martes, 2 de junio de 2020

RODOLFO GAONA, EL PROTAGONISTA MEXICANO DE LA EDAD DE ORO DEL TOREO

Por Antonio Luis Aguilera
Rodolfo Gaona
El mexicano Rodolfo Gaona, por sus portentosas cualidades técnicas y elegancia natural, fue de los toreros que dejó una profunda huella en el toreo de su tiempo, nada más y nada menos que la edad de oro protagonizada por Joselito y Belmonte, con los que echó el paseíllo abriendo plaza en numerosas ocasiones. Gaona, que tomó la alternativa en Tetuán de las Victorias (Madrid) el 31 de mayo de 1908, de manos de Manuel Lara El Jerezano, con quien actuó mano a mano, fue un lidiador formidable, cuya carrera, marcada por altibajos de carácter personal y de forma más concreta por el desafortunado matrimonio contraído en nuestro país, cruelmente tomado a burla por el público para humillarlo en las tardes menos afortunadas, no tuvo el máximo nivel de regularidad, lo que no impide que sea considerado el primer torero importante de la historia sin haber nacido en España, una primerísima figura del toreo de las que marcan diferencias por su templanza en el ruedo, conocimiento del oficio y magníficas condiciones artísticas.
Rodolfo Gaona en la plaza de Madrid. Foto Espasa Calpe.
En un texto editado el pasado mes de octubre en este blog (ver entrada), nos hicimos eco de la influencia de Lagartijo en la famosa dinastía de los Gallo, familia que siempre veneró y respetó como modelo magistral de elegancia taurina la figura de Rafael Molina Sánchez. En esta ocasión cruzamos imaginariamente el charco para seguir buscando la huella del genial espada cordobés, que también tuvo continuidad en México, donde Saturnino Frutos Ojitos, antiguo banderillero en la cuadrilla de Frascuelo, conocedor por tanto en primera persona de la noble competencia mantenida entre Salvador y Rafael, creó una escuela taurina en León de los Aldama, localidad natal de Rodolfo Gaona, por la que pasó como alumno mostrando unas cualidades nada frecuentes, que serían pulidas por el experto y exigente banderillero madrileño, quien inculcaría al Indio Grande las elegantes enseñanzas del Califa de Córdoba para que terminara convirtiéndose en el Califa de León.  
Rodolfo Gaona ejecuta la gaonera, lance de frente por detrás de Cayetano Sanz.
Una vez más recurrimos a la célebre sentencia del genial José Alameda: "La historia no establece dogmas, los establecen quienes la escriben". Efectivamente, como ocurriera con Manuel Jiménez Chicuelo, a quien algunos quisieron despachar históricamente en dos renglones, envuelto en el bonito papel de regalo de la chicuelina, a Rodolfo Gaona se le conoce poco más que como el inventor de la gaonera —el lance de frente por detrás del madrileño Cayetano Sanz, que por la soberana elegancia y ajuste del torero de México sería rebautizado definitivamente con el derivado de su apellido—. Mas Gaona también fue ninguneado por algunos de los plumillas que escribieron la historia, que no incluyeron al grandioso diestro azteca como el tercer hombre de la edad de oro del toreo. Desviando la atención a otra historia, la de su desafortunado matrimonio, no todos vieron para contar la inmensa torería del Indio Grande, que tanta inquietud despertó en los primeros años de ascensión al trono del toreo del magnífico Joselito —con quien finalmente llegaría a torear 139 corridas, cifra solo superada por Belmonte (258) y su hermano Rafael El Gallo (185)—, que conociendo mejor que nadie que no se trataba de ningún cualquiera, procuró orillarlo de las corridas en que actuaba con Juan, pues sabía que Gaona era un torero completo, con sello propio, de largo repertorio, conocedor de todas las suertes de capote, excelente banderillero por ambos lados, armonioso muletero y eficaz estoqueador. 
Para el gran escritor José Alameda, el espada mexicano fue insuperable en banderillas, pero también le andaba a los toros con la muleta, no solo para ir al animal o para citarlo, sino dentro del desarrollo de la faena, para mantener la reunión entre suerte y suerte, en el enlace de ellas, andándole, recolocándose sobre la marcha, siempre armónicamente.    
La gaonera en los pinceles de Ruano Llopis
