Por Antonio Luis Aguilera
![]() |
Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. |
En las postrimerías de 2024 quedó claro, por si quedaban dudas, que Ramón Valencia no puede ver a José María Garzón. De ahí que en la adjudicación de la plaza de Santander —donde el manchego concursó con Matilla para armar ruido, a sabiendas que poco habría que hacer ante la brillante gestión en el coso cántabro del sevillano—, al ocurrir lo previsible, recurrió con escasos argumentos y perores formas la reelección de Garzón, conociendo lo difícil que resultaría que la impugnación prosperase y la plaza cambiara de manos. La resolución del Ayuntamiento de Santander dio carpetazo a la denuncia de falsedad en la contratación de un rejoneador, desmentida públicamente por el profesional aludido, con lo que los recurrentes quedaron a la altura del betún.
Puede que don Ramón esté preocupado, porque este año jubilar de 2025 acaba el contrato más longevo del toreo: el que desde 1932 ha unido a la plaza de la Real Maestranza de Sevilla con la empresa Pagés, de la que es último representante. Además, para tensar esa preocupación, presentó dos querellas contra los dueños del histórico recinto, en reclamación del IVA y de las visitas turísticas al coso. A esta tensión habría que añadir los ingresos de televisión dejados de percibir por la Real Maestranza, tras la ruptura del empresario sevillano con las plataformas taurinas, primero Movistar y después One Toro, un hecho que además ha mosqueado seriamente a la afición, y viene a demostrar que tanto a don Ramón como a don Rafael, el colega de Madrid, parné aparte, les trae sin cuidado el toreo y su divulgación. De ahí que decidieran dejar en negro la televisión, que se dice pronto, tras ignorar a la empresa de Telefónica después de treinta años, para vender las retransmisiones a un operador alemán con posibilidades, que pensaba que la televisión por Internet revolucionaría todas las revoluciones y llevaría el toreo a todo el mundo mundial, sin reparar en su desmedida euforia que los mares por los que habría de navegar estaban infestados de piratas.
En Sevilla se habla, se comenta y hasta se desea otro empresario para la Maestranza. No son pocos los abonados que aseguran que los han echado de la plaza. Tanto se habla sobre el fin del contrato con Pagés, que incluso hay quienes piensan en José María Garzón como el mejor relevo. Garzón es joven, emprendedor e inteligente, y tiene unos modales acordes a los tiempos que corren. Ha hecho cosas muy buenas, como sucedió en la pandemia del COVID-19, cuando hicieron un estrepitoso ridículo los miembros de ANOET, que ante el drama social y las dificultades de los colectivos taurinos no fueron capaces de organizar ningún festejo, mientras el joven emprendedor demostraba que era capaz de organizar importantes corridas de toros, soportando falsas acusaciones sobre las medidas de seguridad adoptadas, acusaciones que también resultaron ser falsas y desmentidas por la Guardia Civil. Ha hecho otras buenas, gestionando con acierto plazas como Santander, Almería y Málaga; y también otras regular, que empezaron bien pero no ha terminado de rematar, como el coso de Córdoba. Sin embargo, por juventud, afición, ilusión, disposición y comunicación cae mejor que don Ramón, cuya gestión en Sevilla deja mucho que desear, al repetir cada año en el abono a toreros caducados, vistos, aburridos, amortizados y no deseados, a los que haciendo caso omiso a la afición duplica o triplica sus comparecencias por sus relaciones comerciales con los comisionistas Matilla y Casas, a los que otorga trato de favor para priorizar la contratación de sus comisionados, sin valorar que representan a espadas que la gente está hastiada de ver, a los que incluye con calzador ignorando a otros que son novedad y tendrían que estar en el abono, por haberse ganado en otros ruedos estar en la Maestranza.
![]() |
Juan Ortega con las orejas del toro Florentino, de Domingo Hernández. Sevilla, 15 de abril de 2024. Foto: José Manuel Vidal. |
Mas don Ramón está por repetir cada año más de lo mismo y seguir llevando la contraria a los que han de pasar por taquilla, aunque haya descendido el número de abonados. La última de sus decisiones es tan desagradable como polémica: como no puede ver ni en pinturas a Garzón, para pasarle factura por el asunto de Santander, se venga con Juan Ortega, uno de los toreros más deseados de la afición hispalense, autor de la mejor faena de la feria de Sevilla de 2024 con el toro Florentino, de Domingo Hernández, con la que arrasó con todos los premios de Sevilla y el reconocimiento absoluto de la afición, pero que no ha sido suficientemente valorada por el señor Valencia para que Ortega figure este año en el cartel del domingo de Resurrección. Es más, para tensar la cuerda, aún no ha hablado con el apoderado para negociar su contratación en el abono, donde el torero de Triana, se ponga como se ponga don Ramón Valencia, ha de figurar como protagonista indiscutible. ¿O acaso pretende faltar el respeto a su condición de gran triunfador ofreciéndole las migajas del mantel? El rencor del señor Valencia con el señor Garzón no ha de pagarlo el torero, el toreo, ni la afición. Asuntos tan feos como este son los que invitan a pensar que la plaza de la Real Maestranza necesita cuanto antes otra empresa para gobernar el timón de la nave.
4 comentarios:
De acuerdo, como siempre.
Magnífico tu artículo, has dado en el clavo. Espero que tengamos más suerte en Córdoba y que poco a poco se levante la afición que nunca debió de perderse
Querido amigo Antonio: No es la primera vez. En otras ocasiones nos has demostrado, con hechos, la forma de proceder de este señor, " la falta de ética profesional" (1) de este empresario taurino. Ojalá se cumplan. tus deseos y corra el aire fresco. Un abrazo
(1) entiendo que se le puede dar este calificativo.
Amigo Antonio.
Si la adjudicación de Santander ha originado lo que tan brillantemente denuncias en tu artículo, resulta difícil imaginar lo que pasará si la actual empresa pierde la Maestranza, aunque tenemos la suerte de que, sea lo que sea, tu nos lo explicaras con la objetividad y claridad a las que nos tienes acostumbrados.
Un abrazo
Publicar un comentario