martes, 6 de agosto de 2024

PACO CAMINO: TORERO DE TOREROS

Por Antonio Luis Aguilera

Paco Camino. Foto Botán

Ante el fallecimiento de Paco Camino queremos recordar al diestro por cuyo arte nos aficionamos a la Fiesta de los toros, el que marcó nuestra niñez con la impronta de su poderío y el bello trazo de su toreo, ese que no pudimos ver en las plazas, sino en las imágenes en blanco y negro de TVE y de los reportajes del NO-DO, hasta que en los tendidos pudimos disfrutar de sus últimos años en activo. La naturalidad de su expresión y su prodigiosa inteligencia hicieron grande el toreo en manos del diestro de Camas, que pronto nos cautivó con su elegante toreo de capa, sus incomparables chicuelinas, y aquellas faenas abiertas con preciosos pases de trinchera que prologaban la hermosa sinfonía de su toreo en redondo, donde cobraba especial relieve el pase natural y la magistral interpretación de la estocada, instrumentada con tanta ortodoxia y gallardía como pureza y torería. 


El pase natural de Paco Camino

Ha muerto un torero histórico e irrepetible, miembro de la maravillosa generación de figuras que marcaron con la singularidad de sus acentos profesionales la inolvidable década de los sesenta, donde llegaron abriéndose paso a codazos ante un elenco de espadas de mucha categoría, la generación posterior a la época de «Manolete», para  terminar adueñándose del toreo de aquella España del desarrollo y rotular sus nombres en los carteles de todas las ferias. Las imprentas editaban preciosos carteles de toros —de los que viéndolos de lejos se sabía que anunciaban corridas de toros; no como los actuales, que han de observarse de cerca para comprobar si anuncian un concierto o un quinario—, cambiando solo el nombre de la ciudad y repitiendo como una letanía, entre otros buenos e inolvidables toreros de esa época, los nombres de Diego PuertaPaco Camino, «El Viti», y «El Cordobés».

Las décadas de los años sesenta e inicios de los setenta, arrastrados por esa locomotora del toreo que fue el «Huracán Benítez» tuvieron como grandes protagonistas a «Diego Valor», «El Niño Sabio de Camas» y «Su Majestad El Viti», amigos en la calle pero perros de presa en el ruedo, para regocijo del público y la buena salud de las ferias y plazas del orbe taurino. De esa época quedaron acuñadas dos frases que la caracterizaron: la primera, «El Cordobés y dos más», que define el poderío del torero de Palma del Río, que cualquier día de la semana, sin necesidad de que fuera festivo o la fecha del patrón de la localidad, llenaba las plazas hasta el tejado cobrando no menos de un millón de pesetas por tarde, «un kilo» como popularizó el propio Benítez, mientras los elevados honorarios para la época obligaron a las empresas a incrementar considerablemente los que percibían el resto de figuras. La segunda, el tridente que se repetía en todos los carteles de postín, se hizo tan célebre en la jerga taurina que pronto se incorporó al lenguaje coloquial para mandar de paseo a la gente pelmaza: «PuertaCamino y Viti».


Magistral estocada de Paco Camino en Bilbao a un toro 
de Juan Pedro Domecq. Foto Cuevas.

Honda fue la huella torera que dejó Paco Camino en México. En el país hermano lo recuerdan con veneración, como a uno de los toreros españoles más queridos, de sus «consentidos». Si el recuerdo de «Manolete» resulta todavía sobrecogedor para la apasionada afición azteca, la admiración por el toreo de Camino no queda atrás en una tierra que conquistó con su arte y que, como ocurrió al «Monstruo», también ella le conquistó para siempre como torero y persona, pues si grandes e importantes fueron sus éxitos en los ruedos españoles y otras naciones americanas, los conseguidos en su querido México, que lo acogió e hizo uno de sus espadas favoritos, están repletos de tardes históricas y memorables.

Paco Camino a hombros en Madrid

Nos ha dejado una auténtica figura del toreo, de cuya tauromaquia han bebido y beben todos los espadas que quisieron ser gente en el toreo. De Paco Camino puede afirmarse rotundamente que fue un torero histórico, irrepetible, grande entre los grandes, un espejo donde mirar. Lo que los aficionados conocen como torero de toreros. De los de antes y los de ahora. Descanse en paz el inolvidable maestro de Camas, el pueblo del que se sentía orgulloso de haber abierto los ojos y del que apasionadamente defendía su natalidad, con el sinsabor de tener en el alma una espina clavada cuando le decían que era de Sevilla, que digámoslo claro, con él fue, como con otros de sus grandes toreros, madrastra en lugar de madre: «Yo no soy de Sevilla, soy de Camas». 

Un torero tan grande no puede seguir silenciado en la ciudad cuyo nombre paseó entre triunfos por todo el mundo taurino.

 

2 comentarios:

Antonio Luis Aguilera dijo...

El maestro del toreo y buen amigo José María Montilla, decano de los matadores de toros cordobeses, comenta este artículo sobre su admirado y gran amigo Paco Camino, que reproducimos por la importancia de su testimonio profesional.

«Antonio, se nos ha ido uno de los mejores toreros de todos los tiempos. Paco Camino y Manuel Benítez se admiraban mutuamente y los dos fueron grandes entre los grandes. Creo que en México el de Camas no tuvo rival, y en España, bajo el mando absoluto de El Cordobés, escribió páginas para el recuerdo, entre ellas una en Madrid, corrida de Beneficencia en la que se encerró con seis toros, no embistiendo ninguno; a pesar de ello le cortó 8 orejas y lidió a todos los toros con arreglo a su comportamiento. Benítez fue el mandón, la revolución, el más taquillero un Califa, y Paco Camino, fue la Maestría, torería y sabiduría.
Como siempre tú escrito es magnífico.
Un abrazo».

Andrés Osado dijo...

Querido amigo Antonio:
¡Elocuentes y sinceras palabras!
Siempre estás al quite.
Gracias
Un abrazo