Pero es Néstor Luján quien en su "Historia del toreo" nos ofrece un retrato radiográfico del Califa de León: “Gaona fue un artista extraordinario. Con el capote, en su época, tan solo le pudo superar en finura y fantasía Rafael el Gallo, aunque Gaona era más clásico y tenía un retoque más perfecto. Cultivaba unas verónicas elegantes y paradas, parecidas a las de Fuentes, aunque templando más que él, e imprimiéndoles una majestad menos rebuscada. Las daba generalmente con los brazos muy levantados. Sus faroles y navarras eran limpios e impecables. Su repertorio de largas era soberano, y entre todas, resaltaba como una joya la sobria y majestuosa larga cordobesa del gran LagartijoSus floreos en las largas cambiadas, afaroladas, revoleras y serpentinas eran de una efervescencia inaprensible. Su tijerilla de rodillas y su célebre gaonera, que resucitó del ya desvanecido repertorio de Cayetano Sanz, eran modélicas, y como tales han quedado.
Impresionante par de Rodolfo Gaona. Pamplona, 8 de julio de 1915. 
Pero lo prodigioso era su modo de banderillear. En nuestro siglo solo le igualó Joselito, pues ambos clavaron rehiletes en todas las suertes y terrenos, y de un modo perfecto. Sus preparaciones, hechas con una consciente distinción, su presteza en ejecutar la suerte, su incomparable seguridad al clavar y su perfección impecable le colocan entre los mejores banderilleros que han existido. Con la muleta, fue un portentoso muletero con los toros suaves y nobles; con los toros difíciles, se amilanó y no tuvo la precisa y férrea exactitud de Joselito, ni la acongojada belleza de Belmonte, ni la frenética temeridad de Sánchez Mejías, pero cuando el toro era suave no conocía parigual su delicadísima y aquilatada maestría. Con la espada mató, algunas temporadas, muy bien a volapié. Pero, por lo general, no estaba la altura de su altísima categoría. Tal ha sido el torero que México ofreció al toreo en estos años tan intensos en que Joselito y Belmonte disputaban su hegemonía sobre las viejas arenas del ruedo ibérico”.
Adorno de Gaona en la plaza de Madrid. Foto Espasa Calpe.
Paco Aguado en su magnífico libro "Joselito El Gallo, rey de los toreros", reeditado recientemente por Editorial El Paseo, escribe refiriéndose al espada mexicano: "...el elegante Rodolfo hubiera sido, de llegar a mayor regularidad, el rival más natural del sabio de Gelves. Con un similar concepto del toreo, derivado de la línea lagartijista, y con el mismo aprendizaje clásico por distintas vías, Gaona tenía más clase que José y más poder que Belmonte. El mexicano, además, no basaba tanto su toreo en las facultades físicas como en un depurado juego de brazos. Era tan largo como Gallito pero más puro y más artista, con más prestancia y más temple. Y mucho mejor con las banderillas y con la espada. Cuña de la misma madera, podía ser, desde luego, un molestísimo enemigo. Pero a Gaona le faltó, en general, capacidad de lucha, la fibra suficiente para mantener el ritmo de los dos colosos...".
Las imágenes del video que insertamos al final de este texto hablan por sí mismas de la inmensa capacidad y torería del espada mexicano, de quien Juan León (Julio Fuertes), reivindicó su figura en la revista El Ruedo de Madrid en una editorial titulada “La terna de la Época de Oro”:
“Ya dejé apuntado que en la edad de oro del toreo, así llamada por los furibundos partidarios de Joselito y Belmonte, con estos dos diestros sevillanos se completaba una terna que hoy me parece justo llamar de oro, con el mexicano Rodolfo Gaona. Es indudable que Rafael el Gallo y Vicente Pastor, entre otros, también “cortaban el bacalao” y con los cuales y algún otro diestro de la terna de oro, se montaban carteles de gran atractivo para el público… Pero el cartel máximo de la segunda década de este avanzado siglo XX era el mencionado Gaona, Joselito y Belmonte”. 
Rodolfo Gaona en el célebre "par de Pamplona".
Terminamos esta evocación homenaje al inolvidable torero mexicano con la belleza de los versos del gran escritor y poeta José Alameda


Estampa de Gaona con Gallito

Huraño, cenceño, altivo,
quieto en la estampa te veo,
como cuando estabas vivo
en la suma del toreo.

Te da los palos José
—las banderillas, tu suerte—
Él lo sabe —y yo lo sé—
no por competir, por verte.

Por ver en tiempo y espacio
el milagro de ajustar
los pies al verso de Horacio.

Y salir como al entrar,
andando, abriendo despacio
tu gloria, de par en par.



 "Rodolfo Gaona, el toreo mexicano más trascendental", de Elías Ruvalcaba.


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