prevista la alternativa de Manuel Benítez el Cordobés, pero la lluvia frustró el acontecimiento. Habría que aguardar al mes de mayo, el de las flores, y en la primera corrida de la feria.

El 25 de mayo de 1963 la puerta de cuadrillas de la vieja plaza de Los Tejares se abre para dar paso al Cordobés, que montera en mano se sitúa en el centro de la formación, escoltado a su izquierda por Antonio Bienvenida y a la derecha por José María Montilla. Del encierro de don Samuel Flores corresponden al toricantano Palancar, al que corta las dos orejas, y Lamparilla, al que corta las dos orejas y el rabo. Por vez primera se le abría la puerta grande para salir a hombros. ¡El Cordobés ya es matador de toros! 

—Sabía que tenía mucha responsabilidad y tenía que salir todas las tardes a por todas y a no dejármela ganar. Y de novillero sabía que tenía que llegar a matador... ¡Iba a comérmelos…! La prueba la tienes que cuando salí, cogí mi camino y nadie se puso por delante. Respeté a todos, pero no di paso. Y los toros eran seis y dos para cada uno... Había matadores de toros que decían que cuando yo saliera de matador iban a comerme, porque no iba a andar... Y yo me dije ¿ah, sí…? ¡Pues os vais a enterar...! ¡Y los que no andaron fueron ellos! Me mentalicé pa ir a por todas… Ansioso... Lo llevaba dentro… No por hacer daño ni ná… No... ¡Pá triunfar…! Fui a por todas. Y si de paso venía el dinero de por medio pues mejor todavía. 

¿Qué tiene de especial Córdoba? ¿Cuál es su misterio? Dos Rafaeles y dos Manueles, cuatro luceros brillando con luz propia en el firmamento taurino. Dicen que cuando de Córdoba sale un torero todo el mundo se conmueve, porque es distinto, diferente, de los que va -como se dice en el argot- con la escoba barriéndolo todo. Dos Rafaeles y dos Manueles, cuatro toreros diferentes con un punto común: mandar en el toreo. Los cuatro fueron los amos de su tiempo: Lagartijo, Guerrita, Manolete y el Cordobés 

El Cordobés corta un rabo en la Real Maestranza de Sevilla

—Córdoba tiene una cantera muy segura. Hay gente que dice que si este hubiera nacido en Sevilla… No, cada uno somos de donde somos, de nuestra cantera. ¡Aquí también hay que nacer…! Lo que pasa es que todos los días no sale uno, pero Córdoba tiene su cantera especial. Y cuando sale uno, arrolla. Está demostrado. Ahí está. Se puede repasar la historia del toreo.

¿Qué ocurre…? Pues que estamos metidos en una órbita de comodidad… Cogemos la historia de los Califas, se lee, de aquí -gesticula llevándose la mano a la boca- “tó frititos". ¿Por qué no salen ahora…? Pues porque la cosa está muy cómoda y no solo en Córdoba. Se están perdiendo las canteras. Pero Córdoba es distinta a todas. Aquí cuando uno rompe es que arrasa. Pero hay que tener mucho cuidado, el toreo va dando un giro diferente al de nuestra época.

Te voy a hacer una comparación: un pollo de campo se tiene que buscar la comida y luchar con todo, y a un pollo de granja se lo dan todo. No estoy comparando al hombre con un animal, pero ¿qué pasa…? Pues que el pollo de granja llega un momento en que está tan harto de comer que no se puede mover… Y el de campo, corriendo tras las hormigas y los bichos, está más fuerte… Esto va cogiendo este giro. Está todo muy cómodo, no se lucha por nada, no hay esfuerzo…

¿El carretón -se lleva los dedos a las sienes y frunce el ceño-…? ¿Qué te va a dar una rueda de bicicleta…? !El toro es distinto! 

En la historia del toreo las figuras siempre buscaron ir lo más cómodas posible -si es que puede resultar cómodo jugarse la vida-. Y cuando un torero ha triunfado ha procurado que en él se cumpla el aforismo: “billete grande y toro chico”. Manuel Benítez triunfa en todas las plazas y sus admiradores, auténticas legiones, no dan tregua a los grupos de detractores. Todas las plazas se le entregan. Nadie puede con el “Huracán Benítez”. 

Portada del ABC: El Cordobés herido grave 
en la tarde de su confirmación de alternativa

—Tengo varias cornadas, y tres muy fuertes, pero eso no es lo importante. He triunfado en todas las plazas. Hasta en México, que con 50.000 personas también “la barrí“... 

Si tú ganas una batalla debes de ir en el lugar más importante, y si la pierdes debes de ir en la cola. Pero hasta ganar esa batalla (se le transforma la cara y golpea con los nudillos en la mesa) hay que luchar. Eso no te lo han regalado. A la plaza van seis toros, van dos para cada uno y en sorteo. ¡Lo que hace falta es estar todos los días en máquina en lugar de vagón! Ser vagón es muy cómodo porque te llevan...

No quiero meterme en honduras, pero está ocurriendo ahora mismo en España, donde nadie quiere ser máquina. ¿Me entiendes, verdad...? 

Por supuesto,  Manuel, que nadie quiere tirar del carro.

—¡Eso es. Ya está todo dicho! 

Córdoba es el lugar, el 30 de abril la fecha. El mundo taurino gravitará nuevamente alrededor de Manuel Benítez. Un Cordobés con más años, algo menos de pelo, pero conciente de que no puede defraudar. Él no puede inspirar compasión. Su mentalidad triunfadora y permanente esfuerzo físico darán los resultados. Además, su generosidad en esta ocasión la brinda a Cruz Roja Española. Por eso quiere que los precios sean populares, que se controle la reventa, que todo sea popular, como él mismo.

—Va a salir una cosa fabulosa para Córdoba, para España, para el mundo entero. Y es normal, porque va a ocurrir lo que tiene que ocurrir, que vamos a salir todos muy contentos por una cosa que ha hecho un torero más… ¡Pero ojo, siempre en máquina, es decir, mandando! 

Manuel, a raíz del anuncio de esta corrida habrán sido muchas las ofertas que le han hecho para que se despida de otras plazas. 

—Vamos a dejar el mundo andar. 

Pues ya está dicho. Cordialmente, El Cordobés nos acompañó hasta la puerta. Él se marchaba al campo. Al despedirnos observamos que se llevaba un canastillo de mimbre tapado con una servilleta donde llevaba la comida… Un sencillo canastillo, a pesar de los años, el dinero, la fama y la gloria...

El Cordobés no ha cambiado la naturalidad de Manuel Benítez, un genio del toreo  


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1 comentario:

Luis Miguel López R. dijo...

¡Qué gratos recuerdos de niñez me trae TOROS´92! Leyendo sus páginas me hice aficionado.
Preciosa entrevista a un genio. Muchas gracias Antonio, por hacerla en su día y ahora por traérnosla a dar un paseo por la Plaza de la Lagunilla. Uno de los pocos lugares donde, al menos nuestra mente, “pasea” libre y sin miedo al contagio.
Mi gratitud y ánimo también a todos los periodistas taurinos, sobre todo de prensa escrita. Especialmente a los redactores de Aplausos y Cuadernos de Tauromaquia, como nuestros últimos reductos. Por ese esfuerzo titánico por “sobrevivir” y porque según pasa el tiempo, vemos lo importante que han sido en nuestra vidas y nuestra afición.
Un fuerte abrazo Antonio.