¡Ya estarán contentos los chacales!
Los que vociferaban,
los que aullaban envidiosos e impotentes, emboscados, agazapados en las cunetas
del camino de gloria, que recorría el triunfador, el ídolo, el elegido... Ahí lo tenéis. No
volváis la cara con espanto horrorizados de vuestro delito.
Vosotros, plumas
venales, que queríais poner tasa y precio al arte maravilloso de Manuel
Rodríguez; vosotros, públicos inconscientes de todas las plazas, que increpábais
sedientos de sangre al mejor torero del mundo, ahí lo tenéis, frío, yerto,
estereotipado en su rostro el rictus amargo de una sonrisa eterna.
Ahí lo tenéis, muerto;
esa es vuestra obra.
No había competencia
posible. No podía haberla. Manolete era único. Y lo ha demostrado con su gesto
de héroe, de hombre. En plena gloria de su vida y de su arte ha muerto en la
plaza de toros de un pueblo andaluz el genial torero cordobés Manuel Rodríguez
Manolete. El mejor torero del mundo. El creador de la escuela de la serenidad y
del estoicismo.
La emoción traba los
puntos de nuestra pluma que tropiezan sobre las cuartillas que tienen la
palidez de la muerte. De esa muerte traicionera que ha segado en la flor de la
juventud pletórica de gloria y de ensueños la vida luminosa del más grande de
los toreros nacidos.
Ha muerto Manolete y
lo ha matado un Miura. ¡Maldita ganadería de toros asesinos! ¡Maldito Islero!,
que así te llamabas, toro criminal, que en las puntas buhidas de tus cuernos
traidores como facas de jaque, te has llevado engarzada la flor hermosa de una
vida triunfante!... Nada menos que la vida de Manuel Rodríguez Manolete.
El mejor de todos los
toreros, de los que han sido y de los que son y de los que serán.
Cordobeses, amigos: Ha
muerto Manolete. Ha muerto nuestro ídolo. ¡Llorad!... Llorad todos,
llorad conmigo, pues todos tenemos algo de culpa de esa muerte. Entre todos los
que queríamos más y más de su arte excelso y único, lo hemos matado.
¡Llorad!... Mujeres. Las
que las tardes luminosas de corrida arrojábais brazadas de claveles en homenaje
al triunfador, cortad ahora a las mejores flores, las más fragantes de los
huertos cordobeses, de vuestros patios, de vuestros jardines, para arrojarlas
mañana al paso de su cadáver, cuando lo llevemos a hombros por última vez por
las calles de Córdoba, camino del Campo Santo.
Nenas de Santa Marina. Bonitas nenas cordobesas… Las que quizás algún día soñásteis con ser la novia del torero, llorad todas porque ya no será de vosotras. La novia eterna, la muerte implacable y cruel, le ha dado el tremendo abrazo. Manolete esta madrugada se ha desposado con la muerte.
¡Llorad!... Amigos de Manolo. Que los balcones de las casas del «barrio», en el «viejo matadero», que las ventanas de la Plaza de la Lagunilla, donde soñó el maestro con ser el mejor de los toreros, se cubran de negros crespones… Llorad todos, como lloramos nosotros de rabia y de pena. Llorad, que ha muerto el más grande, el más valiente y el más hombre de todos los toreros. Y ha muerto como mueren los elegidos, como mueren los héroes legendarios, como tenía que morir Manuel Rodríguez Manolete.
Nenas de Santa Marina. Bonitas nenas cordobesas… Las que quizás algún día soñásteis con ser la novia del torero, llorad todas porque ya no será de vosotras. La novia eterna, la muerte implacable y cruel, le ha dado el tremendo abrazo. Manolete esta madrugada se ha desposado con la muerte.
¡Llorad!... Amigos de Manolo. Que los balcones de las casas del «barrio», en el «viejo matadero», que las ventanas de la Plaza de la Lagunilla, donde soñó el maestro con ser el mejor de los toreros, se cubran de negros crespones… Llorad todos, como lloramos nosotros de rabia y de pena. Llorad, que ha muerto el más grande, el más valiente y el más hombre de todos los toreros. Y ha muerto como mueren los elegidos, como mueren los héroes legendarios, como tenía que morir Manuel Rodríguez Manolete.
Manuel García Prieto
Redactor jefe de radio Córdoba
E.A.J. 24
Triunfos de Manolete en México
Muchísimas gracias por compartirlo! Es difícil no emocionarse! Un abrazo!
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