Jaime de Pablo Romero y Cámara con el autor de este blog, Foto Marogo |
Me
sorprendió su sencillez y agradable cordialidad, sus profundos conocimientos del toro -que
tan bien supo explicar a la audiencia en aquella inolvidable tertulia-, y su amor por la
divisa celeste y blanca, la que pretendía colocar de nuevo entre las más
reconocidas del campo bravo. Sin embargo, tras una fuerte apuesta económica con unos
resultados que no respondieron al esfuerzo, Jaime de Pablo Romero hubo de vender la ganadería que hoy lidia a nombre de Partido de Resina, el de la finca
donde pastan las reses.
En homenaje a este ganadero romántico, reproducimos sus comentarios sobre
el toro que buscaba, tanto en trapío como en su comportamiento en el ruedo.
Sobre el trapío Jaime manifestó:
Sobre el trapío Jaime manifestó:
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Precioso Pabloromero. Foto Aplausos |
Creo que lo más característico de este toro es la cabeza. La cara la tiene
de forma triangular, es más ancho de lo normal de testuz que los toros de otras
ganaderías. Además es un toro muy corto de cara y chato, el hocico muy pequeño
y normalmente levantado hacia arriba. La posición de los ojos es algo especial,
los tiene quizás más hacia atrás que otros toros, probablemente por la anchura
que tiene de sienes o testuz, los tiene rajados -hay señoras a las que han
llamado la atención los ojos de los Pablo
Romero-, pues, en el cárdeno concretamente, suelen estar orlados de un
tinte más oscuro, lo que hace parecer que se han dado una pinturilla, el rímel
clásico que se dan las chavalas.
Una característica muy destacada es la testuz rizada. Tiene la cara muy
seria, aunque no desagradable sino todo lo contrario, porque transmite nobleza
seria, de hombre serio, maduro y noble. Sus astas no son excesivamente
aparatosas, suele ser un toro astigordo, porque el inicio de la mazorca del
pitón es bastante grueso, con lo cual, al no tener los pitones muy largos, no
suele salir muy astifino. Otra característica es que suele ser astinegro, es
decir, que prácticamente es un pitón donde no se diferencia una parte blanca y
otra negra, sino que tiene casi todo su conjunto de color astinegro. Es de
pezuña fina, de cabos finos, lo que dentro de una raza pura la define: la
fineza de cabos y su conjunto armonioso.
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Serio ejemplar de la célebre ganadería |
—Hoy se dice que el toro debe ir a más como bravo. Creo que eso se ha dicho
siempre. Pero yo distingo. Para mí el toro bravo es el que va a más en todos
los tercios: el que toma el primer puyazo, el segundo yendo a más, el tercero a
más, y después, si es capaz, toma el cuarto yendo a más. Es un toro al que le
ponen los pares de banderillas yendo a más, y que acaba en la muleta yendo a
más.
Creo que hoy eso es dificilísimo. Un toro que sea capaz de tomar cuatro
puyazos, que soporte lógicamente en el tercio de varas los tres quites de cada
uno de los toreros, que después fuera pronto, largo, rápido y con fijeza
en banderillas, y que finalmente rompiera en lo que hoy tiene que hacer un torero,
que es como mínimo dar del orden de cincuenta a sesenta pases, pues eso sería
el ideal del toro.
Pero para mí lo que tiene que hacer es dar sensación de toro desde que sale
hasta que muere. Y con eso digo bastante. Creo que tiene que ofrecer
expectación en su salida; que en el caballo cumpla sobradamente; que haga un
tercio de banderillas importante, con fijeza, velocidad, recorrido; y que
después, en la muleta -yo no soy tanto de los cuarenta o cincuenta pases- que
tenga los quince o veinte pases primeros y el torero sea capaz de
aprovecharlos.
No cabe duda que todas las personas pueden tener cinco o diez minutos
brillantes, lo que es difícil es que tengan seis u ocho horas. En los toros
ocurre igual. Tienen diez, quince o veinte muletazos, y después, lógicamente,
vienen a menos. Y si delante no tienen a un torero de calidad, que sea capaz de
superar ese menos que hace el toro, la faena cae. Los aficionados y los
públicos están hartos de verlo. Hay toreros para los que existe un momento que
incluso el que no entiende les dice que lo mate, porque tiene las orejas, y sin
embargo el hombre insiste, el toro acaba parándose, el torero enfriándose, y el
público también. Al final al toro se le da una gran ovación y sin embargo el
torero no da ni la vuelta al ruedo.
Creo que el toro tiene que ser importante desde su salida hasta su muerte. Si
tiene tres puyazos, un tercio de banderillas completo, y cuarenta pases pues es
lo ideal. Lo que pasa es que creo que no se da.
Lo fácil: hoy se está hablando de un toro que va a más, pero normalmente el
primer tercio se ha eliminado, el segundo se hace rápidamente, y se acude únicamente
a la muleta. Lógicamente, un toro que no se ha empleado en los tercios
anteriores y que no se ha visto, porque no ha dado tiempo a hacerle las cosas
mal o bien, pues si tiene calidad aguanta cuarenta, cincuenta o sesenta pases.
Creo que el toro es mucho más completo que eso.
Este es el testimonio de un ganadero romántico, de un enamorado del toro bravo que
le encantaba transmitir su entusiasmo a los aficionados, que llenó de contenido una interesante tertulia taurina dedicada a su ganadería.
Pocos años después del encuentro de Córdoba, Jaime hubo de venderla.
Con esta entrada manifestamos nuestro respetuoso y cariñoso homenaje a Jaime de Pablo Romero. Descanse en paz.
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