viernes, 25 de mayo de 2018

LAS DOS MEJORES FAENAS DE MANOLETE

TEXTOS MAGISTRALES:
Pepe Alameda habla de toros con Manolete.

Luis Carlos Fernández López-Valdemoro (Pepe Alameda)
          Aquel ambiente que rodeaba al torero no me iba. De ahí que, al no hablar con Manolete de otras cosas y, siendo yo cronista en activo, no hablara con él más que de toros. De eso, sí, con frecuencia, pues como advirtiera que mis opiniones coincidían en mucho con sus experiencias del ruedo, me fue prestando cada vez mayor atención. De nuestras largas conversaciones, en las que por lo común nos aislábamos, voy a recordar una, que puede tener interés para el aficionado, por los testimonios que Manolete aporta. 
Manolete en la plaza México
Un día le dije:
—De tus actuaciones en México, las que más se comentan son las faenas al toro “Manzanito”, de Pastejé (cuando alternó con Garza y El Ahijado) y a “Platino”, de Coaxamalucan (cuando lo hizo con Pepe Luis Vázquez y Procuna); a esos dos toros les cortaste el rabo, pero la que más me ha gustado es la faena que le hiciste a un toro del que no cortaste más que una oreja.
—¿Cuál?
—La de un toro de Torrecilla, en la segunda corrida de la apertura de la plaza México.
—¿Recuerdas el nombre del toro?
—Sí. “Espinoso”.
—Te lo pregunté para probarte, porque yo también lo sabía.
—¿Por qué?
—Porque esa no es solamente la mejor faena que hecho en México, es quizá la mejor de mi vida, o por lo menos, la segunda.
—¿Cuál podría ser la primera?
—La del toro de Pinto Barreiros en Madrid. Había muchas circunstancias, el toro me hirió y yo me impuse, era una corrida de mucha responsabilidad y todo eso influye. Pero, quitando eso y viendo la parte estrictamente taurina, quizá no fuera mejor que la del toro de Torrecilla... ¿Por qué te gusto?
—Hombre, el toro era muy difícil, no descubría, punteaba y además, por lo paliabierto, resultaba aparentemente imposible acoplarse con él. En efecto, los primeros derechazos fueron un poco bailados y nada ceñidos. El toro no se dejaba. Pero, de pronto, al revolver de un pase, lo enganchaste con un toque de muleta, echándosela hacia abajo, tan a tiempo, que metió la cabeza y le pudiste dar cinco pases en redondo, perfectamente centrado. Por aquel lado, mal que bien, era posible. Pero por el izquierdo, estaba intocable. Cuando te pusiste la muleta en la zurda, pensé: “está loco”. Cuál no sería mi asombro, al verte ligar cinco pases naturales, con el mismo ajuste.
Manolete no respondió. Dirigía la mirada hacia el frente, como si estuviera con la imaginación siguiendo la faena, en un ruedo invisible.
Continué:
—Como uno está siempre aprendiendo, en esa faena me enseñaste algo que no había sospechado: que si a un toro se le mete de verdad en la muleta por el lado posible, lo que se logra sirve para el otro lado. Pero tiene que ser de verdad.
—Yo ya lo sabía. Por eso lo hice.
—Todo lo que se aprende del toreo, se aprende de los toreros.
—¿Hablando con nosotros?
—No. Sabiéndolos ver. Viéndolos acertar y viéndolos equivocarse.
Una fugaz chispa de recelo cruzó por los ojos líquidos de Manolete.
—¿En qué me he equivocado?
En no mandar disecar la cabeza de “Espinoso”.
(Del libro “La pantorrilla de Florinda o el origen bélico del toreo”).


Manolete al natural, con un toro de La Punta en México


          La corrida de la que hablan Pepe Alameda y Manolete, tuvo lugar en la plaza México el 16 de febrero de 1946. Esa tarde se lidió un encierro de Torrecilla para Silverio Pérez y Manolete, que actuaron mano a mano. El "Faraón de Texcoco", le cortó el rabo al toro "Barba azul", y el "Monstruo", una oreja a "Espinoso". Este texto desvela que el torero cordobés consideraba esa faena como una de las dos mejores de su vida, junto a la de "Ratón (que se llamaba Centella)", de Pinto Barreiros, en Madrid. 
A.L.Aguilera

Manolete presentación en México





    

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