Por Antonio Luis Aguilera
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Plaza de toros de "Los Califas" de Córdoba |
Con un llenazo en la plaza terminó la miniferia taurina de Córdoba. Era el cartel que gustaba y los interesados acudieron, aunque tuvieran que llevar útiles para adecentar la suciedad de los asientos, cuya limpieza no está prevista por la organización. El otro, sin atractivo para una oferta de dos corridas, no gustó, y la gente no fue. Se equivocó quien lo programó. ¿Qué ocurriría en Córdoba de ofrecerse carteles con atractivos, como la misma empresa prepara en Málaga o Santander?
Ahora, como de costumbre, después de tres espectáculos en mayo, la plaza cerrará sus puertas hasta el año que viene. No hay cláusulas que cumplir en el contrato y esto es lo que hay. Sorpresas ninguna, como las promesas del pasado año, cuando empresa y propiedad sopesaban abrir en septiembre y ofrecer un festejo, debido a la buena afluencia de público en la única corrida de toros completa de la feria.
Por eso ha sorprendido a la afición que tanta cicatería haya sido premiada con una prórroga de seis años, seis, sin opción a otras ofertas que pudieran mejorar tan pobre gestión. Pero la sociedad propietaria es la dueña del recinto y eso es lo que hay. Poco importa que tan desproporcionada prórroga no guste a la afición, esa que dicen no va a la plaza. No va las tardes que la economía empresarial ofrece carteles sin tirón. ¿Tan difícil es confeccionar dos carteles con suficiente atractivo para el público cordobés?
Una oferta así de pobre genera desilusión. La que llegó como consecuencia de una gestión que tuvo buenos comienzos en la plaza de Ciudad Jardín, pero se fue diluyendo conforme la empresa resultaba adjudicataria de cosos importantes como Santander, Málaga y Almería, que junto a otros de menor categoría y apoderar a una figura del toreo provocó que las tareas se multiplicaran. Y quien mucho abarca, poco sujeta.
Córdoba dejó de ser el buque insignia de su gestor, la única plaza de primera, para engrosar el currículum que puntúa en probables concursos de otras deseadas, como puede ser Sevilla. Y mientras llega el momento del adiós se administra como hicieron las empresas anteriores: dos corridas y una novillada con picadores en mayo.
Todo con la conformidad de los dueños de la plaza, que sin la menor duda son los responsables del declive taurino de Córdoba, y los que con esta prórroga han dado un tiro de gracia a la afición taurina. Atrás quedaron los años que la sociedad propietaria era presidida por grandes aficionados, que estipulaban en el contrato las condiciones mínimas de la temporada del coso, señalando un mínimo de corridas de toros, novilladas picadas y becerradas.
Ahora los dueños tienen prisa por cumplir el trámite taurino, para empezar lo antes posible con los conciertos de verano, eventos que rentan más y presentan a la prensa con al alcalde de la ciudad, autoridad que no habrá reparado en el ruido que soportan los barrios de Ciudad Jardín y Poniente con los amplificadores de sonido de estos eventos, que probablemente superen los decibelios establecidos en las ordenanzas municipales.
La plaza de Córdoba se encuentra en una situación compleja. Y para reflotarla es indispensable un plus de ilusión y otro de dedicación, que va más allá de organizar una presentación con atracciones circenses para presentar tres carteles al año. Esa gala no deja de ser un brindis al sol, muy concurrido por cierto por la clase política que abarrota los burladeros del callejón.
Como el Delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía, que designa a los equipos gubernativos, dos nada menos para dos corridas, que han convertido el palco en una tómbola con lamentables actuaciones, donde se regalan orejas sin consistencia después de aprobar un ganado sin trapío, propio de plazas de segunda y tercera categoría. El toro que en los últimos cuarenta años de la plaza jamás se ha autorizado a empresa alguna.
Seis años de prórroga a “Lances de Futuro” ofrecen escaso futuro a la plaza de Córdoba. Sin embargo, como es habitual, arrendatarios y arrendadores, seguirán echando la culpa a la afición, mientras unos se dedican a rentabilizar conciertos musicales y otros a sus labores en otras plazas de toros. Lo del lleno en la corrida del domingo, como ocurrió el pasado año, no fue un espejismo, sino la respuesta de una afición que acude a lo que de verdad interesa.
