martes, 5 de noviembre de 2024

ESPERANZA EN LA TRAGEDIA

Por Antonio Luis Aguilera

Niños jugando al toro en Paiporta. Foto "Aplausos"

La fotografía que encabeza el texto, publicada hoy por la revista taurina “Aplausos”, transmite inocencia e invita a la esperanza. Entre charcos de agua y barro unos niños juegan al toro; uno sujeta la encornadura y otro cita con la muleta, mientras el más pequeño se aparta con un capotillo y unas niñas se refugian de las posibles embestidas en barreras formadas por enseres inservibles. En medio de tanto dolor, estos niños de una localidad tan maltratada como Paiporta juegan al toro, y distraen su atención con la cultura de sus mayores, esa que desprecian los culturetas de la clase política, tan lejos siempre de la gente y sus tradiciones.

Mientras seguimos con profunda inquietud y dolor las consecuencias de la terrible catástrofe sufrida en la Comunidad Valenciana, sentimos vergüenza de la miserable clase política de nuestro país, sea del signo que sea, la que gobierna y la que oposita, que continuando con su abominable circo político ha convertido el lodazal de esta tragedia en arma arrojadiza, para hacer el mayor daño al adversario, aunque ello conlleve dejar en segundo plano a tantas víctimas mortales, a tantos  miles de personas que lo han perdido todo, y siguen amontonando en el barro los enseres inservibles de sus casas. 

Consuela sin embargo sentir la solidaridad de una nación que no ha dudado un instante en arrimar el hombro, que no ha tardado en actuar, sin condicionarlo "a que se lo pidan", para enviar alimentos y productos de primera necesidad, para aumentar en pocas horas el saldo de donaciones económicas a Cruz Roja; esa que no ha necesitado que le "cuantifiquen el número" de voluntarios para personarse a pie con palas y útiles de limpieza en las zonas más afectadas. Reconforta observar ese espíritu de solidaridad que distingue a los españoles de bien, que han sido los primeros en socorrer a otros españoles, sin protocolos ni reuniones, llegando desde cualquier punto geográfico del país antes que el Ejército y los Cuerpos de Seguridad del Estado, para ser los primeros en achicar agua, vivir el caos y compartir tanto dolor.

Todos hemos sentido incredulidad e impotencia viendo las primeras horas pasar, cuando más necesario era actuar, y comprobar el desamparo impuesto por la privilegiada clase política, toda sin excepción, esa que levanta los muros ideológicos que ahora ejemplarmente han derribado tantos españoles de bien con su generoso derroche de humanidad y trabajo, desviviéndose por servir, por ayudar a enjugar tanta lágrima, y dejando en ridículo a los miserables que van desde "el hilillo de plastilina" en la catástrofe del vertido del "Prestige" en Galicia y la negación del cambio climático, hasta los que han protagonizado la vergonzosa e increíble demora en poner a disposición de los valencianos, sin petición alguna ante la magnitud de la catástrofe, todos los medios del Estado para socorrer a los damnificados de la Comunidad.