7 comentarios:
Muy bien dicho.
Está visto que la Empresa no tiene interés ninguno en darle a la Plaza la categoría que merece. Pero es que la Propiedad menos.
A mí entender , la plaza de Los Califas tiene, bastantes problemas, algunos de ellos, endémicos .
1.- El tendido 2 . Tanto en su vertiente de propiedad como de ocupación del mejor lugar de la plaza, que condiciona los precios que pagamos la denostada y olvidada afición .Aceptan a empresas que creo tienen poca consideración hacia Córdoba.
2.- La clasificación administrativa de la plaza. Poquísimas veces se han visto corridas de una plaza de primera.
3.- Fui abonado durante la década de los 80 y el baile y trasiego del ganado que no superaba el reconocimiento veterinario , era la constante en todas las corridas. Al final se echaban toros de escasísimo trapío. Me fui aburrido, y ahora que he vuelto a los tendidos, continúa sin salir el toro de una plaza de primera.
4.- Los equipos gubernativos ni están ni se les esperan. Los presidentes (con minúscula), no tienen criterio alguno.
5.- En cuanto al público, al menos en mi regreso como espectador, he observado que está excesivamente politizado, por lo que se está perdiendo, a mí juicio, el carácter popular y democrático que de siempre ha imperado en la Fiesta. Del trasiego en los tendidos durante la lidia, portando vasos de alcohol, mejor callar.
Pido disculpas por la extensión de mi comentario, y ya que no tenemos como aficionados, la oportunidad de expresar nuestra opinión ,aprovecho este magnífico blog.
Dicho lo anterior, no creo que el próximo año renueve los dos abonos, porque no quiero caer en errores pasados, con una propiedad de la plaza y una empresa que no tienen la más mínima consideración con una afición que , al fin y al cabo, somos los "paganos" del cotarro.
Parafraseando al Califa Guerrita: "No me voy, me echan".
Estimado Antonio: Estoy totalmente de acuerdo contigo. A ver si entre todos podemos hacer algo por poner en valor la plaza de toros de Córdoba. Más de un sofocón me he llevado estos años atrás por defender, dentro de mis posibilidades, la manera de cómo se está gestionando Los Califas. Haces un repaso muy completo de la situación, con la verdad por delante y te felicito por ello.
Un abrazo.
José Manuel Coca
Amigo Antonio. Haces un análisis tan preciso de la situación, como es habitual en ti, que para los menos entendidos en el asunto (entre los que me incluyo) nos queda claro que, como pasa siempre, el aficionado es el que sufre el interés desmedido de la propiedad en maximizar la rentabilidad del recinto, a base de conciertos de música que, como bien dices incumplen la normativa en cuanto a contaminación acústica, contando con la complicidad del ayuntamiento. A ver si como ocurre en Madrid con el Santiago Bernabeu, las denuncias vecinales obligan a centrar el interés de la propiedad en lo taurino y justificar la concesión del ayuntamiento de los años 60 del siglo pasado, de tan magnífico espacio para el desarrollo de festejos taurinos.
Ánimo en la denuncia.
Un abrazo
Querido amigo Antonio:
En esta ocasión, da la impresión que, esa libretilla tuya -- acompañante fiel en tus corridas de toros--, habrá quedado triste de elocuentes anotaciones sobre toreros y toros. Poca tinta habrás derramado sobre ella, sino para resaltar la ineficacia, despreocupación por la fiesta, tanto por parte de la Propiedad como de la del Empresario.
Gracias por hacérnoslo ver.
Feliz día de tu onomástica.
Un fuerte abrazo.
Le felicito por su artículo de opinión. Estoy de acuerdo con cada una de sus palabras. Es una tomadura de pelo tanto por la empresa como por los propietarios, que carecen de afición y lo único que les importa es cerrar pronto la plaza para dar conciertos.
Eso sí, la culpa, siempre de la afición...y para terminar, vaya palco, que vergüenza, tanto como el ganado que sale por chiqueros.
Apostemos por una plaza nueva, bonita, clásica, como merece tener una ciudad que ha dado toreros de leyenda. Y dejemos la actual para lo que sirve, para soplar gaitas y tocar guitarras
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